TRAJE ESPACIAL POR EMILIO HERRERA LINARES


Emilio Herrera Linares diseñó el primer traje espacial de la historia de la astronáutica, y colaboró con Juan de la Cierva y Leonardo Torres Quevedo en sus investigaciones. Su traje espacial fue utilizado como diseño previo de los modernos trajes de astronauta, pero como tantos otros pioneros de España, ha obtenido un mayor reconocimiento fuera que dentro de nuestras fronteras.

TRAJE ESPACIAL POR EMILIO HERRERA LINARES

Emilio Herrera Linares fue uno de los pioneros de la aviación española, participó en diversos concursos internacionales, y fue uno de los primeros que sobrevoló el estrecho de Gibraltar en 1914.

De las labores que en estos años llevaba a cabo el Ateneo se creó en 1901 el Laboratorio de Mecánica Aplicada, más tarde llamado, en 1928, Escuela Superior de Ingeniería Automática, del que será nombrado director, dedicado a la fabricación de instrumentación científica. Ese mismo año ingresó en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, entidad de la que fue presidente en 1910. Entre los trabajos del Laboratorio destacó el del cinematógrafo de Gonzalo Brañas, el espectrógrafo de rayos X de Cabrera y Costa, el micrótomo y panmicrótomo de Santiago Ramón y Cajal.

En 1935, inventó el primer traje espacial de la historia, para acompañar un globo aerostático que debía alcanzar los 25.000 metros de altitud, y colaboró con Juan de la Cierva y Leonardo Torres Quevedo en sus investigaciones. Su traje espacial fue denominado escafandra estratonáutica.

EMILIO HERRERA Y ESCAFANDRA ESTRATONÁUTICA

Fue utilizado como diseño previo de los modernos trajes de astronauta, pero presentaba algunas de las características fundamentales. Tenía micrófono, aparatos de control, permitía respirar en las capas más altas de la atmósfera, podía tomar muestras del entorno y soportaba la presión en el espacio. El interior consistía en una funda hermética recubierta de un armazón metálico articulado, con pliegues para los hombros, cadera, codos, rodillas y dedos para dar movilidad. El exterior estaba cubierto de caucho, material impermeable al aire. El casco disponía de una visera con tres capas de cristal: una que era irrompible y otras dos con filtros infrarrojos y ultravioletas, todas ellas con un tratamiento antivaho. En general, el invento constituía un gran avance en la época.


El principal problema era la temperatura del interior. La Escuela de Mecánicos del Aeródromo Militar de Cuatro Vientos fue el principal laboratorio de pruebas donde ensayaron a diferentes grados bajo cero, pensando en las condiciones en las que habría de utilizarse. Para evitar el frío extremo adaptaron un calentador eléctrico a la escafandra. Surgió otro problema, pues la temperatura corporal elevaría la programada por el calentador. Pese a todo, los experimentos realizados con aquella complicada vestimenta concluyeron que el traje podía ser utilizado hasta 18.000 metros de altitud, una altura bastante considerable en la época.

El vuelo que probaría la eficacia de su traje espacial estaba programado para 1936, pero su pertenencia al bando leal al Gobierno de la II República causó su persecución en la España franquista y la cancelación de su proyecto. Su primer traje espacial, de seda vulcanizada, fue reutilizado como tela de chubasquero para las tropas.

EMILIO HERRERA Y ESCAFANDRA ESTRATONÁUTICA

Científico y aviador, fue un alto mando del ejército republicano durante la Guerra Civil. Emigrado en 1939 primero a Chile y luego a Francia, Emilio Herrera fue ministro de Asuntos Militares del Gobierno de la República española en el exilio entre 1960 y 1962. Este fue el motivo por el cual haya obtenido un mayor reconocimiento fuera que dentro de nuestras fronteras.

Herrera continuó redactando artículos para revistas científicas, y viviendo también de los derechos de algunas de sus patentes, como la de un flexicalculador para resolver funciones e integrales elípticas o la de un sistema de doble proyección geográfica.

Fue nombrado consultor de la UNESCO en Física Nuclear, pero sus convicciones antifranquistas le hicieron dimitir cuando España entró en la ONU.

No pudo ver la gesta espacial del 20 de julio de 1969, cuando el hombre pisó por primera vez la luna, ya que había muerto dos años antes en Ginebra.

NOTICIA SOBRE EL INVENTO DE EMILIO HERRERA LINARES

Cuando la primera nave pisó el suelo de la Luna, Neil Armstrong recordó a Herrera, según relataría el español Manuel Casajust Rodríguez, empleado de la NASA y discípulo de Herrera: "Me dijo que de no ser por el invento de mi maestro nunca habría llegado a la Luna", explicó el discípulo a su regreso a España desde Cabo Cañaveral, donde Armstrong le regaló en señal de gratitud una de las rocas extraídas en la superficie lunar durante su viaje.

Según refirió su ayudante, el piloto Antonio García Borrajo:
"Cuando los norteamericanos le ofrecieron a Herrera trabajar para su programa espacial con un cheque sin limitaciones en ceros, él pidió que una bandera española ondeara en la Luna, pero le dijeron que sólo ondearía la de Estados Unidos."
Herrera rechazó la oferta.

HOMENAJES A EMILIO HERRERA LINARES

TEMPLO DE DEBOD Y LA CAMPAÑA ARQUEOLÓGICA INTERNACIONAL DE NUBIA


En los años 60, un comité de arqueólogos españoles liderados por Martín Almagro Basch acudió a la llamada Campaña internacional de Nubia para el rescate de numerosos restos arqueológicos pertenecientes a la antigua civilización egipcia. Fue una campaña internacional iniciada por la UNESCO, en la que participaron varios países. Como recompensa a la aportación que España realizó en la recuperación del patrimonio históricos-arquitectónico, el gobierno egipcio donó el Templo de Debod, instalado en Madrid en la actualidad.

TEMPLO DE DEBOD Y LA CAMPAÑA ARQUEOLÓGICA INTERNACIONAL DE NUBIA

El río Nilo es un auténtico museo en vivo del Egipto antiguo. A sus orillas reposan templos de distintas dinastías que, según se accede a la región de Nubia, van aumentando en grandiosidad y magnificencia. La construcción de la presa de Asuán en los años 60 iba a originar la crecida del nivel de las aguas y la posterior desaparición de restos arqueológicos. Precisamente, fue Nubia la región del país que se vio más afectada por la construcción de esta presa.

