DOCTRINA POLÍTICA Y FILOSÓFICA DE LAS UNIVERSIDADES HISPANOAMERICANAS


Durante el proceso de colonización de los territorios americanos por el Imperio español, se fundaros una veintena de universidades, entre los siglos XVI y XVIII. Estas impartieron cátedras de Derecho y Filosofía, cuyos origen ideológico e intelectual estuvo en la Universidad de Salamanca y en los filósofos y juristas Francisco de Vitoria, Juan de Mariana y Francisco Suárez.

Los principales catedráticos y promotores del Derecho y Filosofía en las universidades hispanoamericanas fueron Alonso de la Vera Cruz, Francisco Cervantes de Salazar, Bartolomé de Albornoz, Alonso Rubio de Rueda y Juan de Lorenzana. Estos instruyeron a estudiantes criollos, mestizos e indígenas sobre el Derecho de Gentes y la defensa de los indios.

DOCTRINA POLÍTICA Y FILOSÓFICA DE LAS UNIVERSIDADES HISPANO-AMERICANAS

El origen del pensamiento político cristiano que se impartía en las universidades de América fundadas por el Imperio español estuvo en la Escuela de Salamanca, un movimiento de carácter teológico y jurídico. La llamada Escuela Española de la Paz apareció en la Universidad homónima durante las primeras décadas de la colonización española del Nuevo Mundo. Sus ideas y debates trazaron normas humanitarias, base de la libertad de las personas y de la soberanía de los pueblos.

Su doctrina fue enseñada en las aulas de los colegios mayores y universidades de los virreinatos debido a que durante el siglo XVI buena parte de los fundadores, rectores y catedráticos habían estudiado en la Universidad de Salamanca. Aquellos discípulos instruyeron su doctrina a los alumnos criollos, mestizos e indígenas. Sus principales representantes fueron Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Martín de Azpilcueta, Juan de Mariana, Bartolomé de las Casas, Francisco Suárez, Juan de la Peña, Tomás de Mercado, etc.

UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

En las Universidades hispanoamericanas siempre estuvo presente el mensaje político, jurídico y filosófico del maestro Francisco de Vitoria. Teólogo, jurista y catedrático, fue el más alto representante de la escuela jurídica española y principal fundador de los Derechos Humanos. Su doctrina estuvo basada en el Derecho Internacional, haciendo posible el entendimiento entre los pueblos de buena voluntad y facilitando las mutuas relaciones de justicia y de caridad entre colonizadores españoles e indígenas americanos. Se había anticipado a su tiempo de tal modo que sus relecciones han sido adoptadas por muchos tratadistas modernos.

El pensamiento de Vitoria sobre el trato a los indios y los Derechos Humanos quedó reunido en Relecciones Theologicae, de las que sobresalen sus tres libros: De Matrimonio, de 1531; De Iure Belli, de 1539; y De Indis, de 1539. En ellas se rechaza el poder temporal del papa, al que consideraba como un vicario de Cristo, con poder espiritual y no temporal; se analizan diversos aspectos jurídicos de las relaciones españolas con los indios y también se repasa el Derecho de Guerra, como elemento fundacional de los principios jurídicos internacionales.

Vitoria sostenía que el poder real emanaba de Dios y lo depositaba en el pueblo; único poder superior natural de los hombres, que por esencia son libres e iguales. El pueblo a su vez encomendaba a un príncipe, que debía jurar las leyes del pueblo para su conversión en rey. Este no era el propietario del reino y de su pueblo, sino un "padre" que debería realizar un buen gobierno conforme al derecho y en beneficio del bien común. Por tanto, el pueblo tiene la licitud de derrocar al rey elegido si este rompía el pacto foral y se comportaba como un déspota, llegando incluso al Tiranicidio. Algo revolucionario para la Edad Moderna, cuyas ideas políticas europeas estaban basadas en el Autoritarismo de las monarquías y la lucha de gobernante por el poder según El Príncipe de Maquiavelo.

FRANCISCO DE VITORIA Y EL CONVENTO DE SAN ESTEBAN DE SALAMANCA

Otro de los principales representantes de la Escuela de Salamanca en las Universidades virreinales fue Juan de Mariana, gran promotor de la teoría del Tiranicidio. En 1598, publicó el libro De rege et regis institutione, por petición de García de Loaysa y Girón, consejero real de Felipe III. En su obra, Mariana atacó las bases ideológicas del Absolutismo monárquico, pues mantenía que el poder real no emana de Dios, sino de un contrato pactado entre el príncipe y el pueblo, representado este por las Cortes.

Asumía que existe la posibilidad de que aquel contrato no se llevara a cabo y el gobierno de rey terminase en tiranía. En su opinión era la peor de las formas de gobierno, que degenera en todos los vicios, especialmente en la lujuria, la avaricia y la crueldad. El pueblo tiene la legitimidad de hacer la revolución y la ejecución del tirano.

FRANCISCO SUÁREZ Y JUAN DE MARIANA

Sin embargo, el pensamiento político y filosófico más influyente en las universidades hispanoamericanas fue el del jesuita Francisco Suárez, catedrático en la Universidad de Salamanca. Fue el promotor de la teoría de la Soberanía Popular Moderna.

A petición de la Iglesia católica, Suárez entabló una importante polémica con el rey de Inglaterra. Jacobo I era defensor del Absolutismo monárquico y sostenía que el poder real era delegado directamente por el pueblo, por tanto, no tenía que responder de sus actos ante sus súbditos, sino únicamente ante Dios. Tal fue el impacto frente el Absolutismo monárquico francés que Suárez fue quemado en París.

En su obra Defesio fidei catholicae adversus anglicanae seactae errores, Suárez defendió que la legitimidad del rey no es de carácter divino, sino humano, y que cuando la ley es injusta entonces la desobediencia y la revolución están justificadas.

Para Suárez, el poder deriva de Dios, fuente de toda razón y justicia, pero no pasa de Dios al monarca, sino que es el pueblo el que se convierte en intermediario del poder. El pueblo, como depositario del poder, se lo entrega a los hombres que han de gobernar el Estado a través de un contrato político que establece que, si el gobernante no cumple su función de acuerdo al bien común y actúa como un tirano, el pueblo tiene el derecho a levantarse en armas en contra de la tiranía, a asumir de nuevo el poder y a entregarlo a otro gobernante con capacidad para cumplir sus funciones de manera efectiva.

