ESCEPTICISMO FILOSÓFICO DE FRANCISCO SÁNCHEZ


Francisco Sánchez fue médico renacentista y filósofo que cultivó la corriente del Escepticismo. Su obra fundamental para el resurgimiento del Escepticismo como método de pensamiento es Quod nihil scitur, publicada en 1576, que ha sido ampliamente traducida y reeditada.

ESCEPTICISMO FILOSÓFICO DE FRANCISCO SÁNCHEZ

CATALINA DE ERAUSO MONJA ALFÉREZ


Catalina de Erauso fue monja y militar que luchó en la Guerra de Arauco, en 1619, donde ganó gran fama por haber recuperado una bandera española arrebatada por los indios. Fue conocida como la Monja Alférez.

Este personaje femenino fue uno de los más controvertidos del Siglo de Oro español, generando más de un debate entre la intelectualidad del momento, pero consiguió ganarse el respeto y admiración de muchos que la consideraron una heroína.


En la actualidad sigue siendo una fuente de inspiración para escritores, dramaturgos, directores de cine y artistas plásticos tanto españoles como extranjeros. Literatos el mundo anglosajón la denominaron Lieutenant Nun.

Catalina Erauso Guerra Arauco Monja Alférez
CATALINA DE ERAUSO

Nacida en San Sebastián en 1592, Catalina de Erauso y Pérez Galarraga era hija del militar Miguel de Erauso y de María Pérez de Gallárraga y Arce. A los cuatro años fue internada en el convento de San Sebastián el Antiguo, del que una tía suya era la priora, donde pasó su niñez y su adolescencia, llevando una austera vida monacal de oración y disciplina.

Sin embargo, su carácter inquieto y rebelde no era muy apropiado para la vida enclaustrada. Tras una pelea con una novicia, en la que recibió varios golpes, fue encerrada en su celda de la que escapó disfrazada de campesino, marchándose del convento para siempre en 1607. 

Ya no abandonó su disfraz, su identidad desapareció. Siempre vestida como un hombre y con el pelo cortado a manera masculina, adoptó nombres diferentes, como Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán o Antonio de Erauso. Su aspecto físico le ayudó a ocultar su condición femenina ya que fue una mujer de gran estatura, más bien fea y sin unos caracteres sexuales femeninos muy marcados. Pedro de la Valle escribió sobre ella que "no tiene pechos, que desde muchacha me dijo haber hecho no sé que remedios para secarlos y dejarla llana como le quedaron...". También se escribió que nunca se bañaba, y que debió adoptar comportamientos masculinos para así poder ocultar su verdadera identidad.

busto escultura Catalina Erauso Orizaba Sebastián
BUSTO DE CATALINA DE ERAUSO

Pasó entonces a vivir en los bosques y a alimentarse de hierbas, a viajar de pueblo en pueblo, temerosa de ser reconocida, hasta que llegó a Valladolid, y de nuevo, a Bilbao. Finalmente, llegó a Sanlúcar de Barrameda, y se embarcó trabajando como grumete en uno de los grandes navíos de la Carrera de Indias que traen a España la plata extraída de las minas americanas. Curiosamente, el patrón de esa nave era Esteban Eguiño, tío de Catalina, aunque aquel nunca reconoció a su sobrina.

Desembarcó en Araya (Venezuela) y marchó a Cartagena (Colombia). En América desempeñó diversos oficios, primero trabajó en Trujillo, más tarde, llegó a Lima, en el Virreinato del Perú, donde se alistó como soldado bajo el mando de distintos capitanes

En 1619, viajó a Chile, donde, al servicio de la Monarquía hispánica, participó en diversas guerras de conquista. En la Guerra de Arauco contra los mapuches, consiguió ganarse la fama de valiente y hábil con las armas, estacada en el combate y sin revelar que era una mujer. Durante una batalla, en un acto de valor heroico recuperó la bandera, que les habían arrebatado. En este lance recibió tres flechazos y una lanzada, por los mapuches, así como el grado de alférez por sus mandos. 

Así relató su hazaña:
"Llegándoles socorro, nos fue mal y nos mataron mucha gente y capitanes, y a mi alferéz, y llevaron la bandera. Viéndola llevar, partimos tras ella yo y dos soldados de a caballo por medio de gran multitud, atropellando y matando, y recibiendo daño: en breve cayó muerto uno de los tres. Proseguimos los dos. Llegamos a la bandera, cayó de un bote de lanza mi compañero. Yo recibí un mal golpe en una pierna, maté al cacique que la llevaba y quitésela, y apreté con mi caballo, atropellando, matando e hiriendo a infinidad, pero malherido y pasado de tres flechas y de una lanza en el hombro ixquierdo, que sentía mucho."
CATALINA DE ERAUSO EN LA GUERRA DE ARAUCO

Catalina descubrió que uno de sus mandos militares era su hermano Miguel de Erauso, el cual no consiguió reconocerle pues tenía dos años cuando él marcho a América. Por otra parte, ella no reveló su identidad, pero si que le estuvo comentando que era de su misma ciudad y sobre de conocidos y lugares comunes. Miguel acogió a Catalina en su tropa, persuadido de tener junto a sí a un paisano, además con notables virtudes militares.

