CORTES PARLAMENTARIAS DEL REINO DE LEÓN DE 1188


El Reino de León efectuó una importante e imprescindible aportación política, jurídica y sociocultural a la configuración actual de la península Ibérica, y de la actual Unión Europea. Su contribución más destacada fue la celebración en 1188 en la ciudad de León de las primeras Cortes proto-democráticas en Europa, o Cortes Parlamentarias, preludio del Parlamento europeo, con la asistencia de los representantes de las villas y de las ciudades, junto con la nobleza y el clero. En ellas se reconocieron por primera vez importantes derechos civiles para los ciudadanos.

En 1202, se convocaron en Benavente las segundas Cortes Parlamentarias leonesas y aún las segundas de Europa, que aprobaron el primer impuesto territorial por un parlamento, considerado antecedente de los presupuestos generales de los estados modernos.

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CORTES PARLAMENTARIAS DE LEÓN DE 1188

Los precedentes democráticos tienen su origen en Grecia. Roma alumbró su propio principio democrático por el cual "lo que involucra a todos tiene que ser aprobado por todos" (quod omnes tangit ab ómnibus appobetur). Ese precepto de Justiniano se consideraba como la base del concepto de bien común. Las asambleas de hombres libres de los germanos, el thing, fue una forma de democracia asamblearia.

En la temprana Edad Media, hubo otros ejemplos de democracia primaria, asambleas de hombres libres reunidos para resolver problemas locales: en el mundo franco existía el placitum; en el anglosajón, el shire y el hundred; en la España visigoda, el conventus publicus vicinorum. La gran innovación consistió en que esos hombres libres se incorporaron a los grandes órganos de decisión política junto a los magnates y los nobles.

La sociedad medieval europea se estructuraba en estamentos; era un orden social jerarquizado y segmentado. La concepción de la sociedad como articulación de estamentos era una constante de la cultura política europea desde Sócrates, que ideaba la República como un cuerpo dotado de una cabeza, un pecho y un vientre. Cada parte del cuerpo representa un estamento social: la cabeza (la razón, el pensamiento) la forman las clases rectoras; el pecho (la fuerza, el coraje) la forman los soldados; y el vientre (el alimento, el trabajo, la reproducción) la forman los trabajadores o productores.

Esa estructura jerárquica determinaron la formación de los estamentos medievales: oratores, bellatores, laboratores. La división en estamentos era una plasmación, en lo social, de ese orden ideal: los religiosos, los nobles y los campesinos. A cada uno de estos estamentos se le reconocía una función social específica y, en consonancia, una condición jurídica singular.

ALFONSO IX EN CORTES Y SÍMBOLOS DEL REINO DE LEÓN

Este orden no se tradujo en instituciones representativas generales, donde cupieron todos, hasta que el estado llano entró en las asambleas, gracias a la aportación intelectual de la Iglesia. Fueron los teólogos quienes, hacia los siglos XII y XIII, actualizaron la visión socrática de la comunidad política y la compaginaron con el concepto latino de "bien común". Santo Tomás de Aquino lo expresó de manera inmejorable: a la hora de garantizar el bien común, será bueno hacerlo por "gobernantes elegidos por el pueblo de entre el pueblo". Así aceptaban junto a los magnates y caballeros del estado nobiliario, y junto a los prelados y abades del estado eclesiástico, los patricios de las villas y ciudades.

Las circunstancias de la Reconquista determinaron aquel hecho. Los reinos cristianos hispánicos que se fundaron después de la invasión musulmana empezaron a construir su estructura de poder sobre bases muy elementales: el rey, los nobles y los clérigos. Pero a medida que la Reconquista iba tomando impulso, se fueron formando nuevos núcleos de población y grupos humanos con una personalidad política singular: hombres libres que han construido ciudades que se gobiernan a sí mismas, con tierras que cultivan para sí, que organizan mercados, con una vida económica y social independiente del poder feudal. Esa libertad implicaba el reconocimiento de un cierto número de derechos de naturaleza colectiva. Y cómo estas comunidades de hombres libres eran la base de los reinos de la Reconquista, los reyes no tardaron en convocarlos.

Por otra parte, el Reino de León frenó su expansión geográfica hacia el sur, la Corona precisaba de mayores ingresos y, a fin de obtenerlos, creó nuevos impuestos, lo que produjo un alza de precios. Por ello, la clase ciudadana quiso obtener alguna contrapartida y regular el gasto regio para reorganizar nuevas campañas bélicas contra los moros. Ante estas nuevas necesidades económicas, fue el rey quien solicitó la incorporación de elementos populares.

Así es como, en 1188, durante el reinado de Alfonso IX, a la curia regia de León se incorporan elementos procedentes del estamento popular, exclusivamente ciudadano, representantes de las ciudades y principales villas del reino. Estos eran los procuradores, también llamados personeros u "hombres buenos", elegidos por los ciudadanos de sus correspondientes villas para su representación política en la curia.

ALFONSO IX EN LA CATEDRAL DE SANTIAGO

En 1188, en la ciudad de León, se realizaron las primeras Cortes Parlamentarias de Europa. Fueron las Cortes Democráticas de 1188, reunidas en el Claustro de la Basílica de San Isidoro de Sevilla, sito en la ciudad de León. En estas Cortes, además de ampliar los Fueros de Alfonso V del año 1020, se promulgaron nuevas leyes destinadas a proteger a los ciudadanos y a sus bienes contra los abusos y arbitrariedades del poder de los nobles, del clero y del propio rey. Este importante conjunto de decretos ha sido calificado con el nombre de Carta Magna Leonesa.

En estas Cortes parlamentarias se reconoció la inviolabilidad del domicilio, del correo, la necesidad del rey de convocar Cortes para reanudar la guerra o declarar la paz, y se garantizaron numerosos derechos individuales y colectivos.