El pensamiento político suareciano se impartió en las universidades de la América española hasta la expulsión de los jesuitas, en 1767, por orden de Carlos III. Por tanto, los pioneros de la soberanía popular en Hispanoamérica no fueron ni Locke ni Rousseau, sino el filósofo Francisco Suárez.

UNIVERSIDAD DE MÉXICO

Tanto Francisco de Vitoria, Juan de Marina y Francisco Suárez permanecieron en Salamanca, pero crearon una escuela de pensamiento de cuyos discípulos buena parte pasaron a enseñar y difundir sus ideas en las recién fundadas universidades y colegios virreinales del Imperio española. Entre los más destacados profesores que enseñaron en México destacaron: Alonso Gutiérrez de Veracruz, Francisco Cervantes de Salazar, Bartolomé Frías de Albornoz y Antonio Rubio de Rueda.

Alonso Gutiérrez de Veracruz, también llamado Alonso de la Vera Cruz, había nacido en Toledo y estudiado Gramática y Retórica en la Universidades de Alcalá de Henares y después Filosofía y Teología en la de Salamanca. Allí se convirtió en alumno y discípulo de Francisco de Vitoria y de Domingo de Soto, otro importante miembro de la escuela, quienes introdujeron el Tomismo, la filosofía de Santo Tomás. Alcanzó el grado de maestro de Teología.

En 1536, viajó al Virreinato de la Nueva España para dedicarse a la evangelización de indígenas, ingresado en la Orden de San Agustín. Veracruz fue posiblemente la figura más relevante de la filosofía de Hispanoamérica del siglo XVI, cuya enseñanza abarcó tanto la lógica como la física y la ética social. Ejerció el magisterio en la Real Universidad de México y en los colegios de su orden que él mismo fundó.

ALONSO DE LA VERA CRUZ

En tierras de Michoacán, Veracruz aprendió la lengua tarasca para predicar el evangelio cristiano a los indios. En 1540, Alonso de Veracruz fundó el convento de San Juan Bautista, abrió la primera biblioteca de América y dictó el primer curso de Filosofía en el Nuevo Mundo, casi un siglo y medio antes de que en la Universidad de Harvard se comenzara a impartir esta disciplina. En este mismo estado de Michoacán, contribuyó a la fundación del Real Colegio de San Nicolás Obispo, en la población de Pátzcuaro, que más tarde se convertiría en una de las universidades más importantes de continente.

En 1553, escribió su tratado de filosofía De demonio infidelium, el primer libro de esta materia realizado en América. Siguiendo el pensamiento de su maestro Francisco de Vitoria, mantenía que "la soberanía procede del pueblo y que el gobernante se vuelve un dictador por el modo en cómo accede al poder" (tyrannus ab origine) "y por la manera de gobernar o regir" (tyrannus a regimine). Posteriormente, afirma que "cualquiera de los dos títulos hace al gobernante injusto merecedor de ser depuesto" y niega "que haya siervos por naturaleza", en consecuencia, con lo cual el dominio sobre los indios (por el rey y los encomenderos) depende de la voluntad popular y no pueden poseerse sus tierras, ya que no hay ninguna duda de que "el papa puede darle al emperador alguna parte del mundo para que la haga evangeliza".

Lo que estaba defendiendo Alonso de Veracruz era algo totalmente novedoso para la época: que el rey era un monarca legítimo solo si la voluntad del pueblo así lo aceptaba, porque el poder proviene siempre de Dios y el creador se lo otorga siempre al pueblo y este lo delega al rey para que sea el realizador de un proyecto político justo y basado en los evangelios.

Para Alonso de Veracruz, los indios dominados por el Imperialismo antropófago de los aztecas fueron los que aceptaron al rey de España. El nuevo orden político que les proponía el soberano español era más justo que el establecido antes de la llegada de los colonizadores, ya que el antiguo sistema estaba basado en la opresión, el terror y la antropofagia. Y de esta aceptación deriva la autoridad real.

En la misma línea de reflexión que Francisco de Vitoria, Alonso de Veracruz enumeró las motivaciones ilegítimas que se aducían para la conquista de las Indias, así como las que podrían alegarse como legítimas. Entre las segundas, el agustino se refirió al "régimen tiránico de los príncipes bárbaros", que debe evitarse; a la antropofagia y los sacrificios humanos a las alianzas entre los españoles y otros pueblos indígenas, como los tlaxcaltecas, y a la elección libre y voluntaria de los indios.

Entre sus alumnos estuvo el gobernador indio de Pátzcuaro, Antonio Huirziméngari Mendoza y Calzonzin, hijo del último cacique de los tarascos. También fueron discípulos suyos Francisco Cervantes de Salazar, escritor y maestro universitario, y los escritores Esteban de Salazar y Andrés de Tordehumos.

ALONSO DE LA VERA CRUZ Y FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR

Francisco Cervantes de Salazar, nacido en Toledo en la segunda década del siglo XVI, estudió en Salamanca, y después en la Real Universidad de Toledo. Estuvo al servicio del cardenal García de Loaysa, lo que le permitió entrar en contacto con Hernán Cortés. En 1550, se trasladó al Virreinato de la Nueva España para estudiar en la Real Universidad de México, de la que llegó a ser rector, y, en 1554, se ordenó sacerdote.

Entre sus obras destaca Crónica de  la Nueva España, por su alto valor histórico y antropológico debido a la cantidad de datos sobre la conquista de México y las culturas indígenas. Escribió Túmulo imperial de la gran ciudad de México, donde describió las ceremonias fúnebres que se realizaron en la capital novohispana por la muerte del emperador Carlos V. 

Bartolomé Frías de Albornoz, nacido en Talavera de la Reina en 1519, estudio Derecho en Salamanca y se doctoró en la Universidad de Osuna. Dominaba el latín y el griego, y leía en hebreo, árabe, francés e italiano. El humanista y gramático Francisco Sánchez de las Brozas lo llamó doctor in linguis omnibus perfectissimum, es decir perfecto conocedor de todas las lenguas.

