Está considerado el inventor o perfeccionador de las minas terrestres militares de pólvora en Europa a inicios del siglo XVI, un adelantado de la ingeniería militar del Renacimiento al innovar un sistema para demoler muros de fortalezas durante las Guerras de Italia.
Pedro Navarro era natural de Garde, una pequeña villa pirenaica en el valle del Roncal del Reino de Navarra, donde nació en 1460. Siendo un niño se embarcó con unos mercaderes genoveses y pasó al norte de Italia, donde se enroló en algún ejército.
En 1487, participó en la guerra entre las Repúblicas de Florencia y de Génova, sirviendo al Ejército florentino como soldado de base. En el asedio al castillo de Sarzanello, Navarro comenzó a desarrollar su talento en ingeniería militar al construir sus primeras minas de pólvora para demoler fortificaciones y castillos. Sin embargo, su invento no funcionó con la eficacia que esperaba, motivo por el cual se dedicó a investigar el modo de perfeccionarlo y de conseguir el mayor impacto explosivo.
La forma más antigua de mina de pólvora para uso militar es el de fortificaciones. Básicamente consiste en una forma de atacar mediante la excavación de un túnel hasta llegar debajo de las murallas del adversario y socavar sus cimientos. La técnica consistía en realizar una gran cavidad al final del túnel y debajo del muro, apuntalando la mina llena de pólvora el techo, y una vez que tenía el tamaño suficiente, se prendía fuego a los puntales hasta que generase una gran explosión, con lo que los cimientos caían en la cavidad abriéndose una brecha en la muralla y se facilitando el posterior asalto.
La utilización de la pólvora como explosivo para demoler murallas es muy antigua. El minado de fortificaciones se empleó con frecuencia en la antigüedad clásica y después en la Edad Media. Existen referencias escritas en latín por el historiador griego Polibio, quien redactó una ataque con minas del ejército romano a Ambracia. Pedro Navarro volvió a retomar esta práctica militar en las Guerras de Italia a inicios del siglo XVI. Después, se utilizaría de forma esporádica como en el asedio del Alcázar de Toledo en la Guerra Civil española o en la I Guerra Mundial.
Allí conoció al general Gonzalo Fernández de Córdoba, poniéndose a su órdenes para tomar parte en las Guerras de Italia entre los ejércitos de las Monarquías de España y de Francia. Navarro le ofreció el uso de la pólvora para la creación de artilugios para derribar los muros de los castillos, una técnica casi desconocida en la época.
El general le dijo que aquello era posible porque los chinos, que eran los inventores de la pólvora nunca, nunca la habían utilizado con aquel fin. Entonces, Navarro respondió: "Los chinos no saben usar la pólvora".
El Gran Capitán encargó a Navarro todo lo referente a ingeniería militar en una expedición contra el Imperio otomano en el año 1500, formada por una armada combinada de naves españolas y venecianas.
PEDRO NAVARRO Y GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓDOBA |
Durante la Segunda Campaña de Italia, entre los años 1500-1504, organizó la defensa de la plaza de Casona con 600 españoles frente al Ejército francés al mando del caballero Bayardo.
En mayo de 1503, se distinguió en la batalla de Ceriñola, por el acierto con que dirigió los fuegos de artillería y arcabuces contra la caballería pesada francesa. Realizó la conquista de Castel Nuovo y Castel d'Ovo, gracias al empleo efectivo de sus minas de pólvora. Además, la toma de Nápoles fue conseguida gracias a la superioridad estratégica de los Tercios de Infantería españoles en el empleo de fortificaciones campaña mediante un sistema defensivo-contradefensivo utilizado por Fernández de Córdoba.
Especial actuación la que Navarro realizó en el castillo de Castel Nouvo, una fortaleza casi inexpugnable al pie de sus torres. Bajo la cobertura de la artillería puso a excavar a los zapadores junto a la muralla, introdujo barriles de pólvora en las minas, una de ellas bajo el polvorín francés, para luego cerrarlas totalmente. Un despliegue de soldados en el campo simula un asalto y la guarnición francesa tomó posiciones en las almenas. Entonces, ordenó prender fuego a la pólvora y el consiguiente estallido desplomó una parte de la muralla, arrastrando en la caída a los defensores ahí situados, por donde entraron luego los sitiadores para rendir finalmente la ciudadela al día siguiente, en mayo de 1503.