Durante estos años se vio envuelta en numerosas peleas y disputas. Fue amante del juego, los caballos y el galanteo con mujeres como era normal entre los soldados españoles de la época. Pronto se ganó la fama de duelista arbitrario y peligroso espadachín. En Argentina fue condenada a muerte por un duelo en el mató a su contrincante. Ya en el cadalso y con la soga al cuello, fue dada orden de liberación por haber confesado los falsos testigos que habían provocado su detención.

En la ciudad de Concepción, actuó como padrino de un amigo durante uno de esos duelos. Tras el intercambio de golpes su amigo y su contrincante cayeron heridos al mismo tiempo. Según el protocolo, los padrinos continuaron el combate, Catalina tomó su arma y se enfrentó al padrino rival, hiriéndole de gravedad. Moribundo, éste dio a conocer su identidad, sabiendo entonces Catalina que se trataba de su hermano Miguel de Erauso. Sólo pudo huir.


Esperanza Roy Catalina Erauso película monja alférez
CATALINA DE ERAUSO

Continuó enrolada en los campos de batalla de Chile y Perú, en Tucumá, Potosí, La Plata, Cochamba, Cruzco, Huamanga...

En otra ocasión, estando en la ciudad peruana de Huamanga en 1623, fue detenida a causa de una disputa. Para evitar ser ajusticiada, se vio obligada a pedir clemencia al obispo Agustín de Carvajal, contándole además que no podía ser ajusticiada por ser mujer y que había escapado hacía ya bastantes años de un convento. 

Ella misma lo narró así:
"Señor, la verdad es ésta: que soy mujer, que nací en tal parte, hija de Fulano y Zutana, que me entraron de tal edad en tal convento, con Fulana mi tía; que allí me crié; que tomé el hábito y tuve noviciado; que estando para profesar, por tal ocasión me salí; que me fui al tal parte, me desnudé, me vestí, me corté el cabello, partí y acullá; me embarqué, aporté, trajiné, maté, herí, maleé, correteé, hasta venir a para en los presente, y a los pies de Su Señoría Ilustrísima."

Asombrado, el obispo determinó que un grupo de matronas la examinarían, comprobando que no sólo era mujer, sino virgen. Tras este examen y la demostración de tan extraordinario arrojo, recibió el apoyo del eclesiástico, quien evitó que Catalina fuese castigada por ejercer una falsa identidad e instalándola en el convento de Santa Clara de Huamanga, con el hábito correspondiente, bajo su tutela. 

VIAJE DE ERAUSO AL PERÚ

El asunto llegó a oídos de la Corte, donde se interesan, no por la monja Catalina, sino por el heroico alférez de la Guerra de Arauco. 
En traje de civil, regresaba embarcada en la Armada del general vascongado Tomás de Larraspuru, natural de Azcoitia, que había prestado extraordinarios servicios a España limpiando de piratas el mar Caribe.

Fue recibida con honores por el rey Felipe IV, sorprendido gratamente por la historia de la donostiarra. El llamado "Rey Planeta", le confirmó su graduación y empleo militar, la llamó "monja alférez", autorizándola además a emplear su nombre masculino y le concedió una pensión de ochocientos escudos de renta. 

El memorial que dirigió Catalina al rey para solicitar su ayuda comenzaba con estas palabras:
"Señor: el alférez doña Catalina de Erauso, vecina y natural de la villa de San Sebastián, privicia de Guipúzcoa, dice: que en tiempo de diez y nueve años a esta parte, los quince ha empleado en servicio de Vuestra Majestad en las guerras del reino de Chile e indios del Perú, habiendo pasado a aquellas partes en hábito de varón, por particular inclinación que tuvo de ejercitar las armas en defensa de la fe católica y emplearse en servicios de Vuestra Majestad."
Algo más tarde, mientras su nombre y aventuras se extendían por Europa, Catalina viajó a Roma, quizás para arreglar de la mejor forma posible su extravagante situación personal. El papa Urbano VIII, le recibió en audiencia, escuchó su historia y le autorizó, de forma excepcional, a continuar usando su vestimenta de hombre, pero sin reincidir en más delitos y alborotos. 

De esta forma lo escribió:
"Partí de Génova a Roma. Besé el pie a la Santidad de Urbano VIII, y referíle en breve y lo mejor que supe mi vida y correrías, mi sexo y virginidad. Mostró Su Santidad extrañar tal cosa, y con afabilidad me concedió licencia para proseguir mi vida en hábito de hombre, encargóme la prosecución honesta en adelante y la abstinencia de ofender al prójimo. Hízose el caso allí notorio, y fue notable el confuso de que me vi cercado: personajes, príncipes, obispos, cardenales."
CATALINA DE ERAUSO EN LA GUERRA DE ARAUCO

También fue recibida por varios cardenales. Uno de ellos, el italiano Magallón, que no debía de sentir gran simpatía por los españoles, le dijo tras conocer sus aventuras que no tenía más falta que ser español, a lo que respondió la guipuzcoana:
"A mi me parece señor, debajo de la corrección que se debe a Vuestra Señoría Ilustrísima, que no tengo otra cosa buena."
Las jornadas italianas de Catalina, en efecto, fueron de fama y agasajo. Hasta que un día se cansó y marchó a Nápoles para embarcar de regreso a España. Su presencia en Nápoles también suscitó admiración. Paseando por el puerto de aquella ciudad, comentó en sus memorias que unas jovencitas acompañadas de unos mozalbetes quisieron burlarse de ella diciéndole: "Signora Catalina, dove si cammina?"; a lo que ella respondió: "A darles a ustedes unos pescozones, señoras putas, y unas cuchilladas a quien se atreva a defenderlas."