En 1202, se convocaron en Benavente las segundas Cortes parlamentarias leonesas y aún las segundas que se celebraban en Europa. En ellas se fijaron los principios y derechos económicos del Reino de León y de sus habitantes. Además, se instauraba el primer impuesto territorial aprobado por un parlamento, que fue denominado como Moneda forera y es considerado antecedente de los presupuestos generales de los estados modernos.

Fue el inicio de un nuevo marco político por el que se organizaron las cortes de otros reinos y condados cristianos de Europa, extendiéndose durante los siglos XIII y XIV. A Cataluña llegó en 1218; Castilla en 1250Aragón en 1274; Valencia en 1283; Navarra en 1300.

Alemania aplicó el ejemplo leonés en 1232Inglaterra regula la presencia de los representantes del tercer estado en 1265Francia incorpora la presencia institucional de las ciudades francesas en los primeros Estados Generales de 1302.

MAPA PENSULAR DEL SIGLO XI

La curia regia conservaba sus funciones consultivas, que sólo amplió más adelante, y en ellas el elemento popular estaba claramente diferenciado. Los miembros de los tres estamentos sociales (clero, nobleza, pueblo) eran elegidos con la finalidad expresa de votar en una dirección concreta, y todos los miembros valían igual, teniendo atribuciones muy amplias. Aquellas Cortes parecieron como un diálogo entre el rey y la curia, por un lado, y los representantes de las ciudades y villas por otro, sin oposición a que cada estamento se consolide por separado.

Las cortes aprobaban leyes, consignaban impuestos, atendían las reclamaciones contra cualquier transgresión del orden, y tenían la facultad de requerir al rey para que jure las libertades particulares de los súbditos, como condición necesaria para aceptar la soberanía regia. El juramento de libertades y cartas pueblas significaba algo de un valor trascendental: que ningún ciudadano perdería sus derechos y que el rey aceptaba mantener el estatus jurídico de sus territorios, lo cual garantizaba el mantenimiento del orden colectivo.

Aquellas cortes no formaban una asamblea fija y estable, sino que se reunían con periodicidad discontinua y previa convocatoria del rey, para disolverse tras haber realizado su tarea. Cada reino poseía su Diputación General, tratándose de una comisión permanente con la función de velar por el cumplimiento de los acuerdos en las cortes y que nadie violase los fueros municipales.

Así se fundó la Diputación del General de Cataluña a partir de 1359; también en Navarra, bastante tiempo después, ya dentro de la unidad española, llamándose Cámara de Comptos.

CATEDRAL DE LEÓN Y BASÍLICA DE SAN ISIDORO DE SEVILLA

Cuando en 2013, la Unesco inscribió los "Decreta" de León del año 1188 en su Registro de la Memoria del Mundo, estaba reparando una injusticia, puesto que la literatura anglosajona siempre ofreció su Carta Magna como la primera constitución democrática, aunque tenga treinta años más de que el texto leonés.

Dice el texto de inscripción, literalmente, lo siguiente:
"El corpus documental de Los 'Decreta' (o Decretos) de León de 1188 contiene la referencia al sistema parlamentario europeo más antigua que se conozca hasta el presente. Estos documentos, cuyo origen se remonta a la España medieval, fueron redactados en el marco de la celebración de una curia regia, en el reinado de Alfonso IX de León (1188-1230). Reflejan un modelo de gobierno y de administración original en el marco de las instituciones españolas medievales, en las que la plebe participaba por primera vez, tomando decisiones del más alto nivel, junto con el rey la iglesia y la nobleza, a través de representantes elegidos de pueblos y ciudades."

JUANA DE ZÁRATE ADELANTADA DEL RÍO DE LA PLATA


Durante la colonización española de América, el mestizaje fue siempre una realidad de la sociedad y numerosos colonizadores españoles se habían casado con aristócratas incas, mayas o aztecas.

La jerarquía social indígena se prolongo en la nueva administración virreinal mediante la fusión racial de indias y colonizadores. Un ejemplo fue el caso de Juan Ortiz de Zárate, gobernado de Nueva Vizcaya y de la princesa inca Leonor de Yupanqui, en el Virreinato del Perú. La hija de este matrimonio fue la mestiza Juana de Zárate, quien se convirtió en la primera Adelantada de la provincia del Río de la Plata por herencia de su padre.

Juana Ortiz Zárate Adelantada Río Plata
JUANA DE ZÁRATE ADELANTADA DEL RÍO DE LA PLATA

En la segunda mitad del siglo XVI, la colonización americana llegó hasta el Perú, fundando un virreinato en el sur del continente que lleva su nombre. Las expediciones pusieron rumbo hacia el sur, Chile, y hacia el este, Río de la Plata. En la sociedad peruana ya se había hecho realidad el fenómeno del mestizaje y numerosos colonizadores españoles se habían casado con aristócratas incas. De este modo, la jerarquía social previa, la del mundo precolombino, se prolongaba en el nuevo escenario hispánico. El origen mestizo no fue una tacha social en la mentalidad hispanoamericana de la época, sino con frecuencia un signo de distinción y gloria.

Juan Ortiz de Zárate era natural de Orduña, donde nació en 1521. Marchó a América muy joven, allí tomo parte en las campañas de Pizarro y Almagro. En Chuquisaca (Bolivia) fue nombrado tercer adelantado del Río de la Plata, llegando a ser su gobernador y capitán general. A esta región comprendida en tierras de las actuales Argentina y Paraguay la bautizó como Nueva Vizcaya, fundando la ciudad de Zaratina de San Salvador (Zárate), en 1575, en honor a su tierra.

