ASCETISMO CATÓLICO DE JUAN DE ÁVILA


Una de las principales figuras de la Espiritualidad española del Siglo de Oro, especializado en el Ascetismo. Su pensamiento místico quedó resumido en el Tratado sobre el amor de Dios.

ASCETISMO CATÓLICO DE JUAN DE ÁVILA

Juan de Ávila nació en 1500, en Almodóvar del Campo (Ciudad Real). En 1514, comenzó sus estudios en Derecho en la Universidad de Salamanca, hasta 1520, año en que continuó con Artes y Teología en la de Alcalá de Henares hasta 1526. Se había formado en un ambiente humanista y erasmista, teniendo como profesor a Domingo de Soto, y como amigos a Pedro Guerrero, futuro arzobispo de Granada, a Francisco de Osuna y, tal vez, a San Ignacio de Loyola.

Después de ordenarse sacerdote en 1526, residió dos años en Sevilla, con pretensiones de marchar, junto al nuevo obispo del virreinato de la Nueva EspañaJulián Garcés, a las Indias para tomar parte en las misiones evangelizadoras.

El arzobispo Alonso Manrique de aquella ciudad le retuvo para ayudarle como predicador, una tarea que se convertiría en el eje central de su vida y su obra, hasta el punto de recibir el apodo de "Apóstol de Andalucía".

En 1532 fue denunciado a la inquisición sevillana y encarcelado durante un año en el Castillo de San Jorge, en Triana, como presunto adicto a la doctrina luterana. En realidad, fue por haber escrito el comentario al salmo XLIV Audi filia et vide, escrito a petición Sancha Carrillo, hija de los señores de Guadalcázar.

Este libro, de tendencia erasmista, fue un verdadero compendio de ascética, que marcó positivamente la posterior literatura y pensamiento de este género, de manera que no hay en todo el siglo XVI autor de vida espiritual tan consultado como Juan de Ávila. El comentario Audi filia llegó a publicarse en Alcalá de Henares en 1557, bajo el reinado de Felipe II, quien ordenó guardar un ejemplar en la Biblioteca de El Escorial por tenerlo en estima.

MURALLA DE ÁVILA Y DE JUAN DE ÁVILA

Recobrada la libertad, se instaló en Córdoba en 1535, por petición del obispo Álvarez de Toledo, aunque con frecuencia se ausentaría de esta ciudad para predicar en otras villas. Allí logró despertar la vocación religiosa del duque de Gandía y marqués de Lombay, futuro San Francisco de Borja; llegando a ser el padre espiritual de Juan Ciudad Duarte, futuro San Juan de Dios, de Luis de Granada, y de Sancha Carrillo. Predicó en la Sierra de Córdoba, como amigo del obispo Cristóbal de Rojas, también anduvo por el sur de La Mancha y Extremadura. Fundó numerosos seminarios y colegios y organizó la Universidad de Baeza. Y mantuvo correspondencia con Teresa de Ávila y con Ignacio de Loyola, con el que colaboró. Si finalmente no ingresó en la Compañía de Jesús fue por cuestiones de edad y de salud, porque enfermó en 1554, hasta que murió en 1569 en Montilla, donde está enterrado.

De una influencia notable, sus palabras fueron fuente de inspiración para muchos escritores sacerdotales coetáneos y posteriores: Antonio de MolinaLuis de la PalmaLuis de la PuenteCarlos BorromeoBartolomé de los MártiresDiego de EstellaPierre de BérulleAlonso RodríguezFrancisco de SalesAlfonso María de LigorioAntonio María Claret, entre otros.

Tradujo la Imitación de Cristo de Kempis (1536), y su pensamiento, resumido en su Tratado sobre el amor de Dios, fue reconocido como propio por Ignacio de Loyola.

Fray Luis de Granada redactó la primera biografía del sacerdote manchego en 1588, titulada Vida del Padre Maestro Juan de Ávila y partes que ha de tener un predicador del evangelio. Fue beatificado por León XIII en 1894, declarado Patrono del clero secular español por Pío XII en 1946, canonizado por Pablo VI en 1970, y proclamado doctor de la Iglesia por Benedicto XVI en 2012.

Juan de Ávila ha pasado a la historia del pensamiento cristiano como un escritor ascético. Gran conocedor de la Patrística, fue influenciado sobre todo por San Agustín, que fue el autor a quien más citaba en su obra. Pero también dejó patente la influencia del Idealismo Platónico y Neoplatónico. Su doctrina se caracteriza por la radical subordinación del Yo a la Fe. Para Juan de Ávila, amar verdaderamente a Dios, suponía renunciar a toda exigencia autocéntrica, como escribió en su Epistolario espiritual:
"Demos, pues, nuestro todo, por el gran todo, que es Dios."
Y en una de sus cartas escribió: "Quien a Cristo ama, a sí se ha de aborrecer"; y en otra:
"Pongámonos en Dios, no hagamos caso de nos, mas de Dios; no nos duelan nuestras pérdidas, mas las de Dios, que son las ánimas que de Él se apartan."
CATEDRAL DE ÁVILA Y JUAN DE ÁVILA

El pensamiento místico y ascético de Juan de Ávila fue toda una contradicción en la Europa moderna de su tiempo. El movimiento del Renacimiento, que proclamaba al hombre como centro del universo, chocaba de frente con su sumisión del hombre hacia Dios. No solo anticipaba la posición de los demás místico españoles, sino también la de autores extranjeros como Pascal, Soren Kierkegaard o Karl Barth.

