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PRINCIPIO DE SOBERANÍA POPULAR POR FRANCISCO SUÁREZ


Francisco Suárez ha sido reconocido como uno de los juristas que mayor aportación ha efectuado al Derecho internacional de gentes. Fue precursor de la necesidad de una Organización de la Naciones Unidas, continuador de la obra de Francisco de Vitoria y renovador de la Escolástica europea. Su pensamiento jurídico influenció a los grandes ilustrados del siglo XVIII. Ha pasado a la historia por su importante contribución a la filosofía de la ley.


PRINCIPIO DE SOBERANÍA POPULAR POR FRANCISCO SUÁREZ

Francisco Suárez fue un filósofo, teólogo y jurista, que ha pasado a la historia por su importante contribución a la filosofía de la ley. Hombre de una gran cultura y erudición griega, latina, árabe y hebrea, pudo asimilarla toda, ordenarla, simplificarla y eliminar de ella verbalismos ociosos. Por su inmensa cultura y puntualidad doctrinal, y también por su fervor religioso, Suárez fue llamado Doctor Eximius et Pius.

Es el jesuita de más relieve a nivel mundial en el campo del Derecho Natural e Internacional, además de sus aportaciones a la Filosofía y la Teología. Se situó en la cumbre del movimiento intelectual iniciado con el Concilio de Trento conocido como la Contrarreforma.

Nacido en Granada en 1548, demostró desde joven un prodigioso talento, y así a los catorce años ya estaba estudiando Derecho en la Universidad de Salamanca. Cinco años después ingresó en la Compañía de Jesús.

De 1566 a 1571, estudió Filosofía y Teología y, al terminar, enseñó estas disciplinas en varias ciudades: Segovia, Ávila, Valladolid y Roma. En el Colegio de Roma trabajó durante cinco años, donde participó en la elaboración del Ratio studiorum.

Fue catedrático de teología en la Universidad de Alcalá de Henares, en 1585, donde sus primeros libros le ocasionaron problemas con censores dominicos como Avendaño, Vázquez y Lessius. En 1593, llegó a la Universidad de Salamanca como profesor, centro docente destacado por su pionera Escuela de Economía moderna y Derecho Internacional de gentes.

Fue requerido por Felipe II para que asumiese la cátedra de Prima de Teología en la Universidad de Coimbra, en 1597. Ese mismo año se editó su obra maestra Disputationes metaphysicae (Disquisiciones metafísicas). Allí permaneció casi veinte años, realizando desplazamientos a Lisboa, Salamanca, Madrid o Roma y ocupándose de sus escritos. Tras instalarse en Lisboa, en 1615, cayó enfermo y muerto dos años después.

FRANCISCO SUÁREZ Y LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

Suárez fue el más moderno de los escolásticos y el más escolástico de los modernos de su tiempo. Culminó un ciclo de grandes teólogos y juristas que España dio al mundo en algo más de un siglo (Vitoria, Las Casas, Sepúlveda, Mariana, Soto, etc.). Heredero de toda la Escuela de Salamanca, supo llevarla a su punto de madurez más avanzado; después de él pronto se producirá la decadencia de esta tradición milenaria. Pero la proyección de Suárez fue intensa y duradera.

Revitalizó la ya decaída escolástica europea, que compendió en 1597 en su obra principal Disquisiciones metafísicas, expresando tanto sus ideas teológicas como sus posiciones jurídicas que fueron presentadas de forma inseparables respecto a su sistema filosófico. Innovó un nuevo método expositivo de la metafísica en el que prescindió de la exposición aristotélica estableciendo la contraposición entre el ser-finito y ser-infinito. Supuso el primer cuerpo de doctrina metafísica independiente, expuesto en 54 tratados, divididos en secciones y artículos, y en 75 manuscritos.

En contraposición a la mayoría de los humanistas, ponderó el valor de la escolástica tradicional, discutió sus ideas, separando cuidadosamente los elementos válidos de los caducos y, en definitiva, renovando toda la tradición especulativa anterior, sintetizando además la metafísica grecorromana como una disciplina autónoma e independiente. Aunque fue continuador de las ideas de Tomás de Aquino y de Duns Escoto, pudo superarles y criticar sus principales ideas.

Dentro de la escolástica, Suárez fundó una escuela conocida por su nombre, el Suarismo, que se considera seguidora del pensamiento de Tomás de Aquino, pero muy independiente del Tomismo.