Juana de Zárate nació en Cruzco, la vieja capital inca. Pronto se trasladaría junto con sus padres a Chuquisaca, la actual Sucre boliviana. Juana se había criado conforme a su rango principesco, bien avalada por la fortuna de su padre que, además de ser el más alto administrador colonial, era un gran terrateniente.

Juan Ortiz estableció un asentamiento, Asunción, desde el cual partían las expediciones hacia el interior del Río de la Plata. Sufrió diversos ataques por los indios en tierra y por piratas en el mar. Otros expedicionarios vascos como Francisco de AguirreJuan de AyolasDomingo Martínez de Irala Juan de Garay le ayudaron a consolidar su proyecto colonizador en amplios territorios del cono sur de América.

Por último, Juan Ortiz marchó a España para conseguir el reconocimiento y la titularidad de "Adelantado del Río de la Plata" de manos de Felipe II. Pero es más, el monarca legitimó a su hija mestiza, Juana, como heredera del adelantazgo y el título de marqués a quien la desposase. Esta titularidad elevaba a la mestiza vasca a la condición de aristócrata; así lo expresaba la Cédula Real:
"Por la gracia de Dios, el Rey resuelve dar legitimidad a la unión de la Palla Inka con el capitán don Juan Ortiz de Zárate, y al conceder omnímodas facultades, libera a la descendencia femenina, Juana Ortiz de Zárate, de toda duda o mancilla, y quitamos toda infamia de ella, mácula y defectos que por razón de su nacimiento le puedan ser pues..."

JUAN ORTIZ DE ZÁRATE Y JUAN DE GARAY

Poco antes de que la muerte le llegara a Juan Ortiz, en 1576, el colonizador de Orduña dejó escrito su testamento, designando al futuro esposo de su hija y, por tanto, al legítimo heredero de la titularidad del Gobierno en Nueva Vizcaya, ya que Juana era una adolescente de quince años. Así lo dejó escrito su cronista, el clérigo y poeta Martín del Barco Centenera:
"Dejó en su testamento declarado que sea su legítimo heredero la hija que en los Charcas ha dejado, y aquel que fuere esposo y compañero suceda en el gobierno y el estado, según como lo tuvo él de primero. Y mande y rija, en tanto que ella viene, su sobrino Mendieta que allí tiene."
Primeramente, testamentó a favor de Mendieta, su sobrino, pero ante el mal gobierno y el despótico uso de sus funciones, Juan Ortiz decidió que quien se llevaría el atractivo de su hija y el cargo de adelantado sería una persona de su confianza: Juan de Garay. Medio pariente suyo y, también, natural de Orduña. Garay era un explorador veterano, un líder nato y un fiel escudero en sus expediciones y en su gobierno.

Surgieron más pretendientes, siendo tres de ellos muy bien cualificados. El primero era Antonio de Meneses, ahijado del virrey del Perú, Francisco de Toledo; el segundo era Francisco de Matienzo, hijo del juez de la Audiencia de Charcas, Juan de Matienzo; y el tercero era Juan Torres de Vera y Aragón, noble oficial que ejercía en la Audiencia de Chuquisaca.

Finalmente, es ella quien eligió. El amor superaba al poder, y escogía al candidato menos influyente: Juan Torres de Vera. Se trataba del típico noble español del siglo XVI que consiguió gloria y blasones en campañas y conquistas, noble de espada y toga, de armas y leyes, pero bastante pobre. Natural de Sevilla, tenía 30 años en aquel momento y consiguió la preferencia de la "adelanta" del Río de la Plata, el más joven y apuesto de todos los pretendientes. Juan de Garay, fiel a su amigo padre de Juana, avalaba el matrimonio, cumpliéndose la voluntad de contrayentes.

gobernación Río Plata Virreinato Perú
PROVINCIA DEL RÍO DE LA PLATA

Ante tal unión, aparecieron las disconformidades. La ley no permitía casarse a los oficiales de justicia dentro de su jurisdicción, y Torres lo era. El virrey del Perú, descontento ante la imposibilidad de sus planes, dictó orden de prisión contra Torres. Por otra parte, Matienzo también abría un proceso judicial contra el oficial. Juana fue apresada por las tropas del virrey, pero tuvo una grata sorpresa: la adelantada esperaba un hijo. Por lo que, fue encerrada en un convento.

Torres nunca fue reconocido como adelantado y gobernador de Nueva Vizcaya del Virreinato del Perú. La ley nunca se lo permitiría y los colonos nunca le reconocieron, aún después de que el virrey Francisco de Toledo muriese. Tampoco pudo marchar a España a confirmar la legitimidad del cargo.

La princesa Juana murió encerrada en 1584, con veintitrés años, según cuenta la leyenda de tristeza. Su hijo, Juan Alonso de Vera y Zárate, viajó a España para reclamar sus derechos, acompañado de su abuela y viuda de Juan Ortiz de Zárate, la princesa inca Leonor de Yupanqui. La Corona reconoció sus títulos y Juan Alonso fue gobernador de Tucumán, quien promovió, entre otras cosas, la fundación de la Universidad de Córdoba en el actual estado de Argentina.

No fue este el único caso de matrimonio entre un conquistador vascongado con una princesa india. Juan de Tolosa, explorador de la Provincia de Nueva Vizcaya del Virreinato de Nueva España, matrimonió con Isabel Cortés Moctezuma, hija de Hernán Cortés y de la princesa Isabel Moctezuma (una de las hijas del emperador azteca Moctezuma II).

Martín García Óñez de Loyola, gobernador de Chile en la última década del siglo XVI, contrajo matrimonio con la princesa incaica Beatriz Sapay Coya. Era pariente de San Ignacio de Loyola y en su gobernación se distinguió por su buen trato a los indios.