Su estilo oratorio y literario era propio del Renacimiento, utilizando un lenguaje claro, concreto y cercano, pero haciendo uso de refranes y dichos populares, también un vocabulario tosco, característico del castellano de su tiempo, pero alcanza en ocasiones una belleza excepcional.

La obra más representativa de su pensamiento fue el anteriormente citado Epistolario espiritual para todos los estados, publicado en Madrid, en 1578. Se trata de una colección de cartas ascéticas dirigidas a todo tipo de personas humildes y poderosas, religiosas y profanas, pero también a San Ignacio de LoyolaSan Juan de Dios, y sobre todo monjas y devotas como Sancha Carrillo.

Escribió unos Memoriales para el Concilio de Trento, para el arzobispo de Granada, Pedro Guerrero; y unas Advertencias al Concilio de Toledo, para el obispo de Córdoba Cristóbal de Rojas, que habrían de presidir el Concilio de Toledo de 1565 para aplicar los decretos tridentinos. La doctrina de san Juan de Ávila acerca del sacerdocio quedó esquematizada en un Tratado sobre el sacerdocio.

También compuso un libro acerca del Santísimo Sacramento y otro Del conocimiento de sí mismo, y un Contemptus mundo nuevamente romançado (Sevilla, Juan de Cromberger, 1536).

Otras obras suyas son el Comentario a la Carta a los Gálatas (Córdoba, 1537), Doctrina cristiana (Mesina, 1555 y Valencia, 1554), Memorial a Trento (1551 y 1561) y Dos pláticas a sacerdotes (Córdoba, 1595).

MURALLA DE ÁVILA Y OBRAS DE JUAN DE ÁVILA

Aunque Juan de Ávila no alcanzó en Europa el reconocimiento de otros literatos de mística y ascética española como Santa Teresa o Juan de la Cruz, pero sus obras fueron prontamente impresas en Italia, Francia y Alemania.

Según escribió Pierre Pourmat en el tercer volumen de su obra La spiritualité chretienne:
"Juan de Ávila se elevó a los estados místicos más sublimes."
Los tratadistas extranjeros elogiaron sobre todo el Epistolario del Beato, siendo uno de ellos E. Allison en sus Studies of the Spanish Mystics:
"Ninguna de las obras de Juan de Ávila, ni por su estilo ni por su contenido, es tan notable como sus Cartas."
De manera parecida hizo el alemán Ludwig Pfandl, quien señaló en su Historia de la literatura nacional española en la Edad de Oro, que las Cartas de Juan de Ávila son junto a las de Santa Teresa "los mejores modelos del arte clásico epistolar en España".

POESÍA FILOSÓFICA JUDÍA DE YEHUDA HA-LEVI


Poeta, filósofo y médico sefardita, Yehuda Halevi está considerado como el mejor poeta medieval en lengua hebrea en los reinos cristianos hispánicos de la Reconquista. Su obra El Kuzari es uno de los textos apologéticos más importantes de la filosofía judía.

Poeta Yehuda Halevi hebrea Kuzari filosofía judía
POESÍA FILOSÓFICA JUDÍA DE YEHUDA HA-LEVI

El sefardita Yehuda Halevi, conocido como Yehudah Ben Samuel Ha-Levi Abu I Hasan ibn Levi (entre los árabes) y Judá Leví (entre los cristianos), era natural de Tudela, Navarra, donde nació en 1075.

Vivió en Córdoba y otras ciudades andaluzas como Granada, que era entonces la capital cultural de Europa, antes de establecerse definitivamente en Toledo. Desde muy joven, recibiría el influjo de la vida cultural de la musulmana taifa de Zaragoza, regida entonces por los Manu Hud, y en cuya corte literaria se encontraban intelectuales judíos. A ello hay que añadir que, a la vez que Ibn Nagrella en Granada, en Zaragoza el cargo de visir estuvo ocupado por judíos bajo Al Mundir II y bajo Al-Muqtadir.

Siendo joven, para llegar a Al-Ándalus tuvo que atravesar Castilla, adquiriendo el pseudónimo de "el castellano". De Córdoba pasó a Granada, donde Moseh Ibn Ezra ocupaba un puesto importante y le mandó llamar. Los disturbios políticos en Al-Ándalus le obligaron a volver a la España cristiana, asentándose en Toledo, donde trabó amistad con Alfonso VI, el rey promotor de la Escuela de Traductores de Toledo. Como hombre sabio y políglota, pudo beneficiarse de la protección que el rey castellano ofreció a los traductores de la escuela. Durante su estancia en esta ciudad escribió la jarcha en romance sobre la conquista de Guadalajara en 1080. Son los más antiguos versos castellanos escritos con letras hebreas que se conservan.

Conocía en profundidad la Biblia hebrea, la literatura rabínica, la poesía árabe, la filosofía griega y la medicina. Fue inventor del género sionida, expresión de amor por la Jerusalén lejana.

TOLEDO Y CÓRDOBA

Su pensamiento es muy interesante por la confluencia de las civilizaciones hebrea, árabe y cristiana, y porque representa la posición judía ortodoxa frente a las religiones cristiana y musulmana, pero también frente al pensamiento filosófico-teológico de origen griego.

Mientras se ganaba la vida como médico en Toledo, escribió Divan, que es una colección de poemas profanos que cantan a la amistad, el amor y la naturaleza. Esta obra incluye también poemas religiosos, expresando su anhelo en Dios y manifestando su esperanza de la redención mesiánica de su pueblo.