En 1553, fundó la cátedra de Instituta, es decir, de Derecho Civil, de la Universidad de México. Experto en Aristóteles y Cicerón, fue conocido en su tiempo por defender la abolición de la esclavitud. En 1573, publicó en Valencia su Arte de los contratos, donde rechazaba la licitud del esclavismo y el tráfico de seres humanos.

Alonso Rubio de Rueda fue considerado "el más importante de los jesuitas españoles enviados a América", por Walter Redmond en su obra Lógica mexicana de Antonio Rubio: una nota histórica. Fue debido a la gran influencia que su obra filosófica tuvo en Europa a través de Descartes. De hecho, el mismo Descartes, mientras estuvo en el Real Colegio de La Fléche, estudió los comentarios a la Lógica de Aristóteles que Rubio de Rueda incluyó en su Lógica mexicana.

Juan de Lorenzana llegó a ser prior del convento de Lima y luego provincial, y catedrático de Prima de Teología, como los anteriores. Gran discípulo de la denominada Escuela de Salamanca, fue el nuevo Báñez a quien todos consultaban.

UNIVERSIDAD DE SAN MARCOS DE LIMA

Entre los filósofos y juristas que fueron discípulos de Francisco Suárez y que se trasladaron a América para ejercer la docencia se encuentran:

Juan de Atienza fue rector del Colegio de San Martín de Lima, que llegó a contar con más de trescientos estudiante.

Juan Perlín fue profesor de Filosofía en Quito, Cuzco y Lima, que posteriormente regresó a España por petición de Suárez para trabajar junto a él.

Diego de Torres Bollos fue fundador del Colegio Máximo de Córdoba, luego reconvertido en la Universidad de San Ignacio de Loyola.

Al margen de las disciplinas centrales que fueron el Derecho y la Teología, se intentaron implantar cátedras de lenguas indígenas, cuyo conocimiento era obligatorio para los misioneros, pero no se obtuvieron logros de alcance.

A medida que fue avanzando el siglo XVII, tomaba ventaja la enseñanza de las llamadas "ciencias útiles". En filosofía, el Racionalismo sustituyó al Aristotelismo y el Tomismo, el idioma español al latín, y ciencias como la medicina y las matemáticas, durante el siglo XVIII. Estas disciplinas se consideraban de aplicación directa a la vida cotidiana y se volvía más atractiva para el estudiante.

CARTOGRAFÍA Y COSMOGRAFÍA DE ALONSO DE SANTA CRUZ


El cronista, geógrafo, cartógrafo y cosmógrafo de la Casa de Contratación de Sevilla Alonso de Santa Cruz pasó a la historia de la cartografía y geografía por hallar un modo de trazar los intervalos entre los paralelos de las proyecciones esféricas, evitando los errores que se producían en las cartas planas. Por ello, es considerado el gran precursor de los mapas de variaciones magnéticas, a mediados del siglo XVI.

Su gran obra cartográfica fue el Islario General de todas las islas del Mundo, escrita en 1560, que representan todas las islas y penínsulas del mundo, y muestran todos los descubrimientos realizados por los exploradores europeos desde 1400 hasta mediados del siglo XVI. Es el primer atlas realizado sobre papel, en lugar de pergamino, y posee un diseño más funcional, menos estético que los portulanos del siglo XV.

Además, pudo hacer novedosas aportaciones a la náutica y cosmografía en el Libro de las Longitudines, primera recopilación del conjunto de planeamientos y soluciones en la determinación de la longitud marítima. Además, inventó instrumentos náuticos para la determinación de las longitudes en la técnica de marear.

APORTACIONES CARTOGRÁFICAS Y COSMOGRÁFICAS DE ALONSO DE SANTA CRUZ

Alonso de Santa Cruz nació en Sevilla, en 1505. Su familia se dedicaba a los negocios de la Casa de Contratación de Indias y vivían en el Real Alcázar de Sevilla, centro administrativo de las expediciones descubridoras y mercantiles que España enviaba al Nuevo Mundo. Su padre era el como funcionario y comerciante Francisco de Santa Cruz, tomó parte de la expedición que Fernando el Católico envío sobre el norte de África, en 1510.

La residencia en el Real Alcázar y la profesión de su padre, le sirvió a Alonso para adquirir conocimientos en cosmografía y astronomía. Su formación en Cosmografía y Cartografía fue adquirida de la lectura de libros y alguna formación que recibiera de Hernando de Colón y otros pilotos de la Casa de Contratación. Según reconoció en su obra Islario, aprendió de hasta 46 científicos entre los que destacan Plinio, Ptolomeo y Estrabón, entre los clásicos, o Mártir de Anglería, Vespucio, Fernández de Oviedo, entre los más renacentistas.

Durante sus años de juventud, vivió el ambiente sevillano de las expediciones hacia las tierras descubiertas y por descubrir, los nuevos negocios emprendidos por comerciantes, funcionarios y administradores de la Casa de Contratación, y las novedosas técnicas sobre náutica, cosmografía, astronomía y geografía desarrolladas por marinos y científicos renacentistas.

PUERTO MERCANTE DE SEVILLA

A la edad de veinte años, Alonso de Santa Cruz tomó parte en uno de aquellos viajes transoceánicos junto a su padre. Fue la Expedición de Sebastián Caboto a las islas de la Especiería (Tarsis, Ofir, Cipango y Catayo), rumbo oriente, que debería buscar primero un paso entre los océanos Atlántico y el Pacífico. Era capitán de la nao Santa María del Espinar, pequeño socio capitalista y veedor por los armadores, siendo su padre que más financiación aportó al proyecto.

