Reeditada un siglo después, en 1746, como Restauración política de España, consiguió un gran prestigio en Europa y fue fuente de inspiración del género científico de la literatura arbitrista.
Realizó estudios superiores en la Universidad de Toledo, institución con la que estuvo vinculado toda su vida. En 1603, se doctoró en Teología, e impartió las cátedras de Prima de Filosofía y de Sagradas Escrituras, ambas "en propiedad", y de Teología, "en sustitución", además dio clases de Artes.
Durante los años 1615 y 1630, formó parte del denominado Grupo de Toledo. El Grupo o Escuela económica de Toledo fue un movimiento con carácter arbitrista, dedicado a analizar las causas de la decadencia económica de la ciudad de Toledo y aportar soluciones para mejorar la situación. Sus miembros eran economistas, artistas, literatos y eclesiásticos, entre los que destacaron Baltasar Elisio de Medina, García de Herrera y Contreras, Jerónimo de Ceballos, Juan Vázquez, Garcés de Molina y los hermanos Pablo y Sancho de Moncada.
Moncada vivió una época en la cual se agudizaba el proceso de la Decadencia española y un auge de la literatura arbitrista dedicado a plantear soluciones. El movimiento del Arbitrismo español estaba dominado por los escolásticos de la Escuela de Salamanca, con Juan de Mariana a la cabeza.
A través de una real orden de junio de 1618, Felipe III pedía al Real Consejo de Castilla un plan de solucionador de la crisis demográfica que afectaba al reino. En febrero de 1619, el presidente del Consejo entregó al rey su informe con el título de Consulta. Su texto consideraba que existía una excesiva presión fiscal sobre los súbditos, que generaba una emigración de estos a otros países más benevolentes. Por tanto, era necesario reducir la carga impositiva y reducir gastos, y reducir la elevada cantidad de organizamos y fundaciones religiosas, y cargos eclesiásticos. Además, el Real Consejo pedía una reforma agraria y un control de inmigrantes extranjeros.
Los arbitristas de la época se implicaron en el asunto, tomando parte el propio Sancho de Moncada mediante la redacción de una Suma de ocho Discursos. Los Discursos trataban la importación de productos extranjeros, la reducción poblacional, la cuestión monetaria, la reforma fiscal y la razón de Estado.
Estos discursos fueron publicados al año siguiente, en 1619, bajo el título de Restauración política de España.
Una obra arbitrista que abordaba la teoría política y la pedagogía real, centrado su análisis en la situación de decadencia que sufría la Monarquía hispánica durante la primera parte del siglo XVII. Tras el diagnóstico, presentaba soluciones prácticas en cuestiones financieras, hacendísticas, monetarias, demográficas, comerciales, etc.
La Restauración política explicaba como la causa de la decadencia española se debió a la abundante llegada de metales preciosos procedentes de los Virreinatos españoles de América. Esto hizo aumentar el nivel general de los precios de las manufacturas, en un fenómeno monetario definido décadas atrás como Teoría Cuantitativa del Dinero por Martín de Azpilicueta, destacado miembros de la Escuela de Salamanca.
Este elevado nivel de precios de las manufacturas, produjo una gran importación de artículos manufacturados desde el sector exterior en detrimento de la producción nacional y de su desarrollo. Este es el fenómeno económico de la desviación del nivel español de precios respecto del europeo. Es decir, que de una economía de exportación a Europa se pasó a una economía de importación, con el consiguiente empobrecimiento de España y la prosperidad de sus enemigos reales o potenciales.
Para evitar esta invasión de productos extranjeros, su solución fue establecer un severo Proteccionismo de disciplina mercantilista supervisado por la Inquisición. Había que limitar la salida de materias primas al extranjero y restringir la entrada de productos elaborados al mercado nacional, que a su vez estos últimos debían ser agravadas con fuertes aranceles. Este mayor tipo impositivo a las mercancías importadas conseguirían aumentar los ingresos fiscales de la Administración estatal.
