Cronista, obispo de Chiapas y protector de indios, Bartolomé de las Casas es uno de los principales promotores del ideal del Buen Salvaje. Su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias fue el primer alegato escrito contra el Colonialismo moderno.
Fray Bartolomé de las Casas nació en Sevilla, en 1474. Provenía de una familia con ascendientes de origen judío-francés, que se apellidaban Casaus.
El pensamiento de la Ilustración francesa del siglo XVIII estuvo muy influenciado por el mito del buen Salvaje de Bartolomé de las Casas, traducido en la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, igualdad de los hombres ante la Ley. Fue de gran inspiración para los franceses ilustrados: Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot y Holbach. Había inspirado el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754) de Rousseau, y Supplément au voyage de Boungaillive (1772) de Diderot: taitianos bondadosos y felices, en vida primitiva, y europeos falsos y corruptos, en mundo artificial. El buen Salvaje de De las Casas fue un tópico del siglo XVIII, con antecedente en De los vehículos y De los caníbales de Montaigne.
Cuando De las Casas afirmaba que los judíos y musulmanes que habitaban en un reino cristiano no deberían estar sometidos, en materia religiosa, a la jurisdicción de sus príncipes, estaba reconociendo el principio de libertad religiosa. De la misma manera, cuando afirmó que a los judíos no se les podían imponer trabajos ni opinión contra Derecho, estaba señalando el trato de respeto y tolerancia que debe darse a una minoría racial y religiosa residente en una sociedad con otro tipo de creencias. Y llegó a reconocer el origen democrático del poder legislativo cuando dijo que todo legislador, al proceder su autoridad del pueblo o de la comunidad, puede obligar a sus súbditos a hacer o soportar lo que convenga al bienestar y salvación de toda República. Incluso se manifestó contra el genocidio al considerar que la antropofagia y el sacrificio de inocentes no son causas justificadas de guerra, por considerar que se ocasionaría así un mal mayor del que se pretende evitar.
Por otra parte, la obra de De las Casas dio lugar en Europa a la fundación de la Leyenda Negra, que sirvió de eficaz propaganda contra el Imperio de la Monarquía hispánica y a favor de sus enemigos. Supuso un violento ataque contra la imagen exterior, porque enfatizaba los defectos y crueldades de algunos colonos, narrando las matanzas y estragos de gentes inocentes, pero de forma exagerada, sin rigor científico. Además, el dominico sevillano profirió olvidarse de los muchos beneficios que tuvo la colonización española de América, y de la postura de la Corona española, siempre a favor de los indígenas americanos. Puso los intereses del Cristianismo muy por encima de los nacionales, y se comportó también como el judío converso que era, por lo que intentó cambiar su apellido en Casaus, para librarse en parte del odio que por él sintieron los cristianos viejos.
Es por eso que esta Brevísima relación y las Relaciones de Antonio Pérez hayan sido consideradas como el origen de la Leyenda Negra española. Posteriormente, fueron utilizados como libros propagandísticos desde los cuales lanzar violentos ataques contra el Imperialismo español. Se discutían las supuestas barbaries que cometían los españoles en suelo americano como una forma de desprestigiar su conquista y deslegitimar su autoridad para hacerlo. Países protestantes y enemigos de España (Portugal, Francia, Inglaterra, Países Bajos, etc.) fueron los principales valedores que fomentaron esa leyenda, ya que la conquista española iba en contra de sus intereses.
La reina Isabel II, ya en 1500, había prohibido la esclavitud, pero a menudo la realidad del Nuevo Mundo y las leyes que se dictaban desde la Corte no guardaban relación. Se trataba de un territorio vasto y difícil de controlar. Las buenas intenciones indigenistas de Montesinos y la orden dominica no hubieran tenido tanta influencia sin la intervención de Bartolomé de las Casas. Este se convirtió en el paradigma de la defensa indigenista frente a la parte más cruel de la colonización.
Después de haber estudiado humanidades, filosofía y derecho en la Universidad de Salamanca, en 1502, llegó a la isla La Española. Allí trabajó como doctrinero de Nicolás de Ovando, recibiendo una encomienda. Se ordenó sacerdote en 1510, y viajó a Cuba como capellán de Pánfilo de Narváez en 1512, ya muy influido por un sermón de fray Antonio de Montesinos de 1511, y por el encuentro que tuvo con fray Pedro de Córdoba, enviado por los dominicos a predicar en el Nuevo Mundo.
En 1514, recibió una encomienda en Jaguá, en la que los indios trabajaban en la minería, y ya calificó este trabajo de injusto. Tras renunciar a sus posesiones, decidió viajar a España, donde alzar la voz contra el brutal régimen de encomenderos. En la Corte se entrevistó con el rey Fernando el Católico y el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, que le nombró procurador universal y protector de los indios en 1516.
Aunque no fue el único, si llegaría a ser el más famoso de los eclesiásticos que eligieron ser fiel defensor de indios, siempre en litigio con los intereses de los conquistadores, del Consejo de Indias y de los teólogos y jurisconsultos que, como Ginés de Sepúlveda, rechazaron sus tesis.