En abril de 1526, la escuadra partió desde Sanlúcar de Barrameda, llegando a Pernambuco, en el actual Brasil, en junio. Después, avanzó por el litoral sur hasta arribar al puerto de los Patos en busca de los náufragos de la expedición de Díaz de Solís. El viaje de cabotaje continuó pasando por los accidentes litorales del cabo de San Agustín, el río San Miguel, representado por vez primera en la cartografía de Santa Cruz, la isla de Buen Abrigo, donde se resguardó de un temporal, y el cabo de Santa María. En febrero de 1527, se produjo "el descubrimiento del río de la Plata y en toda aquella tierra hasta la provincia de Charcas, en la tierra del Perú".

El regreso de la expedición fue lago y problemático. En marzo de 1528, pasaron por cabo de San Vicente (Brasil), donde quedó arribada la nao Santa María del Espinar, isla La Española (Santo Domingo), Nombre de Dios (Panamá), Veracruz (México) y canal de Bahamas, del cual escribió "que fuimos los primeros que vieron a pasar la dicha canal para venir a España". En julio de 1530, llegó a Sevilla.

EXPEDICIÓN DE SEBASTIÁN CABOTO

Aquel viaje de cinco años "con muchas guerras y hambres y demasiados trabajos" resultó una escuela práctica de náutica y cosmografía para Santa Cruz, pues había podido observar el mar, la costa y el medio terrestre, anotar datos, describir accidentes geográficos e incrementar sus conocimientos náuticos.

Y tras aquella experiencia práctica, comenzó una etapa de proyección especulativa basada en el estudio de la cartografía, astronomía y cosmografía. Insatisfecho por los sistemas de proyección cilíndrica, para Santa Cruz era muy necesaria la exactitud de todos los datos obtenidos en sus expediciones, así como las variaciones de la aguja de marear para poder regresar por el mismo itinerario. Los marinos debían por al detalle los accidentes geográficos y límites territoriales por los que pasaba, incluyendo aspectos antropológicos, culturales y toponímicos.

Para tal fin, redactó libros de carácter didáctico y construyó instrumentos que permitiesen mejoras en la determinación del rumbo y la ejecución de cartografías.

ALONSO DE SANTA CRUZ

En 1533, se celebró una comisión de expertos del Consejo de Indias con Francisco Falero, Sebastián Caboto, Hernando Colón y Alonso de Santa Cruz. El objetivo era examinar los instrumentos náuticos que presentara Gaspar Revello. Además, Santa Cruz puso a prueba sus cartas e instrumentos náuticos relacionados con la expedición a la Especiería. Entre estos inventos había un aparato para determinar la longitud por distancias entre la luna y los planetas. Un año después, innovó un instrumento para hallar la longitud por las desviaciones de la brújula.

Entre esos mapas destacó la Carta abierta por los meridianos desde la Equinocial a los Polos..., que fue considerada por Fernández de Navarrete como principio teórico para la construcción de cartas esféricas, sistema cartográfico que fue perfeccionándose.

En otra carta, reflejó el resultado de una medición sobre un grado terrestre por distancia de 17 leguas y media, criterio que defendió en las Juntas de Badajoz-Elvas, en 1524. También realizó su primera carta de carácter magnético con indicaciones de las desviaciones de la aguja.

En 1535, inició su carrera en la Casa de Contratación de Sevilla con el cargo de "cosmógrafo de hacer cartas y fabricar instrumentos para la navegación", y contino de la Casa Real. A petición de la Junta de Pilotos, elaboró instrumentos náuticos para determinar la longitud magnética y la trazada, y realizó el perfeccionamiento del Padrón Real.

Fue requerido por el emperador Carlos V para que residiera en la Corte, donde debía formarle en sus conocimientos científicos, y así escribió en su Memorial que en Valladolid:
"… he estado más de siete años, donde traje muchas cartas de Geografía y libros de Astrología y Cosmografía y Filosofía, que había hecho estando en Sevilla …"
Aquellas cartas eran planisferios con diversas proyecciones "de toda España y de todas las provincias de las Indias Occidentales, de punto muy grande que, cuando vuestra señoría fuere servido, las podrá ver, con los instrumentos para el tomar de la longitud".

ISLARIO GENERAL DE ALONSO DE SANTA CRUZ

La obra geográfica más importante de Santa Cruz fue Islario general de todas las islas del mundo, iniciada en 1560 por encargo de Felipe II. Probablemente fue ideada para formar parte de una futura obra mayor llamada Geografía Universal, que pretendía ser histórica, descriptiva y humana, y que a su vez debía englobarse en la Historia Universal, y que no pudo dejar terminada.

Es el primer atlas geográfico impreso en papel en lugar del tradicional pergamino. En cuanto a su diseño es más funcional, y menos estético y ornamentado que los portulanos del siglo XV estaban ornamentados con rosas de los vientos y personajes mitológicos. Desde el punto de vista técnico, fue el gran avance desde las cartas planas (portulanos) a las novedosas cartas esféricas (mapas de latitudes aumentadas) de mediados del siglo XVI, evitado en buena medida la deformación que experimentaba la esfericidad de la Tierra llevada al plano.

El Islario está compuesto de poco más de cien mapas que representan todas las islas y penínsulas del mundo, y muestran todos los descubrimientos realizados por los exploradores europeos desde 1400 hasta mediados del siglo XVI, incluyendo unos mapas de las ciudades de Cádiz, Venecia y México.

ISLARIO GENERAL DE ALONSO DE SANTA CRUZ

Los mapas están agrupados según su localización geográfica a través de ocho tablas de doble hojas.

La primera tabla abarca las islas de las Indias Occidentales donde están La Española, Cuba y Jamaica con la península de Yucatán y otras muchas islas junto a ellas. Se trata de la América Central y Antillana con la Nueva España al Norte y el cuadrante noroccidental de América del Sur.

La tabla segunda presenta a costa del Brasil y las islas del río Marañón, de la Plata, del estrecho de Magallanes y de la costa del Perú.

La tabla tercera contiene lo fundamental del Atlántico norte entre Islandia y Canarias por el oriente y las costas del Labrador y las Bermudas por el occidente.

La tabla cuarta contiene las islas del Mediterráneo hasta el mar Negro, incluyendo la península de Azof, toda la península ibérica, islas del Atlántico europeo hasta Bretaña, y la parte septentrional de África e islas próximas.

La tabla quinta refleja la parte meridional de África, incorporando las islas del Índico africano como Madagascar.