El objetivo central de Disquisiciones metafísicas era la defensa de la concepción judeocristiana de la creatio ex nihilo y de la demostración de que en su calidad de animal racional, el hombre está en condiciones de conocer la existencia de un Ser increado, en este caso Dios.

La Filosofía Física o Natural ayuda al hombre a acercarse a este fin, pero para alcanzarlo es necesaria la Metafísica: "Sólo la Metafísica está en condiciones de probar que existe algún Ser increado". Suárez insistió que toda cosa creada lo ha sido por otro y que, por ello, "es imposible que algo sea el producto de sí mismo", pero como este proceso ha tenido que tener un origen, llegó a la conclusión de que ha de existir un Ser que no ha sido creado por otro, y éste no es otro que Dios: "Dado que Dios es el fin último, se desprende de ello que es también el principio de todo."

FRANCISCO SUÁREZ Y LA UNIVERSIDAD DE COIMBRA

Según Suárez, las propiedades trascendentales del ser son la unidad (individual, formal y universal), la verdad (esencia del objeto) y la bondad (perfección).

Admitió tres clases de universo: físico, metafísico y lógico. Definía a la metafísica como ciencia que considera el ente en cuanto tal, o en cuanto prescinde de la materia. Existe abstracción de materia individual (Física), de materia sensible (Matemáticas) y de toda materia (Metafísica). El objeto propio de la metafísica son los seres reales estudiados en toda su amplitud.

Es de especial relevancia su consideración del modo de existencia en la relación criatura-creador que, por ser esencial, fundamenta una razón última y suficiente.

Los principios característicos del Suarismo teológico son:

- el principio de individuación
- la potencialidad pura de la materia
- lo singular como objeto de conocimiento intelectual
- la distinción no conceptual entre esencia y existencia
- la posibilidad de la substancia espiritual
- la ambición por la unión hipostática
- la Encarnación del Verbo
- la solemnidad del voto solamente en el derecho eclesiástico
- el sistema de Congruismo
- la posibilidad de que ciencia y fe mantengan la misma verdad
- la creencia en la autoridad divina
- la transubstanciación del cuerpo y sangre de Cristo en la Eucaristía
- la superioridad de la virgen María sobre ángeles y santos.

Las Disquisiciones metafísicas son "fuera de toda duda, la obra filosófica más importante de la filosofía cristiana desde la Edad Media", como señaló Josef Soder en su estudio Franz Suárez und sein Werk, y la obra filosófica más leída en la Europa del siglo XVII. Eso explica que en muchas universidades alemanas y holandesas, tanto católicas como protestantes, fuera utilizado como libro de texto. Ejerció tanta influencia en los centros docentes europeos que en Alemania aparecieron 17 ediciones de este libro entre 1597 y 1636.

También es conocido el impacto que las Disquisiciones suarecianas ejercieron en pensadores como Grocio, Descartes, Christian Wolf, Franz Brentano o Schopenhauer, quien en su obra El mundo como voluntad y representación dejó bien clara su admiración por el tratado de Suárez. Martín Heidegger declaró en su obra Ser y tiempo que Suárez había sido el verdadero mediador entre la ontología griega y el pensamiento moderno.

Su Disquisiciones metafísicas 
puede considerarse como la primera construcción sistemática de la metafísica después de Aristóteles, por ello ejerció una influencia considerable en el pensamiento posterior como el más moderno de los escolásticos.

FRANCISCO SUÁREZ

Además de sus aportaciones sobre la metafísica, el teólogo granadino ha pasado a la historia del pensamiento universal por sus estudios sobre el Derecho Internacional y la problemática de la guerra. Como otros tratadistas antes que él, distinguía entre la guerra agresiva (bellum aggressium) y la guerra defensiva (bellum defensivum). La guerra está justificada y es incluso necesaria cuando responde a una injuria grave (gravis iniuria); es injusta y reprobable cuando falta este requisito. Ahora bien, aunque la guerra basada en la autodefensa sea en principio legítima, si no se ejerce con la debida mesura y precaución, puede convertirse en guerra injusta a causa de los daños que ocasionan al enemigo.