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MATRIMONIO MESTIZO VIRREINAL

SISTEMA DE AFORAMIENTO Y REPOBLACIÓN EN LA RECONQUISTA


Durante los primeros siglos de la Reconquista española, los reinos cristianos aplicaron un novedoso sistema de repoblación territorial en la Europa medieval. Fue el sistema de presura y escalio, que se aplicaron en los Reinos de León y de Castilla, llamado aprisio en la Corona de Aragón. Estaba basado en el libre campesino armado que repoblaba el territorio fronterizo con el Califato de Córdoba. Se estableció el principio de hidalguía y se continuó con el sistema de behetría hispano-visigodo.

El signo distintivo de la España de la primera Reconquista consistió en la ejecución de un modelo territorial foral diferente del modelo feudal que se había implantado en el resto de Europa, basado en leyes forales privadas, protectoras y exclusivas de municipios, personas, gremios y estamentos frente al poder feudal.

La primera Carta Puebla de una villa fue el Fuero de Brañosera, fundado por el conde Munio Núñez en 824. Las Cortes parlamentarias del Reino de León en 1188, fueron las primeras celebradas en Europa, por la que introducía a representantes del estamento popular en la asamblea real junto al aristocrático y eclesiástico.

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SISTEMA DE AFORAMIENTO Y REPOBLACIÓN DE LA RECONQUISTA

Desde comienzos del siglo VIII, España vivió una cruenta invasión sarracena que provocó en gran medida la huida de los hispano-godos cristianos hacia el norte peninsular, llegando a refugiarse en tierras astures y cantábricas, tierras que enseguida comenzaron a sufrir una superpoblación. Como consecuencia de esta situación, los reinos cristianos de la Reconquista aplicaron un novedoso sistema de repoblación territorial en la Europa medieval.

Su origen surgió hacia el año 790, probablemente desde el 780, cuando pequeños grupos de campesinos y minúsculas comunidades de religiosos protegidos por la cordillera Cantábrica dieron el salto hacia el sur. Llegaban a solares nuevos, tomaban tierras, las roturaban y se instalaban allí. Fueron los pioneros con los que empezaba realmente la Reconquista.

El escenario de estas primeras incursiones era un área muy concreta: la Bardulia, es decir, el solar original de lo que pronto se llamaría Castilla, aproximadamente entre el sureste de Cantabria, el noreste de Burgos, el suroeste de Vizcaya y el oeste de Álava. Era el límite oriental del reino de Asturias, una zona húmeda y de orografía cómoda que garantizaba la subsistencia agrícola, todavía protegida por montañas, pero que se abría ya a la meseta, conectando los valles del Duero y del Ebro, y reuniendo los caminos que pasan de la cordillera Cantábrica a la meseta y de la llanura aragonesa a León y Galicia.

En este territorio se mezclaron celtas, cántabros, hispanorromanos, vascones y godos, y en ellos se fue cuajando un carácter feroz y decidido, acostumbrado a soportar los constantes saqueos islámicos, a verlo todo arrasado y a volver a empezar de nuevo.

PENINSULA IBÉRICA SIGLO X

Todo indica que se trataba de colonizaciones espontáneas de campesinos que se lanzaban a la aventura por su cuenta y riesgo, provenientes de Cantabria, Álava y Vizcaya. El Reino de Asturias establecería en la región varios puestos fortificados, es decir, castillos, que pronto dieron nombre a toda la zona.

Aquellas familias pioneras de la Reconquista ocupaban las tierras y las señalizaban con hitos. Era el sistema de presura, y otorgaba el derecho a trabajar el espacio ocupado. Para evitar que un colono abusara del sistema acaparando más tierras de las que podía trabajar, se formalizó otra institución que no reconocía la tierra de presura hasta que no era labrada y sembrada. Era el sistema de escalio.

Este modelo comenzó a emplearse en esta misma época en Cataluña y Aragón, donde a la presura se la llamó sistema de aprisio pero cuya organización del territorio corrió a cargo de nobles, señores que disponían de sus tierras y que implantaban una estructura propiamente feudal.

SISTEMA DE PRESURA Y ESCALIO

Un poco más tarde, y como consecuencia de los permanentes ataques y saqueos provenientes del Califato de Córdoba, ocurría que los reyes encargaban a los nobles el control del territorio. Pero incluso en estas situaciones prevaleció la condición de hombre libre del campesinado. Se trataba del principio de hidalguía, por el cual el campesino era libre incluso bajo un señor. Y para manifestar su libertad, era el mismo campesino quien realizaba su derecho a elegir un señor, y a cambiar de señor si lo desea.

Era el sistema de behetría, un régimen jurídico que venía de tiempos romanos y que los godos potenciaron. De hecho, la influencia del derecho germánico fue decisiva en la organización de esta primera Castilla. Aquellos campesinos libres también tenían el deber de ser soldados y defender sus tierras de los posibles ataque sarracenos que provenían desde el sur. Este método de repoblación se fue implantando también en el valle del Ebro, behetrías de campesinos libres que elegían a su señor, aunque en menor cantidad.

En pocos años, miles de familias provenientes de la cordillera Cantábrica se fueron instalando en los valles, siempre cada vez más al sur, del mismo modo que, algunos años más tarde, otras familias del Pirineo bajaron hacia el llano tomando posesión de las tierras. Un intenso goteo humano, pronto un torrente, a lo largo de los siglos IX y X definieron la verdadera Reconquista. Caravanas de campesinos armados, con sus carros y sus bueyes, sus pequeños rebaños de ganado, a veces los caballeros en vanguardia y, por supuesto, los clérigos fueron atravesando ríos, superando montes y cruzando valles; haciendo presuras, construyendo casas, molinos, graneros e iglesias, limpiando los terrenos, sembrando y recogiendo cosechas, y en definitiva, creando una comunidad de aldea.

