Diego de Saavedra Fajardo fue diplomático, embajador y el gran teórico político español del Barroco y uno de los tratadistas más influyentes de la Edad Moderna. De gran repercusión en la Europa del siglo XVII, su Idea de un príncipe político cristiano fue una dura crítica a El Príncipe de Nicolás Maquiavelo.
Diego
de Saavedra Fajardo nació en Algezares, Murcia, en 1584. Concluidos
sus estudios primarios en el Seminario de Murcia, desde 1600 hasta 1608,
estudió Derecho, Teología e Historia en la Universidad de Salamanca.
Al
cumplir los veintidós años, entró al servicio del cardenal Gaspar de Borja,
embajador de España en el Vaticano. Desde 1608 hasta 1633, la mayor parte de su
vida, la pasó en Italia. Hasta 1523, estuvo ocupado en los negocios de la
embajada de Roma, y temporalmente en los de los virreinatos de Nápoles y
Sicilia. Ingreso en la Orden de Santiago en 1068.
Aunque
no fue ordenado sacerdote, desempeñó importantes cargos eclesiásticos. En 1621
y 1623, asistió a los cónclaves en que fueron elegidos papas Gregorio XV y
Urbano VIII. A finales de 1623, fue nombrado procurador y solicitador real en
la Curia romana.
En
1633, se trasladó a Milán para recoger sus credenciales de enviado a la Corte
alemana. Desde este año hasta 1645 estuvo destinado en puestos
administrativos de estados de la Europa central, siempre por motivos políticos
y diplomáticos.
Saavedra Fajardo
vivió en primera persona uno de los periodos más amargos de la historia de
España, el de la pérdida no solo de posesiones territoriales, sino de la
hegemonía del Imperio Español en Europa. Testimonio de esos años son algunos
opúsculos satírico-políticos como Locuras de Europa.
En
junio de 1643, fue uno de los plenipotenciarios que negociaron en Münster el fin
de la Guerra de los Treinta Años.
En 1646, regresó a España como consejero de Indias. Fijó su residencia en Madrid, donde
murió en 1648, en el convento de Agustinos Recoletos, en el actual Paseo de
Recoletos, donde en la actualidad se ubica la Biblioteca Nacional. Aquel año de 1648, se firmaba el Tratado de Westfalia por el cual la Monarquía de España renunciaba oficialmente a la posesión de varios territorios de Europa.
El
conocimiento directo y en primera persona de las complejidades de la
negociación política en el Tratado de Westfalia, unido a una reflexión moral
sobre los valores de la Contarreforma, más la influencia otras lecturas, dieron
como resultado la escritura de un tratado político cuyo primer
propósito fue la orientación e instrucción del buen gobernante.
Aunque empezó a escribir siendo joven en Italia, su
obra Idea de un príncipe político cristiano, representada en cien
empresas apareció en Munich en 1640, pocos años antes de su
muerte. Fue una obra muy erudita y prontamente traducida a los principales
idiomas nacionales de Europa y al latín. Fue redactada en el género
literario del emblema, por influencia de Andrea Alciato y
su Emblemata (1549) de carácter principalmente moral y
filosófico, y de Jacobo Bruck Angermunt y su Emblemata
política (1618).
Este tratado político resultó una dura crítica a la
moral instrumental que Nicolás Maquiavelo había expuesto en su
obra El Príncipe, como paradigma de habilidad y sabiduría en
las artes políticas. Saavedra Fajardo se convirtió en el anti-Maquiavelo de
la Europa del siglo XVII, lo que suponía ser uno de los tratadistas políticos
más influyentes de la Edad Moderna.
Pero el objetivo del tratadista murciano
fue componer una guía para la adecuada formación política de un príncipe
Cristiano. Para el autor, la conducta de los gobernantes no puede ser
reducida a asuntos de poder, sino que está ampliamente relacionada con la
ética. Y el primer imperativo categórico de la ética es la subordinación de los
intereses del monarca a los de la comunidad. En su Idea de un príncipe
XX lo expresó así:
"No nacieron los súbditos para el Rey, sino el Rey para los súbditos."Fue la voz de la democracia contra la monarquía absoluta, en su Idea de un príncipe XXXVIII:
"Qué mayor infelicidad que mandar a los que por temor obedecen, y dominar a los cuerpos, y no a los ánimos?"
"Muchos príncipes se perdieron por ser temidos, ninguno por ser amado."
Era conocedor a fondo de la naturaleza humana y
advirtió de manera persistente al príncipe de los peligros de sus aduladores:
"Apenas hubiera Príncipe malo, si no hubiera Ministros lisonjeros."
En la Idea de un príncipe LI:
"El Príncipe que se fiare de pocos gobernará mejor su Estado. Solamente una confianza hay segura, que es no estar a arbitrio y voluntad de otro."
Escribió pensando en los monarcas Austrias de su tiempo, en
su Idea de un príncipe LX:
"Los imperios adquiridos con la espada se pierden, porque con las delicias se apaga el espíritu y el valor."
Para Saavedra Fajardo, el fin del hombre y de los Estados
es la paz, no la guerra:
"Es la guerra una violencia opuesta a la Razón, a la Naturaleza y al fin del hombre… No le crió para la guerra, sino para la paz; no para el furor, sino para la mansedumbre; no para la injuria, sino para la beneficencia. Y así nació desnudo, sin armas con que herir ni piel dura con que defenderse."