Por este motivo, la UNESCO, en una carta de 6 de abril de 1959, realizó un llamamiento oficial de colaboración internacional para salvaguardar los monumentos de la Baja Nubia, que inevitablemente iban a quedar sumergidos en el enorme lago artificial que se iba a crear: más de 500 km. de longitud con una anchura máxima de 30 km. y media de 10. Fue la llamada Campaña de Nubia, que supuso un impresionante despliegue tecnológico en el cual participaron arqueólogos e ingenieros europeos y egipcios.

Entre aquellos monumentos destacaba el Abu Simbel, estandarte del patrimonio nubio que fue rescatado antes de ser engullido por las aguas del lago Nasser en 1968. Este conjunto arquitectónico está compuesto por los templos del faraón Ramses II y de su esposa favorita Nefertari, que fueron levantados en el siglo XIII a. C.


TEMPLO DE DEBOD, VISTA POSTERIOR

España acudió a la operación de salvamento arquitectónico organizando el llamado Comité Español en 1960. Su director fue el arqueólogo Martín Almagro Basch, que participó en la excavación de los monumentos de Egipto y Sudán. Había sido catedrático en Prehistoria de España y en Historia Primitiva del mundo en varias universidades, llegando a ser director del Museo Arqueológico Nacional. Sus trabajos más significativos se movieron en el ámbito del Mediterráneo.

El Templo de Debod fue el primero en desmontarse, al ser el más amenazado por su proximidad a la presa, a la altura de la primera catarata del Nilo, al sur de Egipto. Su núcleo más antiguo fue levantado por mandato del faraón Ptolomeo IV Filópator en el año 200 a. C, para rendir culto al dios Amón en la ciudad de Debod, que significa en antiguo egipcio "la casa", "el templo". Esta dinastía de los Ptolomeo tuvo su origen en uno de los generales de Alejandro Magno que a su muerte gobernó Egipto.

Durante el período de su construcción, esta parte de Egipto se independizó del resto del país en lo que se conoce como Proceso de Secesión Tebana, durante los años 205-185 a. C. Entonces, el territorio pasó a ser controlado por Adijalamani de Meroe, faraón del emancipado Reino de Nubia, quien ordenó la decoración del templo con multitud de relieves, inscripciones geroglíficas en honor al dios Amón y escenas rituales.

TEMPLO DE DEBOD EN SU EMPLAZAMIENTO ORIGINAL

La construcción de templos o la decoración de los ya levantados por parte de los reyes atienden a la intención de legitimar su autoridad, por ello durante su etapa como reino independiente en el Templo de Debod se construyeron nuevas estancias y elementos adicionales.

Cuando los Ptolomeo restauraron su poder en Nubia, el templo se consagró a la diosa Isis, ampliándose el conjunto arquitectónico. También posee importantes añadidos arquitectónicos y decorativos greco-romanos efectuados entre los siglos I a. C. y II d. C., durante la dominación romana.

El emperador de Bizancio Justiniano prohibió el culto en los templos paganos de todo su Imperio, por ello, en el interior se instaló una comunidad cristiana que consagró el templo a San Esteban. Durante siglos ha sido tomado por tribus nómadas, por cristianos, por musulmanes y hasta por emisarios de Napoléon Bonaparte.


RELIEVE FACHADA POSTERIOR

En 1961, el templo fue troceado, sus bloques fueron embalados en cajas de madera, trasladados hasta la isla Elefantina, en Asuán, y se realizaron excavaciones en el terreno desalojado. El director del Comité Español, Martín Almagro, denunció en su momento cierta negligencia que estaba efectuando el Servicio de Antigüedades de Egipto a la hora de rescatar todos los elementos que componían el recinto sagrado. Tanto es así que la posterior reconstrucción del monumento hubo de efectuarse bajo ciertas anomalías.

En abril de 1970, las cajas fueron trasladadas hasta el puerto de Alejandría, para ser embarcados en el buque Benisa. El 6 de junio del mismo año el buque zarpó con destino al puerto de Valencia, desde donde fueron trasladados en camiones hasta Madrid, donde se almacenaron en el solar del Cuartel de la Montaña.


VISTA FRONTAL DE LA NAVE PRINCIPAL

El arquitecto Manuel Palacios fue el responsable de organizar la reconstrucción del templo, tarea algo complicada debido a la precariedad con la que se había llevado a cabo el desmonte. El Servicio de Antigüedades de Egipto sólo entregó un plano y un croquis del alzado del monumento, junto con algunas fotografías sin referencia de ninguna clase. Más de cien bloques habían perdido la numeración y muchos fragmentos llevaban una marca que no correspondía al plano.

En primer lugar se levantó una base de piedra con el fin de aislar los bloques originales del templo y que el suelo no tuviera contacto con ellos. Sobre ella se empezó la reconstrucción, siguiendo la técnica llamada anastylosis; es decir, colocando en su lugar los elementos originales hallados y añadiendo las partes de reconstrucción con una piedra de diferente color, para poder distinguir los elementos originales de los nuevos. La piedra nueva se trajo de Villamayor, provincia de Salamanca. Algunos bloques del exterior se trataron químicamente para protegerlos y reforzarlos.

En el interior del edificio se instaló aire acondicionado para crear una atmósfera seca constante. Y como recuerdo del río Nilo, se construyó un estanque de poca profundidad a lo largo de los pilonos de acceso al templo. Los trabajos de reconstrucción del monumento duraron dos años.

Finalmente, en julio de 1970, el templo fue inaugurado por el alcalde Carlos Arias Navarro. En 2008, fue declarado Bien de Interés Cultural.

TEMPLO DE DEBOD, VISTA AÉREA

Su ubicación se estableció en la parte oeste de la plaza de España, junto al paseo del Pintor Rosales, en un alto donde se encontraba el Cuartel de la Montaña de Madrid, con unas vistas que dominan el valle del río Manzanares, el Palacio Real y la Casa de Campo. El conjunto tiene un peso de unas mil toneladas y una composición de 1.724 bloques que se repartieron en 1.359 cajas de madera.

La parte más antigua conservada del santuario es su núcleo arquitectónico. Está decorada con escenas que representan al rey adorando a los dioses y ofreciendo sacrificios. Son motivos relacionados con el culto regio a los dioses de la zona y a los vinculados a la monarquía sagrada.

España realizó un total de siete campañas arqueológicas, publicó once volúmenes de memorias de los trabajos realizados, y aportó fondos monetarios para el salvamento de los templos de Abu Simbel y Filé. Gracias a esta ayuda el presidente de Egipto, Nasser, otorgó el Templo de Debod a nuestra nación.


