El teólogo e historiador Juan de Mariana constituye un ejemplo representativo de los pensadores de la Compañía de Jesús del siglo XVI: iusnaturalista, antimaquivelista, contrarreformista católico y defensor de la Teoría del Tiranicidio.
Juan de Mariana era natural de Talavera de la Reina (Toledo), donde nació en 1536. Estudió Artes y Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, en una atmósfera saturada de Humanismo. Allí tuvo como maestro de noviciado a San Francisco de Borja. Profesó en la Compañía de Jesús en 1554 en Simancas. Acabó su formación sacerdotal en el Colegio jesuita de Roma, donde a partir de 1561 fue uno de sus mejores profesores, contando entre sus alumnos al futuro cardenal Belarmino, que sería protector de Francisco Suárez. Luego fue enviado como profesor a Palermo en Sicilia y después a París, donde recibió el grado de doctor y permaneció cinco años enseñando Teología sobre todo en la Saint Barthélemy; después estuvo un tiempo en Flandes.
Tras caer enfermo a consecuencia de sus intensas actividades como catedrático regresó a Toledo en 1574, en cuyo retiro se consagró a la redacción de sus libros. En 1578 recibió el encargo de informar sobre la presunta heterodoxia de la Biblia políglota cuya edición dirigía en Amberes Benito Arias Montano, en particular en la versión siríaca del Nuevo Testamento; su informe, que le llevó dos años de estudio, fue favorable. Esto le valió tal reputación que desde entonces se le encomendaron otros trabajos igual de delicados, como la supervisión del Manual para la administración de los sacramentos, la reelaboración de las Actas de los concilios diocesanos de Toledo de 1582 y la redacción del Índice expurgatorio de 1584.
Fue un auténtico polígrafo, ya que mientras realizaba estos encargos y una edición de las Obras del polígrafo visigodo Isidoro de Sevilla, se puso a redactar una monumental historia de España en treinta libros, que comenzó a aparecer en Toledo en 1592 con el título de Historiae de rebus Hispaniae Libri XXX, cuya edición ampliada se editó en Maguncia, en 1605. Entre tanto se imprimió en Toledo su propia traducción al castellano con el título Historia general de España, en 1601. La obra abarca hasta la muerte de Fernando el Católico, porque según sus palabras "No me atreví a pasar más adelante y relatar las cosas más modernas, por no lastimar a algunos si decía la verdad, ni faltar al deber si la disimulaba".
La muerte le sorprendió en 1623, en Toledo, cuando trabajaba en unos Escolios al Antiguo y Nuevo Testamento, obra de exégesis bíblica que se fundaba en el texto de la Vulgata.
Mariana ha pasado a la historia del pensamiento universal sobre todo por su defensa del Tiranicidio como razón última ante la opresión política del gobernante. Esta tesis fue expuesta en su obra más famosa: De rege et regis institutione (El rey y la formación del rey), editado en Toledo en 1599.
Es una obra de inspiración y estilo erasmista, en la que Mariana presenta planteamientos antimaquiavélicos y antiprotestantes. Está muy influenciado por el pensamiento de Pedro de Ribadeneyra y su obra Princeps christianus adversus Nicholaus Machiavelum, editada cuatro años antes, en 1595.
Su lenguaje no puede ser más claro:
"Tanto los filósofos como los teólogos están de acuerdo en que su un Príncipe se apoderó de la República a fuerza de armas, sin razón, sin derecho alguno, sin el consentimiento del pueblo, puede ser despojado por cualquiera de la Corona, del Gobierno, de la vida."
Tiene tres partes:
1ª. estudia los principios filosóficos del Estado: la sociabilidad del hombre, el poder político, las formas de gobierno, el tiranicidio o la sumisión del rey a la comunidad.
2ª. está dedicada a la educación del príncipe, siguiendo de cerca las teorías de Erasmo de Rotterdam en su Enchiridion. Propone como máximo valor de un monarca la virtud cardinal de la prudencia, en su sentido aristotélico y sobre todo ha de impedir que los impuestos asfixien a las clases productoras del país. Inspirándose en Santo Tomás de Aquino, justifica como éste la revolución y la ejecución de un rey por el pueblo si es un tirano.
3ª. trata sobre la organización del Estado: la administración pública, las magistraturas, el ejército o las finanzas.
Se puede decir que fue una figura de la Tradición clásica hispánica, que en aquella época se oponía al Protestantismo y siglos más tarde se opondría al Liberalismo. Su ideal de Ley y Religión lo expone de manera clara y contundente:
"Si cada príncipe en su reino dejase a su arbitrio o al de sus súbditos lo que debe sentirse y pensarse en materias religiosas, ¿cómo podría alcanzarse que hubiese armonía y unidad entre todas las naciones, de modo que no pensasen indistintamente el alemán y el español sobre Dios y la inmortalidad del alma? ¿Cómo podría alcanzarse que fuese uno mismo el parecer del francés y del italiano, y del siciliano y del inglés, uno mismo el pensamiento y unas mismas sus palabras? ¿No había de suceder en breve que fuesen tantas las opiniones religiosas esparcidas por el mundo, tan diversos los ritos sagrados, tan varía la forma de la organización eclesiástica como varios y diversos son los juicios de los hombres? Por esto se reconoció la necesidad de establecer una sola cabeza, a quien estuviesen confiadas la organización de la Iglesia, la conservación de las antiguas ceremonias y la defensa de las leyes, cabeza a la cual obedeciesen todos los príncipes de la tierra y respetasen todos."
