Páginas

CONCEPTISMO Y AFORISMO DE BALTASAR GRACIÁN


Baltasar Gracián fue uno de los grandes representantes del Escepticismo clásico español, creador del Aforismo moderno y considerado el mejor ejemplo del Conceptismo que adquirió una formulación filosófica y personal.

Baltasar Gracián Aforismo Conceptismo
CONCEPTISMO Y AFORISMO DE BALTASAR GRACIÁN

Baltasar Gracián y Morales nació en Belmonte de Gracián (Calatayud), en 1601. Tuvo 7 hermanos, algunos también religiosos. Estudió letras en un colegio jesuita de su ciudad. Hacia 1617, residió un par de años en Toledo, con su tío Antonio Gracián, capellán de San Juan de los Reyes, donde estudió lógica y latín. En 1619, ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús, en un colegio de Tarragona donde cursó humanidades. En 1621, regresó a Calatayud, donde cursó dos años de filosofía, especialmente ética, y a continuación teología en la Universidad de Zaragoza.

En 1628, tras ordenarse sacerdote, se encontraba trabajando como docente en el colegio de Calatayud, impartiendo humanidades. Posteriormente, fue trasladado a Valencia y a Lérida, donde explicó teología moral. En 1633, enseñó filosofía en el colegio jesuita de Gandía, y tanto aquí como en Valencia tuvo problemas con correligionarios.

En el verano de 1636, regresó a Huesca como confesor y predicador. En esta ciudad tomó partida en los ambientes cultos, gracias a su amistad con el magnate y mecenas Vicencio Juan de Lastanosa y Baraíz de Vera, quien reunía una importante colección literaria y artística, poseyendo una biblioteca de unos siete mil volúmenes. Gracias a él, Gracián publicó El héroe, en 1637, y mantuvo contactos con algunos intelectuales, entre ellos el poeta Manuel de Salinas y el historiador Juan Francisco Andrés de Ustarroz.


En 1639, fue nombrado en Zaragoza confesor del virrey de Aragón Francisco María Carrafa, duque de Nochera, a quien acompañó a Madrid, donde residió por dos veces entre 1640 y 1641, por lo que frecuentó la corte y trabó amistad con el célebre poeta Hurtado de Mendoza. Durante estos años, ejerció como secretario de Felipe IV y publicó El político don Fernando el Católico, en 1640, y la primera versión de Arte de ingenio, tratado de agudeza, en 1642.

Castigado en parte por sus ideas y escritos, fue enviado a Lérida para ejercer de capellán y combatir a los franceses en el sitio de Lérida de 1636, en el marco de la Guerra de hispano-francesa de 1635-38, y en la Sublevación de Cataluña de 1640.

EL CRITICÓN

En 1642, fue nombrado vicerrector del colegio jesuítico de Tarragona, y dos años más tarde catedrático de teología moral en la Universidad de Huesca hasta 1650. Fue una época en la que más activamente se dedicó la literatura, apareciendo El discreto, en 1646, El oráculo manual y arte de prudencia, en 1647, y la segunda versión de Agudeza y arte de ingenio, en 1648.

En 1651, publicó su obra más conocida, El criticón, que fue firmada con el anagrama de su nombre García de Marlones. Este pseudónimo no pudo evitar el agravamiento de sus problemas con la Compañía de Jesús, que le aplicó una sanción ejemplar. Algunos jesuitas valencianos interpretaron unos pasajes de El criticón como ofensa hacia ellos, lo que provocó nuevos ataques de sus compañeros, que alegaban contenido poco doctrinal en sus escritos, impropios de un jesuita profeso, pues abordaba la filosofía moral desde una óptica profana. Poco después se trasladó a Zaragoza como catedrático de escritura en la Universidad.

En 1655, publicó El comulgatorio, que fue firmada con su apellido, obra que comprende cincuenta meditaciones para la comunión y constituye una valiosa muestra de oratoria culterana. Esta fue la única obra que Gracián publicó con el permiso de su orden religiosa.