Los monasterios y las iglesias construidas en las nuevas aldeas también se convirtieron en los pivotes de esa nueva frontera. Los abades y obispos se encargaban de la función judicial y administrativa, por delegación regia. Además, los campesinos eran los garantes de que las presuras se ajusten a derecho, de que nadie traspase los límites de sus tierras, de que nadie abuse del vecino, y también de que la organización económica funcione: el control de los derechos de paso (portazgo) y de uso de los montes (montazgo), la prestación de servicios de defensa (anubda, castellería, soldada), etc.

El signo distintivo de la España de la primera Reconquista consistió en la ejecución de un modelo territorial foral diferente del modelo feudal que se había implantado en el resto de Europa, donde la norma social era el régimen de servidumbre y señorío; también era así en Galicia o en las provincias Vascongadas que se estaban formando, por ejemplo. Por el contrario, en la nueva España de la Reconquista la presencia de la servidumbre es mucho menor y la esclavitud prácticamente había desaparecido en el ámbito de repobladores y colonos. Fue en parte por la influencia de la Iglesia, y en parte porque el modelo de asentamiento era familiar. Fue excepcional la adopción de mano de obra esclava e, inversamente, fue surgiendo un número creciente de campesinos armados: pequeños o medianos propietarios que podían costearse un caballo y una armadura y que presentaban servicios de guerra. Muy pronto se los conocería oficialmente como "caballeros villanos", que tenían la consciencia de proteger y recuperar la España "perdida", la España cristiana que décadas antes existió como Reino Hispano-visigodo.

Los reyes fueron apostando sin contemplaciones por ese nuevo modelo de sociedad, que garantiza la autoridad regia sobre el conjunto de la comunidad cristiana, donde no existió una intermediación nobiliaria que actuase como muro entre el rey y los súbditos. Aunque, andando el tiempo, los estamentos militar, aristocrático y eclesiástico se fueron imponiendo hasta acaparar el protagonismo del sistema político, y especialmente en el área galaico-leonesa.

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VOLUNTARIA ENTREGA POR LA COFRADÍA DE ARRIAGA

Como ejemplo de colonización se encuentra la villa de Valpuesta, situada en la frontera norte entre Álava y Burgos. Fue durante el reinado de Alfonso II el Casto, rey de Asturias, que consiguió la consolidación de la antigua Monarquía visigoda, mientras que Castilla era un conjunto de condados dependientes del rey. Hacia el año 804, una comunidad benedictina se entregó a la tarea de colonizar, tanto espiritual como material, unas tierras abandonadas por el miedo a las expediciones moras. Reconstruyeron la iglesia de Santa María de Valpuesta, que sería monasterio, instalaron allí su sede y organizaron los trabajos de los colonos que en número creciente afluían a la región. Los Cartularios de Santa María de Valpuesta dan testimonio de este episodio, especialmente el llamado Becerro Gótico (por usar caligrafía gótica sobre piel de becerro) que contempla el documento fundacional del monasterio, firmado por el rey el día 21 de diciembre de 804.

Durante el reinado de este mismo rey Alfonso II, este sistema de repoblación no sólo se efectuó en el extremo oriental del reino de Asturias, también en otras áreas como en el norte de Palencia. En ese límite es ejemplarizante la conservación de la Carta Puebla que el conde Munio Núñez otorgó en el año 824 a los pobladores de un enclave de la Montaña Palentina llamada Brañosera. Les concedió el libre uso de todo el valle con dos únicas condiciones: dar parte de ese uso al que quisiera venir a poblar el valle; y abonar al conde la mitad de la paga que se cobrara a los de la villas cercanas que hubieran apacentado sus ganados en estos terrenos. A cambio, los pobladores de Braña-Osaria estarían exentos de vigilancia militar y del servicio en los castillos cercanos.

Se fundaba así el Fuero de Brañosera, una de las primeras Cartas Pueblas de Europa, fechada el 13 de octubre del año 824, que constituye formalmente la primera organización administrativa local, el germen de los actuales ayuntamientos de España. Sólo podría competir con ella la carta-capitular que Carlomagno otorgó hacia el año 801, acogiendo bajo su protección a los godos e hispanos de la ciudad de Barcelona y del castillo de Tarrasa.

Carta Puebla Munio Núñez 824 Brañosera Reino Asturias FUERO
FUERO DE BRAÑOSERA

El Reino de Castilla, una vez separado del de Asturias, desarrolló con mayor eficacia este modelo de repoblación territorial recuperando la extinguida Ley Romana o Ley de ciudadanía a las villas recién fundadas tras arrebatar la tierra a los islámicos. Cuando toda Europa estaba regida por la Ley Feudal, Castilla establecía una Ley Foral, un sistema de leyes forales y de ciudadanía a todas las villas y ciudades que se reconquistaban o fundaban más allá del río Duero.

Su sistema ya no era tan espontaneo e improvisado como sucedió en las primeras décadas de la Reconquista del Reino de Asturias. Se basaba en la construcción de una iglesia, centro administrativo de un grupo de tierras aledañas en torno a este punto neurálgico. En ella se inscribían los colonos que demostraban ser cristianos y recibían una serie de derechos y libertades que les liberaba de cualquier vínculo feudal. Como ciudadanos libres y exentos de pechas y servidumbres tenían el deber de poblar, trabajar y defender la tierra del municipio recién reconquistada. Así es como se fueron estableciendo unas Leyes Forales municipales muy "progresistas" e innovadoras con respecto a lo que había en el resto de reinos de Europa. Estas eran unas leyes que recortaban la autoridad del rey, que permitía una serie de exenciones fiscales y privilegios, pero lo más importantes, que eliminaba cualquier vínculo de servidumbre con respecto los señores feudales, otorgando unas leyes de ciudadanía, respaldadas además, por el rey de Castilla.