Así, escribe en De triplici virtute theologica (Sobre las tres virtudes teológicas):

"Aunque la guerra no sea en sí mala, pertenece, por los muchos daños que produce, a las empresas que a menudo son llevadas a cabo de manera improcedente. Son precisas, pues, muchas circunstancias especiales para que pueda ser una guerra honesta."
La base argumental que Suárez utilizó para analizar la guerra justa e injusta la aplicó también para explicar las relaciones entre las naciones y, a nivel intra-estatal, las de los soberanos y sus súbditos. En este segundo aspecto, declaró en Sobre las tres virtudes teológicas, que "una guerra de la República contra el Príncipe, aunque sea agresiva, no es intrínsecamente mala", añadiendo de todos modos que para que sea lícita tiene que atenderse a los principios de la guerra justa. Las condiciones para la rebelión de la comunidad contra el soberano se dan "cuando el Príncipe es un tirano", ya que "el tirano es el verdadero agresor contra la República y cada uno de sus miembros".

Por encargo del papa Pablo V, en 1593 escribió una De defensio fidei adversus Anglicanae sectae errores (Defensa de la fe católica contra los errores de la secta anglicana), que fue publicado en Coimbra en 1613. Esta obra fue quemada en Londres por orden del rey Jaime I de Inglaterra y prohibida por el Parlamento de París en 1614 sobre la base de que contenía doctrinas que eran contrarias a la autoridad de los monarcas. En ella atacaba la doctrina del poder divino de los reyes, tan en auge en los países protestantes, por la cual el monarca no era responsable de sus actos ante la iglesia ni ante los individuos, sino solamente ante Dios.

Suárez defendió que la autoridad del Estado no tiene origen divino sino humano. C
omo afirmaron muchos otros juristas españoles de la época, la autoridad política emana de los individuos, y no directamente de Dios. Es el pueblo quien tiene el poder, la soberanía, derivada directamente de Dios. Por eso el pueblo puede retirar legítimamente su consentimiento a los soberanos indignos de ejercer el poder que él ha depositado en sus manos. Por tanto, ningún rey podía tener el atributo sagrado y el pueblo, en casos extremos, puede destituirle. Consideraba la legítima protección de los ciudadanos contra un príncipe convertido en tirano.

En sus lecciones sobre el Derecho de Gentes, planteaba en primer lugar la difícil cuestión de la potestad del emperador y del sumo pontífice en el ámbito de la Cristiandad, uno de los problemas más debatidos de la época, no sólo entre los protestante y católicos, sino también entre estos mismos.

Su posición es inequívoca: ni el emperador ni el papa son dueños de los diversos reinos cristianos, de manera que la potestad pertenece exclusivamente a cada respectivo príncipe y ninguno de ellos está obligado a reconocer a una autoridad superior a la suya. Por eso escribió en su Defensio fidei catholicae, que "existen tantos príncipes como reinos o estados soberanos".


DE LEGALIBUS Y OPUCULO THEOLOGICA DE SUÁREZ

Su gran obra jurídica fue Tractatus de legibus ac Deo legislatore (Tratado de las leyes y de Dios legislador), publicada en 1621, que muy fecunda para la doctrina iusnaturalista y el Derecho Internacional. En ella se encontraba ya la idea del pacto social o de contrato social: la comunidad política se constituye por una primera entente entre individuos o familias; la comunidad puede delegar el poder a un grupo o a una sola persona, por medio de un segundo pacto, que Dios deja a nuestra discreción. Por regla general, la democracia, es decir el gobierno directo del pueblo por el pueblo, será la forma más natural de gobierno y no necesita de una institución particular, pues es conforme a la espontaneidad de nuestro ser.

También realizaba un análisis más avanzado que sus precursores del concepto de soberanía: el poder es dado por Dios a toda la comunidad política y no solamente a determinadas personas, con lo que esboza el principio de la democracia contra cesaristas, legistas, maquiavelistas y luteranistas. Para Suárez:

"La comunidad política es libre por derecho natural y no está sujeta a ningún hombre fuera de ella, sino que ella misma en su totalidad tiene el poder político que es democrático mientras no se cambie."
Esta teoría es un claro desarrollo de la soberanía popular que más tarde adquiriría nuevas fundamentaciones religiosas y laicas. Y esta obra fue escrita a la vez contra el protestantismo, que defendía el derecho divino de los soberanos, y contra todos los naturalistas más o menos cínicos. El Tractatus de legibus analizaba la ley en general, para después estudiar las diversas clases de leyes y las cuestiones que éstas suscitaban. Distinguía entre ley eterna, ley natural, derecho de gentes, ley positiva humana (derecho civil y derecho canónico) y ley positiva divina (la del Antiguo y Nuevo Testamento).

