Cronista de las Indias y defensor de indios, Jerónimo de Mendieta tuvo una visión idílica del modo de evangelización de las Indias americanas por las misiones cristianas allí desplegadas en el siglo XVI. Su crónica de la cristianización y colonización en el Virreinato de la Nueva España quedó escrita en Historia Eclesiástica Indiana.
Jerónimo de Mendieta era natural de Vitoria,
donde nació en 1525. Con 20 años se hizo franciscano en Bilbao. En 1554 fue
enviado al Virreinato de la Nueva España, donde ejerció labores de
evangelización y aprendía la lengua de los indígenas.
En 1570, regresó a España de camino para Roma, donde asistió
al Capítulo General de la Orden
franciscana. Propuso algunas reformas al Consejo de Indias para
fortalecer la autoridad del virrey y para beneficiar a los indios.
Retornó a México, en 1571. Los cargos y responsabilidades se sucedieron
en su persona. Fue padre guardián, padre superior y padre definidor. Ennoblece
a todos con su vida ejemplar, pero su admiración y reconocimiento radicaba en
sus aportaciones como cronista e historiador.
Su obra fue amplia, siendo el cronista por antonomasia de las
grandes construcciones de la Nueva España. Su obra Historia Eclesiástica Indiana,
terminada en 1596, es una crónica de la evangelización en la Nueva España, en
ella también describió la situación cultural de los pueblos caribeños.
Mendieta describió la evangelización como la entrega de unos
hombres empeñados en abrir las puertas del Cielo a las almas de los "salvajes",
recorriendo vastos y abstrusos territorios llenos de peligros desconocidos, sin
recursos y solitarios, siempre en busca de convertir a los indios. Describía a
los misioneros casi como ángeles sobre la tierra, como santos que
andaban descalzos, que caminaban solitarios por lugares inhóspitos para
evangelizar indios. Fueron los que introdujeron el Cristianismo sin
necesidad de las armas, ni de la guerra, ni de la riqueza. Estaban totalmente
entregados a un nivel evangélico primitivo. Describió así una época dorada
donde la fe cristiana se expandía sin la imposición de la espada.
Según explicó Mendieta, la intención primera de la conquista fue
la de cristianizar aquellas tierras, pero que el afán de riqueza de los nuevos
colonos que llegaban consiguió una perturbación y un estorbo para lo que él
consideraba la labor fundamental: la salvación de las almas de los indios que no
conocían la luz de Cristo.
Denunciaba con valentía los excesos y abusos de los colonizadores,
así como el cambio de los valores principales de la conquista, en especial la
ambición de los colonizadores para hacerse rico a cualquier precio. También
planteaba los problemas religiosos y políticos en una carta dirigida a Felipe
II. Toda su obra está escrita en un estilo clásico, muy al gusto de la época.
Para Mendieta, el rumbo que estaba adquiriendo la Conquista y el
establecimiento del régimen virreinal donde se pasaba muchas veces de enseñar
al indio a explotarlo, y donde las encomiendas se convertían en sistemas de
producción basados prácticamente en una forma de esclavitud, y no en focos de
educación cristiana, habría que cambiarlo.
Postulaba un programa que consistía en la limitación del sistema
de las encomiendas y dar mayor poder a los frailes. Pero la gran medida a
tomar sería el desplazamiento de las nuevas autoridades que mandó el rey
Felipe II para que cambiaran el sistema tributario en un régimen más austero y
difícil de cumplir; es decir, Mendieta quería que los alcaldes mayores y
funcionarios de la Real Hacienda fueran eliminados, y que a los
frailes recuperasen sus privilegios, así como su autoridad en las
comunidades indígenas porque ellos eran los únicos que los podían defender.
Aunque tardó tres siglos en salir a la luz, su contenido transcendió, ya que Mendieta había confiado el manuscrito a fray Juan de Torquemada, quien hizo una edición parcial bajo el título de Monarquía indiana, en la que había suprimido los pasajes conflictivos. Su contenido es claro, tanto que la Casa Real impidió su publicación. Siglos después, en 1870, se imprimió en México por el editor Joaquín García Icazbalceta.
Aunque tardó tres siglos en salir a la luz, su contenido transcendió, ya que Mendieta había confiado el manuscrito a fray Juan de Torquemada, quien hizo una edición parcial bajo el título de Monarquía indiana, en la que había suprimido los pasajes conflictivos. Su contenido es claro, tanto que la Casa Real impidió su publicación. Siglos después, en 1870, se imprimió en México por el editor Joaquín García Icazbalceta.
La visión que tuvo Jerónimo de Mendieta de los indígenas era
totalmente patriarcal. Contemplaba al indio como un ser lleno de valores
cristianos naturales: humilde, sumiso, indefenso, carente de
ambiciones y posesiones materiales, pero es como un niño que debe ser
protegido y cuidado. Y esta actitud paternalista es la que habían seguido los
religiosos desde un principio: protegerlos como sus padres espirituales porque
ellos no pueden protegerse a sí mismos.
La defensa del indio le trajo a Mendieta muchos problemas y
enemigos. Sus cartas al rey y al Consejo de Indias, denunciando abusos y
atropellos, fueron en parte la base para cambios importantes en la legislación,
así como las denuncias de Las Casas y Montesinos.
Mendieta, siguiendo las doctrinas de San Francisco, hizo de la
pobreza la máxima expresión del Cristianismo. Fue un hombre que se movió entre
dos posiciones: la de una iglesia que debía controlarlo todo, que es la
posición de la Contrarreforma, pero al mismo tiempo una iglesia identificada
con los pobres y en defensa de los humildes, que es esta visión franciscana,
erasmista, y toda visión de la prerreforma.
Jerónimo de Mendieta relató en su obra cómo los indios veían el
mundo, cómo observaban a los hombres y de qué modo influyó la cristianización
en ellos. Así dice:
"Mas los hombres no los pintaban hermosos, sino feos, como a sus propios dioses, que así se lo enseñaban y en tales monstruosas figuras se les aparecían, y permitíalo Dios que la figura de sus cuerpos asemejase a la que tenían sus almas por el pecado en que siempre permanecían. Mas después que fueron cristianos, y vieron nuestras imágenes de Flandes y de Italia, no hay retablo ni imagen, por prima que sea, que no la retraten y contrahagan."
Lo consideraban "El mentiroso", que no creían lo que
daba a entender, pero su gente lo envidiaba de sus estudios. Cuenta cómo
recopila los códices indígenas fray Andrés de Olmos, y éste hace un epílogo
acerca de los mismos, y lo manda a la península con los estudios de Olmos sobre
la cultura autóctona. Dejó clara la visión de indefensión en que creía que se
hallaban los indios, y llegando a decir:
"Haciéndonos padres de esta mísera nación, y encomendándonoslos como hijos y niños chiquitos que son o a tales (que lo son), los criemos y adoctrinemos y amparemos y corrijamos, y los conservemos y aprovechemos en la fe y política cristiana."
Esa idea de una edad dorada que creó Mendieta, esa visión de un mundo
idílico tuvo un fuerte
impacto en la literatura posterior, influyendo en los escritores contemporáneos
y posteriores que escribieron sobre la evangelización.
HISTORIA ECLESIÁSTICA INDIANA, POR JERÓNIMO DE MENDIETA |
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