RELIEVE INTERIOR

Pero esta cesión diplomática fue compleja y difícil, ya que prestigio, dinero, instituciones y organismos oficiales estuvieron en el núcleo de la negociación. Finalmente, tal gesto fue una prueba de amistad y reconocimiento a la tarea desempeñada por la misión arqueológica española que participó en la campaña. El derecho de donación fue firmado el 30 de abril de 1968 por la Presidencia de la RAU (República Árabe Unida), que decía:
"El templo de Debod al Gobierno español y a su pueblo en consideración a sus esfuerzos en la contribución a la salvaguarda de los templos de Abu Simbel."
No fue España el único agraciado por su contribución a la causa arqueológica. Egipto donó en total cuatro de los templos salvados a otras tres naciones colaboradoras: Taffa a Holanda, Ellesiya a Italia, y Dendur a Estados Unidos, que se encuentra actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York. Alemania recibió el pórtico ptolemaico del templo de Kalabsha, que actualmente se encuentra en el Museo Egipcio de Berlín.


MAQUETA DEL TEMPLO DE DEBOD

APORTACIONES CIENTÍFICAS Y CULTURALES DE ALFONSO X EL SABIO


Alfonso X, rey de Castilla y León, fue un auténtico promotor cultural que reunió en su Corte a sabios y eruditos de las tres religiones peninsulares, creando escuelas de investigadores y traductores. Por ello, durante su reinado, la Escuela de Traductores de Toledo alcanzó su esplendor, y esta ciudad se convirtió en capital cultural de Europa.

Dejó una abundante obra escrita literaria, como Cantigas de Santa María, histórica, como Crónica General o General Estoria, científica, como Libros del saber de astronomía o Lapidario, y jurídica, con la promulgación del Fuero Real, las Leyes del Estilo y las Siete Partidas; este último código, de larga influencia en el ordenamiento castellano y español, supone la recepción del derecho romano en Castilla, incorporándose a la corriente europea del "derecho común".

Este rey ilustrado fue el gran promotor de la prosa medieval castellana, con su extraordinaria obra cultural y científica se crearon los cimientos de la lengua castellana y un vínculo entre la Europa medieval y la cultura árabe.

APORTACIONES CIENTÍFICAS Y CULTURALES DE ALFONSO X

Alfonso X el Sabio fue rey de Castilla y de León, entre 1252 y 1284, guerrero y diplomático que reconquistó para la Cristiandad española, entre 1253 y 1262, las ciudades de Jerez, Medina-Sidonia, Lebrija, Niebla y Cádiz, e incluso continuó el avance frente al Islam pasando al norte de África, al enviar una expedición a Salé en 1260. Además eliminó una importante revuelta de los mudéjares de Murcia y el valle del Guadalquivir y repobló Murcia y la Baja Andalucía. Pero, sin duda, pasó a la Historia por su reconocida obra literaria, científica, histórica y jurídica.

Impulsó y participó en una intensa actividad cultural en su ciudad natal y Corte de su reino de Castilla, Toledo, convirtiéndose en la capital europea de la cultura, gracias a la labor de la Escuela de Traductores de Toledo.

Durante el reinado de Alfonso X, la ciudad de Toledo permitía la convivencia de las tres religiones en armonía y tolerancia y el intercambio de conocimientos y pensamientos, buscando la unidad del ser y del saber, en definitiva, algo opuesto a la tradicional confrontación bélica de la Reconquista. Por eso, esta institución reunió a los más reputados científicos y eruditos del momento pertenecientes a las tres culturas: cristianos, judíos y musulmanes. Se trataba de un conjunto de sabios en lenguas hebrea, árabe y latina que formaban el scriptorium (escritorio) de Alfonso X.

ALFONSO X EL SABIO EN EL ESCRITORIO REAL

Aunque esta escuela ya existía desde 1124, conoció en su reinado sus años de mayor esplendor aglutinando a diversos eruditos europeos que atraídos por la existencia de numerosos manuscritos árabes formaron una auténtica congregación en diferentes proyectos de traducción cultural demandados por todas las cortes de la Europa cristiana.

Alfonso X hizo trasladar a Toledo los restos de la Biblioteca Califal de Córdoba de Al-Hakam II, cuyos fondos fueron traducidos. Allí se asentaron las antiguas escuelas y academias judías de Córdoba y Lucena expulsadas de Al-Ándalus por el fanatismo almohade.

La escuela toledana desarrolló una importante labor científica al rescatar textos de la Antigüedad y al traducir textos árabes y hebreos, no sólo al latín, sino de manera definitiva también al castellano y al francés, de hecho, dejó una extensa erudición en lengua castellana. Como ejemplo preclaro es la obra árabe Libro de la Escala, que recoge una serie de leyendas relativas a un viaje recorrido por Mahoma en el infierno y el paraíso. Aquella obra fue traducida al castellano por Alfonso X antes de 1264, y posteriormente por Buenaventura de Siena, quien la tradujo al francés y al latín. Dante se inspiró en esta traducción al francés para establecer la base argumental de su Divina Comedia.

ALFONSO X DIALOGA CON MÉDICOS ISLÁMICOS
TRADUCTORES EN EL ESCRITORIO REAL

También realizó la primera normalización ortográfica del castellano, lengua que se adoptó como oficial, en detrimento del latín, convirtiéndola en lengua culta, tanto en el ámbito científico como en el literario. El propósito del monarca era que el castellano tuviera preeminencia en su Corte porque era la que comprendían sus vasallos. Su afán por la divulgación de la lengua "porque los omnes lo entendiessen meior et se sopiessen dél más aprovechar" le llevó a traducir al castellano la Biblia, el Corán, el Talmud, la Cábala, los Libros del Tesoro de Brunetto Latini, una colección de cuentos ejemplares (o exempla) llamada Calila y Dimna, etcétera. Por ello, está considerado el fundador de la prosa castellana.

Era el mecenas de toda aquella erudición, concebía el plan de cada obra, ponía los medios para realizarla, daba las instrucciones precisas sobre su estructura y contenido, y revisaba el trabajo final, incluso se interesaba por detalles como precisar los dibujos e ilustraciones que debían decorar el texto. La intervención del rey fue a veces directa y otras indirecta, pero indudablemente fue el arquitecto de estas obras.

Así lo dejó escrito en la General Estoria:
"El rey faze un libro non por quel él escriva con sus manos mas porque compone las razones d'él e las emienda et yegua e endereça e muestra la manera de cómo se deven fazer, e desí escrívelas qui él manda. Peró dezimos por esta razón que el rey faze el libro."