Entre sus proposiciones jurídicas destacan:

- La comunidad humana es soberana para dotarse de la forma de gobierno que considere más oportuna.
- La autoridad procede de Dios, pero reside en el pueblo, base jurídica que fundamenta la democracia participativa de los ciudadanos.
- Los reyes puestos en su cargo por Dios ejercen la autoridad al servicio de su pueblo como servidores suyos (ni si quiera la razón del bienestar del pueblo excusa abusar de la autoridad).
- Las relaciones entre los pueblos deben estar basadas en el respeto preferente a la persona. Por tanto, cualquier ley que vaya contra la persona atenta contra la propia sociedad.
- La Iglesia no tiene autoridad efectiva en campo civil; su poder, de origen divino, se circunscribe al terreno espiritual.

En su Tractatus de legibus se dedicó a formulación del Derecho internacional, por cual el género humano es concebido como algo que forma una unidad moral y política, independientemente de su raza o patria. La consideración de que la Humanidad es un solo cuerpo estaba basado en el precepto evangélico de amor universal a nuestro prójimo.

Partiendo de esta concepción plural de la soberanía, rechazó como abstracta la idea de un estado mundial único como árbitro de las relaciones entre los diversos estados nacionales. Para Suárez, aunque cada estado sea autosuficiente necesita de los otros estados para su desarrollo y plenitud. Los estados no deben vivir aislados unos de otros ya que, por muy perfectos que sean, "no pueden prescindir de la recíproca ayuda, colaboración y entendimiento".

Por esta razón, cada grupo nacional forma parte de la superior comunidad internacional, y cada estado tiene el derecho y la obligación de elaborar y concertar pactos con los demás estados con el fin de que puedan convivir en las mejores condiciones posibles, tanto en el orden físico como humano, moral y espiritual.


Suárez demandaba la creación de un Derecho internacional para regir esta sociedad universal y de un organismo internacional capaz de mantener la paz entre las naciones y sancionar a los culpables de los posibles enfrentamientos entre ellas. Este derecho está basado en dos fuentes: el Derecho natural, surgido de la razón; y el derecho de gentes, surgido de los usos locales y particulares de cada nación. Aquel organismo se materializaría siglos más tarde en la Organización de las Naciones Unidas. Esta es propiamente la misión que corresponde al ius gentium o Derecho internacional de gentes.

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ESCULTURAS DE FRANCISCO SUÁREZ

Por todo ello, Francisco Suárez ha sido reconocido como uno de los juristas que mayor aportación ha efectuado al Derecho natural y el Derecho internacional, la relación entre las personas y los pueblos. Sus escritos se caracterizaron por la profundidad, penetración y claridad de expresión.

Según James Brown Scott, Suárez completó la obra de Francisco de Vitoria desde el aspecto filosófico. Bossuet dijo que los escritos de Suárez contenían la totalidad de la filosofía escolástica. Werner afirmó que si Suárez no era el primer teólogo de su tiempo, pero sí era, fuera de toda duda, uno de los primeros. Grotius reconoció en él uno de los teólogos más grandes y un filósofo profundo. Por último, Mackintosh lo consideró como uno de los fundadores del Derecho internacional.

No cabe duda que Descartes y Grocio fueron influidos por Suárez, como lo fue la metafísica de Leibniz. Lo mismo puede afirmarse de los idealistas alemanes. El concepto de substancia de Spinoza tiene su origen en Suárez, su teoría modal adelantó a la de Leibniz, su ius gentium al contrato social de Rouseau, y el sujeto trascendental de Kant se inspiró en la noción de analogía de atribución descrita por Suárez. Por último, su concepto del carácter democrático del Poder adelantó el Ensayo sobre el gobierno civil (1689), de John Locke.

Las obras de Suárez fueron mantenidas en la más alta estima en su época, como se muestra por las numerosas ediciones parciales que se hicieron de ellas en Lyon, Salamanca, Madrid, Coimbra, Mayence, Colonia, París, Évora, Génova, etc., como también por el hecho, relacionado por sus biografías, de que una de las alas del antiguo colegio de los Jesuitas en Salamanca fue restaurada con el producto de la venta de sus obras sobre metafísica.

