UNIVERSIDAD DE OÑATE POR RODRIGO MERCADO DE ZUAZOLA


La Universidad Sancti Spiritus de Oñate fue fundada en 1548 por el gran humanista y promotor del Renacimiento vasco Rodrigo Mercado de Zuazola, siguiendo el modelo de la Universidad Complutense de Alcalá de Henares que auspició el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros.

Este centro de estudios superiores fue la primera universidad que se construyó en territorio vasco, para la enseñanza de teología, leyes, cánones, artes y medicina. El edificio posee estilo plateresco en transición al manierismo puro.

UNIVERSIDAD DE OÑATE POR RODRIGO MERCADO DE ZUAZOLA

La Universidad renacentista de Oñate tuvo su origen en la vocación humanista de su gran promotor y mecenas: Rodrigo Mercado de Zuazola. Fue doctor en leyes y cánones por la Universidad de Huesca, donde fue colegial mayor y catedrático en 1499, y también estudió en la Universidad de Salamanca. Durante su carrera, desempeñó varios altos cargos en las jerarquías de administrativas y eclesiásticas de la Monarquía española: abad de la Colegiata de San Isidro, en León, y de Santa Marta, en Astorga, en 1500; canónigo de la catedral de Zamora y prepósito de la catedral de Valencia, en 1509; asesor del virrey de Navarra, Antonio Manrique de Lara, en 1520; presidente de la Real Chancillería de Granada y consejero real de Carlos V, desde 1525 a 1530; y obispo de Ávila desde 1530 hasta su muerte en 1548.

Zuazola pudo entrar en los ámbitos de influencia y poder de la Corte de los Reyes Católicos, llegando a ser consejero real. Parece que por aquellas fechas hizo un viaje a Nápoles por encargo del rey Fernando. Los intereses italianos del Católico, señor de Cerdeña, Sicilia y Nápoles, y su alianza con el papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) dieron lugar a un fructífero intercambio de gentes, obras e ideas entre las penínsulas itálica e ibérica. Esta tendencia continuó en el siglo XVI, bajo el reinado de su nieto Carlos V, hasta que el Renacimiento hispano fue alcanzando la madurez. En su corte abundaron los secretarios y consejeros reales de procedencia vasca, como Pedro González de Mendoza, Alonso de Idiáquez, Andrés Martínez de Ondarza, Francisco de Eraso o Martín de Gaztelu.

En aquel ambiente del Renacimiento español, Oñate se convirtió en el foco de producción y expansión del Renacimiento guipuzcoano. Destacaron Rodrigo Mercado de Zuazola y Juan López de Lazarraga, dos humanistas naturales de esta villa, que se convirtieron en mecenas de la construcción de notables edificios en la primera mitad del siglo XVI. Lazarraga fue contador de los Reyes Católicos y albacea de Isabel, fundó el Convento de Clarisas de Bidaurreta.

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CAPILLA DE SAN MIGUEL DE OÑATE Y RODRIGO MERCADO DE ZUAZOLA

Zuazola fue el prototipo vasco de hombre del Renacimiento. Un gran humanista que leía a los clásicos, escribía libros en latín, poseía grandes conocimientos en disciplinas como letras, derecho, teología, filosofía y cosmografía, y promovió las artes y las letras, al invertir su fortuna en la construcción de un centro de estudios y templos católicos en su villa natal. Fundó el claustro y la capilla de la piedad de la antigua y gótica Iglesia de San Miguel, entre los años 1525 y 1532. En dicha capilla fue enterrado tras haber hecho construir en ella su mausoleo. Pero su gran obra renacentista fue la construcción de la Universidad de Oñate.

Fue un gran admirador del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, el gran promotor del Humanismo en la España de los Reyes Católicos. Seguía el ejemplo de otros humanistas contemporáneos que habían fundado centros de enseñanza en diversos puntos de la geografía española: el Colegio de Santa Cruz en Valladolid, por el cardenal Mendoza; la Universidad de Alcalá de Henares, por el cardenal Cisneros; o el Colegio de Santiago Alfeo en Santiago de Compostela, por el arzobispo Alonso de Fonseca.