Durante esta tranquila etapa, ella misma escribió o dictó sus propias memorias El memorial de los méritos y servicios del alférez Erauso, que hoy se encuentran en el Archivo de Indias. 


Pero su espíritu inquieto y aventurero no conoció reposo. En 1630, la monja alférez viajó de nuevo a América y se instaló en el Virreinato de Nueva España, probablemente en la ciudad de Orizaba en el estado de Veracruz, donde regentó un negocio de arriera o transporte de mercancías entre México y Veracruz. 

A partir de 1635, poco se sabe de su vida, salvo que murió en Cuitlaxtla, localidad cercana a Puebla, quince años más tarde. Sin embargo, tampoco se conocen las causas de su fallecimiento, pues unos dijeron que fue asesinada, otros que murió sola entre sus asnos en los altos de Orizaba, otros que en un naufragio transportando una carga en un bote, y otros que se la había llevado el diablo.

Ferrer Montalbán Historia monja alférez Catalina Erauso
HISTORIA DE DOÑA CATALINA DE ERAUSO CONTADA POR ELLA MISMA

Este personaje femenino fue uno de los más controvertidos del Siglo de Oro español, por enrolarse en la milicia española que conquistaba América del sur haciéndose pasar por un hombre. Cuando su identidad fue delatada, generó más de un debate entre la intelectualidad española del momento, pero consiguió ganarse el respeto y admiración de muchos que la consideraron una heroína española.

Fue un caso de anormalidad evidente, el juicio moral fue tan flexible como nítido: si aquella mujer no podía ser mujer, que viviera como hombre, pero llevando una conducto honesta; si aquel soldado merecía recompensa, que la disfrutara, aunque fuera una mujer; si aquel delincuente había obtenido el perdón real y absolución papal, sus delitos quedaban enjuagados, pero con la condición de no reincidir.

Las memorias de Catalina fueron publicadas bastante tiempo después en París en el año 1894, por una traducción del poeta francés José María de Heredia con ilustraciones del artista español Daniel Urrabieta Vierge.

En 1784, Juan Bautista Muñoz descubrió la biografía de tan peculiar señora; tras caer en manos del científico Joaquín María Ferrer fue publicado en París, en 1829, con el título Historia de la monja alférez, doña Catalina de Erauso, escrita por ella mismay traducida a varios idiomas.

LIEUTENANT NUM

A continuación se tradujeron a varios idiomas y se hicieron versiones del tema. En el mundo anglosajón fue conocida con el nombre de Lieutenant Nun (Monja Teniente). Quizás la versión más famosa fue la idealizada por Thomas De Quincey. El escritor inglés cayó en la fascinación por la vida de Catalina en su novela The Nautico-Military Nun of Spain, escrita en el siglo XVIII. En ella, Catalina es una heroína romántica, una mujer hermosa, un genio de la espada. Mucho de cuanto se cuenta el este libro es difícil distinguir la realidad de la ficción, de él surgieron adaptaciones, así como obras de teatro, zarzuelas y películas. En sus memorias confesó alguna aventura lésbica, como cuando una ventera la sorprende "andándole a la hija entre las piernas". En 1972, fue publicada de nuevo en inglés con el título The Ensign Nun.

En la actualidad sigue siendo una fuente de inspiración para escritores, dramaturgos, directores de cine y artistas plásticos y de igual forma ha sido fuente de inspiración de múltiples análisis y trabajos académicos intentando explicar su compleja personalidad. Entre las novelas más destacadas están: Mar brava. Historias de corsarios, piratas y negreros españoles, de Gerardo González de Vega (Ediciones B, 1999); La monja alférez. La juventud travestida de Catalina de Erauso, de Ricard Ibáñez (Devir, 2004); ambas publicadas en Barcelona.

El cine descubrió al personaje en 1943 cuando Emilio Gómez Muriel dirigió a la actriz mexicana María Félix, la Doña, en el papel de Catalina. La película La Monja Alférez fue producida por la compañía cinematográfica mexicana CLASA Films.

En 1986, Javier Aguirre retomó la historia con Esperanza Roy interpretando a La Monja Alférez.

LA MONJA ALFEREZ

DESCUBRIMIENTO DE LAS ISLAS BERMUDAS POR JUAN BERMÚDEZ


Marino de finales del siglo XV y principios del XVI, Juan Bermúdez pasó a la historia de la geografía por descubrir las islas Bermudas en 1505. Un archipiélago ubicado en el océano Atlántico Norte frente a la península de la Florida y al norte de las islas caribeñas de Puerto Rico y República Dominicana.

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DESCUBRIMIENTO DE LAS ISLAS BERMUDAS POR JUAN BERMÚDEZ

TRES INSTITUCIONES PROMOTORAS DE LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA


Los principios ilustrados del Siglo de las Luces se difundieron en la sociedad española a través de tres instituciones: las Sociedades Económicas de Amigos del País, la Reforma universitaria y prensa periódica.

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TRES INSTITUCIONES PROMOTORAS DE LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA

DERECHO PENAL MODERNO POR ALFONSO DE CASTRO


Teólogo, jurista y humanista franciscano, Alfonso de Castro fue un miembro de la Escuela de Salamanca, consejero real de Felipe II y reformador del código penal moderno. Ha sido considerado como uno de los fundadores del Derecho de Gentes, junto a Francisco de Vitoria, y de la ciencia del derecho penal, cuyas ideas dejó en su obra De potestate legis poenalis.