Tras la muerte de Fernando y la regencia de Cisneros, sus buenas relaciones con el emperador Carlos V beneficiaron sus postulados y facilitaron la creación de las Nuevas Leyes de Valladolid, que prohibían a los encomenderos explotar a los indígenas Americanos. Este monarca además aprobó su Plan de Tierra Firme en Cumaná, en la actual Venezuela. Regresó a España en 1520, pero esta vez no pudo defender el pacifismo de los indios, porque se habían sublevado en su ausencia. Desengañado entró en la Orden de Santo Domingo, que ya criticaba en la Escuela de Salamanca, a través de Francisco de Vitoria, muchos aspectos de la colonización de América, entre ellos el sistema de encomiendas.
Tras la muerte de Fernando y la regencia de Cisneros, sus buenas relaciones con el emperador Carlos V beneficiaron sus postulados y facilitaron la creación de las Nuevas Leyes de Valladolid, que prohibían a los encomenderos explotar a los indígenas Americanos. Este monarca además aprobó su Plan de Tierra Firme en Cumaná, en la actual Venezuela. Regresó a España en 1520, pero esta vez no pudo defender el pacifismo de los indios, porque se habían sublevado en su ausencia. Desengañado entró en la Orden de Santo Domingo, que ya criticaba en la Escuela de Salamanca, a través de Francisco de Vitoria, muchos aspectos de la colonización de América, entre ellos el sistema de encomiendas.
MONUMENTO A BARTOLOMÉ DE LAS CASAS EN SEVILLA |
A partir de 1521, comenzó a escribir su Historia de las Indias, obra que no fue publicada hasta el siglo XIX, y entre 1535 y 1539 intentó la colonización pacífica de Vera Paz en Guatemala, con relativo éxito.
Regresó de nuevo a España en 1540, visitó a Carlos V en Valladolid. Sus informes orales y escritos impresionaron tanto al emperador, que este dispuso la destitución de varios miembros del Consejo de Indias y la elaboración de las Leyes Nuevas, aprobadas en Barcelona el 20 de noviembre de 1542. El nuevo código de leyes era claramente favorables a los derechos de los indios y muy perjudicial a los intereses de los encomenderos: prohibía la esclavitud de los indios, y se ordenaba que quedaran libres de los encomenderos, y fueran puestos bajo la protección de la Corona, o que en las tierras aún no exploradas dos religiosos vigilaran que los contactos con los indios fueran pacíficos.
Se le ofreció el obispado de Cuzco, que no aceptó, pero sí el de Chiapas en 1543, con el encargo de poner en práctica sus teorías. Residió dos años en la Ciudad Real de Chiapas, hoy San Cristóbal de las Casas, y regresó a España en 1547. Durante el resto de su vida continuó su labor a favor de los indios, por lo que fue conocido como el Apóstol de los Indios.
Entre 1550 y 1551, formó parte principal de la llamada Controversia de Valladolid, el gran debate sobre los Derechos Humanos que puso en cuestión el modo en que se estaba realizando la colonización del Nuevo Mundo. El "debate sobre los naturales" entre teólogos y juristas españoles, De las Casas defendía las tesis de Francisco de Vitoria, enfrentándose a su principal rival, Juan Ginés de Sepúlveda, quien defendía la licitud de la conquista.
Encargado por el Consejo de Indias de elaborar un sumario, fray Domingo de Soto dictaminó a favor de las tesis lascasianas, y el Consejo declaró ilegítimo el uso de la esclavitud en los indígenas americanos, aunque se continuó con la conquista.
Recobrado su prestigio, De las Casas decidió retirarse al convento de San Pablo, de Sevilla, para redactar Memoriales.
A finales de 1552, publicó en Sevilla, aunque terminada provisionalmente diez años ates en Valencia, su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, dirigida al rey Felipe II, para que conociese las injusticias que se estaban dando en el Nuevo Mundo. En este libro había basado su defensa durante la Controversia de Valladolid.
Los treinta capítulos narran a modo de sumario lo ocurrido en el Nuevo Mundo (enumeración por provincias, siguiendo el orden de las conquistas) relatando la larga lista de abusos cometidos por los colonizadores. No se trata de una obra historiográfica, sino un memorial de agravios, con carácter tendencioso y tono panfletario. Aunque se basa en hechos reales, de las Casas exageró de forma deliberada lo sucedido para llamar más la atención sobre el caso. Menéndez Pidal, en su obra El padre las Casas, su doble personalidad, califica estas dramatizaciones como "enormizaciones". Aunque Gabriela Mistral resumió su admiración denominándole "honor del género humano".
Caracterizó a los indios como "ovejas mansas", y a sus opresores colonizadores de "leones y tigres crudelísimos de muchos días hambrientos". Durante cuarenta años, los españoles no han hecho otra cosa que "desplazar" a las mansas ovejas, "matarlas, aniquilarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas". Para ello, se han valido de dos procedimientos, el primero por medio de "injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras", el segundo, "oprimiéndoles con la más dura, horrible y áspera servidumbre en que jamás hombres y bestias pudieron ser puestas". Y el único motivo de este cruel proceder no es otro que el afán de acumular "oro y henchirse de riqueza en muy breves días".