Los reinos cristianos peninsulares que conformarían a finales del siglo XV la Monarquía española eran los más avanzados e innovadores en el ámbito político, causa de ello fue la evolución político-territorial de la Reconquista. Ya en el año 1188, el Reino de León organizó las primeras Cortes Parlamentaria de Europa, en las cuales se suma a parlamentar un tercer Estado, los representantes de las ciudades, a los ya establecidos Estados eclesiásticos y aristocráticos o nobleza alta.

Lo impresionante, más allá de la fecha, es lo avanzado del texto para un entorno medieval. En él se dictaron leyes para mejorar la eficacia de la justicia y proteger a los ciudadanos de la arbitrariedad de los nobles o del mismo rey. El objetivo era claro: el rey, inmerso en plena Reconquista, deseaba recaudar más fondos para atender a sus gastos militares y aprovechar la incipiente prosperidad de las ciudades para obtenerlos. La consecuencia fue revolucionaria para la época: ya no solo serían nobleza y clero quienes acudían a las Cortes con el rey, sino que los representantes de los ciudadanos obtuvieron voz y voto por primera vez en Europa.

ALFONSO IX EN CORTES Y SÍMBOLOS DEL REINO DE LEÓN

Pero no fue la primera muestra de innovación legislativa en el Reino de León. En los inicios del siglo XI, Alfonso V promulgó el Fuero de León, que se adelantó varios siglos a la realidad de otros países. De la voluntad del rey de que sea entendido por el pueblo dio muestra que esa redacción original en latín se tradujo muy pronto a la lengua romance astur-leonesa.

Como tantos otros fueros medievales, se otorgaron beneficios a la ciudadanía para hacer atractiva su repoblación a las gentes del reino, creando privilegios para sus habitantes. Este aspecto demuestra el hecho de la protección de bienes y personas frente al rey por primera vez; apareció como primicia el derecho de la mujer a heredar y disponer de sus bienes, además de algunas otras disposiciones que se pueden considerar pioneras y que son estudiadas con interés por su impacto en la historia europea a partir del Renacimiento.

Con los siglos, las ciudades castellanas asentaron sus leyes forales y municipales, eligieron a sus "diputados" en el Parlamento a los que llamaban procuradores, es decir, representantes de las ciudades. Estos llegaron a reafirmar su poder frente al del rey mediante la Ley Perpetua de las Comunidades de Castilla, redactada en Ávila en 1520, y suprimida por el emperador Carlos V de Alemania, y que puede considerase el primer texto constitucional redactado en Europa.

Efectivamente, la Ley Perpetua de 1520, también llamada Capítulos del Reino o Constitución de Ávila, fue redactada por la Junta de Procuradores de las Comunidades de Castilla reunida en Ávila en el verano de 1520. Resultó ser el gran precedente constitucional hispánico que expresaba los elementos propios de la Constitución política castellana, formalizados en un texto aprobado por los representantes de las principales ciudades de la Castilla nuclear. Sin embargo, fue frustrada en su aplicación por la oposición del rey Carlos V de Habsburgo y su Corte. Y es que el movimiento político comunero desarrollado entre 1519 y 1521 puede considerarse como la primera revolución constitucional europea si se analizan tanto el proceso como el texto.

Ejecución comuneros Padilla Bravo Maldonado lienzo Antonio Gisbert
EJECUCIÓN DE LOS COMUNEROS PADILLA, BRAVO Y MALDONADO

No fue el escueto documento elaborado exactamente un siglo después, en 1620, por los "padres peregrinos" ingleses a bordo del May flower, la primera Constitución política del mundo. Tampoco tuvieron este carácter los pactos que otros monarcas celebraron siglos atrás con los estamentos nobiliarios al objeto de garantizar a éstos determinadas concesiones: la Carta Magna inglesa de 1215, la Bula de Oro húngara de 1222, y el Privilegio General Aragonés de 1283. Tales textos tuvieron como único fin frenar el poder de la Corona, pero en modo alguno establecer la organización del Estado y el aseguramiento de los derechos ciudadanos.

La Ley Perpetua del Reino de Castilla que los comuneros enviaron desde Tordesillas al emperador fue el primer documento que realmente marcó un precedente constitucional en el mundo. Su normativa política no solamente tiene carácter revolucionario, sino que puede ser considerada como auténtico texto preconstitucional, como nuestra más temprana Constitución histórica, pese a carecer de ideología sistemática y completa. Eran la expresión más fidedigna y exacta del pensamiento político, económico y administrativo de la Revolución comunera, que estableció un plan regular de Gobierno.

FILOLOGÍA Y LINGÜÍSTICA DE LENGUAS INDÍGENAS PRECOLOMBINAS


Durante la colonización y evangelización de América, los eclesiásticos españoles allí desplegados realizaron una enorme labor en el conocimiento del mundo indígena mediante el estudio de los idiomas precolombinos. Frailes y misioneros escribieron gramáticas, vocabularios y diccionarios de prácticamente todas las lenguas y dialectos de la América hispana. Fueron los primeros estudios sobre filología y lingüística de las lenguas indígenas precolombinas.

En la redacción de las primeras artes y vocabularios, destacaron Andrés de Olmos, Alonso de Molina, Bernardino de Sahagún, Pedro de Arenas, Diego de Galdo Guzmán en lengua nahuatl, Domingo de Santo Tomás y Diego González Holguín en quechua, y Maturino Gilberti en tarasco.