DERECHO PENAL MODERNO POR ALFONSO DE CASTRO

POTESTAD PONTIFICIA DE JUAN DE TORQUEMADA


Obispo y cardenal en Roma, Juan de Torquemada fue uno de los máximos defensores de la Potestad del Pontífice sobre la del Concilio, como representante de Cristo.

POTESTAD PONTIFICIA DE JUAN DE TORQUEMADA

FÁBULAS MORALES DE FÉLIX MARÍA SAMANIEGO


Escritor ilustrado del siglo XVIII, Félix María Samaniego famoso por pertenecer a la Sociedad Económica Bascongada y por escribir sus Fabulas Morales.

Escritor ilustrado Félix María Samaniego Fabulas Morales
FÁBULAS MORALES DE FELIX MARÍA SAMANIEGO

HISTORIOGRAFÍA LATINA DE ALFONSO FERNÁNDEZ DE PALENCIA


Historiador y latinista, Alfonso Fernández de Palencia fue una figura representativa del prerrenacimiento castellano, y de su primer Humanismo, durante los reinados de Enrique IV e Isabel la Católica. Siendo cronista real, compuso numerosas obras de carácter histórico y militar como Gesta Hispaniensia, Anales de la Guerra de Granada y Tratado de la perfección del triunfo militar.

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HISTORIOGRAFÍA LATINA DE ALFONSO FERNÁNDEZ DE PALENCIA

EXPEDICIÓN MARÍTIMA DE ORTIZ DE RETES QUE DESCUBRIÓ NUEVA GUINEA


Una de las navegaciones más impresionantes y difíciles realizadas por los marinos españoles durante el siglo XVI fue la expedición realizada por Íñigo Ortiz de Retes alrededor de la costa la gran isla de Nueva Guinea en el océano Pacífico en 1545. Desde su aspecto geográfico, fue una de las más fructíferas singladuras por el llamado mar del Sur al descubrir un amplio espacio de mar, numerosos archipiélagos y en especial la Isla Grande, la tercera isla en extensión tras Australia y Groenlandia, ampliando los dominios del Imperio española en casi 800.000 kilómetros cuadrados.

EXPEDICIÓN MARÍTIMA DE ORTIZ DE RETES QUE DESCUBRIÓ NUEVA GUINEA

NACIONAL-SINDICALISMO DE RAMIRO LEDESMA


Filósofo, novelista, periodista e ideólogo, Ramiro Ledesma pasó a la historia de la política española por ser el fundador de las Juntas Ofensivas Nacionales Sindicalistas (JONS) y uno de los teóricos que más influencia ejerció en la concepción del movimiento político conocido como Nacional-Sindicalismo.


NACIONAL-SINDICALISMO DE RAMIRO LEDESMA

DISCURSOS POLÍTICOS DE PEDRO FERNÁNDEZ DE NAVARRETE


Arbitrista y tratadista político, Pedro Fernández de Navarrete fue escritor de Conservación de monarquías y discursos políticos sobre la decadencia del Imperio español.

DISCURSOS POLÍTICOS DE PEDRO FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

CONCILIO DE TRENTO DEFENSA DE LA CRISTIANDAD EUROPEA


El Concilio de Trento de 1545-1563 fue una de las cimas del pensamiento teológico español en la Edad Moderna. Supuso la defensa de la unidad de la Cristiandad europea en un momento de divisiones internas y amenazas externas.

CONCILIO DE TRENTO DEFENSA DE LA CRISTIANDAD EUROPEA

El origen de esta reunión, que duró dieciocho años, desde 1545 a 1563, se encontró en la crisis producida por la rebelión de Lutero, la que sucesivamente desencadenó otras rebeliones de las que partieron los movimientos protestantes, rompiendo la unidad de la Cristiandad.

La unidad de la Iglesia constituía el pilar más firme para la unidad de Occidente. El emperador Carlos V, muy influido por la doctrina imperial de los españoles, sostuvo con la política y con la guerra el ideal común del Imperio, la reunión de los príncipes cristianos en una ley y un propósito, a lo que seguiría una economía y una política universales. Entonces, España buscaba el modo de agruparse y ayudarse mutuamente, salía de su heroica y larga empresa de expulsar a los invasores islámicos, fundando el primer Estado moderno de Europa y protegiéndola por el sur.

CONCILIO DE TRENTO

El sentido de la unidad cristiana en los hispanos de los siglos XV y XVI estaba vivo, habían comprobado sus ventajas frente al Islamismo, por lo que aspiraban a mantener una Europa unida en el aspecto religioso aunque administrados individualmente en la política. En aquellos años, Berbería y Turquía eran dueños del Mediterráneo oriental, que suponía una puerta abierta a las invasiones asiáticas y africanas, peligro de desplome de Europa. La unidad católica se complementaba con intereses geoestratégicos, políticos, militares y económicos, favoreciendo el ideal de la unidad.

Cuando se estaba aceptando y desarrollando el ideal de la unidad, surgió la fatal herejía de la disgregación. Martín Lutero comenzó con una discusión sobre bulas papales y terminó con la oposición a los dogmas, cuestionando otros aspectos vitales como el libre albedrío del hombre o la organización social. Fue recorriendo el camino que llevaba a la división de la Iglesia, fomentando los odios entre naciones y la enemistad de los gobernantes.