Esta preocupación por la obra bien hecha se manifiesta también en el prólogo del tratado inaugural de los Libros del saber de astrología, que es el Libro de las figuras de las estrellas fixas
versión revisada acometida en 1276 de una primera traducción realizada en 1256. Allí se dice que el rey ordenó la traducción del texto a Yehudá ben Mosê y a Guillén Arremón de Aspa en 1256:
"E después lo endereçó e lo mandó componer este rey sobredicho, e tolló las razones que entendió que eran sobejanas e dobladas e que non eran en castellano derecho, e puso las otras que entendió que cumplían, e quanto al lenguaje endereçolo él por sí. E en los otros saberes ovo por ayuntadores a maestre Joan de Mesina e a maestre Joan de Cremona e a Yhudá el sobredicho e a Samuel. E esto fue en el año XXV de su reinado."

Tuvo muy clara la necesidad que tenía el hombre por el conocimiento y la erudición y así lo dejó explicado en su obra Las Siete Partidas:
"Onde el Rey que despreciasse de aprender los saberes, despreciaría a Dios… E aún se despreciaría así mismo: ca pues que por saber quiso Dios que se estremase el entendimiento de los omes del de las bestias."

El Scriptorium alfonsí fue elaborado como un centro de trabajo asociado a la figura del monarca, el cual desempeñó el papel de coordinador general, en ocasiones de autor. En torno a su figura se agruparon personajes de muy diferentes procedencias y etnias, para cubrir un amplio abanico de aspectos y movimientos coordinados en última instancia por él mismo. Este concepto de trabajo de grupo dirigido y patrocinado directamente por un monarca que se implica en el resultado fue algo totalmente novedoso. El prólogo del Libro de las Tablas astronómicas proporciona esa idea de trabajo grupal y mecenazgo real:
"Porque la ciençia de la astrologia es cosa que no se puede averiguar sino por rectificamientos e los rectificamientos que tienen los sabios que cumplen en esta cosa no los puede complir un hombre porque no se puede complir en vida de un hombre. Mas quando se cumple cumplese por obra de muchos hombres obrando uno em pos de otro en luengos tiempos (...) En esta sason paresçio el reynado fortunado et ayudado de Dios el reyno del muy alto y muy noble señor Rey don Alonso que Dios mantenga. E porque amava los saberes e los preçiava. mandoles haser los ynstrumentos que dixo Ptholomeo en su libro del Almagesto (...) E mandonos retificar en la çibdad de Toledo ques una de las çibdades prinçipales de España. guardela Dios (...) E posimos nombre a este libro el libro de las tablas alfonsies porque fue fecho y copilado por su mandado."
Alfonso Sabio scriptorium escuela Corte sello
 SCRIPTORIUM ALFONSIE

La labor de la Escuela de Traductores de Toledo ayudó a transmitir al Occidente cristiano importantes elementos de la cultura oriental y de sus raíces clásicas. Pero no sólo se recopilaba y se traducía, sino que también se investigaba, se enseñaba y se creaba mucha obra original en todas las materias: medicina, filosofía, cosmografía, historia, derecho, literatura, etc. Los maestros eran judíos y mozárabes y la materia impartida consistía en el conocimiento islámico. Básicamente se enseñaba filosofía, astrología y artes mágicas, ya que fueron los árabes quienes conservaron y transmitieron a Europa la tradición del saber griego y romano a través de España. 

Alfonso X promovió la creación de Estudios Generales de latín y de arábigo, tanto en Sevilla como en Valladolid, que posteriormente se convertirían en Universidades.

Igualmente, fundó en 1269 la Escuela de Murcia, una escuela de investigadores y traductores, dirigida por el matemático Al-Ricotí, que como las demás, se convertiría en Universidad. Se trata de la primera escuela interconfesional del mundo donde enseñaban sabios judíos, cristianos y musulmanes, los "bani oud".

Además supo dar un nuevo impulso a los Estudios Generales de Salamanca y de Palencia otorgándoles el rango de Universidad en 1254 y 1262 respectivamente. La Universidad de Salamanca fue la primera en adquirir esta titularidad en toda Europa.

ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO

La actividad historiográfica de Alfonso X se concretó en las dos grandes compilaciones historiográficas que la España medieval nos dejó: la Estoria de España y la Grande e General Estoria.

La General Estoria es una enciclopedia de historia universal. La Estoria de España, conocida como Crónica General, constituyó la primera historia nacional escrita en lengua romance en 1270. Su contenido alberga desde los orígenes bíblicos y legendarios de España hasta la inmediata historia de Castilla bajo Fernando III.

El propósito de Alfonso X lo dejó escrito:
"Donde por todas estas cosas, yo, don Alfonso, después que hube hecho juntar muchos escritos y muchas historias de los hechos antiguos, escogí dellos los más verdaderos e los mejores que supe; e hice también hacer este libro, y mandé poner en él todos los hechos señalados tanto de las historias de la Biblia como de las otras grandes cosas que acaecieron por el mundo… Todos los grandes hechos que acaecieron por el mundo a los godos y a los gentiles y a los romanos y a los bárbaros y a los judíos y a Mahoma, a los moros de la engañosa fe que él levantó, y todos los reyes de España, desde el tiempo en que Joaquín casó con Ana y que Octavio César comenzó a reinar, hasta el tiempo que yo comencé a reinar, yo, don Alfonso, por la gracia de Dios, rey de Castilla."
GENERAL ESTORIA

Sobre su literatura lírica, destacan las 453 composiciones poéticas de Las Cantigas, que permiten considerarlo como el primer lírico en lengua gallega. Las más conocidas son las de carácter religioso, conocidas como las Cántigas de Santa María. Son 427 poemas líricos reunidos en cuatro códices de pergamino, que narran milagros de la Virgen. Están escritas en galaico-portugués, la lengua fundamental de la lírica culta del Reino de León, durante el siglo XIII. Están acompañadas de notación musical y unas vistosísimas ilustraciones que se hallan entre lo mejor de la pintura de su tiempo, ya que reflejan toda la sociedad del siglo XIII.

Es una obra colectiva en la que participó el propio monarca, y está considerado como el repertorio musical europeo más importante de la lírica medieval. Un material único que ha permitido ahondar en las fascinantes raíces del folclore musical europeo.