La tabla sexta contiene los mares Rojo y Pérsico y las islas contenidas en ellos, la península de Arabia, la costa de la India oriental y las islas que están junto a ella con Sri Lanka.

La tabla séptima representa al resto del Índico, la península de Indochina y Sumatra, las islas del Extremo Oriente, escasamente conocidas, y por tanto, dibujadas sin definir el contorno de sus costas como las islas de Java, Filipinas y las famosas Molucas.

La tabla octava hace énfasis en el espacio Mediterráneo oriental, con especial atención al escenario greco-céntrico, a las islas que se hallan entre Italia y Turquía, y los archipiélagos del Egeo y su entorno inmediato.

Los mapas incluyen escalas en latitud y algunas en longitud, y cuerpos de agua con escalas variadas y orientadas con rosas de los vientos. A pensar de elaborar esta enorme obra cartográfica, Santa Cruz realizó un escaso trabajo de campo. Se basó en documentos y planos que llegaban a la Casa de Contratación procedentes de los diversos orígenes. En 1545, se trasladó a Lisboa de forma momentánea para recoger una valiosa información cartográfica, después de haber vivido en la Corte vallisoletana y regresar a su Sevilla natal para completar los proyectos científicos y literarios.

La Biblioteca Nacional de Madrid, de Viena y de Besançon conserva un ejemplar. Nunca fue publicado por su alto valor estratégico para el Imperio español.

ISLARIO GENERAL DE ALONSO DE SANTA CRUZ

Las Instrucciones a los descubridores, que presentó al rey Felipe II en 1556, tenía por objetivo era la formación a los españoles destinados en los virreinatos de América.

Defendía la dirección de los proyectos mercantiles por parte de la Monarquía por motivos económicos y estratégicos; que las autoridades virreinales debían realizar un detallado estudio de campo por los capitanes y científicos, mediante una buena formación y útiles básicos de cartografía. Este conjunto de instrucciones imponía la exploración de la toponimia, la fisiografía y la hidrografía, complementados con estudios sobre etnografía, zoología, minería, agricultura, religión, etc., tanto de los territorios como de sus habitantes.

Sus obras más logradas sobre geografía son el Islario general y las Instrucciones para descubridores, ambas formarían parte de su Geografía Universal, y que han convertido a Santa Cruz en uno de los más destacados científicos de la historia de la geografía, gracias además al valor de sus aportaciones a la cartografía. La obra cartográfica quedaba englobada dentro de los términos de "geografía y descripción".

El propio Cruz subraya, conforme al estado de la ciencia, los conceptos básicos sobre cosmografía, geografía y corografía (histórica, descriptiva y humana) que también se aprecia en su Libro de las Longitudines, sobre astronomía, donde declaraba brevemente su concepto.

De carácter complementario fue elaborando otros trabajos cartográficos como los mapas de México, de Estocolmo o de El Escorial.

MAPA DE ESTOCOLMO

El Mapa de México-Tenochtitlán tuvo su origen en testimonios indígenas mexicanos del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, donde se recreaban las imágenes y eran remitidas por el virrey Antonio de Mendoza a Alonso de Santa Cruz. Por lo que respecta a esta ciudad-isla, capital del Virreinato de la Nueva España, la tradición pictográfica azteca permitía disponer de información de amplios territorios del Virreinato de la Nueva España.

El Atlas de Estocolmo es un mapamundi de 1542, que está coloreado sobre pergamino y presenta una proyección hemisférica polar. Se conserva un ejemplar en la Real Biblioteca de Estocolmo.

El Atlas de El Escorial constituye un conjunto de 21 hojas plegadas, enmarcadas y numeradas en los aparecen mapas de la península Ibérica pintados a pluma, en tinta negra por una sola cara. Iniciado de forma anónima por encargo de Carlos V a mediados del siglo XVI, fue recuperado por Santa Cruz, quien fue añadiendo nuevos documentos y corrigiendo errores. El resultado fue el mapa de España con mayor escala de todos los que se conservan del Renacimiento. La biblioteca de la Real Academia de la Historia posee un ejemplar.

Además de este gran mapa de España, realizó otros de Francia, Inglaterra, Escocia, Irlanda, Alemania, Flandes, Hungría, Grecia, Italia, Córcega, Sicilia, etc.

La Geografía del Perú fue presentada al príncipe Carlos y a los miembros de una Junta de experto durante su estancia en la Corte de Felipe II, en 1554.

MAPA DE MÉXICO-TENOCHTITLÁN

Su presencia en la Corte de Valladolid fue debida a que fue requerido por el rey para tomar parte de una Junta de Cosmógrafos y Astrónomos presidida por el jefe del Consejo de Indias, Luis Hurtado de Mendoza. Además de aquella Geografía, expuso un interesante grupo de astrolabios, cuadrantes, relojes y bolas del mundo. Durante su larga permanencia en la Corte, se encargó de la formación del príncipe Carlos, hijo de Felipe II, en sus especialidades. Así escribió en su Memorial:
"… siendo llamado para venir a esta corte por mandado de su majestad parecióme no ser justo presentarme ante vuestra alteza sin traer cosas que le agradasen y diesen algún contento y así traje muchas cartas de geografía en diversas formas hechas y muchos libros de historia y crónicas, así de los reyes católicos … como del Emperador vuestra abuelo y otros libros de filosofía, astrología y cosmografía, todos los cuales yo tengo hechos con mucho trabajo y diligencia después de la partida de su majestad de estos reinos; y no menos traje puestas en árboles las siete artes liberales en romance castellano para mejor se poder entender, y de la propia manera la genealogía de los dieciséis abuelos de vuestra alteza traídos casi desde Noé y de todos los reyes y señores de la Asia, África y Europa, Indias Orientales Occidentales y toda la pintura y geografía de estas dichas partes de tierras de forma muy grande para mejor se poder entender las particularidades de ellas. Traje asimismo muchos instrumentos de astrolabios, cuadrantes, relojes y otros de diversas maneras hechos por los cuales se puede fácilmente saber la distancia o apartamiento de cualesquier dos lugares, así en longitud como latitud, por muy apartados que sean, muy provechos a los que navegan y no menos a vuestra alteza otras muchas cosas gustosas y provechosas."
LIBRO DE LAS LONGITUDINES POR ALONSO DE SANTA CRUZ

Pero el objetivo principal de su participación en aquella Junta de Cosmógrafos y Astrónomos, celebrada el 7 de agosto de 1554 en Valladolid, fue el análisis y valoración sobre la idoneidad de algunos instrumentos metálicos para el cálculo de longitudes magnéticas en el mar que había traído el alemán Pedro Apiano. El informe de aquel análisis fue su Libro de las longitudines y manera que hasta ahora se ha tenido de navegar, con sus demostraciones y ejemplos, dirigido al muy alto y muy poderoso Señor Don Philipe II, de este nombre rey de España. La Biblioteca Nacional guarda un manuscrito parcial de esta obra.