FILOLOGÍA Y LINGÜÍSTICA DE LENGUAS INDÍGENAS PRECOLOMBINAS

Durante las primeras décadas de la colonización de América en el siglo XVI, los misioneros y evangelizadores españoles desarrollaron una muy meritoria tarea lingüística, sin la cual se hubieran perdido muchos de las lenguas indígenas. El origen de estos estudios partió de la necesidad de conocer las lenguas nativas así como sus creencias paganas con el objetivo de convertir al Cristianismo con mayor eficacia a los naturales.

Tras su aparente conversión, el indígena no quedaba totalmente impregnado en la fe de Dios, continuando con sus idolatrías y cultos ancestrales. A veces incluso ocultaban sus ídolos en los muros cercanos al altar mayor de las iglesias, a los cuales adoraban, mientras parecía que lo hacían hacia Cristo u otros santos católicos.

Para que la actividad de evangelización pudiera ser completa y eficaz, se hizo necesario el estudio de las lenguas indígenas, mucho antes de intentar una hispanización lingüística 
sobre los indios. Esto generó la redacción y posterior utilización de libros por parte de los religiosos, tanto para el estudio de las formas de vida indígenas como para su conversión religiosa en las lenguas nativas.

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LENGUAS INDÍGENAS PRECOLOMBINAS

Los misioneros escribieron gramáticas, sintaxis y transcripciones a idiomas que, en muchos casos, no habían tenido hasta entonces ni siquiera forma escrita. Esto fue habitual allá donde llegaba una misión católica en territorio del Imperio español, tanto de América como de Filipinas, convirtiendo innumerables idiomas exóticos en lenguas escritas y cultas al dotarlas de gramática, diccionario y literatura, como por ejemplo el quechua, el náhuatl, el guaraní, el tarasco, etc.

Fue lo contrario al modelo de colonización anglosajón y sus órdenes anglicanas, difusora solamente del inglés. Como ejemplo, el somalí, que era lengua hablada y que adquirió forma escrita cuando se hizo oficial para el nuevo estado africano de Somalia después de la descolonización, gracias a los franciscanos italianos.

Así surgieron dos categorías de opúsculos con el fin de ayudar a la predicación de la doctrina cristiana:

1. los Vocabularios y las Gramáticas, también llamados Artes, que estaban basadas en la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrija, a pesar de ajustarse a la naturaleza idiomática de la precolombinas.

2. las Doctrinas, que eran compendios de la fe cristiana escritas en las lenguas indígenas.

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ARTE DE LA LENGUA MEXICANA, POR ANDRÉS DE OLMOS

Algunas de aquellas recopilaciones de información etnográfica y lingüística sobre los pueblos americanos que efectuaron los misioneros españoles allí destinados fueron:

El primer texto fue la Gramática mexicana del franciscano Andrés de Olmos, que fue guardián del monasterio de San Andrés, en la provincia de Totocanacapa, y enseñó latín en Santa Cruz de Tlatelolco. Esta Gramática está dividida en tres partes: la de los nombres y pronombres; la de la conjugación, formación de pretéritos y diversidad de los verbos; y la de las partes indeclinables y algo de ortografía. Además, añadió unas conversaciones de los padres mexicanos con sus hijos, adaptadas al pensamiento cristiano y traducidas al castellano, para que los estudiantes de náhuatl practicaran el idioma sobre la base de tales ejemplos. Aunque fuese concluida en 1547, no se publicó hasta 1886, por Rémi Simeón.

La Arte de la lengua mexicana y castellana de Alonso de Molina sobre la lengua náhuatl, que fue impresa por Pedro Ocharte en 1571 y corregida y aumentada por Pedro Babli en 1576. Aunque menos extensa que la de Andrés de Olmos, es la más antigua de todas las impresas y su autor está considerado como el precursor de los estudios mexicanistas. Está dividida en dos partes: la primera trata las ocho partes de la oración, y la segunda afronta las cuestiones prácticas y dificultades propias de la lengua náhuatl.

Molina, también escribió un Vocabulario de dicha lengua, que fue impreso por Juan Pablos en 1555. En su primera edición se limitaba a ser un vocabulario castellano-mexicano, pero en la segunda le añadió también otro mexicano-castellano.

Arte Vocabulario lengua mexicana Alonso Molina
ARTE Y VOCABULARIO DE LA LENGUA MEXICANA, POR ALONSO DE MOLINA

El franciscano Bernardino de Sahagún fue el pionero en la elaboración de los primeros estudios de Etnografía moderna por medio de obras bilingües en náhuatl y español. En 1525, fue destinado en Nueva España, allí fundó el convento de Xochimilco y el Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, donde enseñó latín a los indios, e instruyó a jóvenes nahuas y al clero local.

En la primera imprenta de Méjico publicó un Vocabulario trilingüe, en castellano, latín y náhuatl, y una Gramática del náhuatl, un Tratado de Retórica y Teología a la gente mexicana, y un Arte de la lengua mexicana.

El Arte mexicana del jesuita Antonio del Rincón, publicada en 1595. Tardó diez años en recoger los preceptos consignados en ella. Tuvo una buena acogida, ya que a los tres años de publicado tuvo una segunda edición.

Pedro de Arenas trató de ofrecer un vocabulario práctico, de poco rigor científico, pero útil para el que desease entenderse con los indios, y al que añadió un manual de conversación para las necesidades más elementales de la vida: saludar, despedirse, preguntar por alguien o algo, pedir una cosa, manifestar alguna urgencia, etc.

Todas estas gramáticas de la lengua mexicana hacen referencia expresamente al idioma azteca, que es una rama del grupo nahuatl, según los estudios de filología.

Hasta 1642 no volvió a aparecer ninguna gramática mexicana tan utilizada como las de Molina y Rincón. En este año fue editada la Gramática del agustino Diego de Galdo Guzmán, catedrático de lengua mexicana y otomí en la Universidad de México. Siguieron a continuación, las Gramáticas del jesuita Horacio Carochi, en 1606; de Antonio Tovar Cano y Moztezuma; y de Agustín de Vetancurt, en 1673.