CÁNTIGAS DE SANTA MARÍA

Hizo instalar
un observatorio astronómico en el castillo toledano de San Salvador; a partir de las observaciones realizadas, se elaboró en 1272 el Libro del saber de la Astronomía, conocido como Tablas Astronómicas Alfonsíes, un completo tratado de astronomía de posición Las Tablas Alfonsíes sirvieron para calcular las efemérides planetarias, tomando como referencia las elaboradas en el siglo XII por el astrónomo cordobés Azarquiel. Sustituyeron a las obsoletas tablas que el greco-egipcio Ptolomeo elaboró en el siglo II y que todavía tres siglos más tarde admiraría Copérnico. En esos días se hizo famosa la frase del rey cuando comentando el orden de las esferas dijo: "Si hubiese estado al lado de Dios cuando creó el universo, le habría dado algún valioso consejo". En 1935, se le reconoce como astrónomo nombrándole en su honor el cráter lunar Alphonsus.


LIBRO DEL SABER DE LA ASTRONOMÍA

En los Libros de los relogios se hace la primera mención en Europa de un reloj de pesas y eso que los primeros relojes de cuerda no hacen su aparición hasta el año 1450.

Su apelativo de "el sabio" hace honor a sus aportaciones en la cultura porque le interesó prácticamente todo y quiso hacer enciclopedias de todo. Una de ellas es El Lapidario, un tratado pseudocientífico, a mitad de camino entre la medicina y la magia, en el que se describen y analizan 500 piedras preciosas, metales y otras sustancias en relación con la astronomía judaica y sus cualidades terapéuticas. Por último, el Libro de los juegos trata de temas lúdicos como el ajedrez, los dados y las tablas. El juego era considerado como el deporte de la nobleza y toda una filosofía en la épocas.

LIBRO DE JUEGOS

Una de las facetas más importantes de su reinado fue su labor legisladora, ligada a la introducción del sistema jurídico de los glosadores de Bolonia y de los canonistas. Bajo su impulso se organizó un formidable corpus de textos  jurídicos, tanto doctrinales como normativos.

En Castilla y León la lucha entre el Derecho viejo y el nuevo generó muchos quebraderos de cabeza. El padre de Alfonso X, Fernando III el Santo, comenzó otorgando como ley a todas aquellas ciudades que iba reconquistando el viejo código visigodo, llamado Fuero Juzgo, que marcó un hito en la legislación de aquella época pues determinó los delitos y los castigos a los que se hacían acreedores quienes vulnerasen las prohibiciones. Era la traducción en romance del Liber Iudiciurum promulgado por Rocesvinto a mediados del siglo VII (revisado en 681 por Ervigio), toda una compilación usada en los reinos feudales de la península en la alta Edad Media.

Alfonso X se dio cuenta de que había que renovar y unificar los diversos fueros que regían las villas y ciudades de su reino. Para conseguirlo, comenzó refundiendo este Código visigodo con preceptos del Derecho romano y formó el Fuero Real de Castilla, que quiso conceder a cada una de las ciudades para lograr una unidad jurídica en su reino.

LAPIDARIO

Su objetivo era formar una enciclopedia del derecho como la que hizo de la astronomía o de la historia. Por eso, el Espéculo, promulgado en 1255, sería la primera redacción de un código legal unificado, en la línea del Fuero Real.

Un año más tarde, bajo su supervisión decidió que su equipo de juristas redactase el Libro de las Leyes o Las Siete Partidas. Fue un nuevo código legal ampliado y basado en el Espéculo y en el Derecho romano-canónigo, elaborado entre 1256 y 1265. Se considera que Las Partidas tienen la misma calidad y transcendencia exterior en el ámbito del Derecho que la obra de Santo Tomás de Aquino en el campo de la Teología.

La reacción de la nobleza y de las ciudades en contra del nuevo Código fue general y violenta, ya que los privilegios nobiliarios se veían amenazados por la creciente intervención del Estado en las legislaciones privativas. Como era inteligente, en 1272 Alfonso X derogó sus leyes y reconoció la vigencia del viejo Fuero Juzgo. Desde entonces y hasta mediados del siglo XIV el viejo derecho popular de los fueros rigió en su plenitud junto con las leyes dictadas por el rey y las Cortes.

Pero Las Siete Partidas aunque no tuvieran fuerza legal, inspiraron las decisiones del tribunal supremo del rey y formaron la mentalidad de los nuevos juristas, aspiraron a codificar y dar unidad a la vida normativa del reino y trascendieron sus propios límites. Tal es así que las Partidas fueron aplicadas a la América española, se aplican hoy en día por los tribunales de San Luis, en Estados Unidos, como herencia de la legislación que llevaron a América los españoles a partir del siglo XV, y en Brasil hasta la época de las codificaciones del siglo XIX.

LAS SIETES PARTIDAS

En el terreno económico, Alfonso X facilitó el comercio interior con la concesión de ferias a numerosas villas y ciudades. Estableció un sistema fiscal y aduanero avanzado que potenció los ingresos de la Hacienda regia y reformó el sistema monetario.

Como rey sabio, Alfonso X inició un proceso reformador de las estructuras políticas y económicas que desembocaría en el Estado Moderno de época de los Reyes Católicos. Concedió numerosas ferias y creó el Honrado Concejo de la Mesta de Pastores en 1273, un gremio que aglutinaba los intereses de la ganadería trashumante de todo el reino. Fue su gran fuente de riquezas, basada en una poderosa sociedad ganadera que explotaba enormes rebaños de oveja merina entre Andalucía, Castilla y Extremadura lo que favoreció el comercio de la lana con los centros textiles de Flandes, Inglaterra y Francia. A cambio, les otorgó prerrogativas y privilegios como eximirles del servicio militar, de testificar en los juicios, derechos de paso y pastoreo, etc.

Con parte de los beneficios, el monarca ayudó a construir las impresionantes catedrales góticas que dieron esplendor arquitectónico a la Edad media hispana: las catedrales de Burgos, Segovia, León y Burgo de Osma.

alfonso sabio castilla estatua biblioteca nacional
ALFONSO X EL SABIO

 

"Estas obras no son mías porque las escriba yo, sino porque yo he puesto sus fundamentos y razonamiento."
Alfonso X el Sabio

EXPEDICIÓN ETNOGRÁFICA A GUINEA ECUATORIAL POR MANUEL IRADIER


Manuel Iradier fue un explorador y científico cuya gran obra fue la realización de varias investigaciones etnográficas, geográficas, botánicas y lingüísticas en África, datos publicados en dos tomos bajo el título África. Viajes y trabajos de las Asociación La Exploradora.

A finales del siglo XIX, reclamó para España más de cincuenta mil kilómetros cuadrados de la parte continental del golfo de Guinea, que reducidos a solo veintisiete mil, sentaron las bases de la nación Guinea Ecuatorial.