Un
digno complemento de la Idea de un príncipe es su República
literaria, redactada en 1612, pero publicada con posterioridad a su muerte,
en 1655. Se trata de una peregrinación imaginaria por los inmensos espacios de
la cultura universal, que Saavedra conocía a fondo; una sátira en forma de
sueño sobre un país imaginado donde sus ciudadanos son eruditos, científicos,
juristas, escritores, y artistas de todo tipo.
Producto
de la fantasía, la obra ofrece un cuadro crítico e irónico de los sistemas de
ideas surgidos a lo largo de la historia. Todos los filósofos de renombre
fueron citados, y a casi todos dedicó comentarios sarcásticos. El objetivo de
sus ataques fueron la vanidad y la pedantería de los hombres de letras, su
ansia de fama, que "es vana y caduca, pendiente de los labios ajenos y
formada de palabras ligeras, hijas del viento, de quien nacen y en quien luego
mueren, dejando triunfante al Olvido". Aprovechó esta sátira también para
hacer crítica literaria, aunque no hizo alusiones a los grandes escritores del
Siglo de Oro español, contemporáneos suyos.
Para
Saavedra Fajardo, la mayor parte de los libros escritos por los filósofos e
historiadores no merecen haber sido publicados, especialmente los de carácter
político, compuestos casi siempre de mentiras. También hizo crítica y mofa de
los juristas y los galenos, porque los primeros eran capaces de defender las
causas más inverosímiles por dinero, y los segundos "son más peligrosos
que las mismas enfermedades".
Sobre
las universidades opinaba: "El tiempo, no el saber, daba los grados de
Bachilleres, Licenciados y Doctores."
Y en alusión a la duda metódica de
Descartes: "Mayor era la presunción que la ciencia; más lo que se dudaba
que lo que se aprendía."
BUSTO Y PLACA-HOMENAJE A DIEGO SAAVEDRA FAJARDO |
Describió
una imagen real de la ciudad moderna. "Los ciudadanos estaban
melancólicos, macilentos y desaliñados. Entre ellos había poca unión y mucha
emulación y envidia", escribió anticipando al hombre urbano de la
actualidad.
Su
resultado final sobre los hombres y la vida creada por ellos fue desdichado.
Siguiendo a Platón, llegó a la conclusión de que la felicidad "en otro
lugar y en otro ser la hemos de buscar". Continuando con su tono
moralizante describió al ser humano: "Con la buena educación es el hombre
una criatura celestial y divina, y sin ella el más feroz de todos los animales."
La República literaria fue uno de
los libros más agudos, bellos y mejor escritos del pensamiento español, y por
contenido satírico, de tanta o más enjundia que la producción de un Jonathan
Swift o de un Voltaire.
A favor del modelo político de Fernando el Católico, al que dedicó un tratado, se opuso al ideal imperial de los Austrias. En política interior proponía una reorganización de la economía y el fomento, con este objeto, de una cultura agraria, comercial y fabril. También se pronunció por la redistribución del número de eclesiásticos y por la importación de mano de obra extranjera como remedio a la creciente disminución de la población española.
A favor del modelo político de Fernando el Católico, al que dedicó un tratado, se opuso al ideal imperial de los Austrias. En política interior proponía una reorganización de la economía y el fomento, con este objeto, de una cultura agraria, comercial y fabril. También se pronunció por la redistribución del número de eclesiásticos y por la importación de mano de obra extranjera como remedio a la creciente disminución de la población española.
OBRAS DE DON DIEGO DE SAAVEDRA |
El
hispanista alemán Ludwing Pfandl elogió a Saavedra Fajardo en
su obra Geschichte des spanische Nationalisteratur in ihrer Blütezeit (Historia
de la literatura española en su época de esplendor) por su "saber
universal, su fundamental honestidad y su vibrante idealismo" y
calificó de "verdadero hidalgo español" caracterizado por su
"nobleza de carácter". Otro hispanista austríaco fue Graz Christian Romanoski en
su estudio Tacitus
Emblematicus. Diego Saavedra fajardo und seine Empresas Políticas.
El
estilo de Saavedra Fajardo es barroco, sentencioso y a menudo moralizante,
en ocasiones desarrolló una erudición árida y concreta.
Su
obra historiográfica más importante fue Corona gótica, castellana y
austriaca, publicada también en Munich en 1645. En ella pretendió
hacer una reunión de todos los reyes de España desde los godos, los castellanos
hasta los de la dinastía de Habsburgo, pero siempre con un criterio moralizante
y político. Aunque solo redactó la primera parte Corona gótica, fue
terminada por el historiador Alonso Núñez de Castro.
Además
escribió Introducción a la política y razón de estado del Rey Católico don
Fernando, que fue inédita. En ella propuso al rey aragonés
como modelo de monarca sagaz en política, de igual manera que ya lo hicieron
Nicolás Maquiavelo o Baltasar Gracián en su tratado El político.
El
folleto Locuras de Europa es
un diálogo de intención política destinado a divulgarse en la región alemana de
Westfalia.
OBRAS DE DON DIEGO DE SAAVEDRA |
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