El Libro de las longitudes aportaba un sistema para calcular la longitud en el mar, también llamada altura "este-oeste". Fue la primera síntesis que recogía de manera sistematizada todos los conocimientos sobre la longitud, desde la antigüedad hasta mediados del siglo XVI.

Demuestra la importancia que Santa Cruz tiene en la historiografía náutica española y universal, anticipándose en buena medida al propio Mercator.

Los contenidos del libro se estructuran en una carta de presentación, una primera parte de entidad propia y elaboración personal, y una segunda parte de contenidos muy diversos.

La primera parte explica las doce maneras para calcular la longitud, con todas las medidas conocidas, y su provecho para la navegación. Santa Cruz ideó un procedimiento práctico en el que los rumbos seguían líneas rectas cruzando meridianos (líneas norte-sur) paralelos llegando a obtener trazados de rumbos.

Una de sus conclusiones más interesantes, para la época, es su corolario, apoyado en el tratado de Tordesillas de 1494, por el cual las islas de las Especias (Molucas) pertenecerían a España.

También construyó una carta marina, con las líneas isogónicas, que fue presentada en Corte junto a los instrumentos elaborados por él para el cálculo longitudinal, mediante un proyecto de expedición al estrecho de Magallanes.

La segunda recogió los contenidos del libro primero de la Geografía de Ptolomeo añadiendo sus anotaciones explicativas, comentarios y demostraciones geométricas, según su criterio.

ESQUEMAS DEL LIBRO DE LAS LONGITUDES

Además del Astronómico Real, otra gran obra cosmográfica fue el Libro de las longitúdines, y en menor medida el Tratado de la Sphera.

El Astronómico Imperial
 comienza con una breve introducción astrológica e histórica y una explicación del objeto. En una primar parte aborda el mundo y el cielo, composición, movimientos, etc.; en la segunda parte, los planetas, el zodiaco, etc.; y la última parte, las conjunciones de Sol y Luna, el calendario, el cálculo de los días, etc. La Biblioteca de la Universidad de Salamanca conserva un manuscrito cosmográfico de 1550.

La Breve introducción a la Sphera fue calificada de "epítome de astronomía náutica" y en verdad es una síntesis y recopilación del pensamiento astronómico de Santa Cruz, de cómo la Tierra se inscribe en el Universo. Seguía el sistema astronómico ptolemaico: la Tierra está en el centro del Universo y los sucesivos cielos u orbes en el siguiente orden.

Su principal obra literaria fue la dedicada a la geografía y cartografía, la cosmografía y náutica, y en menor medida a la historiográfica y otros géneros de la erudición.

COORDENADAS GEOGRÁFICAS

Como historiador, fue continuista de la obra de Hernando de Pulgar, cronista de Isabel y Fernando, desde 1490 hasta el fin de su reinado. Esta Crónica de los Reyes Católicos fue una obra poco elaborada y escasamente original, escrita en 1542.

En 1546, redactó una introducción a la Historia Universal. Entre 1550 y 1552, escribió su personal Crónica del Emperador Carlos V, compuesta de cinco volúmenes. La Real Academia de la Historia conserva un ejemplar de 1920.

En estos años, reunió información para la ejecución de cuadros sinópticos llamados Árboles de los linajes de España, que ofreció a Felipe II, y de Árboles de las Ciencias.

En 1562, hizo una traducción de la Crónica de España de Francisco Tarapha, único documento que pudo ver publicado en vida y considerado el peor de todos; y, en 1563, una crítica a los Anales de Aragón de Jerónimo de Zurita en 1563. También hizo una traducción al castellano del De origine ac rebus gestis regum Hispaniae, de la versión al catalán que publicó Francesc Tarafa en Barcelona, en 1562.

De carácter arbitrista, en 1555, escribió un Abecedario virtuoso para el príncipe Carlos, hijo de Felipe II, para su correcta educación. Fue redactada durante su estancia en la Corte de Valladolid.

Dentro la literatura arbitrista de la época existe una respuesta a las Consultas de Carlos V sobre el impuesto de alcabalas, sobre reformas jurídicas y creación de juzgados de paz, sobre la navegabilidad de los ríos, sobre el desarrollo de la agricultura, sobre el mantenimiento del sistema de encomiendas, sobre la mayor explotación minera y la búsqueda de nuevos recursos como el hierro, etc.

Otra obra arbitrista fue el Memorial sobre la Demarcación del Maluco y Filipinas, una opinión del territorio filipino de 1566.

Sobre filosofía, hizo la Traducción y glosas de Aristóteles, sobre algunos textos, en 1542.

Además, hay que incluir entre su amplia obra sin publicar: Lo que sucedió en Sevilla en tiempos de las comunidades; De la caballería del Toisón; El libro de blasones; y Nobiliario general.

ISLARIO GENERAL DE ALONSO DE SANTA CRUZ

Sus documentos tuvieron una finalidad eminentemente docente especialmente para pilotos y demás hombres de la mar. A pesar de trabajar en la Corte en dos ocasiones y de ser un auténtico polígrafo, consiguió publicar tan solo una de sus obras, y de menor nivel. Tuvo en contra el carácter secreto y confidencial de su información, ya que si esta llegaba a manos de otras cortes europeas ponía en riesgo el estado de las rutas marítimas y permitiría que estos países alcanzaran el alto nivel tecnológico y científico que tenía España durante el reinado de Felipe II.