Su obra más importante es El Kuzari, también conocido como El Libro de la Refutación y Prueba en apoyo de la Religión. Para Yehuda Halevi es el libro de la prueba y del fundamento sobre la defensa de la religión judía menospreciada, compuesto de cinco discursos, en el que narra las conversaciones entre el rey Kuzari y un sabio hebreo, haciendo una confrontación entre la Torá, el Nuevo Testamento y el Corán. El rey, que es pagano, quiere conocer la verdadera religión y que, tras acudir a filósofos aristotélicos, cristianos y musulmanes, solo encuentra la verdad en las fuentes bíblicas del Judaísmo y de lo que llama "la verdadera revelación". Por la agudeza de sus planteamientos fue invitado a Córdoba para debatir públicamente con teólogos cristianos y musulmanes. En sus poemas exaltaba el amor y la amistad, testimonio del sufrimiento del pueblo judío condenado a la diáspora y la añoranza de Jerusalén.

YEHUDA HA-LEVI EN CESAREA (ISRAEL) Y TOLEDO

Yehuda Halevi era un poeta culto, autor de una poesía lírica rica en metáforas y descripciones, donde abundan las reflexiones filosóficas y religiosas. Utilizó diversas métricas y estrofas. Son famosas algunas de sus jarchas profanas escritas en el naciente romance, al final de la moaxacas y algunos signos de temática religiosa, entre el que destaca el himno de la creación:

¡Dios mío! ¿Con qué te compararé?
si semejanza no hay en ti?
¿Con qué te asimilaré,
si toda forma es estampa de su sello?
Enaltecido estás sobre toda potencia,
y te sublimaste por encima de todo pensamiento.
¿La palabra de quien te ha contenido?
¿Y la lengua de quien te ha comprendido?
¿Acaso habrá corazón que te haya alcanzado
y ojo que te haya divisado?

Kuzari yehuda halevi filosofía judía hebrea tudela
EL KUZARI DE YEHUDA HA-LEVI

La facilidad de improvisación poética, la hondura del pensamiento y el acentuado amor al Judaísmo son las notas más características de Yehuda. Hombre de carácter amable, era bien recibido en todas partes y hacía la delicia de los contertulios por su facilidad para componer versos de tema o rima forzada; esta era una habilidad muy estimada entre los árabes, que gustaban de organizar competiciones de improvisación en sus tertulias literarias, e igualmente lo fue entre los judíos españoles, fuertemente arabizados.


La poesía amorosa de Yehuda Halevi es una poesía culta, de tipo estrófico, donde abundan las moaxacas y los epigramas, con un empleo constante del paralelismo y de elementos simbólicos. La belleza de la amada y los goces y desdichas del enamorado se muestran en una poesía sensorial, donde los cinco sentidos están presentes para "sentir" a la amada en toda su plenitud. Y, a la vez, una poesía plena de sensualidad, cuyo amor es la realización de un designio divino, en el que Dios entrega el enamorado a la amada, pero es una entrega sin tabúes ni prohibiciones.

PLACAS DE YEHUDA HA-LEVI EN TUDELA

Después de 1108, Yehuda volvió a Córdoba, cuando el poderío almorávide se desmoronaba. A pesar de la situación insegura de los judíos, no quiso regresar a Toledo, donde había ejercido la medicina entre los cristianos, y decidió seguir la ruta que había marcado en una de sus obras en defensa del Judaísmo.

Mas adelante, abandonó a su familia y amigos en España para realizar una visita a Palestina. De camino pasó algún tiempo en Alejandría y El Cairo festejado por los notables judíos de la ciudad. Es famosa su descripción de una tempestad en el mar, cuando viajaba hacia Egipto. Según cuenta la leyenda fue asaltado por un bandido a las puertas de Jerusalén. Parece ser que al ver la ciudad se inclinó para besar la tierra, momento en el cual un jinete cristiano aprovechó para embestirle, matarlo y robarle.

PLACAS DE YEHUDA HA-LEVI EN TUDELA

EXPEDICIÓN MARÍTIMA A LA POLINESIA POR DOMINGO DE BONECHEA


Las Expediciones a la Polinesia de 1772 y 1775 para la colonización de las islas de Pascua y Tahití fueron efectuadas por el almirante Domingo de Bonechea. Ambas expediciones visitaron y reconocieron veintiuna las islas, sentado el precedente de futuras expediciones marítimas ilustradas por el océano Pacífico como las de Dionisio Alcalá Galiano o Cosme Damián Churruca.

Expediciones Polinesia Pascua Tahití almirante Domingo Bonechea
EXPEDICIÓN MARÍTIMA A LA POLINESIA POR DOMINGO DE BONECHEA

Desde mediados del siglo XVIII, ingleses y franceses habían comenzado una campaña de exploración del océano Pacífico, antes llamado Mar del Sur, y considerado como un "lago español". Wallis y Bougainville habían explorado Tahití, y Philip Carteret las islas Tuamotu. Los viajes de James Cook y de Jean François de Surville determinaron la necesidad de saber si ingleses y franceses habían establecido bases portuarias en las islas del Pacífico. Entonces, la Real Armada española también organizó una fuerte campaña de exploraciones marítimas por este océano.