Es probable que las que siguieron a éstas no tuviesen la misma excelencia. En el Arte novísima de la lengua mexicana de Carlos de Tapia Centeno, y en la de Joseph Agustín de Aldama Guevara, tratan de realizar una síntesis de trabajos anteriores que de una nueva creación.

Bernardino Sahagún Vocabulario castellano latín náhuatl
VOCABULARIO TRILINGÜE POR BERNADINO DE SAHAGÚN

Junto al mexicano, proliferaron los estudios a otras lenguas abordadas por los misioneros españoles.

La lengua pima fue estudiada gramaticalmente por el jesuita Luis Bonifaz en su Arte de la lengua principal de Sinaloa o Cinaloa.

El franciscano José Fernández realizó un Arte y vocabulario de la lengua tepehuana.

El jesuita Tomás de Guadalupe estudió la lengua tarahumara, junto al jesuita Jerónimo Figueroa y el misionero José Victoriano.

Entre las familias lingüísticas más difundidas y más difíciles de reducir a reglas figura la otomí. Sobre esta, Luis Neve y Molina escribió las Reglas de ortografía, Diccionario y Arte del idioma otomí, publicados en México, en 1767. Fue considerada una hazaña tan difícil que José Lucas de Anaya llegó a decir que pondría el título de este libro en El imposible vencido.

Un idioma independiente, hablado en Michoacán, es el tarasco. Entre otros que dedicaron estudios destacó el franciscano Maturino Gilberti. Publicó un Vocabulario en Lengua de Mechuacan, en 1542, en su doble vertiente tarasco-español y español-tarasco. Reconocido como el más destacado lingüista del tarasco, se dedicó a impartir la doctrina cristiana en la lengua nativa de los indígenas de Michoacán. También es autor de Tesoro espiritual en lengua de Mechoacan, Cartilla para los niños en lengua tarasca, Tesoro espiritual de pobres en lengua de Mechoacan, Diálogos de doctrina cristiana en lengua de Mechoacan (considerada su mejor obra), Evangelios en tarasco y algunas traducciones de las Sagradas Escrituras, entre muchas otras.

lengua mexicana Agustín Vetancour Arte maya Gabriel Buenaventura
ARTE DE LA LENGUA MEXICANA Y ARTE DE LA LENGUA MAYA

Otras lenguas abordadas por los españoles fueron el totonoca y el huasteca. Ambas fueron estudiadas por Andrés de Olmos, autor de la primera gramática totonaca y de varios opúsculos huastecas.

El maya fue un idioma extendido por toda la península del Yucatán. El primer en estudiarlo fue Luis de Villalpando, cuyos trabajos sirvieron de base a la gran obra de, franciscano Gabriel de San Buenaventura. Este fue autor del Arte de la lengua maya, publicado en México, en 1684, y de un gran Diccionario maya-hispano e hispano-maya, compuesto en tres volúmenes.

Se ocuparon también de la lengua maya Beltrán de Santa Rosa María, Gaspar Antonio y Antonio de Ciudad Real. Este último realizó el trabajo más importante mediante un gran diccionario en seis volúmenes de la lengua maya.

Tampoco quedaron olvidados otros idiomas menos importantes. La lengua de los lacandones fue estudiada por Diego Ribas Gaztelu; el tzendal por Francisco de Zepeda; el tzotzil por Dionisio Pereira; y el cakchiquel por Juan de Torres.

El cakchiquel y el tzutuhil son lenguas habladas por mayas englobadas en la familia del quiché. Esta fue muy estudiada por el dominico Francisco Ximénez, traductor del Popol-Vuh al castellano, y por el franciscano Ildefonso José de Flores.

El Estado de Oaxaca estaba prácticamente ocupado por la familia lingüística mixe zoque, a la que pertenece el mixe, el zapoteca y el mixteco. El zapoteca fue estudiado por Juan de Córdoba y Pedro de la Cueva; y el mixteca por Antonio de los Reyes.

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GRAMÁTICA Y ARTE DE LA LENGUA GENERAL DEL PERÚ

La familia de lenguas quechua estuvo muy extendido por la cordillera de los Andes y hablado por los incas del Virreinato del Perú. Su primeros estudiosos fueron los eclesiásticos Juan de Oliva y Cristóbal de Medina. Sin embargo, el primero en estudiarlo en profundidad fue Domingo de Santo Tomás, quien lo redujo al lengua culta. Tanto el Vocabulario y como la Gramática de la lengua general de los indios del Perú fueron publicados en Valladolid, en 1560. Este texto fue utilizado para la enseñanza del quechua durante la segunda mitad del siglo XVI.

En 1596, en la Universidad de Lima, los decanos crearon una cátedra de quechua. Más o menos a partir de esta época, nadie podía ser ordenado sacerdote católico en el virreinato si no demostraba conocer bien el quechua, al que los religiosos habían dado forma escrita. Entonces, la Gramática y Arte nueva de la lengua general de todo el Perú, publicado por el jesuita Diego González Holguín en 1607, fue el texto generalizado para el estudio desde principios del siglo XVII.

A estos dos les siguieron otros quechuistas, entre los que destacaron Diego de Torres Rubio y Alonso de Huerta.

El araucano, idioma de los mapuches habitantes del sur del Virreinato de la Plata, fue estudiado por Gabriel de la Vega, Luis de Valdivia y Andrés Febres.

La lengua el guaraní fue estudiada por el limeño Antonio Ruiz de Montoya.

ARTES Y GRAMÁTICAS DE LENGUAS PRECOLOMBINAS AMERICANAS