Carlos V y el Vaticano entendieron que la principal labor sería la de luchar contra los antidogmáticos luteranos del Protestantismo, reforzar las bases de la existencia del hombre y reafirmar la Ley de Dios.

SESIÓN DEL CONCILIO DE TRENTO

En la Edad Moderna, los Estados católicos estaban basados en supuestos católicos, y su arquitectura calculada según el sentir y el mandato de la religión verdadera. Para salvar tales deducciones prácticas, los eclesiásticos tuvieron que liberar de críticas a la Iglesia, sometida a su propio examen, reforzar los principios teológicos con más razones humanas, y depurar un organismo jerarquizado bastante corrompido.

Si la certidumbre era sustituida por la negación, si los preceptos de la fe se venían abajo, la obra humana se arruinaría en falsedad. La unidad era la principal vía que vinculaba lo profano, público, particular, con los artículos religiosos que justifican el orden de la sociedad organizada.

Ante esta difícil situación, el emperador Carlos V insistió al papa Paulo III a acordar convocatoria de un concilio asegurador del Catolicismo en sus verdades absolutas, bastante desfiguradas por los nuevos heréticos. Su objetivo fue la justificación de la unidad de la Cristiandad y la autoridad de los defensores de la fe restaurada, y desacreditar a los anti-dogmáticos, para diseñar las directrices de pensamiento reformista que serían conocidas como ContrarreformaLa obra del Concilio de Trento tenia un doble carácter: uno doctrinal, teórico y propio de los letrados; y otro pastoral y práctico hacia los creyentes.

Paulo III, asesorado por figuras excelsas, como Luis Vives, aceptó la convocatoria organizando un Concilio General de la Iglesia en la ciudad italiana de Trento. Esta reunión congregó a 25 obispos y 5 superiores generales de órdenes religiosas, contando con hasta 255 participantes en su última sesión. Dio comenzó en noviembre de 1545, fue desarrolladas en 25 sesiones con varias suspensiones, y terminó en diciembre de 1563. A causa de la peste y de intrigas ajenas la sede fue trasladada a Bolonia durante un tiempo.

SESIÓN DEL CONCILIO DE TRENTO, POR TIZIANO

En cierto modo, puede afirmarse que este concilio ecuménico fue español. Los ideales básicos fueron establecidos por los jesuitas Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Francisco Torres. La filosofía fue implantada por el profesor alcalaíno Cardillo de Vallalpando y las normas y sanciones tuvieron como principal valedor a Pedro Guerra, obispo de Granada. Brillaron en las sesiones tridentinas el gran canonista Antonio Agustín; su émulo Juan Bernal Díaz de Lugo, obispo de Calahorra; el obispo de Salamanca, Pedro González de Mendoza; el cultísimo dominico Melchor Cano; el prudente franciscano Alfonso de Castro; el gran teólogo Martín Pérez de Ayala, obispo de Segorbe; el comentador Cosme de Hortolá; el orador Pedro Fontidueñas; el profundo Domingo de Soto, y tantos otros teólogos, juristas y consultores, obispos y abades, sin olvidar a dos hábiles e inteligentes embajadores, Vargas y Diego de Mendoza.

Tras efectuar las declaraciones doctrinales, se fueron debatiendo los diferentes asuntos. Se sucedieron sesiones interminables en las que intervinieron los diferentes legados, que se expresaban en latín, lengua de la unidad de la iglesia. Sus largas disertaciones y llenas de distinciones evitaban fórmulas que disgustasen a los obispos presentes o que ahondasen las diferencias entre católicos y protestantes. En ellas, se trataron las reformas del culto, la Justificación, los Sacramentos, la Eucaristía, el Canones de las Sagradas Escrituras, la formación de los sacerdotes, la disciplina eclesiástica y otros temas. En todos estos asuntos, los obispos españoles tuvieron intervenciones destacadas entre los padres conciliares.

Lo que realmente se debatía allí era la unidad moral del género humano, ya que de haber prevalecido cualquier teoría contraria, se habría producido en los países latinos una división de clases y de pueblos. La reforma de la Iglesia española iniciada por el cardenal Jiménez de Cisneros había conseguido erradicar considerablemente los abusos eclesiásticos. Por eso, pudo escapar al espíritu feudal de los obispos alemanes, a la corrupción mundana de los prelados italianos y al servilismo hacia su rey de los eclesiásticos franceses.

Desde las primeras reuniones, el dominico Domingo de Soto ilustró a los padres conciliares con su palabra y doctrina. La quinta sesión trató sobre el pecado original, y el cardenal Pacheco habló elocuentemente sobre la Inmaculada Concepción.

DEBATE DEL CONCILIO DE TRENTO

El siguiente tema a tratar fue el de la Justificación que abordaba la cuestión de la legitimación de las obras caritativas y misericordiosas como método para la salvación. Era una cuestión muy importante para contrarrestar la tesis de Lutero del crede firmiter et pecca fortiter, que enfrentaba radicalmente a protestantes y católicos, derivando en polémicas políticas y sociales.