Averiguar "las maquinaciones de los extranjeros y la situación y estado de los naturales..., atraer nuevas almas a la religión cristiana y nuevos vasallos al rey". Con estas palabras, el virrey del Perú, Manuel de Amat y Juniet, fijaba los objetivos para las expediciones con rumbo a Tahití y las islas de Pascua, que tuvieron lugar entre 1772 y 1775.

Como jefe de la Expedición a la Polinesia designó a Domingo de Bonechea Andonaegui, un marino guipuzcoano, nacido en Guetaria en 1713. Curiosamente, también de Guetaria fue Juan Sebastián Elcano, el primer hombre en dar la vuelta al mundo demostrando empíricamente la conexión marítima entre América y Asia.

Domingo Bonechea fragata Santa María Magdalena
DOMINGO DE BONECHEA Y FRAGATA SANTA MARÍA MAGDALENA

Bonechea recibió desde niño la tradición marítima vasca. Descubriendo muy joven la vocación marina, se incorporó a la Real Armada española. Estudió matemáticas, astronomía, pilotaje e hidrografía, llegando a convertirse en uno de los marinos ilustrados de su tiempo, y pudiendo experimentar las ventajas de las nuevas tecnologías de la navegación.

El puerto peruano del Callao fue el punto de partida de casi todas las expediciones al Océano Pacífico. En septiembre de 1772, Bonechea se encontraba allí ultimando el abastecimiento de víveres y pertrechos para el viaje. Antes de partir a la Polinesia, llegaron noticias de que se hallaba en los mares del sur el explorador y navegante británico James Cook. Ante el temor de que éste se adelantase, la Corte de Carlos III ordenó que la expedición comenzase lo antes posible.

Bonechea marchaba en la fragata Santa María Magdalena, que recibió el apodo de El Águila. Estaba armada con 22 cañones de ocho libra (calibre de los cañones de la época), 6 pedreros montados en horquilla y 8 esmeriles (cañones montados en horquilla y apuntados a mano, adecuados para disparar a los oficiales de los navíos enemigos) con una tripulación de 75 marinos y 35 soldados de guarnición. Como lugarteniente estaba Tomás Gayangos y como piloto Juan Antonio Hervé, que había participado con de González Haedo en el descubrimiento de la isla de Pascua (Rapaniu).

Planos expedición Domingo Bonechea Tahití
PLANOS CARTOGRÁFICOS DEL ARCHIPIÉLAGO DE TAHITÍ

Cuando se encontraba a 30 millas de la costa, siguiendo instrucciones, abrió el sobre lacrado y conoció que la orden real consistía en "ir en busca de Otahiti y a Pascua, describir las islas, sus habitantes y costumbres, elaborar un vocabulario y trazar un mapa". Se pidió averiguar el interés de los ingleses por la isla de Tahití, y conocer las condiciones para establecer una colonia y una misión evangelizadora. Referente a los usos y modos de actuación se ordenó que extremase el buen trato hacia los nativos, recogiese datos sobre sus costumbres, rituales y sistema de gobierno y evitase cualquier derramamiento de sangre.

Después de un mes de viaje, comenzaba el avistamiento de islas. La primera fue San Simón y San Judas (Tenere), a la cual siguieron San Quintín (Haraiki), que ya había sido detectada por Bouganville, Todos los Santos (Anna) y San Cristóbal (Mehetia), estas dos posiblemente descubiertas con anterioridad por Pedro Fernández de Quirós. Todas pertenecientes al archipiélago polinesio de las Tuamotu.

A principios de noviembre de ese año, la expedición llegó a Tahití, llamándola Amat en honor al virrey. Amarraron a la bahía de Airua. A la localidad de Tautira se rebautizó con el nombre de Santísima Cruz.

ISLA DEL ARCHIPIÉLAGO DE TAHITÍ

Siguiendo práctica habitual de estas expediciones, se reunió a toda la tripulación leyéndoles las instrucciones relativas al buen trato que debían mantener con los nativos, respetando las propiedades y no cometiendo infamias con las mujeres indígenas, bajo pena de graves castigos. 
Durante el mes que los expedicionarios permanecieron en la isla entablaron una cordial convivencia con los naturales.

Se circunnavegó la isla, no sin alguna incidencia al quedar varada con algunas averías la fragata. Establecieron amplias mediciones hidrográficas y observaciones de gran interés científico. Levantaron planos de sus costas y apuntaron las áreas donde se podrían instalar fondeaderos para el intercambio comercial y cultural con los indígenas.

Recogieron valiosos datos sobre sus costumbres y características físicas y políticas. También hicieron estudios sobre la flora. Con los datos geográficos y astronómicos anotados por Bonechea y Bonacarsi, elaboraron un detallado mapa insular. El franciscano José Amich incluyó entre sus observaciones un vocabulario. Cuando Cook pasó por aquel lugar, los naturales de la región recordaban a los españoles como gentes que se habían ganado su estima y veneración.

PLANOS CARTOGRÁFICOS DEL ARCHIPIÉLAGO DE TAHITÍ

Salieron a mediados de diciembre con dirección a la isla de San Carlos (isla de Pascua), el siguiente objetivo de la expedición, descubierta anteriormente por Felipe González de Hado. Aquella isla no fue encontrada, en cambio, descubrieron Santo Domingo (Moorea). Al regresar probaron nuevas rutas de navegación a la costa suramericana del Pacífico, trazando importantes cartas marítimas. Esta primera expedición de cinco meses de duración terminó en febrero de 1773, en el puerto de Valparaiso.