Estos es lo que Moncada consideraba el "daño radical", consecuencia "del nuevo comercio de extranjeros", cuya solución pasaba por "cargar grandes alcabalas a las mercaderías extranjeras" o directamente "vedar mercaderías labradas extranjeras".
Moncada advertía de la paulatina reducción demográfica en Castilla se debía en menor parte a causas exógenas, como epidemias y guerras. La causa principal estaba en la falta de actividad industrial y comercial, que implicaba un exceso de mano de obra y falta puestos de trabajo, que a su vez ocasionaban una inmigración de campesinos y obreros a otros territorios más productivos, tanto de España, Europa como de América.
Otro de los beneficios que implicaba la prohibición a las importaciones era una fuerte reducción de la fuga de monedas de plata, en concreto el Real de a Ocho, hacía las economías extranjeras al objeto de pagar las facturas de aquellos productos manufacturados.
Otro de los beneficios que implicaba la prohibición a las importaciones era una fuerte reducción de la fuga de monedas de plata, en concreto el Real de a Ocho, hacía las economías extranjeras al objeto de pagar las facturas de aquellos productos manufacturados.
Tras estas medidas de carácter proteccionista, habría que promover el desarrollo de la industria y el comercio nacionales, como haría más tarde Colbert en Francia. Para ello, Moncada expuso un plan de manufacturas importadas a sustituir y producir en España, y eso aumentaría la población trabajadora, el número de matrimonios y el incremento de la natalidad.
Consideraba que el Estado debía implicarse en la vida económica y política, ya que los problemas económicos sólo son eficaces si se ejecutan desde el punto de vista de la administración, pues sólo las economías nacionales son unidades económicas autónomas.
Moncada estuvo muy influenciado por el economista italiano Giovanni Botero y su obra La Razón de Estado. Por eso, identificaba gobierno con razón de Estado, y este "era medio para fundar, conservar y aumentar un reino, y este medio se debía poner al tiempo, y con las circunstancias que piden los negocios, que de otra suerte se dañarían".
De igual manera, consideraba que "saber gobernar es ciencia", propuso la fundación de cátedras universitarias de Ciencias Políticas. También propuso promocionar otras ciencias útiles para la economía como la Medicina y la Náutica.
Otros problemas que diagnosticó fueron el fraude fiscal, la elevada cantidad de alcabalas y la ineficacia de la Administración estatal, generando una penuria hacendística y una inmensa cantidad de leyes y pragmáticas. Era necesario reducir el número de funcionarios públicos en la Corte y administradores en otras estructuras del Estado, incluyendo a buena parte de cargos eclesiásticos y entidades religiosas.
Medidas propuestas de carácter fiscal fueron la reducción de las alcabalas a un impuesto único sobre los cereales, la prohibición de que el producto de las rentas no estuviese en manos de prestamistas extranjeros, soluciones para evitar la falta de metal amonedable, y acabar con el Servicio de Millones.
Durante el Barroco español, su Restauración política no tuvo cierta repercusión, pero fue durante la Ilustración cuando alcanzaron gran prestigio en Europa, se reeditó su obra en 1719 y tradujo a varios idiomas, y fue fuente de inspiración del género científico de la literatura arbitrista.
Se ha considerado que el pensamiento económico de Sancho de Moncada, junto al de Juan de Mariana, influenciaron en algunas ideas a la Escuela Austriaca de Economía.
Los escritores del siglo XVIII consideraron a Sancho de Moncada como el padre de los economistas españoles. Fue citado por Martínez de la Maza, en el siglo XVII, por Jerónimo de Uztáriz o Campomanes, en el XVIII, por Juan Sempere y Guarinos, en el XIX, y por Manuel Colmeiro y Penido en el XX. José Luis Sureda llegó a decir que se adelantó en 70 años a Leibnitz.
El historiador de economía Earl Jefferson Hamilton prestó una importante atención a Moncada en su investigación sobre la historia de los precios en España durante el Antiguo Régimen, que publicó en su obra Revolución de precios, en 1934. Este hispanista estadounidense propuso a la figura de Moncada como paradigma de la "presidencia espiritual" del Instituto de Economía del Centro Superior de Investigaciones Científicas.
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