EXPEDICIÓN ETNOGRÁFICA A GUINEA ECUATORIAL
POR MANUEL IRADIER

Manuel Iradier y Bulfi nació en Vitoria-Gasteiz, el 6 de julio de 1854. Cuatro años después falleció su madre, dejando cuatro hijos. Su padre, sastre, les abandonó tras la muerte de su mujer y se marchó a Burgos. Manuel volvió entonces bajo la tutela de su tío Eusebio, quien deseaba que siguiera la carrera eclesiástica, pero él se negó e ingresó en el Instituto de Vitoria.

Creció entre sueños de aventuras y lecturas de libros de viajes. Desde joven había deseado viajar a tierras remotas y, ya en 1868, pronunció una conferencia sobre su proyecto Viaje de exploración a través de África. Para llevarlo a cabo, organizó la Sociedad Viajera La Exploradora en el convencimiento de que era necesaria la colaboración de otras personas que tuviesen las mismas inquietudes.

En 1870, confeccionó un ambicioso proyecto que recorrería desde Ciudad El Cabo, al sur de África, hasta Trípoli, en el Mediterráneo, en tres años y por cien mil pesetas, con la intención de reconocer el legado africanista que habían descrito Burton y Speke. Tras ser aprobado el proyecto en abril de ese mismo año, sus socios mantuvieron continuas reuniones para discutir cuál debía ser el equipaje, el trayecto, etc., y aumentaron la biblioteca con los últimos tomos acerca de las exploraciones.

En el curso de 1870-71, Iradier se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras; y entre 1869 y 1873 escribió varios cuadernos etnográficos con el título Recuerdos de Álava. Su objetivo era realizar un álbum descriptivo de toda la provincia con meticulosas observaciones de todo tipo, incluyendo flora, fauna, climatología, costumbres, etc.

Su inquietud y la influencia de Henry Morton Stanley lo atrajeron a la exploración científica. Iradier admiraba a Stanley, un gran explorador inglés. Dio la casualidad de que el 2 de junio de 1873, en pleno desarrollo de la tercera Guerra Carlista, Stanley pasó por Vitoria como corresponsal del New York Herald, famoso ya por haber encontrado al desaparecido doctor David Livingstone y por haber escrito un libro-relato. Iradier consiguió hablar con él y exponerle su proyecto de atravesar África. Mantuvo una conversación en la que el vitoriano le describió su proyecto. Stanley, una vez que le puso al corriente de sus recursos, le aconsejó cruzar el continente de Oeste a Este, partiendo de las posesiones españolas del golfo de Guinea y le animó, asegurándole que, tras la primera expedición, gozaría de todas las ayudas que necesitara. Tras la entrevista, modificó sus planes y los expuso en el Ateneo de Vitoria.

El 30 de septiembre de 1874, Iradier consiguió su licenciatura en Filosofía y Letras y, el 16 de noviembre, se casó con Isabel Urquiola, dos días más joven que él e hija de un panadero de la ciudad.

IRADIER JUNTO A LA REVISTA ÁFRICA TROPICAL

La presencia europea de Guinea databa de 1470, cuando el portugués Fernando Poo descubrió la actual Bioko, que entonces se bautizó con su nombre. En 1778, Portugal se la cedió a España a cambio de unas tierras americanas, junto a la isla de Annobón, con derecho al libre comercio en la costa africana entre cabo Formoso, en la desembocadura del río Níger, hasta cabo López, al sur de Gabón, teniendo España el derecho a disponer de las tierras continentales comprendidas entre dichos puntos. Ese mismo año se envió una expedición que tomó posesión de Fernando Poo. Los británicos también la deseaban, por eso, en 1783, llegaron varios militares ingleses para negociar con los bubis, los nativos de la isla. En 1819, estaban plenamente establecidos en la isla y hasta bautizaron la actual Malabo como Port Clarence. El gobierno español la cedió a Gran Bretaña en 1827, como base para la lucha contra el tráfico de esclavos. En 1841, el gobierno pensó incluso en vendérsela para saldar una deuda. Se abrió un debate y se comenzó a buscar utilidad a aquella isla olvidada.

En 1841, se envió a la Marina para que tomara posesión y sustituyera los nombres ingleses. Rebautizó la capital como Santa Isabel, pero se hubo de nombrar gobernador a un inglés, pues no había habitantes españoles. Toda la población de Clarence Town era inglesa o nativos de las posesiones británicas que dominaban a los autóctonos de la isla. Al tomar posesión, los españoles llevaron un barco con colonos. De ellos, en cinco meses falleció el veinte por ciento y la mayoría de los supervivientes fueron repatriados. En 1864, el gobernador Pantaleón de la Torre propuso a las autoridades la ocupación de seiscientos kilómetros de costa entre río Bonny y Cabo Esterias, pero su propuesta cayó en el olvido hasta 1883.

Este era el panorama de Guinea Ecuatorial durante el siglo XIX, y en este marco político Iradier realizó grandes trabajos preparatorios para su primera expedición por aquellas tierras que se estaban perdiendo para España. Era una aventura que se entrevía peligrosa, puesto que hasta entonces los intentos de colonización de aquellos territorios habían sido poco menos que desastrosos. Partió en diciembre de 1874 con su mujer Isabel, su cuñada Juliana y diez mil pesetas. Llevaba instrumental científico, lápices, papel y dos fusiles. Se detuvo en Canarias, donde, el 24 de abril de 1875, embarcaron en el vapor Loanda.


MAPA DE GUINEA ECUATORIAL

Iradier realizó varias escalas a lo largo de la costa africana y en la actual Ghana. El 16 de mayo desembarcó en Santa Isabel, la capital de Fernando Poo. El gobernador trató de desanimarle, pero como vio que era inútil, se puso a su servicio. Allí se dio cuenta del abandono por parte del gobierno español y la falta de aprovechamiento de las grandes riquezas, de las que sólo sacaban beneficios los ingleses, siendo de esa nacionalidad también los transportes que unían la isla con Canarias. Se habían hecho concesiones de tierras a españoles pero estos no las ponían en explotación. La goleta española apenas visitaba las otras islas de Corisco y Elobey Chico. Annobon, muy alejada, estaba totalmente abandonada.

Se estableció en la isla de Elobey Chico, en la desembocadura del río Muni, en el golfo de Guinea. Construyó una cabaña y montó unas huertas, que serían base de futuras expediciones al interior africano. Su mujer se ocupaba de las mediciones meteorológicas. Iradier contó con un asistente, Elombanguani, que le acompañaba en sus marchas. Adquirió una embarcación con la que recorrer los ríos de la zona.