En 1563, Felipe II envió una carta al Consejo de Indias advirtiendo en la publicación de los libros de Santa Cruz de esta manera:
"Y quanto a lo de los libros que el dicho Alonso de Santa Cruz ha ofrecido que imprimirá tocantes a la declaración de las Indias que dezís serán de provecho para tener noticia más en particular de aquellas partes, aunque esto sea así, havéis de mirar que por esta misma razón podría traer mucho inconveniente en que los dichos libros se imprimiesen por la noticia y claridad que por ellos hallarían extranjeros y otras personas que no fuesen súbditos ni vasallos nuestros de las dichas Indias que es punto de consideración, y por esto os encargo lo miréis y tratéis y me aviséis de vuestro parecer."
En 1567, Alonso de Santa Cruz fallecía en Madrid, dejando sin finalizar el Atlas del Escorial y el Islario General.

ISLARIO GENERAL DE ALONSO DE SANTA CRUZ

Por orden real, se recogieron todos sus mapas y documentos, que pasaron a manos del doctor Francisco Hernández Liébana y fueron entregados al cosmógrafo y cartógrafo Juan López de Velasco. Este publicó como autor las Relaciones topográficas (Geografía de las Indias) y el Atlas de El Escorial.

El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo pudo conocer la ciencia de Santa Cruz de forma oral y llegó la documentación alguna vez. El resultado fue una excelente fuente económica, geográfica y cosmográfica para su obra, donde reconoció su excelente opinión sobre el cartógrafo sevillano a la que "se da entero crédito, porque es hombre de honra".

El cosmógrafo mayor del Consejo de Indias y catedrático de la Academia de Matemáticas Andrés García de Céspedes tuvo en su poder los trabajos de Santa Cruz, a comienzos del siglo XVII. Quiso atribuirse la autoría del Islario General, con dedicatoria a Felipe III, y el Astronómico Real.

La influencia de la obra de Santa Cruz hizo posible que los estatutos de la Universidad de Salamanca de 1561 permitieran estudiar a Nicolás Copérnico en la cátedra de Astronomía, y los de 1594 obligaron su enseñanza.

REAL SOCIEDAD ECONÓMICA BASCONGADA DE AMIGOS DEL PAÍS



REAL SOCIEDAD ECONÓMICA BASCONGADA DE AMIGOS DEL PAÍS

El origen de la fundación de la Sociedad Económica Bascongada tuvo lugar en las periódicas reuniones que a mediados del siglo XVIII un grupo de ilustrados guipuzcoanos, principalmente nobles y sacerdotes, celebraban para conversar sobre matemáticas, física, geografía e historia, discutir problemas de actualidad, y escuchar música.

En estas reuniones destacaron tres personalidades: el marqués de Altuna, Manuel Ignacio de Altuna, el marqués de Narros, José María de Eguía y Aguirrey el conde de Peñaflorida, Javier María Munibe e Idiáquez. En 1763, estos tres ilustrados decidieron poner en práctica sus conocimientos presentaron a las Juntas de Guipúzcoa el plan de constitución de una Sociedad Económica, también llamada Academia de Agricultura, Ciencias, Artes útiles y Comercio, adaptado a las circunstancias económicas de la provincia.

En 1765, Munibe obtuvo licencia real de Carlos III para la creación de una sociedad de ilustrados, fundando la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País. Su sede estaba en el Palacio de Insausti, en la localidad guipuzcoana de AzcoitiaEn el Discurso preliminar que Munibe leyó en la reunión de su fundación, enfatizó la utilidad de las ciencias modernas, especialmente las que los ilustrados llamaban prácticas.

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PALACIO DE INSAUSTI

Se fundaba así una institución de capital trascendencia en la cultura vascongada, adaptándose a las circunstancias y economía particular de la muy noble y muy leal Provincia de Guipúzcoa, que sirviese de academia para el fomento de la agricultura, industria, comercio, arquitectura y economía doméstica. La orientación de estos estudios se dirigió a la solución de problemas prácticos y útiles, nuevos procedimientos para el ahumado de la pesca, el abono de las tierras, los nuevos cultivos, el desarrollo de la metalurgia y la construcción higiénica de viviendas.

El conde de Peñaflorida, el marqués de Narros, el marqués de Altuna, Campomanes y otros ilustrados fueron conocidos como los Caballeritos de Azcoitia. Percibieron que España tardaba en desarrollar su potencia económica, lamentando la falta de industria y la baja productividad. Los pensadores liberales y los llamados afrancesados buscaron difundir los avances y el pensamiento de la Ilustración. Comenzaron a trabajar para introducir las más avanzadas técnicas en la agricultura, la industria, la arquitectura, la medicina, etc. La economía política, una ciencia que estaba naciendo, fue objeto también de atención especial.

Sus planes se debatían y aprobaban en Juntas Generales, celebradas por distintas villas o ciudades, se estudiaban las 4 secciones: agricultura; ciencias y artes útiles; industria y comercio; política y buenas letras. Estas 4 secciones genéricas se perfilan en 2 planos: el adelanto de las ciencias, especialmente las consideradas útiles, y el fomento de la economía en su área de actuación. Los dos planos estaban íntimamente trabados en cualquier caso, pues la elaboración teórica debía ponerse al servicio de la mejora técnica y de la educación popular y debía repercutir en el progreso de las fuerzas productivas.

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IRURAK BAT (LAS TRES, UNA)

Los instrumentos esenciales para llevar a cabo la tarea fueron, prácticamente en todos los casos, la redacción de memorias e informes y la creación de escuelas de formación profesional. En este sentido, la Sociedad Bascongada, por una parte, fue un gran centro de recepción de la ciencia europea a través de los viajes al extranjero de sus miembros y de la acogida en su seno de prestigiosos sabios foráneos y, por otra, se embarcó en ambiciosos proyectos educativos.