En ruta de regreso, procedieron a reconocer otras islas del mismo archipiélago de Tahití para asegurarse que no hubiera presencia de tropas o colones extranjeros. No pudieron visitar la isla de San Carlos en su retorno de Valparaíso al Callao al impedírselo una vía de agua en la fragata. Llegaron al Callao el 31 de marzo para informar de lo descubierto.

A bordo habían embarcado cuatro tahitianos con el propósito de presentarlos al virrey Amat, evangelizarlos y enseñarles castellano. Dos de ellos murieron en 1773: Tipitipia, bautizado José en Valparaiso y Heiao, bautizado Francisco José Amat, en Lima. Los otros dos, Pautu y Tetuanui, fueron bautizados en la catedral de la misma ciudad con los nombres de Tomás y Manuel repectivamente.

Gracias al éxito del primer viaje, el virrey aprobó el establecimiento de un segundo viaje auspiciado por el Carlos III. Dos años más tarde, Domingo de Bonechea dispuso de dos barcos: la fragata Águila en el que vieja junto a Tomás Gayangos, como segundo; y el paquete Júpiter, dirigido por José de Andía Varela. La expedición llevaba una tripulación de 181 hombres, también animales, semillas y herramientas para la colonia y misión.

Sus objetivos eran la evangelización de sus habitantes y la fundación de un establecimiento con soldados y misioneros en Tahití. Los misioneros fueron los franciscanos Jerónimo Clota y Narciso González. También viajaban de vuelta los dos tahitianos sobrevivientes, que sirvieron de intérpretes, junto con Máximo Rodríguez, que había aprendido tahitiano en el primer viaje.

A finales de septiembre partieron las dos embarcaciones desde el puerto del Callao rubo oeste, pero debido a las malas condiciones marítimas ambas se separaron. Durante el trayecto, nuevas islas fueron descubiertas: San Narciso (Tatakoto), Mártires (Tekojoto), San Juan (Hikueru o Melvilla), San Julián (Faaite o Motutunga) y San Blas (Tahanea).


El Júpiter llegó a Tahití el 8 de noviembre, arribando 5 días después la fragata Águila. Ambas fueron recibidas con muestras de alegría por los tahitianos. Desde entonces, los expedicionarios intentaron establecer una misión católica que consiguió instalarse con éxito a finales de 1774.
En el puerto de Santa Cruz, en la bahía de Vaitepiha, construyeron una dependencia para los misioneros. Se ofició la que sería la primera misa católica de Tahití y a la que también acudió Bonechea con toda su tripulación, y centenares de nativos.

En enero, Bonechea consiguió la sumisión de los caciques locales, gracias a la victoria contra el rey Tu, el más importante de los tahitianos. Tomó posesión de la isla de Amat, estableciendo una base en Tautira y colocándose una cruz con la inscripción "CHRISTUS VINCIT" en sentido horizontal, y "CAROLUS III, IMPERATOR 1774" en sentido vertical. Se levantó acta del reconocimiento de la soberanía española de la isla donde España se comprometía a la defensa de la isla y sus habitantes y estos, a su vez, declaraban lealtad y obediencia al rey.

Los franciscanos y el intérprete se hicieron cargo de la misión, y Bonechea continuó las exploraciones hacia la isla Raiatea. Pero, durante la navegación enfermó, regresando a Amat y muriendo a finales de enero de 1775. Fue enterrado junto a la cruz ante la misión, en la localidad de Tautira.

Tomó el mando de la expedición Tomás Gayangos, quien decidió poner fin a la expedición, regresando al Perú. Mientras tanto, Máximo Rodríguez convivió con los tahitanos, convirtiéndose en el primer occidental establecido en los Mares del Sur.

En noviembre de 1775, el Águila volvió una vez más a Tahití desde El Callao cargada de víveres, pero finalmente la misión se redujo a recoger a los franciscanos de la misión, quienes vivieron constantemente atemorizados y decidieron abandonarla. España ponía fin a su presencia en aquella isla paradisíaca.

CARTA MARÍTIMA DE LA EXPEDICIÓN DE BONECHEA A TAHITÍ

Domingo de Bonechea pasó a la historia por haber intentado incorporar Tahití al Imperio español. Sus dos expediciones visitaron y reconocieron veintiuna las islas, aunque algunas fueron descubiertas anteriormente por los navegantes Quirós, Wallis, Bougainville y Cook, en cambio, otras tantas fueron descritas por primera vez por este marino guipuzcoano. Además, sentó el precedente que llevaría posteriormente a marinos tan ilustrados como Dionisio Alcalá Galiano o Cosme Damián Churruca a la obsesión por las nuevas fronteras de los océanos.

El conjunto de los mapas y cartas levantados por las dos expediciones de Domingo de Bonechea, la primera al mando de la fragata Águila y la segunda acompañado, además, por el paquebote Júpiter, fueron expuestos al público, por primera vez, en la Exposición Mundial de Brisbane (Australia), en 1988.

MONOLITO A BONECHEA EN TAHITÍ

MOVIMIENTO DINÁMICO POR JUAN DE CELAYA


Filósofo, teólogo, matemático, físico y astrónomo del Renacimiento español, Juan de Celaya fue uno de los llamados calculatores. Destacaron sus investigaciones en física sobre el movimiento cinemático y dinámica, y en filosofía sobre la lógica.