En los medios católicos, tuvo numerosos discípulos y fue continuado por una pléyade de maestros. Para los protestantes, fue por mucho tiempo un modelo. El gran filósofo andaluz estuvo presente incluso en el seno de la filosofía nueva del Barroco y más tarde de la Ilustración. Su pensamiento ocupó un importante lugar en el pensamiento español y constituyó un giro capital en la evolución de la especulación mundial.

BARCO CON RUEDA DE PALAS POR BLASCO DE GARAY


El marino e inventor Blasco de Garay contribuyó al desarrollo de la navegación con importantes innovaciones técnicas como escafandras y dispositivos de buceo, máquinas para destilar agua marina y molinos de mano.

También se le atribuye la realización de la primera máquina de ruedas motrices navales, en el puerto de Málaga, en 1539, que fue perfeccionada y comprobada ante una junta consultiva, en el puerto de Barcelona, en 1543. Consistía en una nao de 200 toneles llamada Trinidad, movida por dos ruedas de palas, una a cada lado, que estaban impulsadas por el trabajo de unos marinos, sustituyendo la batida de remos o el impulso del viento. Consiguió superar a las galeras convencionales de guerra tanto en velocidad punta como en capacidad de giro.

BARCO CON RUEDA DE PALAS POR BLASCO DE GARAY

Blasco de Garay nació alrededor del año 1500. Fue inventor y capitán de la Real Armada española durante el reinado del emperador Carlos V. Vivió buena parte de su vida en Toledo, pertenecía a una familia hidalga y tenía conocimientos en Física y Filosofía Natural, especializándose en el desarrollo de la técnica y la mecánica aplicadas a la náutica y la marinería. Diseñó escafandras y dispositivos de buceo, máquinas para destilar agua marina y molinos de mano, incluso algún prototipo de máquina que empleara la fuerza del vapor de agua. Pero su innovación más relevante fue un barco de ruedas de palas impulsado por la fuerza del hombre.

Realmente, Garay no inventó el barco con rueda palas. El historiador romano Vitruvio contaba en el siglo I que existían embarcaciones movidas por ruedas que giraban bueyes, que sustituían la fuerza de los remeros. También, se conoce su desarrollo en lugares como China y Bizancio, en el siglo IV. En la Europa del Renacimiento, Valturio propuso un modelo de "maquina de navegar" impulsada por ruedas movidas a través de manivelas, mientras que Leonardo da Vinci lo hizo a través de pedales. En España, en 1522, el inventor catalán Guillén Cabier patentó una máquina que pudiera hacer que un navío navegase sin velas o remos, utilizando algo parecido a ruedas con palas.

Pero se le atribuye a Garay la construcción de los primeros barcos dotados de ruedas de paletas movidos por marinos a través de palancas. Propuso al emperador un sistema de navegación basado en ruedas de paletas a ambos lados de la embarcación, que a su vez eran movidas mediante el trabajo de un grupo de marinos para hacer propulsar las naos y embarcaciones mayores en ausencia de marejadas, con viento o marea en contra, y sin necesidad de utilizar velas y remos. Basándose en sus conocimientos mecánicos y su experiencia en la construcción de molinos, había reducido el número de ruedas de paletas de seis a dos, respecto a sus predecesores ingenieros renacentistas.

BARCO DE RUEDA DE PALAS POR BLASCO DE GARAY

Por real cédula de marzo de 1539, Carlos V aprobaba la ejecución del proyecto de garay. Aquel prototipo de embarcación podría encontrar utilidad en la Armada española tanto para galeras como para naos, por eso permitió que comenzara su desarrollo bajo unas condiciones pactadas. La Corona se encargaba de la financiación, a cambio Garay no podía hacer copias de los textos y planos de sus inventos técnicos para evitar que cayesen en poder de potencias enemigas de España. Las atarazanas de Málaga se encargarían de adaptar la maquinaria ingeniada y las estructuras de metal se fabricarían en la ferrería de Juan Díaz de Aguirre, en la guipuzcoana villa de Deva.