Partiendo del Derecho natural, mariana afirmaba que la legitimidad del poder real tiene su origen y fundamento en la voluntad del pueblo, con lo que anticipa plenamente la teoría de Rousseau sobre la "volonté générale" y del Estado de Derecho moderno.
Como señaló Sánchez Agesta en su libro El concepto del Estado en el pensamiento español del siglo XVI:
"Se delinea en Mariana uno de los primeros y más finos antecedentes del concepto de Constitución como la ley fundamental del poder."
Por encima de la voluntad del rey están las leyes de la comunidad; si no las respeta y actúa contra ellas, se deslegitima a sí mismo y permite que el pueblo le arrebate del poder y ponga fin a su vida.
Mariana no solo criticaba la tiranía política, sino también la desigualdad e injusticia social:
"Es de nosotros un deber de Humanidad tener a disposición de todos los bienes que Dios quiso que fuesen comunes, ya que a todos los hombres entregó la Tierra para que se sustentaran con sus frutos, y sólo la rabiosa codicia pudo acotar y acaparar para sí este patrimonio divino, apropiándose los alimentos y riquezas dispuestas para todos los hombres."
Las tesis de este gran teólogo y humanista generaron la hostilidad de los defensores del Absolutismo monárquico, lo que explica que esta obra fuese quemada en público en 1610 como subversivo por el parlamento de París tras el asesinato de Enrique IV de Francia. El motivo fue argumentado en que había dado legitimidad al Tiranicidio, ya que su doctrina fue relacionada con el anterior asesinato de Enrique III de Francia por fray Jacobo Clemente en 1589. Con todo, Ravaillac, el asesino de Enrique IV, declaró no conocer el libro.
Los temas tratados en la primera parte son los más interesantes de su pensamiento:
1. La sociabilidad del hombre. Mariana cree que el hombre necesita de sus semejantes para vivir. La primera manifestación de esa sociabilidad natural es la familia. Y de la agrupación de familias surgen los pueblos.
2. La monarquía. Mariana parte de la creencia de que las sociedades primitivas fueron monárquicas para defender la monarquía como la forma de gobierno más ventajosa por ser la más eficaz, estable, segura e históricamente probada. Entre los tipos de monarquías, prefiere las hereditarias a las electivas, porque en las primeras el rey goza de un mayor prestigio y en las segundas, la elección no asegura una mayor calidad del gobernante.
3. El tiranicidio. Partiendo del origen popular del poder, Mariana defiende la legitimidad del tiranicidio de manera más radical que sus compañeros de orden. Considera adecuado el tiranicidio por un particular cuando no existen otros medios. Contra los tiranos cuyo poder tiene un origen legítimo, señala como más adecuado el tiranicidio cuando es fruto de una decisión colectiva. No obstante, si esta no es posible porque el tirano no permite reuniones, admite la acción individual.
4. La sumisión del rey a la comunidad. Las ideas de Mariana a este respecto son más populares que las del resto de los pensadores jesuitas de la época. Parte de que el rey consigue el poder a través de un contrato por concesión voluntaria de los ciudadanos. Por tanto, su poder es superior al de los individuos, pero no al de la comunidad, que sigue teniendo la titularidad última y la posibilidad de decidir sobre la continuidad del gobernante en casos extraordinarios como la tiranía. El pensador valora la existencia de instituciones representativas de la comunidad, por su función limitadora del poder real. Y, por último, defiende que el rey está sometido a las leyes, cuyo origen está en la comunidad.
En 1607, fue encarcelado por un año y medio en Madrid por orden del mismo Felipe III por escribir la obra De monetae mutatione IV, en la cual arremetía contra la política monetaria del duque de Lerma, valido del rey, y a los ministros que modificaron el peso de la moneda. Tras cumplir la condena en una celda del madrileño Convento de San Francisco, publicó esta obra en Colonia en 1609 con el título Tractatus septem.
Desde las primeras páginas del libro, criticaba a los monarcas que, secundados o inducidos por cortesanos serviles e inmorales, abusaban de su autoridad para esquilmar al pueblo y dictar leyes contrarias a él. Partiendo de la tesis de que "Todo poder tiene un límite determinado", negaba que los reyes tengan el derecho a apropiarse de los bienes de sus súbditos, a imponerles sin su consentimiento tributos injustos, a convertir en monopolio real productos de primera necesidad y a cambiar la calidad, el peso y el contenido de la moneda y mermar con ello su valor adquisitivo, ya que así "se paga más dinero por cosas que valen menos".