A finales del mismo año, estuvo al frente de la infantería española en numerosas acciones en la campaña de Garellano.
La masiva destrucción de fortificaciones que producía su sistema de minas de pólvora generó expectación en la opinión pública de toda Europa, por lo que se le reconoció a Navarro, incluso se llegó a denominarle "el inventor de la mina moderna militar".
Al regresar a España, fue recompensado por el rey Fernando el Católico con el título de conde de Oliveto (Italia), y ordenado a marchar contra el duque de Nájera, que se había revelado en 1507.
En 1508, por orden del rey, partió desde Málaga en una expedición de limpieza de piratas berberisco por las costas españolas y africanas. El 23 de junio de esa año, conquistó el peñón de Vélez de la Gomera. Posteriormente auxilió desde el mar a la guarnición portuguesa de Arcila.
En 1509, estuvo al frente del ejército que efectuó la conquista de Orán, expedición financiada por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, el arzobispo de Toledo.
En 1510, protagonizó la primera campaña de Túnez, en la que conquistó Bujía, y con ello Argel, Trípoli y otras plazas se sometieron a la autoridad de España.
En 1508, por orden del rey, partió desde Málaga en una expedición de limpieza de piratas berberisco por las costas españolas y africanas. El 23 de junio de esa año, conquistó el peñón de Vélez de la Gomera. Posteriormente auxilió desde el mar a la guarnición portuguesa de Arcila.
En 1509, estuvo al frente del ejército que efectuó la conquista de Orán, expedición financiada por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, el arzobispo de Toledo.
En 1510, protagonizó la primera campaña de Túnez, en la que conquistó Bujía, y con ello Argel, Trípoli y otras plazas se sometieron a la autoridad de España.
Navarro se distinguió tomando la inexpugnable ciudad de Bastia en tan solo cinco días. En cambio, fracasó en su intento de tomar Bolonia en poder francés debido a la humedad y al escaso tiempo disponible para preparar sus minas que demolerías las murallas. Este fracaso inicial terminó en su captura por el Ejército francés al mando del caballero de Labrit y hecho prisionero durante la batalla de Rávena.
Tras tres años de intento de rescate por parte de Fernando el Católico, se puso al servicio de Francisco I de Francia. Mediante misiva, Navarro escribió al rey Fernando explicando la renuncia a sus servicios, devolviendo el título de conde de Oliveto y la insignia de general español. El Católico le contestó que "podía hacerlo, pues era libre".
Está considera el iniciador de la escuela francesa de fortificación. Siendo general, organizó la Infantería francesa al mismo modo que la española. En 1515, tomó parte de la Cuarta Campaña de Italia, en la batalla de Marigano contra la infantería suiza al servicio del virrey de Nápoles, invasión del Milanesado, se apoderándose de las plazas de Novara, Vigenaro y Pavía. Se le considera el inventor del fuego a la voz por filas, utilizada por primera vez en esta batalla.
Tras este auge militar en el Ejército francés llegó su caída frente al español del cual provenía. Así, durante la Quinta Campaña de Italia, entre los años 1521 y 1522, fue derrotado en la batalla de Bicoca y hecho prisionero en la toma de Génova por las tropas del emperador Carlos V. Navarro estuvo encerrado en el castillo de Castelnovo durante tres años. Por el Tratado de Madrid de 1526, fue liberado junto a Francisco I, apresado en la batalla de Pavía.
La fortaleza de Castel Nuovo fue el escenario de su prisión nuevamente, tras ser apresado en el asedio de Nápoles al mando del general Lautres y del marqués de Saluzzo.
En 1528, murió todavía prisionero a los 68 años en el castillo que él había conquistado 25 años antes. Al día siguiente de su muerte los españoles escribieron el siguiente epitafio:
"Ilustre capitán español muerto al servicio de los franceses."El duque de Gesa, sobrino del Gran Capitán, construyó un sepulcro para Pedro Navarro junto al del general Lautrec en la iglesia de Santa María la Nueva.
Era navarro ordinario en su dura traza, codicioso de fortuna, y bastante obscuro en su trato; fue infiel a su patria y a su rey, pero seguramente no lo hubiera sido si la envidia no hubiera estorbado su rescate.
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