Durante el tiempo que duró su primera expedición, 830 días, Iradier recorrió casi 1.900 kilómetros, desde Aye hasta el río Muni. Después de remontarlo, llegó hasta otro río, el Utamboni, para intentar alcanzar la región de los Grandes Lagos, y desde allí llegar a la desembocadura del Muni. Visitó las islas de Corisco y Elobey Grande, así como Inguinna, Aye y el cabo San Juan, los ríos Muni, Utongo, Utamboni y Bañe, así como la cordillera Paluviole y la sierra de Cristal. Tomó contacto con diversos pueblos, como los vengas, itemus, valengues, vicos, bijas, bapukus, bandemus y pamues. Realizó estudios antropológicos, etnológicos y lingüísticos, recogió datos geográficos y tipográficos, numerosas muestras faunísticas y botánicas, y llegó a reconocer numerosas especies animales hasta entonces desconocidos para la ciencia.

En sus relatos explicó diferentes episodios: pasó una noche entera en lodo sin poder salir, sufrió incendios, naufragios, envenenamientos, e incluso en una ocasión un grupo de elefantes destrozó su campamento. Padeció fuertes fiebres palúdicas en varias ocasiones, sin contar las de carácter menos grave. Así lo escribió Iradier:
"Yo no era un hombre vivo, era el esqueleto de un cadáver... Mi cabello había caído, mechones de pelo había adheridos a la dura almohada en que descansé la cabeza, el rodete de las uñas había desaparecido y estas, largas y encorvadas, daban a la mano escuálida el carácter de la de un tísico."
"Las selvas son la desesperación del viajero. Sobre un terreno húmedo, encharcado, compuesto de capas superpuestas de vegetales en descomposición que los siglos han ido amontonando, se elevan variedad inmensa de vegetales buscando la luz del sol y alcanzando alturas considerables." 
Se quejaba de los animales salvajes. Pero decía que "los peores enemigos eran el clima y la humedad".

En la sierra de Cristal le abandonaron muchos de los indígenas que le acompañaban, por lo que hubo de retornar a Fernando Poo. Al llegar, a finales de enero de 1876, fue nombrado profesor interino de la escuela de niños de Santa Isabel, profesión que ya ejercía su mujer en dicha institución.

En Santa Isabel sufrió sesenta y seis ataques de fiebre, treinta y siete su esposa, dieciséis su cuñada y quince su hija, quien falleció el 28 de noviembre de 1876, en el transcurso de la expedición. Ante esta tragedia decidió mandar a Canarias a su mujer y a su cuñada.

MANUEL DE IRADIER SU CABAÑA DONDE PASÓ SUS PRIMERAS FIEBRES

El segundo viaje de exploración se inició poco tiempo después de finalizar el primero, a finales de 1877. Permaneció 15 meses más en la región de Fernando Poo, recorriendo cuando la salud se lo permitía, aunque sus observaciones no consiguieron la resolución de las efectuadas en Muni. Escaló al monte Santa Isabel, ahora llamado Basilé, donde encontró una botella con los nombres de los que lo habían subido antes. Entre otros se encontraba el nombre de Richard F. Burton, el explorador, que había estado allí como cónsul en 1861. Añadió su nombre con la fecha de 1877.
A partir de los datos obtenidos pudo trazar los mapas de las zonas visitadas, los cuales serían publicados por la Sociedad de Africanistas y Colonistas de Madrid a su regreso a España.

Poco después de su segunda expedición, partió rumbo a Canarias, donde le esperaba también su nueva hija Amalia. El 24 de noviembre de 1877, zarparon rumbo a Cádiz. En Madrid, hubo de pedir quince pesetas para trasladarse a Vitoria donde llegaron el 10 de diciembre. Fue a dar una conferencia en el ateneo provincial pero sufrió un ataque de fiebre y sólo pudo balbucear algunas frases incoherentes. En total se gastó 10.000 pesetas y recorrió 1.870 kilómetros durante más de 800 días.

Publicó un mapa en la Sociedad Geográfica de Madrid, numerosas observaciones y dibujos de todo tipo, vocabularios y gramáticas de las lenguas de las tribus que visitó, así como numerosas anotaciones sobre observaciones astronómicas, etnográficas, climatológicas y comerciales.

JORNADA DE CAZA
IRADIER JUNTO A SUS EXPEDICIONARIOS

En Vitoria pasó muchas privaciones y se embarcó en negocios e inventos que no tuvieron ningún éxito. Durante 1878, se dedicó a realizar excursiones por los alrededores mientras redactaba sus libros. Ese año publicó África. Fragmentos de un diario de viajes de exploración en la zona de Corisco. Continuó el rechazo a sus proyectos por parte de la Sociedad Geográfica de Madrid y de la Asociación Española para la Exploración del África, creada en 1877.

El 16 de octubre de 1879, convocó una reunión ante los socios de La Exploradora para que la asociación financiara el viaje. Allí explicó la intención de continuar su labor para que España no se quedase rezagada en la carrera colonial:
"Viajeros de todas las naciones se encaminan al interior de África buscando lo desconocido y no está lejano el día en que todo aquel continente se conozca. España, por el porvenir que le ofrecen sus posesione en el golfo de Guinea, no debe abandonar a otros países la exploración de la rica zona limítrofe."
Presentó el proyecto que fue acogido con entusiasmo, aunque no consiguió los fondos necesarios. Comenzaba con las siguientes palabras:
"El porvenir de España está en África y la gloria de Euscaria es que sus hijos la exploren."
Su idea consistía en adentrarse a otras potencias europeas y reclamar para España la región explorada, así como otras que pudieran ser añadidas.


MANUEL IRADIER


En 1880, Iradier fue nombrado académico corresponsal en Álava de la Real Academia de la Historia española, para entonces trabajaba como profesor interino en el Instituto de Vitoria.
El 11 de junio de 1883, recibió una carta de la Sociedad Geográfica de Madrid proponiéndole participar en un congreso para debatir sobre la posibilidad de enviar una o dos expediciones al interior de África. Por problemas de salud no pudo asistir, pero mandó sus propuestas por escrito explicando las estaciones comerciales que debían establecerse en el territorio del Muni con un presupuesto de un millón de pesetas.

