Uno
de estos precursores de la ciencia aeronáutica más elemental fue el inventor Diego Marín Aguilera, que desarrolló en el
siglo XVIII un modelo de ornitóptero. Sobre la villa burgalesa de Coruña del Conde realizó un vuelo de 431 varas castellanas (unos 360 metros) con un artefacto con armazón metálico, recubierto de plumas.
ORNITÓPTERO DE DIEGO MARÍN AGUILERA |
Un
ornitóptero es un aerodino que
obtiene el empuje necesario del movimiento batiente de sus alas de
forma análoga a como lo hacen las aves y
de ahí su nombre que en griego significa
"pájaro" (ornos, ornitos) "con alas" (pteros). La
observación del vuelo de las aves ha llevado a diversos pensadores y
científicos a través de la historia a diseñar máquinas basadas en
este principio. Son célebres los proyectos y descripciones de
máquinas de este tipo realizadas por Roger
Bacon en 1250 y Leonardo
da Vinci hacia
1490, a los que hay que sumar el de Diego Marín.
Pero
el principal obstáculo para su funcionamiento ha sido la relación
entre la fuerza aplicada y el empuje obtenido. La realización de un
artilugio mecánico que desarrolle los trabajos necesarios y
complejos para la transmisión mecánica del movimiento, implica
rendimientos muy bajos que impiden obtener la sustentación
suficiente para levantar el peso del propio motor y sus mecanismos.
Los artilugios que toman como fuente de energía la fuerza de un
tripulante humano son inoperantes, pues la relación entre el peso de
las aves y la potencia que sus músculos pueden
desarrollar es mucho más favorable en su caso que en el del hombre.
En
la actualidad no es difícil encontrar juguetes que vuelan basándose
en este principio impulsados por la energía acumulada en unas gomas
elásticas y construidos en ligeros plásticos y maderas, una energía
y unos materiales livianos que permiten solventar el problema del
vuelo del ornitóptero sin más pretensiones que la del
entretenimiento.
Diego
Marín Aguilera, nació en Coruña del Conde (Burgos), en 1757.
Dedicado desde joven a la agricultura desarrolló su talento e
ingenio para la fabricación de pequeños inventos que facilitasen el
trabajo de su entorno económico: un artilugio para mejorar el
funcionamiento del molino que aún se conserva sobre el Arandilla,
otro para los batanes o molinos de agua y otro para aserrar los
mármoles de las canteras de Espejón.
A
causa de sus preocupaciones sobre la mecánica del viento en
los molinos,
Diego Marín concibió la idea de poder llegar a volar como las aves,
y en las horas que en el campo se dedicaba al pastoreo y a la
agricultura estudió el vuelo firme y sereno de las águilas que
remontaban por encima de la torre almenada del castillo. Así maduró
la idea de construir un aparato más pesado que el aire para
transportar a una persona. Atrapó águilas y buitres mediante
trampas, con el objetivo de poder estudiar sus alas y conseguir sus
plumas, con las cuales construyó un aparato volador.
Estudió
detenidamente el movimiento de las alas y cola de las aves y
proporcionó el peso del cuerpo a la longitud de éstas. Con ayuda
del herrero del pueblo preparó el armazón y unas articulaciones de
hierro de forja para las alas que les daban cierto movimiento de
abanico, y unos casquillos o estribos donde habían de ir embutidos
los pies, construyendo así una enorme máquina-pájaro después de
seis años de intensos trabajos.
La
noche de 15 de mayo de 1793, acompañado de su confidente Joaquín
Barbero y una hermana de éste, pusieron el gran avión de plumas en
la peña más alta del castillo, y desde allí emprendió su vuelo
con la intención de llegar a Burgo
de Osma, de allí a Soria y
regresando pasados unos días. Alcanzó de cinco a seis varas de
altura sobre el punto de partida tomando, efectivamente, el rumbo de
Burgo de Osma, hasta tomar tierra al otro lado del río después de
haber hecho un recorrido de 431 varas castellanas que suponen unos
360 metros. El motivo del rápido aterrizaje fue la rotura de uno de
los pernos que movían las alas.
A
la mañana siguiente, al conocer los vecinos de Coruña de lo
acontecido, se mofaron de su convecino Marín, creyéndole loco, e
incendiaron el plumífero aparato. Seis años más tarde murió en su
pueblo natal el inventor, que contaba 44 años.
En
mayo de 2009, el Aeropuerto
de Burgos inauguró
una placa conmemorativa en homenaje a Diego.
El
programa de televisión española Al filo de lo imposible,
realizó un programa en conmemoración del bicentenario del vuelo de
Diego Marín.
La
película La
fabulosa historia de Diego Marín, trata sobre este personaje y su
hazaña en los escenarios naturales de su vida; rodada en 1996,
consta de 90 minutos de largometraje.
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