Desde las primeras páginas del libro, criticaba a los monarcas que, secundados o inducidos por cortesanos serviles e inmorales, abusaban de su autoridad para esquilmar al pueblo y dictar leyes contrarias a él. Partiendo de la tesis de que "Todo poder tiene un límite determinado", negaba que los reyes tengan el derecho a apropiarse de los bienes de sus súbditos, a imponerles sin su consentimiento tributos injustos, a convertir en monopolio real productos de primera necesidad y a cambiar la calidad, el peso y el contenido de la moneda y mermar con ello su valor adquisitivo, ya que así "se paga más dinero por cosas que valen menos".
También en materia económica la última palabra la tiene el pueblo, cuya conclusión final del tratado, tanto por su temática como por su lenguaje directo, anunciaba ya el pensamiento social del siglo XIX.
Mariana rechazaba el modelo del Estado neutral inhibido de las luchas sociales y postulaba un Estado que regule y controle la riqueza, asegure la subsistencia de la población y vele por la suerte de los menesterosos.
El contenido de este Tractatus septem es el siguiente:
I. De adventu Jacobi apostoli in Hispania (De la venida de Santiago a España)
II. Pro editione Vulgatae (En torno a la edición de la Vulgata)
III. De spectaculis (Sobre los espectáculos)
IV. De monetae mutatione (Acerca de la alteración de la moneda)
V. De die mortis Christi (El día de la muerte de Cristo)
VI. De annis arabum (Sobre los años de los árabes)
VII. De morte et inmortalitate (De la muerte y la inmortalidad)
Fuera de la historia, sus intereses iban desde la cronología a la filología, la economía o la moral. Entre estos ensayos no se incluye uno publicado anteriormente.
Ya menor importancia tuvieron las fricciones con su orden. Así, su Discurso de las cosas de la Compañía le supuso la animadversión de las jerarquías de ésta. Hombre muy ocupado, hizo una edición de San Isidoro de Sevilla, y trabajó además en obras de filología oriental y como predicador, censor de exégesis, colaborador del Índice y consultor de la Inquisición.
JUAN DE MARIANA |
Su principal obra historiográfica fue Historiae de rebus Hispaniae. Una edición posterior más avanzada del propio recopilador es De rebus Hispaniae libri XXX, que se publicó en Maguncia en 1605. Durante este tiempo el autor había vertido la edición latina al español y esta apareció completa en Toledo en 1601, conteniendo los treinta libros de la edición latina. La obra se extiende desde la más remota antigüedad hasta la época de los Reyes Católicos.
Juan de Mariana fue un historiador obsesionado con la verdad y que apuró la crítica de los cronicones anteriores hasta donde era posible en su tiempo; aunque escribe en el latín internacional de la época, la raíz de su pensamiento es patriótica, pues pretende exponer la grandeza de su país narrando conjuntamente los hechos de todos los reinos hispánicos en torno a su nación, Castilla. Por otra parte, pretendía rectificar la imagen deformada que los autores protestantes difundían sobre España.
Juan de Mariana fue un historiador obsesionado con la verdad y que apuró la crítica de los cronicones anteriores hasta donde era posible en su tiempo; aunque escribe en el latín internacional de la época, la raíz de su pensamiento es patriótica, pues pretende exponer la grandeza de su país narrando conjuntamente los hechos de todos los reinos hispánicos en torno a su nación, Castilla. Por otra parte, pretendía rectificar la imagen deformada que los autores protestantes difundían sobre España.
La obra estableció el modelo de prosa historiográfica para los siglos siguientes subrayando vigorosamente todo lo que puede cautivar y atraer la atención del lector; cuida especialmente las descripciones de los lugares donde acaecen los hechos y el patetismo en las arengas y epístolas, así como las consideraciones sobre las veleidades de la fortuna, tomando por modelos a Tito Livio, Tácito y Tucídides. En España fue una obra muchas veces reimpresa y durante cerca de dos siglos fue la obra histórica más leída en la Península. En el resto de Europa la obra fue leída sobre todo en Alemania y bastante menos en otros países; se tradujo al inglés en 1699 por John Stevens.
Además de las obras mencionadas, de su correspondencia y de sus notas a la edición de las obras de San Isidoro y de sus informes como consultor del Santo Oficio se conservan diez tomos de manuscritos de este autor. En sus Scholia in Vetus ac Novum Testamentum, publicada en Amberes y París, en 1620, están sus versificaciones en dísticos latinos de varios libros sagrados: Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los cantares.
Benito Feijóo calificó a Mariana como "gran hombre" en su Teatro Crítico Universal, y Pí y Margall y otros políticos progresistas y republicanos le erigieron un monumento en su ciudad natal y le consideraron uno de los suyos.
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