Se propuso la creación de una compañía colonizadora como tenían otros países desde siglos. No se logró, pero se creó otra sociedad, La Sociedad Española de Africanistas y Colonistas. Iriader preparó un plan, que fue aceptado, aunque con un ridículo presupuesto de veintisiete mil pesetas, que no permitía el establecimiento de factorías comerciales, ni cabañas. Propuso realizar acuerdos con jefes a los que, a la firma, se les asignaría un pequeño sueldo. Y finalmente, la Sociedad consiguió reunir los fondos necesarios para que, en julio de 1884, Iradier comenzase su tercera expedición africanista.

La nueva misión trataba de adquirir territorios del golfo de Guinea, a pesar de que en numerosos puntos de aquella geografía ondeaban las banderas francesa y alemana. Estuvo acompañado del doctor Amado Osorio, quien, como el propio Iradier, participaba como delegado de la Sociedad de Africanistas.

En esta expedición, Iradier recorrió los territorios ya explorados en la primera de ellas y algún otro. Exploró la orilla izquierda del Muni y los ríos Noya, Utambani y Bañe. Navegó el río Ulongo hasta donde fue posible. Desde allí pasó al río Congo hasta el río Muni, por el que descendió hasta la costa de Buru, sita al noreste de la bahía de Corisco. Logró adquirir, mediante acuerdos con los jefes locales, cincuenta mil kilómetros cuadrados de territorio.

Iradier enfermó de fiebres, tuvo que iniciar viaje de regreso a España, en noviembre del mismo año, cinco meses después de su llegada. Osorio permaneció en Guinea y, en agosto de 1885, emprendió una nueva expedición por el curso alto del río Noya y del Utamboni, logrando otros 18.000 kilómetros para España y firmado más de trescientos setenta tratados de reconocimientos de la soberanía española.


MAPA GEOGRÁFICO DEL PAÍS DE MUNI SEGÚN IRADIER

En febrero de 1885, Iradier entregó a la Sociedad de Africanistas y Colonistas de Madrid diversos documentos, contratos de anexión y actas notariales. Aquellos documentos trataban de proporcionar a España la legitimidad y dominio sobre centenares de miles de kilómetros cuadrados alrededor del río Muni, mediante la obtención del reconocimiento de dicha soberanía por parte de decenas de jefes indígenas, especialmente de los fang, el grupo más numeroso y dominante. Su presencia fue suficiente, no tuvo que enfrentarse a ningún acto hostil. Los naturales le respetaban y admiraban, y el alavés de igual manera a ellos.

Posteriormente, escribió Iradier:
"Lo digo de legítimo orgullo, sobre la bandera de mi querida España que tremolé durante tres años en los países africanos, que no se ha escrito el nombre de ninguna víctima ni caído una sola gota de sangre humana."

Durante la Conferencia de Berlín de 1885 para el reparto colonial de África, se fijaron las posesiones españolas en el golfo de Guinea, gracias a las exploraciones de Iradier y Osorio. El Tratado de Berlín asignó a España 300.000 kilómetros cuadrados. El acuerdo con Francia de 1901 los redujo a una docena, 25.000 veinticinco mil kilómetros cuadrados y 130.000 habitantes. Y, finalmente, una extensión de 14.000 kilómetros cuadrados de territorio, y 327 pueblos con unos 50.000 habitantes, proporcionaban a España el dominio colonial denominado como Guinea Española. Este territorio permaneció bajo la soberanía nacional hasta 1968, año en el que obtuvo su independencia y pasó a denominarse Guinea Ecuatorial.

Los relatos de Iradier se publicaron en dos tomos al poco tiempo de llegar a Vitoria, bajo el título de África. Viajes y trabajos de las Asociación La Exploradora.

Manuel Iradier y su esposa ya no volvieron más a Muni, en parte desencantados por la política llevada a cabo por las autoridades españolas, que nombraron en los puestos del gobierno local a personas con poco o ningún conocimiento de la realidad africana. En Vitoria, continuó con sus negocios y sus inventos, entre ellos: una caja de imprenta silábica, un avisador de incendios, un contador divisionario, un fototaquímetro, etc. En 1888, tuvo un hijo y, a partir de 1896, las relaciones con su mujer se deterioraron mucho. Tres años más tarde, su hija Amalia, de veintiún años, se arrojó por el balcón de casa.

El Desastre del 1989, por el cual España perdió sus últimas posesiones ultramarinas (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), le afectó de forma profunda. Su amigo Irastorza escribió:
"He encontrado a Iradier casi delirante abrazado a un mapa de Filipinas y estrujando un montón de papeles."
Destacó de él una frase: "Nos vamos a quedar sin la España asiática y sin la americana!"


MANUEL IRADIER

En 1901, el gobierno le ofreció un puesto de subalterno en el Negocio de Colonias. Al respecto dijo:
"Yo no quiero saber nada de ese engendro que nos ha despojado de la mitad del Muni y de si hinterland, ni tampoco presentarme a darlo por bueno, por un triste plato de lentejas. Yo busqué el país del Muni para España. Si otros lo han desaprovechado allá ellos. La historia nos pedirá cuentas y las mías están claras."
Un amigo le regaló Bizcaya por su independencia, libro en el que Sabino Arana exponía por primera vez su ideario. Y ésta fue su respuesta:
"Veo que cuando las cosas de España marchan mal, no se nos ocurren sino soluciones a la desesperada. Pero yo, que me siento muy éuscaro, prefiero como modelo a Juan Sebastián Elcano."
Iradier obtuvo trabajando durante una temporada en la Compañía Española de Minas de Bilbao. En 1903, consiguió trabajo en Segovia en una compañía maderera. A partir de 1908, su salud empeoró notablemente. En enero de 1911, se trasladó a Valsaín, en la provincia de Segovia, para intentar recuperarse, pero falleció el 19 de agosto de 1911, a los cincuenta y siete años de edad, ignorado por todos.


MONUMENTO A IRADIER EN VITORIA

El homenaje póstumo de la figura de Iradier la efectuó el también vitoriano 
Ramiro de Maeztu, autor de la obra Defensa de la Hispanidad. Este literato emprendió una campaña de reivindicación de la memoria de su paisano, cuyos restos fueron trasladados a su ciudad natal el 7 de noviembre de 1927.

En 1929, se premió a sus descendientes con mil hectáreas de terrenos en río Muni y, en 1956, se le erigió un monumento en los jardines de la Florida en Vitoria y se le dedicó una calle.

En 1993, se reinstaló la francmasonería en la ciudad de Vitoria. La anterior Logia Victoria de la capital alavesa en la que ingresó Iradier adoptó el título distintivo de Respetable Logia Manuel Iradier, en homenaje al explorador.