El dominico se sirvió de estas exageraciones de manera cuantitativa para describir el número de indígenas asesinados. En la obra habla de más de 15 millones de muertos, aunque si se suman realmente sus números el resultado es más de 24 millones, este dato es imposible. Además de las matanzas también hubo epidemias que acabaron con la vida de muchos indígenas (por ejemplo la de viruela en 1545) y plagas de hambre por falta de cosechas fructíferas. El hilo en sí del argumento es real, pero está exagerado.
Los datos dados por De las Casas fueron recogidos por el italiano Jerónimo Benzoni en Historia nueva del mundo (1581), traducida a varios idiomas europeos, así como se tradujo también la Brevísima Relación al latín (1598), italiano (1626), flamenco (1567), francés (1579), inglés (1583) y alemán (1597). En cambio, en España el libro tuvo poca difusión, prohibido por la Inquisición en 1659, circuló más como un libro clandestino que público.
EL TORMENTO DE CUAUHTÉMOC, POR LEANDRO IZAGUIRRE |
Bartolomé de las Casas ha pasado a la historia por ser precursor del pensamiento racionalista francés del siglo XVIII, defensor de los derechos humanos y un adelantado del anticolonialismo de la Modernidad.
Fue uno de los precursores del Anticolonialismo moderno, pues aunque aceptó a veces la tesis de la asimilación, en otros textos se reafirmó en la opinión de que todo régimen político o jurídico, impuesto por la fuerza, es ilegítimo: todos los pueblos son libres, por lo que no pertenecían a los reyes de Castilla. Incluso atacó el pretendido derecho de propiedad sobre las riquezas explotadas por los conquistadores, no admitió nunca el dominio político sobre América, sino un simple impulso de difusión pacífica del evangelio, siendo su crítica la primera que se hizo a la moderna colonización.
En la obra Apologetica historia sumaria, De las Casas tuvo el deliberado propósito de reivindicar al indio como el buen Salvaje, impugnando el concepto de salvaje aplicado al indio, pues gozan de plena capacidad racional.
El pensamiento de la Ilustración francesa del siglo XVIII estuvo muy influenciado por el mito del buen Salvaje de Bartolomé de las Casas, traducido en la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, igualdad de los hombres ante la Ley. Fue de gran inspiración para los franceses ilustrados: Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot y Holbach. Había inspirado el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754) de Rousseau, y Supplément au voyage de Boungaillive (1772) de Diderot: taitianos bondadosos y felices, en vida primitiva, y europeos falsos y corruptos, en mundo artificial. El buen Salvaje de De las Casas fue un tópico del siglo XVIII, con antecedente en De los vehículos y De los caníbales de Montaigne.
Cuando De las Casas afirmaba que los judíos y musulmanes que habitaban en un reino cristiano no deberían estar sometidos, en materia religiosa, a la jurisdicción de sus príncipes, estaba reconociendo el principio de libertad religiosa. De la misma manera, cuando afirmó que a los judíos no se les podían imponer trabajos ni opinión contra Derecho, estaba señalando el trato de respeto y tolerancia que debe darse a una minoría racial y religiosa residente en una sociedad con otro tipo de creencias. Y llegó a reconocer el origen democrático del poder legislativo cuando dijo que todo legislador, al proceder su autoridad del pueblo o de la comunidad, puede obligar a sus súbditos a hacer o soportar lo que convenga al bienestar y salvación de toda República. Incluso se manifestó contra el genocidio al considerar que la antropofagia y el sacrificio de inocentes no son causas justificadas de guerra, por considerar que se ocasionaría así un mal mayor del que se pretende evitar.
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS PROTECTOR DE INDIOS |
Por otra parte, la obra de De las Casas dio lugar en Europa a la fundación de la Leyenda Negra, que sirvió de eficaz propaganda contra el Imperio de la Monarquía hispánica y a favor de sus enemigos. Supuso un violento ataque contra la imagen exterior, porque enfatizaba los defectos y crueldades de algunos colonos, narrando las matanzas y estragos de gentes inocentes, pero de forma exagerada, sin rigor científico. Además, el dominico sevillano profirió olvidarse de los muchos beneficios que tuvo la colonización española de América, y de la postura de la Corona española, siempre a favor de los indígenas americanos. Puso los intereses del Cristianismo muy por encima de los nacionales, y se comportó también como el judío converso que era, por lo que intentó cambiar su apellido en Casaus, para librarse en parte del odio que por él sintieron los cristianos viejos.
Es por eso que esta Brevísima relación y las Relaciones de Antonio Pérez hayan sido consideradas como el origen de la Leyenda Negra española. Posteriormente, fueron utilizados como libros propagandísticos desde los cuales lanzar violentos ataques contra el Imperialismo español. Se discutían las supuestas barbaries que cometían los españoles en suelo americano como una forma de desprestigiar su conquista y deslegitimar su autoridad para hacerlo. Países protestantes y enemigos de España (Portugal, Francia, Inglaterra, Países Bajos, etc.) fueron los principales valedores que fomentaron esa leyenda, ya que la conquista española iba en contra de sus intereses.