Domingo de Soto expresó la verdadera doctrina católica sobre la Justificación, oponiéndose a las teorías de su hermano de religión Antonio Catharín. Triunfó la tesis de Soto, mientras los jesuitas Laínez y Salmerón, refutaban la opinión del general de los agustinos Jerónimo Seripando. Para este destacado padre conciliar, así como para Lutero, los hombres se justifican sólo por la fe, siendo esta un libre arreglo de Dios. En cambio, la Iglesia Católica siempre había sostenido que los hombres se justifican por la fe y las obras, idea manifiesta en la Epístola de Santiago el Menor: "¿No veis cómo por las obras es justificado el hombre y no por la fe solamente?"

Así, el 26 de octubre de 1546, teólogo del papa y futuro general de los jesuitas, Diego Laínez 
pronunció un discurso brillante sobre la Justificación. Defendió su tesis citando a los Santos Padres, en especial a Santo Tomás de Aquino, leyendo los Evangelios, las Cartas de San Pablo y a los grandes maestros:
"…es cierto que el hombre pecador no puede alcanzar la salvación por sí mismo. Esa salvación es obra de la gran misericordia de Dios. Pero también es cierto que Dios ha querido que el hombre sea libre y responsable y, por tanto, ha de merecer la salvación divina con sus propias buenas obras."
La doctrina de Laínez fue aceptada por unanimidad y su discurso fue el único que se escribió completo en el acta conciliar. En la iglesia de Santa María de Trento, hay un cuadro en que aparecen los asistentes al concilio y en el púlpito está Diego Laínez dirigiéndoles la palabra. El Santo Decreto de la Justificación fue celebrado con gran júbilo en todos los pueblos de la Cristiandad.

Laínez y otros teólogos españoles eran el centro de todas las discusiones. Algunos los rechazaban, porque, siendo simples teólogos, parecían suplantar la autoridad de los obispos; otros, porque sus vestidos pobres y su sencillez echaban en cara el lujo cortesano de los subordinados del papa que formaban la Curia romana, y otros encontraron en sus doctrinas antiguas desviaciones heréticas. Pero los españoles defendieron la doctrina verdadera, pues su supremacía argumental, su fe sólida y su arte dialéctica deshicieron los errores. Y, progresivamente, muchos obispos comenzaron a consultar por escrito el pensamiento de los teólogos españoles.

PROFESIÓN DE FE DEL CONCILIO DE TRENTO

El Concilio de Trento promulgó 14 decretos doctrinales y 13 decretos, aprobados en su conjunto por el papa Pío IV, sobre la reforma del servicio pastoral y la disciplina sacerdotal. Las conclusiones más importantes fueron:

1. Fuentes: Las únicas fuentes de la fe son las Sagradas Escrituras y la tradición de la Iglesia, es decir las enseñanzas recibidas por los apóstoles por medio oral y conservadas a través de los siglos. La Iglesia se reservaba la exclusiva interpretación de las Escrituras y recomendaba el estudio de la Vulgata latina como única Biblia. En contra, la tesis protestante defendía que la única fuente de revelación eran las Sagradas Escrituras, que además podían ser interpretadas por cada creyente a su libre albedrío.

2. Justificación: La fe en Dios así como las obras caritativas y benéficas son necesarias para la salvación del alma. En contra, la tesis luterana no permitía que la salvación estuviera en función de ofrendas o peregrinaciones, solo justificaba la fe. 

3. Ritos: Los dogmas y prácticas religiosas fueron redefinidas, marcando las diferencias entre la ortodoxia y la herejía, y fijando distancias entre la Iglesia apostólica y los movimientos protestantes. Abolió los ritos eucarísticos locales, respetando solo aquellos que poseían más dos siglos de Antigüedad, como por ejemplo el tradicional hispánico Rito mozárabe. Y estableció la Misa Tridentina en Roma para toda la Iglesia latina.

4. MisaLa misa es un verdadero sacrificio en el que debía aparecer Cristo crucificado mediante trasmutación. Por eso, se ratificó que el pan y el vino consagrados son el cuerpo y la sangre de Cristo. La misa debía realizarse en latín, prohibiéndose, prohibiéndose las lenguas vernáculas, aunque se recomendaba la homilía en dichas lenguas. Se ordenó, como obligación de los párrocos, predicar los domingos y días de fiestas religiosas, e impartir catequesis a los niños. Además debían registrar los nacimientos, matrimonios y fallecimientos.

5: Sacramentos: Los sacramentos fueron conservados como institución divina. El Bautismo fue debatido y considerado como el único medio que eliminaba el pecado original. Se mantuvo la alabanza a los santos y vírgenes como paradigmas de vida cristiana, también las indulgencias (pero no su venta), y la existencia del purgatorio.

6. Unidad Jerárquica: La Iglesia reforzó su jerarquía y su unidad, que estaba encabeza por el Sumo Pontífice y cuya superioridad estaba por encima de la autoridad de los Concilios.

7. Ética: La filosofía moral de la Iglesia fue puesta  reflexión, tomando diversas medidas como fueron la prohibición del matrimonio de los sacerdotes, la prohibición de acumular beneficios, la obligación de residencia en sus diócesis y de visitar sus parroquias con frecuencia, la exigencia del celibato clerical, y la clausura de los conventos.

8. Instrucción: La formación moral, teológica y doctrinal del clero pasaba por la construcción de seminarios especializados.

La Congregación del Concilio fue la institución encargada del debido cumplimiento de los decretos aprobados que fueron informados mediante el Catecismo del Concilio de Trento. Además, estableció un Índice de libros prohibidos, donde quedaban registradas las obras literarias consideradas heréticas o contrarias al credo oficial.