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El proyecto comenzó el 6 de enero de 1542, cuando Zuazola realizó una donación de sus rentas y bienes para la financiación formada por 297.687 maravedíes, sus rentas de Vitoria, Salvatierra, Alegría y Oñate, todos sus libros, joyas, y numerosos objetos de culto en plata. Dos años antes, el 23 de abril de 1540, la bula del papa Pablo III extendida en Roma permitía su fundación.

En 1543, comenzaban las obras de construcción del edifico a orillas del río Ubao, con el patrocinio del emperador Carlos V, y con la participación del maestro cantero Domingo de la Carrera y el escultor Pierre Picart.

Finalmente, este centro de estudios superiores fue fundado en 1548 con el nombre de Universidad Sancti Spiritus, para la enseñanza de teología, leyes, cánones, artes y medicina. Es uno de los edificios más relevantes del Renacimiento vasco, de estilo plateresco en transición al manierismo puro, y es la primera Universidad en territorio vasco.

La universidad fue estrictamente católica hasta que en 1869, tras la Revolución liberal de 1868, albergó la Universidad Libre. Más tarde, pasó a manos de los carlistas, quienes fundaron la Real y Pontificia Universidad Vasco-Navarra. A finales de siglo se convirtió en la Universidad Libre Católica, pero cerró sus puertas en 1901.

En la actualidad, desde 1989, el edificio acoge el Instituto Internacional de Sociología Jurídica. En 1931, fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional y es Bien de Interés Cultural.

Entre sus ilustres, la Universidad de Oñati tuvo a Barrio Mier, hombre de confianza de Carlos VII, de decano de Derecho; al dramaturgo Álvarez Cienfuegos de alumno; o al teólogo Lope Ochoa de Oro Iturralde.

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Presenta la tipología habitual de este tipo de edificios formada por planta cuadrada articulada en torno a un sobrio claustro central, distribuido en dos pisos de arquerías de medio punto y decorado con medallones que representan a diversos personajes. Al rededor del patio se distribuyen las diferentes dependencias: las lectorías (aulas), el estacionario, el teatro (salón de actos), los despachos, la biblioteca, la capilla, la cocina, el refectorio y las habitaciones para colegiales y estudiantes.

El edificio está realizado en piedra de Oa procedente de las canteras de Zerain, y ocupa una superficie de 1.732 metros cuadrados. Sus arquitectos fueron, posiblemente, Rodrigo Gil de Hontañón o Diego de Siloé.

Sobresalen las gárgolas de estilo gótico en los aleros y las enjutas con escudos y medallones que portan efigies de figuras históricas y mitológicas, incluyendo al rey Carlos I de España y su esposa Isabel de Portugal. La caja de la escalera que comunica las dos plantas se cubre con un artesonado de inspiración mudéjar.

La ornamentación de la fachada principal fue encargada al escultor Pierres Picart, quien realizó los relieves que enmarcan la puerta de entrada. El retablo plateresco tiene gran parecido a la del Convento de las Dueñas de Salamanca. Es un diseño clásico renacentista, compuesto por un arco de medio punto flanqueado a ambos lados por dos pilastrones se añadieron después. Estas dos pares de columnas sobre podio sostienen un entablamento empotrado en el muro, que presenta una rica ornamentación plateresca esculpida con figuras de bulto, relieves y columnillas, y prolongadas con torrecillas que fueron inspiradas en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid.

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La iconografía del retablo representan valores y virtudes que resultan de la síntesis pagana y cristiana. Son las las esculturas de San Jerónimo y San Agustín (patrones de la teología y la filosofía), ciencias que junto a al derecho canónigo y civil se impartían en la universidad.

Sobre el arco de la puerta de entrada aparece un segundo arco-hornacina con la escultura que representa al fundador, el obispo Zuazola, arrodillado y rezando, imagen que copia de su modelo su la capilla fúnebre en la iglesia de San Miguel de Oñate.

A ambos lados se encuentran sus escudos de armas, y por encima el del Imperio español, que en tiempos de su fundación era Carlos I. Este Habsburgo hizo de Zuazola patrono y protector de la universidad. En las esquinas de las torres laterales se sitúan otros dos pilastrones algo más altas que las de la portada.

El patio de la Universidad desprende un clasicismo y belleza de proporciones. Contiene dos pisos de arcos de medio punto, apoyados en columnas inspiradas en el orden compuesto romano, cuando en la mayoría de los edificios de la época se mantenía aún el arco carpanel en el piso superior, o algún otro detalle de recuerdo goticista.


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