AGUDEZA Y ARTE DE INGENIO

Gracián estuvo dotado de gran inteligencia y de una elocuencia a la vez rica y límpida, se generó una reputación como orador y predicador sacro. De carácter orgulloso e impetuoso, y, sobre todo, mucho más hombre de literatura que de religión, volvió a desobedecer en otras dos ocasiones las ordenanzas de su compañía religiosa y publicó las partes segunda y tercera de El criticón, en 1653 y 1657, bajo el nombre de su hermano, Lorenzo de Gracián. El segundo volumen no le costó más que una nueva amonestación de los jesuitas, pero la aparición del tercero supuso su definitiva caída. El rector del colegio jesuita de Zaragoza, Jacinto Piquer, lo castigó a ayuno de pan y agua, prohibiéndole disponer de pluma, tinta y papel y, tras desposeerle de la cátedra que ostentaba, lo desterró a Graus, ciudad del pirineo oscense, en 1658.

El mismo año de 1657, apareció la Crítica de reflexión, violento alegato contra él, firmado por un autor jesuita levantino.

Parcialmente rehabilitado, se instaló en Tarazona, donde su petición de ingresar en una orden monástica le fue denegada por la Compañía, falleciendo a finales de 1658.

El estilo de Gracián, considerado el mejor ejemplo del Conceptismo, se recrea en los juegos de palabras y los dobles sentidos. Cultivó una prosa didáctica y filosófica de forma escueta y de expresión breve, con tendencia a los juegos de palabras, la retórica, la paradoja, la arbitrariedad de su discurso a menudo artificioso y la intención de querer ser original. Dentro de su amplio espectro de lecturas, su autor más influyente fue su contemporáneo Diego de Saavedra Fajardo.

La concepción pesimista sobre el hombre y el mundo predomina en sus primeras obras: El héroe, El discreto y Oráculo manual y arte de prudencia, en las que ofreció consejos sobre la mejor manera de triunfar.

ORÁCULO MANUAL Y ARTE DE PRUDENCIA

En Agudeza y arte de ingenio, teorizó acerca del valor del ingenio y sobre los "conceptos", siendo el concepto una relación entre objetos aparentemente dispares. Caracterizada por su exhibicionismo culterano y su erudición forzada y rebuscada, el libro se convirtió en el código de la vida literaria española del siglo XVII.

A Gracián se le podría considerar filósofo en una concepción amplia de esta disciplina, siendo un moralista que consiguió reunir la sabiduría práctica en máximas, sentencias y aforismos. Un género tan filosófico como literario que se remonta a los Siete Sabios de Grecia, y que perfeccionaron autores como Séneca en sus Máximas, sentencias y aforismos, Marco Aurelio con sus Pensamientos o Plutarco con sus Máximas de reyes y generales.

A cerca de la sabiduría práctica escribió una de las obras maestras del género aforístico, Oráculo manual y arte de la prudencia, posiblemente la obra que ha creado el Aforismo moderno. En ella se encuentra la frase:
"¿De qué sirve el saber si no es saber práctico? El saber vivir es hoy el verdadero saber."

Guiado por la prudencia y la desconfianza, en Oráculo manual analizó las cosas y a los hombres como si llevaran una máscara para ocultar su verdadera naturaleza:
"Hay diferencia entre entender las cosas y conocer a las personas; y es gran filosofía entender los caracteres y distinguir los humores de los hombres. Tan necesario es tener estudiados los libros como las personas."

Para Gracián, lo que a simple vista parece la esencia, es solo una apariencia, porque la realidad suele ser fea e insoportable, hay que camuflarla: "Lo mejor del hombre es parecerlo." Aconsejó al hombre que actuara comedido y controlando la situación: "Nunca obrar apasionamientos: todo lo errará." Por eso, el gran hispanista alemán Ludwig Pfandl escribió que "los escritos de Gracián son productos exclusivamente cerebrales", donde no aparecen elementos emocionales, que dan lugar a su Conceptismo.