Al concluir cada sesión, alguna autoridad militar, cultural o cronista convocaba en su palacio a los representantes de los reinos cristianos europeos para informar sobre los resultados. El embajador del emperador Carlos I fue Diego Hurtado de Mendoza, cuya misión consistía en informar a la Corte de España del trascurso de las sesiones y garantizar el cumplimiento de sus objetivos. La Corte hispánica siguió con atención el curso de las sesiones y conclusiones, así como de los episodios de su desarrollo.

SESIÓN DEL CONCILIO DE TRENTO

Trento fue uno de los episodios de la Contrarreforma, donde fue derrotado el Luteranismo a través de argumentos dialécticos. Por el contrario, dividió a Europa, que era dividir al mundo potente de la cultura cristiana. Pues al no ser nada demostrable cierto, y al entregar al individuo la interpretación de cualquier cuestión, divina y humana, de la más alta a la más baja (tesis protestantes) concedió a la inercia y al rencor, como a la brutalidad y a la ignorancia, patentes de oposición o de destrucción. Ya que en mayoría están siempre lo defectuoso, vil, atrasado, vengativo, brutal ambicioso, necio.

Este Concilio salvó el resorte fundamental de la voluntad humana: la creencia en el libre albedrío. Porque sus padres conciliares se opusieron a la tesis de la predestinación de Calvino, según la cual el hombre está predestinado a su salvación o condena. En refutación a esa idea, la iglesia sostuvo que el hombre puede realizar obras buenas ya que el pecado original no destruye la naturaleza humana, sino que solamente la daña. Lo que se salvó, sobre todo, fue la unidad de la Humanidad; de haber prevalecido otra teoría de la Justificación, los hombres hubieran caído en una forma de fatalismo, que los habría lanzado indiferentemente a la opresión de los demás o al servilismo.

Esta asamblea se había convertido en el banco de pruebas de la sabiduría teológica, dogmática, apologética y canónica de España, y en su triunfo. Y gracias a ello, la verdad salió limpia e incontaminada de la reunión de los dictaminadores, que levantaban las actas de la suma verdad acatada por los siglos. La aportación española al Concilio fue tan grande que a España se la llamó con razón "Luz de Trento". Sus principales valedores fueron los jesuitas Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Francisco Torres, los dominicanos Domingo de Soto y Melchor Cano y los franciscanos Juan de la Vega y Alfonso Castro.

HELENISMO DE HERNÁN NÚÑEZ DE TOLEDO


Hernán Núñez de Toledo fue latinista, helenista, paremiógrafo, humanista y comendador de la Orden de Santiago. Está considerado el patriarca de los helenistas españoles.

HELENISMO DE HERNÁN NÚÑEZ DE TOLEDO

ASCETISMO CATÓLICO DE JUAN DE ÁVILA


Una de las principales figuras de la Espiritualidad española del Siglo de Oro, especializado en el Ascetismo. Su pensamiento místico quedó resumido en el Tratado sobre el amor de Dios.

ASCETISMO CATÓLICO DE JUAN DE ÁVILA

Juan de Ávila nació en 1500, en Almodóvar del Campo (Ciudad Real). En 1514, comenzó sus estudios en Derecho en la Universidad de Salamanca, hasta 1520, año en que continuó con Artes y Teología en la de Alcalá de Henares hasta 1526. Se había formado en un ambiente humanista y erasmista, teniendo como profesor a Domingo de Soto, y como amigos a Pedro Guerrero, futuro arzobispo de Granada, a Francisco de Osuna y, tal vez, a San Ignacio de Loyola.

Después de ordenarse sacerdote en 1526, residió dos años en Sevilla, con pretensiones de marchar, junto al nuevo obispo del virreinato de la Nueva EspañaJulián Garcés, a las Indias para tomar parte en las misiones evangelizadoras.

El arzobispo Alonso Manrique de aquella ciudad le retuvo para ayudarle como predicador, una tarea que se convertiría en el eje central de su vida y su obra, hasta el punto de recibir el apodo de "Apóstol de Andalucía".

En 1532 fue denunciado a la inquisición sevillana y encarcelado durante un año en el Castillo de San Jorge, en Triana, como presunto adicto a la doctrina luterana. En realidad, fue por haber escrito el comentario al salmo XLIV Audi filia et vide, escrito a petición Sancha Carrillo, hija de los señores de Guadalcázar.

Este libro, de tendencia erasmista, fue un verdadero compendio de ascética, que marcó positivamente la posterior literatura y pensamiento de este género, de manera que no hay en todo el siglo XVI autor de vida espiritual tan consultado como Juan de Ávila. El comentario Audi filia llegó a publicarse en Alcalá de Henares en 1557, bajo el reinado de Felipe II, quien ordenó guardar un ejemplar en la Biblioteca de El Escorial por tenerlo en estima.

MURALLA DE ÁVILA Y DE JUAN DE ÁVILA

Recobrada la libertad, se instaló en Córdoba en 1535, por petición del obispo Álvarez de Toledo, aunque con frecuencia se ausentaría de esta ciudad para predicar en otras villas. Allí logró despertar la vocación religiosa del duque de Gandía y marqués de Lombay, futuro San Francisco de Borja; llegando a ser el padre espiritual de Juan Ciudad Duarte, futuro San Juan de Dios, de Luis de Granada, y de Sancha Carrillo. Predicó en la Sierra de Córdoba, como amigo del obispo Cristóbal de Rojas, también anduvo por el sur de La Mancha y Extremadura. Fundó numerosos seminarios y colegios y organizó la Universidad de Baeza. Y mantuvo correspondencia con Teresa de Ávila y con Ignacio de Loyola, con el que colaboró. Si finalmente no ingresó en la Compañía de Jesús fue por cuestiones de edad y de salud, porque enfermó en 1554, hasta que murió en 1569 en Montilla, donde está enterrado.