Su Teoría del Movimiento Dinámico fue precedente de la Ley de la Gravedad enunciada dos siglos después por Isaac Newton, quedó enunciada en su obra Expositio in octo libros phisycorum Aristotelis.

Teoría Movimiento Dinámico Juan Celaya
MOVIMIENTO DINÁMICO POR JUAN DE CELAYA

Juan de Celaya nació en Valencia en 1490. Pertenecía a una familia de hidalgos que había participado en la reconquista de Granada en 1492. Comenzó sus estudios en la Universidad de Valencia y continuó en París en el Colegio de Montaigu hasta 1509. Allí fue introducido en las ideas matemáticas del nominalista inglés John Maior, siendo alumno de Gaspar Lax, de Jean Dullaer de Ghent y de Juan Martínez Guijarro, los cuales ejercieron una gran influencia en su pensamiento.

Desde 1510 a 1515, impartió clases de física y lógica en elColegio de Coqueret, junto con el portugués Álvaro Thomaz y el escocés Robert Caubraith.

Entre los años 1510 y 1513, uno de los condiscípulos de Celaya, el aragonés Juan Dolz de Castellar, publicó tres libros sobre lógica, el último de los cuales fue fuertemente criticado por Celaya en sus Summulae logicales, publicado en París en 1515. Tres años después, Dolz contestó a Celaya en un amplio prefacio titulado Cunabula omnium... difficultatum in proportionibus et proportionalibus.

De 1515 a 1524, estuvo trabajando en el Colegio de Santa Bárbara, teniendo a Domingo de Soto al portugués Juan Ribeyro como alumnos.

Autor muy prolífico, publicó una gran cantidad de obras de lógica y filosofía natural, hasta convertirse en una de las figuras más destacadas del grupo de nominalistas y calculatores parisinos de las primeras décadas del siglo XVI, siendo uno de los impulsores de la Lógica nominalista.

Valencia puerto modernidad Juan Celaya
VALENCIA Y JUAN DE CELAYA

Pero fueron más trascendentales sus estudios sobre la física de Aristóteles y el movimiento. Ideas que recopiló en la obra Expositio in octo libros phisycorum Aristotelis, publicada en París en 1517. Esta obra tiene un especial interés para el estudio de los orígenes de la moderna ciencia del movimiento. En ella incorporó las principales contribuciones de los filósofos bajomedievales: mertonianos como Thomas Bradwardine, William Heytesbury o Richard Swineshead, franceses como Jean Buridan y Alberto de Sajonia, e italianos como Pablo de Venecia, Gaethano da Thiene y Bernardo Torni. Además incluyó las investigaciones que sus compañeros de la Universidad de París fueron desarrollando, en especial las del portugués Álvaro Thomaz.

Inspirado por las ideas mertonianas de los calculatores acerca de la física moderna, Celaya efectuó investigaciones en cinemática y dinámica. Y estableció el principio de Movimiento Dinámico basándose en la dinámica aristotélica, por la cual los cuerpos deben tener una causa externa para iniciar el movimiento en un objeto móvil. Consideraba que el "impetus" es una disposición distinta del móvil que, según Alberto de Sajonia, le confiere el carácter de una cualidad secundaria, en comparación a los conocimientos y a las disposiciones del alma.

Investigó en profundidad los problemas relativos a las "latitudes" y a los procesos de "intensio" y de "remissio" en el movimiento local, mostrándose a favor de las aplicaciones de esta teoría a la medicina y a la teología.

Sus ideas influyeron el desarrollo de la ciencia moderna hasta el punto en que enunció la primera Ley de la dinámica un siglo antes que lo hiciera Isaak Newton. El científico inglés afirmó en su primera Ley que "todo cuerpo preserva en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él".

En In quatuor libros de coelo et mundo Aristotelis y In libros Aristotelis de generationes et corruptiones, publicados en 1517 y 1518, Celaya trató temas cosmológicos como la pluralidad de mundos existentes, el centro de gravedad y el centro de magnitud de la tierra y su situación respecto al mundo, la posibilidad de que exista una magnitud infinita, etc.

phisycorum Aristotelis Juan Celaya Valencia
PHISYCORUM ARISTOTELIS Y UNIVERSIDAD DE VALENCIA

En 1520, Celaya mantuvo una controversia con el también profesor de la Universidad parisina, Gervasio Wain, filósofo y teólogo del Nominalismo, como su oponente, pero muy influido por el Humanismo.

Es probable que el auge del Humanismo y las críticas que los terministas parisinos recibían de autores humanistas como el también valenciano Luis Vives influyeran en su decisión de regresar a su ciudad natal. Tras doctorarse en teología, regresó a la Universidad de Valencia en 1524. El 3 de octubre de 1525, fue nombrado rector perpetuo de esta universidad. Además trabajó como profesor de teología de la reestructuración de su estudio.

La Universidad de Valencia siempre estuvo a favor de la doctrina del Nominalismo. Pero desde la llegada de Celaya como rector, esta corriente sufrió una progresiva desaparición. Desde el principio, impuso su Eclecticismo y la obligación de leer en las tres vías: Tomismo, Nominalismo y Realismo. En la facultad de artes durante el curso 1526-1527, los términos "realista" y "nominalista" de las cátedras desaparecieron, aunque continuaron autores de una y otra tendencia.

En Valencia, Celaya solo publicó una obra, titulada Comentarios a las Sentencias de Pedro Lombardo, en la que la sentencia dominante sigue siendo la lógica nominalista; sin embargo, en las enseñanzas desde su cátedra evolucionó hacia la doctrina tomista de Santo Tomás.