El resultado del proyecto de los Amigos del País fue un estrepitoso fracaso al no hacer nada por plantear la génesis de una experiencia secularizada y, menos aún, por generalizar una instrucción pública, dos tareas con las que se hubiese perfilado algún atisbo de modificación de las condiciones de desigualdad sociales, culturalmente esquizofrénicas, económicamente explotadoras y políticamente paternalistas.

Dos tareas que aquellos caballeros no llegaron ni a concebir, pues fomentar una experiencia secular hubiese significado que se empeñasen en transcender ante todo sus propias barreras religiosas y morales, buscando un marco de libertad de creencias y un clima de libre y pública expresión en las actividades cotidianas. Y, además, para ello era preciso generalizar una instrucción pública, proporcionando a las gentes sometidas un instrumento de emancipación cultural; lo cual suponía proscribir su viejo hábito paternalista, furibundamente elitista, actuando de modo absolutamente radical en el quicio de la escindida cultura en la que se desarrollaba la vida del país.

Para empezar, era necesario que hubiesen optado por la alfabetización general de las gentes. Pero aquellos caballeros actuaron de forma alienada y sumisa en enormes naderías y vastísimos quehaceres poco menos que inocentes. Es más que probable que en la historia cultural vasca ideales tal altos jamás cayeron tan bajos.

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CABALLERITOS DE AZCOITIA

Una gran preocupación fue la educación de los jóvenes, su formación y preparación cultural, científica y moral. Escogió como seminario el Colegio del Monumento de Loyola en 1769, bajo el nombre de Real Seminario de Vergara. Este edificio fue abandonado por los jesuitas tras su expulsión decretada en 1767, por eso el historiador que Menéndez y Pelayo llamó primera escuela laica de España. El propio rey Carlos III contribuyó aportando una valiosa financiación para las cátedras superiores en ciencias modernas, las de química y de mineralogía, así como para la organización de sus respectivos laboratorios.

Así el seminario se convirtió en un centro cultural de primera importancia en Europa, en el que se contó con profesores extraordinarios procedentes algunos de toda Europa, entre los que destacaron Proust, Chavaneaux, Brisseau, así como otros científicos de primera fila como los hermanos Elhuyard, Erro, Mas, Samaniego, Santibáñez, Foronda y otros muchos. Este grupo de ilustrados contribuyeron a que los estudios de Vergara llegaran a conocerse y valorarse en toda Europa.

En 1778, se creó el Laboratorio Químico en este seminario, iniciándose los estudios de química y metalurgia. En el mismo se elaboró la Ley de las Proporciones Definidas, que consiguió hacer maleable el platino y forjar diversas piezas, y se descubrió el aislamiento del wolframio o tugsteno. Se trabajaron los aceros y la mejora de las técnicas de ferrerías.

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SEMINARIO DE NOBLES DE VERGARA

La Escuela de Ingenieros de Minas, la primera que tuvo carácter civil, fue fundada en 1777 por orden de Carlos III. Se instaló en Almadén (Ciudad Real), donde ya existía algún tipo informal de enseñanza, para aprovechar un elemento muy importante, las minas de azogue, material insustituible entonces para conseguir el amalgamamiento de la plata, fuente de riqueza de primerísimo orden en la América hispana, especialmente en Méjico.
Esta Escuela comenzó su actividad en un contexto histórico similar a otros centros: Sajonia (Freiberg, 1767), Hungría (Schmnitz, 1770), Francia (París, 1778).

Las Escuelas de Dibujo fundadas en Vitoria, Bilbao y Vergara en 1777, y poco más adelante en San Sebastián y Placencia. En Vitoria sigue funcionando convertida en Escuela de Artes y Oficios Artísticos, y con una importante actividad de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País en su Junta de Fundación.

Esta gran idea ha aportado positivos avances en campos como el industrial, el agrícola, el científico, y el cultural para las Provincias vascongadas que indudablemente tendría sobre estas bases un florecimiento económico.

También se adquirió la granja en San Miguel de Basauri, para experiencias agrarias, la Casa de Misericordia en Vitoria, y se intentó fundar una Escuela de Náutica en San Sebastián. Al mismo tiempo se constituyó una biblioteca y un gabinete de historia natural.

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SEMINARIO DE NOBLES DE VERGARA

Entre sus grandes tratadistas políticos destacaron José Agustín Ibáñez de Rentería y Valentín de ForondaEntre 1780 y 1783, Ibáñez de Rentería leyó tres Discursos, entre ellos Reflexiones sobre las formas de gobierno, y Foronda sus primeros trabajos, que publicó en Miscelánea en 1787. Ambos defendieron el sistema liberal-burgués, hablando Ibáñez de Rentería de partidos políticos y derechos del hombre, defendiendo la democracia; y Valentín de Foronda afirmó que la conducta política debe asentarse en la libertad, propiedad y seguridad, que considera anteriores a las leyes y al poder. Y criticó a los nobles que creían que el comercio es indigno de la nobleza.

José María de Eguía y Aguirre se hizo famoso por su Enciclepedismo, siendo elogiado por Rousseau, y llegando a tener problemas con la Inquisición, como también los tuvo Félix María de Samaniego, autor de Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado, con carácter moralizante.

Javier María Munibe escribió Los aldeanos críticos, o cartas chríticas sobre lo que se verá, publicado en 1758, para rectificar y mofarse de las ideas sobre física que el padre Isla expuso a fray Gerundio de Campazas. Un libro satírico que defendía la ciencia moderna e identificaba la filosofía moderna y física, haciendo referencias a Galileo, Descartes, Copérnico, Newton, Leibnitz, Gassendi, Maignan y Saguens.

La Sociedad Bascongada se ocupó también del lujo, su máximo representante Juan Sempere y Guarinos escribió Historia del Luxo y de las leyes suntuarias de España.

Fue también foco de relaciones con la cultura extranjera de la Ilustración, principalmente con la francesa. Se enviaron becarios a estudiar fuera de España, y se abrieron puertas a científicos como el botánico y naturalista Michel Adanson, el físico-químico Davil Pierre Ruelle, el físico Teodoro de Almeida, Joseph Jérôme Lefrançois de Lalande, Louis- Bernard Guyton de Morveau, Robertson, John Needham, etc.