De una influencia notable, sus palabras fueron fuente de inspiración para muchos escritores sacerdotales coetáneos y posteriores: Antonio de MolinaLuis de la PalmaLuis de la PuenteCarlos BorromeoBartolomé de los MártiresDiego de EstellaPierre de BérulleAlonso RodríguezFrancisco de SalesAlfonso María de LigorioAntonio María Claret, entre otros.

Tradujo la Imitación de Cristo de Kempis (1536), y su pensamiento, resumido en su Tratado sobre el amor de Dios, fue reconocido como propio por Ignacio de Loyola.

Fray Luis de Granada redactó la primera biografía del sacerdote manchego en 1588, titulada Vida del Padre Maestro Juan de Ávila y partes que ha de tener un predicador del evangelio. Fue beatificado por León XIII en 1894, declarado Patrono del clero secular español por Pío XII en 1946, canonizado por Pablo VI en 1970, y proclamado doctor de la Iglesia por Benedicto XVI en 2012.

Juan de Ávila ha pasado a la historia del pensamiento cristiano como un escritor ascético. Gran conocedor de la Patrística, fue influenciado sobre todo por San Agustín, que fue el autor a quien más citaba en su obra. Pero también dejó patente la influencia del Idealismo Platónico y Neoplatónico. Su doctrina se caracteriza por la radical subordinación del Yo a la Fe. Para Juan de Ávila, amar verdaderamente a Dios, suponía renunciar a toda exigencia autocéntrica, como escribió en su Epistolario espiritual:
"Demos, pues, nuestro todo, por el gran todo, que es Dios."
Y en una de sus cartas escribió: "Quien a Cristo ama, a sí se ha de aborrecer"; y en otra:
"Pongámonos en Dios, no hagamos caso de nos, mas de Dios; no nos duelan nuestras pérdidas, mas las de Dios, que son las ánimas que de Él se apartan."
CATEDRAL DE ÁVILA Y JUAN DE ÁVILA

El pensamiento místico y ascético de Juan de Ávila fue toda una contradicción en la Europa moderna de su tiempo. El movimiento del Renacimiento, que proclamaba al hombre como centro del universo, chocaba de frente con su sumisión del hombre hacia Dios. No solo anticipaba la posición de los demás místico españoles, sino también la de autores extranjeros como Pascal, Soren Kierkegaard o Karl Barth.

Su estilo oratorio y literario era propio del Renacimiento, utilizando un lenguaje claro, concreto y cercano, pero haciendo uso de refranes y dichos populares, también un vocabulario tosco, característico del castellano de su tiempo, pero alcanza en ocasiones una belleza excepcional.

La obra más representativa de su pensamiento fue el anteriormente citado Epistolario espiritual para todos los estados, publicado en Madrid, en 1578. Se trata de una colección de cartas ascéticas dirigidas a todo tipo de personas humildes y poderosas, religiosas y profanas, pero también a San Ignacio de LoyolaSan Juan de Dios, y sobre todo monjas y devotas como Sancha Carrillo.

Escribió unos Memoriales para el Concilio de Trento, para el arzobispo de Granada, Pedro Guerrero; y unas Advertencias al Concilio de Toledo, para el obispo de Córdoba Cristóbal de Rojas, que habrían de presidir el Concilio de Toledo de 1565 para aplicar los decretos tridentinos. La doctrina de san Juan de Ávila acerca del sacerdocio quedó esquematizada en un Tratado sobre el sacerdocio.

También compuso un libro acerca del Santísimo Sacramento y otro Del conocimiento de sí mismo, y un Contemptus mundo nuevamente romançado (Sevilla, Juan de Cromberger, 1536).

Otras obras suyas son el Comentario a la Carta a los Gálatas (Córdoba, 1537), Doctrina cristiana (Mesina, 1555 y Valencia, 1554), Memorial a Trento (1551 y 1561) y Dos pláticas a sacerdotes (Córdoba, 1595).

MURALLA DE ÁVILA Y OBRAS DE JUAN DE ÁVILA

Aunque Juan de Ávila no alcanzó en Europa el reconocimiento de otros literatos de mística y ascética española como Santa Teresa o Juan de la Cruz, pero sus obras fueron prontamente impresas en Italia, Francia y Alemania.

Según escribió Pierre Pourmat en el tercer volumen de su obra La spiritualité chretienne:
"Juan de Ávila se elevó a los estados místicos más sublimes."
Los tratadistas extranjeros elogiaron sobre todo el Epistolario del Beato, siendo uno de ellos E. Allison en sus Studies of the Spanish Mystics:
"Ninguna de las obras de Juan de Ávila, ni por su estilo ni por su contenido, es tan notable como sus Cartas."
De manera parecida hizo el alemán Ludwig Pfandl, quien señaló en su Historia de la literatura nacional española en la Edad de Oro, que las Cartas de Juan de Ávila son junto a las de Santa Teresa "los mejores modelos del arte clásico epistolar en España".