Otro aspecto destacado de su actuación en Valencia es el relativo a sus ataques al Eramismo y a su aversión hacia las corrientes del Humanismo. En este sentido, el episodio más conocido es su oposición a que le dieran una cátedra de griego y latín al humanista Pedro Juan Oliver.

Clases claustro Universidad París Modernidad
UNIVERSIDAD DE PARÍS

IDEAL DE PRÍNCIPE POLÍTICO CRISTIANO POR DIEGO DE SAAVEDRA FAJARDO


Diego de Saavedra Fajardo fue diplomático, embajador y el gran teórico político español del Barroco y uno de los tratadistas más influyentes de la Edad Moderna. De gran repercusión en la Europa del siglo XVII, su Idea de un príncipe político cristiano fue una dura crítica a El Príncipe de Nicolás Maquiavelo.

IDEAL DEL PRÍNCIPE POLÍTICO CRISTIANO POR DIEGO SAAVEDRA FAJARDO

Diego de Saavedra Fajardo nació en Algezares, Murcia, en 1584. Concluidos sus estudios primarios en el Seminario de Murcia, desde 1600 hasta 1608, estudió Derecho, Teología e Historia en la Universidad de Salamanca.

Al cumplir los veintidós años, entró al servicio del cardenal Gaspar de Borja, embajador de España en el Vaticano. Desde 1608 hasta 1633, la mayor parte de su vida, la pasó en Italia. Hasta 1523, estuvo ocupado en los negocios de la embajada de Roma, y temporalmente en los de los virreinatos de Nápoles y Sicilia. Ingreso en la Orden de Santiago en 1068.

Aunque no fue ordenado sacerdote, desempeñó importantes cargos eclesiásticos. En 1621 y 1623, asistió a los cónclaves en que fueron elegidos papas Gregorio XV y Urbano VIII. A finales de 1623, fue nombrado procurador y solicitador real en la Curia romana.

En 1633, se trasladó a Milán para recoger sus credenciales de enviado a la Corte alemana. Desde este año hasta 1645 estuvo destinado en puestos administrativos de estados de la Europa central, siempre por motivos políticos y diplomáticos.

Saavedra Fajardo vivió en primera persona uno de los periodos más amargos de la historia de España, el de la pérdida no solo de posesiones territoriales, sino de la hegemonía del Imperio Español en Europa. Testimonio de esos años son algunos opúsculos satírico-políticos como Locuras de Europa.

En junio de 1643, fue uno de los plenipotenciarios que negociaron en Münster el fin de la Guerra de los Treinta Años.

En 1646, regresó a España como consejero de Indias. Fijó su residencia en Madrid, donde murió en 1648, en el convento de Agustinos Recoletos, en el actual Paseo de Recoletos, donde en la actualidad se ubica la Biblioteca Nacional. Aquel año de 1648, se firmaba el Tratado de Westfalia por el cual la Monarquía de España renunciaba oficialmente a la posesión de varios territorios de Europa.

IDEA DE UN PRÍNCIPE POLÍTICO Y CRISTIANO, POR DIEGO SAAVEDRA FAJARDO

El conocimiento directo y en primera persona de las complejidades de la negociación política en el Tratado de Westfalia, unido a una reflexión moral sobre los valores de la Contarreforma, más la influencia otras lecturas, dieron como resultado la escritura de un tratado político cuyo primer propósito fue la orientación e instrucción del buen gobernante.

Aunque empezó a escribir siendo joven en Italia, su obra Idea de un príncipe político cristiano, representada en cien empresas apareció en Munich en 1640, pocos años antes de su muerte. Fue una obra muy erudita y prontamente traducida a los principales idiomas nacionales de Europa y al latín. Fue redactada en el género literario del emblema, por influencia de Andrea Alciato y su Emblemata (1549) de carácter principalmente moral y filosófico, y de Jacobo Bruck Angermunt y su Emblemata política (1618).

Este tratado político resultó una dura crítica a la moral instrumental que Nicolás Maquiavelo había expuesto en su obra El Príncipe, como paradigma de habilidad y sabiduría en las artes políticas. Saavedra Fajardo se convirtió en el anti-Maquiavelo de la Europa del siglo XVII, lo que suponía ser uno de los tratadistas políticos más influyentes de la Edad Moderna.

Pero el objetivo del tratadista murciano fue componer una guía para la adecuada formación política de un príncipe Cristiano. Para el autor, la conducta de los gobernantes no puede ser reducida a asuntos de poder, sino que está ampliamente relacionada con la ética. Y el primer imperativo categórico de la ética es la subordinación de los intereses del monarca a los de la comunidad. En su Idea de un príncipe XX lo expresó así:
"No nacieron los súbditos para el Rey, sino el Rey para los súbditos."
 Fue la voz de la democracia contra la monarquía absoluta, en su Idea de un príncipe XXXVIII:
"Qué mayor infelicidad que mandar a los que por temor obedecen, y dominar a los cuerpos, y no a los ánimos?" 
"Muchos príncipes se perdieron por ser temidos, ninguno por ser amado."
Era conocedor a fondo de la naturaleza humana y advirtió de manera persistente al príncipe de los peligros de sus aduladores:
"Apenas hubiera Príncipe malo, si no hubiera Ministros lisonjeros."
En la Idea de un príncipe LI:
"El Príncipe que se fiare de pocos gobernará mejor su Estado. Solamente una confianza hay segura, que es no estar a arbitrio y voluntad de otro."
Escribió pensando en los monarcas Austrias de su tiempo, en su Idea de un príncipe LX:
"Los imperios adquiridos con la espada se pierden, porque con las delicias se apaga el espíritu y el valor."
Para Saavedra Fajardo, el fin del hombre y de los Estados es la paz, no la guerra:
"Es la guerra una violencia opuesta a la Razón, a la Naturaleza y al fin del hombre… No le crió para la guerra, sino para la paz; no para el furor, sino para la mansedumbre; no para la injuria, sino para la beneficencia. Y así nació desnudo, sin armas con que herir ni piel dura con que defenderse."

IDEA DE UN PRÍNCIPE POLÍTICO Y CRISTIANO, POR DIEGO SAAVEDRA FAJARDO

Un digno complemento de la Idea de un príncipe es su República literaria, redactada en 1612, pero publicada con posterioridad a su muerte, en 1655. Se trata de una peregrinación imaginaria por los inmensos espacios de la cultura universal, que Saavedra conocía a fondo; una sátira en forma de sueño sobre un país imaginado donde sus ciudadanos son eruditos, científicos, juristas, escritores, y artistas de todo tipo.

Producto de la fantasía, la obra ofrece un cuadro crítico e irónico de los sistemas de ideas surgidos a lo largo de la historia. Todos los filósofos de renombre fueron citados, y a casi todos dedicó comentarios sarcásticos. El objetivo de sus ataques fueron la vanidad y la pedantería de los hombres de letras, su ansia de fama, que "es vana y caduca, pendiente de los labios ajenos y formada de palabras ligeras, hijas del viento, de quien nacen y en quien luego mueren, dejando triunfante al Olvido". Aprovechó esta sátira también para hacer crítica literaria, aunque no hizo alusiones a los grandes escritores del Siglo de Oro español, contemporáneos suyos.

Para Saavedra Fajardo, la mayor parte de los libros escritos por los filósofos e historiadores no merecen haber sido publicados, especialmente los de carácter político, compuestos casi siempre de mentiras. También hizo crítica y mofa de los juristas y los galenos, porque los primeros eran capaces de defender las causas más inverosímiles por dinero, y los segundos "son más peligrosos que las mismas enfermedades".

Sobre las universidades opinaba: "El tiempo, no el saber, daba los grados de Bachilleres, Licenciados y Doctores."

Y en alusión a la duda metódica de Descartes: "Mayor era la presunción que la ciencia; más lo que se dudaba que lo que se aprendía."

diego saavedra fajardo algezares busto placa homenaje
BUSTO Y PLACA-HOMENAJE A DIEGO SAAVEDRA FAJARDO

Describió una imagen real de la ciudad moderna. "Los ciudadanos estaban melancólicos, macilentos y desaliñados. Entre ellos había poca unión y mucha emulación y envidia", escribió anticipando al hombre urbano de la actualidad.

Su resultado final sobre los hombres y la vida creada por ellos fue desdichado. Siguiendo a Platón, llegó a la conclusión de que la felicidad "en otro lugar y en otro ser la hemos de buscar". Continuando con su tono moralizante describió al ser humano: "Con la buena educación es el hombre una criatura celestial y divina, y sin ella el más feroz de todos los animales."

La República literaria fue uno de los libros más agudos, bellos y mejor escritos del pensamiento español, y por contenido satírico, de tanta o más enjundia que la producción de un Jonathan Swift o de un Voltaire.

A favor del modelo político de Fernando el Católico, al que dedicó un tratado, se opuso al ideal imperial de los Austrias. En política interior proponía una reorganización de la economía y el fomento, con este objeto, de una cultura agraria, comercial y fabril. También se pronunció por la redistribución del número de eclesiásticos y por la importación de mano de obra extranjera como remedio a la creciente disminución de la población española.

OBRAS DE DON DIEGO DE SAAVEDRA

El hispanista alemán Ludwing Pfandl elogió a Saavedra Fajardo en su obra Geschichte des spanische Nationalisteratur in ihrer Blütezeit (Historia de la literatura española en su época de esplendor) por su "saber universal, su fundamental honestidad y su vibrante idealismo" y calificó de "verdadero hidalgo español" caracterizado por su "nobleza de carácter". Otro hispanista austríaco fue Graz Christian Romanoski en su estudio Tacitus Emblematicus. Diego Saavedra fajardo und seine Empresas Políticas.

El estilo de Saavedra Fajardo es barroco, sentencioso y a menudo moralizante, en ocasiones desarrolló una erudición árida y concreta.

Su obra historiográfica más importante fue Corona gótica, castellana y austriaca, publicada también en Munich en 1645. En ella pretendió hacer una reunión de todos los reyes de España desde los godos, los castellanos hasta los de la dinastía de Habsburgo, pero siempre con un criterio moralizante y político. Aunque solo redactó la primera parte Corona gótica, fue terminada por el historiador Alonso Núñez de Castro.

Además escribió Introducción a la política y razón de estado del Rey Católico don Fernando, que fue inédita. En ella propuso al rey aragonés como modelo de monarca sagaz en política, de igual manera que ya lo hicieron Nicolás Maquiavelo o Baltasar Gracián en su tratado El político.

El folleto Locuras de Europa es un diálogo de intención política destinado a divulgarse en la región alemana de Westfalia.

OBRAS DE DON DIEGO DE SAAVEDRA