El primer prototipo se ensayó en el puerto de Málaga, en octubre de 1539, en una nao de 250 toneles y 18 marinos. Según el informe que el gobernador observador Gracián de Aguirre y Noblezia solicitó a Garay, en aquella embarcación no existía ni máquina de vapor ni caldera con fuego como algunos autores ha asignado a este medio de transporte. La fuente de energía era el trabajo ejercido por varios hombres que movían unas ruedas de plomo situadas en el centro del casco. A su vez, los engranajes hacían mover las seis ruedas de paletas situadas una a cada lado, que hacían impulsar la nave sobre el agua.

En aquel primer ensayo, la nao alcanzó una velocidad de una legua (5.556 metros) por hora. Surgieron problemas, el más grave fue la rotura de la cubierta por las masas de plomo. Garay solicitó al emperador una nueva asignación monetaria para perfeccionar el modelo.

Así, en julio de 1540, se probó la máquina de rueda de palas en una nao más pequeña, de 100 toneles, que podía navegar también a una legua por hora. Una última prueba fue efectuada en julio de 1542, en una embarcación de 300 toneles, en la que continuaron los problemas que Garay tuvo que solventar. La velocidad alcanzada fue de tres cuartas parte de legua por hora.

BLASCO DE GARAY EN EL PUERTO MARÍTIMO DE BARCELONA

A pesar de los obstáculos que encontró Garay, su proyecto final fue sometido a examen en el puerto de Barcelona, el 17 de junio de 1543. El barco había venido de Colliure hasta la ciudad condal para descargar grano de trigo al que había acoplado dos ruedas de palas, una cada lado. Aquella "Máquina de ruedas motrices navales" era una nao de 200 toneles llamada Santísima Trinidad, en la que embarcaban por 50 marinos capitaneados por Pedro de Scarza.

La Junta consultiva que examinaría la nao fue seleccionada por el propio emperador Carlos V y el príncipe Felipe, y estaba formada por el propio capitán Scarza, el capitán general de Galeras Reales Bernardino de Mendoza, el gobernador de Barcelona Pedro de Cardona, el maestre de Cataluña Francisco Gralla, el tesorero de la Corona de Aragón Enrique de Toledo y Ayala y el tesorero de la Real Hacienda de Castilla Alonso de Rávago, y varios capitanes amigos de Garay que estaban situados en el interior y el exterior de la nao.

Los informes de aquellos testigos fueron desiguales. Entre los aspectos positivos destacó por la rapidez en su giro, la mitad del tiempo que una galera convencional de guerra que sirvió de comparación, algo muy útil tras lanzar una descarga de artillería contra un enemigo. Además, se desplazaba a una velocidad de una legua entera a la hora, superando a la galera.

Por el contrario, Blasco sufrió el enfrentamiento con su enemigo, el secretario real Rávago, quien sostuvo que andaría dos leguas cada tres horas y que resultaría muy complicado y costoso su desarrollo.

El resultado de la comisión examinadora del proyecto fue muy contradictoria. Sin embargo, Carlos V apreció la posibilidad de mejorarlo y promovió el ensayo de un nuevo modelo aportando 200.000 maravedíes para los gastos, y concediendo otras mercedes. Pero a la hora de llevarlo a la práctica, Rávago no financió el proyecto, fuera por superstición o por otra razón.

Aquella nao Trinidad quedó anclada en las atarazanas de Barcelona, en absoluto secreto, y nunca fueron publicados los documentos técnicos de la misma.

BLASCO DE GARAY Y CARLOS V

Más adelante, Garay envió un documento al rey, en donde exponía nuevas innovaciones que denominó "Máquinas e ingenio para operaciones submarinas", que incluía:

1. un sistema para extraer buques de debajo del agua, aun cuando estuviesen sumergidos a cien brazas de profundidad, con sólo el auxilio de dos hombres.

2. un traje submarino escafandra para que una persona pudiera estar sumergido bajo el agua todo el tiempo que le conviniese.

3. otro dispositivo para descubrir con la simple vista objetos en el fondo del mar.

4. la manera de mantener bajo el agua una luz encendida.

5. un sistema de potabilización del agua, que convertía el agua marina en agua dulce.

De haber obtenido fondos para desarrollar todas sus investigaciones, la importancia de los ingenios de Garay podía haber sido inmensa.

También colaboró con Diego de Salazar y con Diego López de Ayala en la traducción de la Arcadia de Jacopo Sannazaro, en 1549.

BARCO DE RUEDA DE PALAS

Blasco de Garay investigó y ejecutó pruebas con calderas de vapor y sistemas de agua hirviendo en barcos y molinos, pero no está claro que tuvieran éxito y se pueda atribuir a él la patente del invento de la máquina de vapor o del primer barco con propulsión de vapor. Su legado fue recogido por Juan de Bracamonte, quien diseñó una máquina de guerra que supuestamente se movía sin el impulso del viento, sin posibilidad de ser incendiada, ni hundida por tormentas o impactos de cañón, según una patente registrada en 1588.

Sin embargo, desde el siglo XIX, algunos historiadores han considerado que Blasco de Garay inventó la máquina de vapor y la adaptó a las naos que ensayó, utilizándola como sistema de energía para propulsar las ruedas de paletas. El origen de esta suposición pudo haber estado en un error de interpretación sobre el texto del informe que Garay envió a Carlos V. Relataba que había ingeniado una embarcación para "navegar en calma", sin necesidad de velas ni remos.

Esta innovación técnica del barco con ruedas de palas está presente en los documentos del Archivo General de Simancas, incluida por su director Tomás González Hernández, en 1825. Se trata de una prueba de navegación a través de una supuesta máquina de vapor realizada en el puerto de Barcelona, el 17 de julio de 1543, por el mecánico naval y capitán de mar Blasco de Garay, de un sistema de navegación sin velas ni remos que contenía una "gran caldera de agua hirviendo". Interpretó que la única manera de "navegar en calma" es a través de una máquina de vapor, algo que se puede ejercer por otros medios de propulsión.

El archivo de Tomás González reconoce la existencia de 50 hombre sobre la nao Trinidad, contra dicción que evidencia que eran la fuerza de los brazos de este amplio número de marinos la fuente de energía, y no una máquina de vapor. Pero debía estar basado en la leyenda generada a raíz de la falta de información, pues los informes que Garay enviaba al emperador eran secretos y confidenciales.

Este archivo fue replicado de forma errónea por el historiador Martín Fernández Navarrete en su obra Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron los españoles desde fines del siglo XV, publicada en 1825.

LIBROS DE BLASCO DE GARAY

Pero año más tarde, se fue comprobando mediante auténticos documentos que todo aquel invento consistía en barcos con ruedas en sus bordes, que eran movidas desde en interior por un grupo de hombres que ejercían su fuerza sobre cigüeñales o manubrios y cuyas palas hacían la función de remos.

En el Manual de física y elementos de química publicado por Manuel Rico y Sinobas y Mariano Santisteban, en 1856, reconocían que en las pruebas de Garay no hubo máquina de vapor, sino la fuerza de los marinos:
"Por el informe que sobre aquellas pruebas pidió el Gobierno a los hombres prácticos en la navegacion, no consta que en los mecanismos de Blasco de Garay hubiera el fuego necesario, ni la evaporacion del agua. En su lugar, segun el citado informe, se puede tener una idea del barco de Garay por la presente ilustración, en la cual se hallan representadas las ruedas de paletas a los costados de la nave, y en el centro del barco las masas de plomo que girando habian de favorecer la fuerza de los marineros empleados en hacer que se moviesen las ruedas de paletas impulsoras del barco."
Otros historiadores de la ciencia española también investigaron esta efeméride, como Nicolás García Tapia, el gran investigador de la tecnología pretérita nacional. Consultando los informes originales firmados por Garay y Carlos V, conformó que se realizaron pruebas en Málaga, en Barcelona y en Nápoles, desde 1538 hasta 1543.

Modesto Lafuente continuó el análisis escribiendo en su Historia General de España, de 1855, que era un grupo de "remeros" quienes hacían mover la rueda de paletas, y no una máquina de vapor de agua. Y concluyó que Tomás González podría haberse confundido al mezclas los inventos, pues en la nao Trinidad existía un sistema depurador de agua del mar que potabilizaba el agua recogida mediante una caldera, y posteriormente era ofrecida a los marinos durante su esforzado trabajo.

Y en este sentido, otros investigadores obtuvieron el mismo resultado, como Dionisio Chaulié, en el articulo publicado para la Revista Contemporánea en el verano de 1883.

Esquema Barcelona máquina Blas de Garay barco vapor
ESQUEMA DE MÁQUINAS DE BARCO DE RUEDA DE PALAS