Gracián era un hombre de la plana Modernidad buscando la seguridad en medio de las crisis y eludiendo las confrontaciones abiertas con el destino y con lo que el sociólogo alemán llamó "sociedad del riesgo". Su filosofía era la de un hombre acostumbrado a todo tipo de desventuras y desastres en plan decadencia del Imperio español. Por eso, en su Oráculo manual aconsejaba no actuar antes que obrar mal:
"Siempre ven más los que miran que los que juegan, porque no se apasionan."

EL CRITICÓN

Pero la obra cumbre de su pensamiento y producción literaria fue El criticón, donde emprendió una ambiciosa y amplia visión alegórica de la vida humana. Sátira social y tratado moral a la vez, el objeto de esta novela filosófica es el de presentar las miserias y debilidades de la especie humana y mostrar el modo de vencerlas, para llegar a ser una persona honesta y virtuosa:
"Procura tú ser famoso obrando hazañosamente, trabaja para ser insigne, ya en las armas, ya en las letras, ya en el gobierno; y lo que es sobre todo, sé eminente en la virtud. No hagas caso, no, de esa material vida en la que los brutos te enciende; estima, sí, la de la honra y la fama."
Es una obra conceptista, densa, escrita con un lenguaje lacónico, pero repleta de aforismos, sentencias breves, juego de palabras y asociaciones ingeniosas, pero con riqueza de significados. En ella refleja su pensamiento pesimista, como corresponde al Barroco, y su desengaño de la vida, típico de su vejez.

En El criticón, Gracián describió al mundo como un espacio hostil y engañoso, donde prevalecen las apariencias frente a la virtud y la verdad. El hombre es débil, interesado y malicioso, y su vida es frágil e incierta; lo único cierto es el paso implacable del tiempo y la llegada de la muerte:
"Cuando no es otro el vivir que un ir cada día muriendo."

Gracián da consejos al lector para que sepa desenvolverse entre las trampas de la vida: haciéndose valer, siendo prudente y aprovechándose de la sabiduría basada en la experiencia; incluso disimulando y comportándose según las circunstancias y ocasión.

Para el desarrollo de esta obra, utilizó a sus dos protagonistas, Andrenio y Critilo, son símbolos de la Naturaleza y de la Cultura, de los impulsos espontáneos y de la reflexión prudente, respectivamente. Como Gracián partía del supuesto barroco por el cual la Naturaleza es imperfecta, Critilo es quien salva a Andrenio de los peligros del mundo y lo conduce luego a la isla de la Inmortalidad, a través de una serie de lugares alegóricos.

Siguiendo a Heráclito y anticipando a Hegel, afirmó que que la vida es lucha continua entre contrarios, un estado de discordia contrarrestado sólo por la providencia divina. Contradiciendo a la filosofía del progreso de la Humanidad, aseguraba que en la historia no cambiaba, siendo cíclica: "Lo que sucedió doscientos años ha, eso mismo estamos viendo ahora", escribió en el capítulo La rueda del tiempo.

EL CRITICÓN Y ORÁCULO MANUAL

Por todo esto, la obra gracianesca fue traducida a los principales idiomas europeos, teniendo como objeto la filosofía moral. Ha sido considerado un precursor del Existencialismo, y representante de lo que él llamaba Filosofía cortesana.

Ha influido en moralistas franceses del siglo XVIII como La Rochefoucauld, La Bruyère, Joubert o Chamfort, en filósofos alemanes del XIX como Schopenhauer, Lichtenberg, Nietzsche o Kraus, y en el rumano Ciorán en el XX. Todos estos autores filosóficos reúnen una misma inquietud consistente en tratar de vivir de manera auténtica y real, y descubrir las falsedades de la vida cotidiana.

Schopenhauer tradujo al alemán El oráculo manual y arte de prudencia, que leyó Nietzsche, quien dijo en una de sus cartas: "Europa no ha producido nada más fino ni más complicado en materia de sutileza moral." Por lo que Gracián fue objeto de estudio en la universidad alemana. Sin embargo su pensamiento vital es propio de la conciencia de una España en decadencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario