ASTRONOMÍA Y NÁUTICA DE LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA


Durante el Siglo de las Luces, la labor de las academias de Guardias Marinas y de los observatorios y laboratorios astronómicos consiguieron alcanzar grandes resultados en las ciencias de la astronomía y la náutica. El objetivo era la navegación segura por los océanos a fin de preservar el Imperio y proteger las rutas comerciales.

Sus principales responsables fueron científicos y marinos ilustrados del prestigio de Jorge Juan, José de Mazarredo, Vicente de Tofiño, José Varela, Antonio de Gaztañeta o Pedro Manuel Cedillo. Los principales centros de investigación astronómica fueron los Reales Observatorios Astronómicos instalados en Madrid y en San Fernando de Cádiz.

ASTRONOMÍA Y NÁUTICA DE LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA

Durante la época de la Ilustración española, las ciencias de la astronomía y la náutica estaban relacionadas con la geografía y muy especialmente con el dominio de las rutas marítimas que debían surcar los barcos mercantes y navales. Los conflictos bélicos o el comercio internacional precisaban de cartas de navegación lo más exactas posibles. La política colonial de las potencias europeas requería el conocimiento preciso de las rutas marítimas. Para ello, el firmamento debía ser convenientemente estudiado.


Los sucesivos intentos de demostración de las ideas de Newton expresadas en sus Principia (1687) dominaron la mayor parte del panorama astronómico de la Europa ilustrada. Fue necesario un esfuerzo teórico y técnico de las academias y laboratorios. Ciencia y economía, conocimiento y política se encontraron con comodidad en los campos de la astronomía y de sus aplicaciones más concretas en el mundo de la náutica, todo por conseguir un mismo objetivo: la navegación segura por los océanos.

Desde los tiempos de Felipe V, la Armada dirigió el desarrollo de la disciplina astronómica. Las causas deben remitirse a los altos costes del material investigador y de la preparación de los estudiosos, pero sobre todo a cuestiones de carácter económico relacionadas con la conservación y explotación del Imperio de ultramar. Fue este segundo elemento el que dio un sesgo eminentemente práctico y menos teórico a la astronomía española.

JOSÉ DE MAZARREDO Y JORGE JUAN

Jorge Juan y Santacilia fue un experto marino y un prestigioso cosmógrafo y matemático que asesoraba al gobierno en lo concerniente a técnicas náuticas. Pronosticando las exigencias del futuro de la navegación y comprendiendo la necesidad de aumentar la exactitud de los instrumentos para la misma, en 1749, propuso al ministro de Marina, Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, la fundación de un observatorio astronómico. Este centro de centro de investigación astronómica debía servir para la formación de la Escuela de Guardias Marinas de Cádiz y tenía que contar con medios suficientes para medir la posición de las estrellas y sus pasos por el meridiano; es decir, que los marinos aprendieran la ciencia de la astronomía. La medición de la posición de las estrellas y sus pasos por el meridiano era el método empleado en la época para mantener un servicio horario de precisión.

El Real Observatorio de Cádiz se instaló en el Castillo de la Villa, sede de la Academia que dirigía, en 1753, entonces era el más meridional de Europa. Gracias a la insistencia de Jorge Juan, su maquinaria e instrumentación fueron las más avanzadas, y astrónomos como Godín o Tofiño desarrollaron su actividad allí.

Más tarde, en 1798, fue trasladado a la cercana isla de San Fernando, bajo la supervisión de José de Mazarredo y Salazar, donde quedó definitivamente ubicado. En dicho observatorio se empezaron a publicar las Efemérides Astronómicas, en 1791, y el Almanaque Náutico, en 1792, publicaciones que se viene editando hasta la actualidad.

REAL OBSERVATORIO DE SAN FERNANDO DE CÁDIZ

El Real Observatorio de San Fernando estaba destinado inicialmente a trabajos de posición, pero después, al incorporar nuevas especialidades y medios, se convirtió en un centro polivalente adaptado en todo momento a las tecnologías de vanguardia. En 1879,
 se instaló una estación magnética, en 1897 una sísmica y, recientemente, una estación de seguimiento de satélites. En la actualidad 
sigue prestando excelentes servicios como Real Instituto y Observatorio de la Armada.

Bajo el reinado de Carlos IV, en 1790, se inauguró el Real Observatorio Astronómico de Madrid. Fue instalado en el edificio que construyó el arquitecto Juan de Villanueva, en una colina a las afueras de Madrid en lo que hoy es el Parque del Buen Retiro. Estaba construido a semejanza de los de Greenwich y París, aunque en sus comienzos sólo contaba con instrumentos de posición.

La labor que se realizó bajo la dirección de Salvador Jiménez puede calificarse de fructífera. Sus principales logros fueron la creación de una cátedra de meteorología y la implantación de un telescopio con reflector de 76 centímetros de diámetro por el astrónomo William Herschell, en 1802, igual al que ingenió en Londres. Durante la Guerra de la Independencia, el Observatorio fue usado por las tropas francesas como polvorín.

REAL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE MADRID

En el último cuarto de siglo XVIII, los avances científicos fueron mejoraron. Varios fueron los síntomas de dicha mejoría:

1. Los hallazgos de Copérnico fueron admitidos sin demasiados problemas.

2. Jorge Juan publicó el Estado de las astronomía en Europaen 1773, a la vez que se reeditaron sus Observaciones astronómicas.

3. Vicente Tofiño y José Varela publicaron en la década de los 80 sus resultados sobre las observaciones astronómicas que habían realizado en el Observatorio de Cádiz.

4. Vilanova Muñoz editó su Cursos del nuevo planeta Herschel, en 1785.

5. La Universidad de Valencia fundó, debido al plan de reforma de Blasco, una cátedra de astronomía en 1786. También iniciaba la construcción de un Observatorio Universitario, que sería el primero de España.

6. En Madrid se instaló una escuela de construcción de instrumentos, y el observatorio compró un gran telescopio construido por el prestigioso Herschel, el segundo de tamaño del mundo y de gran calidad óptica.

Vicente Tofiño Antonio Gaztañeta
VICENTE DE TOFIÑO Y ANTONIO DE GAZTAÑETA

En 1796, tuvo lugar la fundación del Cuerpo de Cosmógrafos del Estado que, además de dedicarse a la cartografía, se ocupó de los fenómenos celestes. Sin embargo, las dificultades económicas y bélicas acabaron con buena parte de estos proyectos que conocieron una vida efímera. En definitiva, la astronomía vivió una vida anodina, únicamente alterada por una cierta revitalización en el último cuarto del siglo de la mano de insignes individualidades y de algún esfuerzo institucional.

La náutica, además del renovado interés que hubo por su enseñanza, tuvo también un destacado auge desde el punto de vista de la búsqueda de las innovaciones tecnológicas. Tanto en lo que se refiere a las artes de navegar como a la confección de cartas de navegación, la Monarquía española no debía descuidar esta clase de asuntos científicos-técnicos tan útiles para fomentar las actividades del comercio y para explotar convenientemente sus colonias americanas.

Tres textos básicos fueron los que conformaron el arte de la navegación en España a finales del siglo XVII y en las primeras décadas del XVIII. El primero fue Norte de navegación, de Antonio de Gaztañeta, editado en 1692; los otros dos correspondían a Pedro Manuel Cedillo, profesor de la escuela de San Telmo, titulados Compendio del arte de navegación (1718) y Trigonometría aplicada a la navegación (1718).

Norte Navegación Antonio Gaztañeta
NORTE DE NAVEGACIÓN

A mediados del siglo, aparecieron varias obras que aportaron nuevos conocimientos. En 1756, fueron a la imprenta las obras Lecciones náuticas de Miguel Archer y Compendio de navegación de Jorge Juan.

Con la misma finalidad de renovación aparecieron Tratado de Navegación (1787) de José Mendoza y Ríos y Lecciones de Navegación de Dionisio Macarte, que tendía un puente entre las teorías renovadoras y las prácticas tradicionales.

A su lado, se publicaron algunas obras de marcado carácter conservador como Tratado de Cosmografía y Náutica (1745) de Pedro Manuel Cedillo, o El marinero instruido (1765) de Francisco de Barreda.

Cartografía Tratado Navegación Mendoza Ríos
TRATADO DE NAVEGACIÓN POR MENDOZA Y RÍOS

Con todo, la náutica parecía que continuaba en una situación ambivalente, dividida entre aportaciones teóricas innovadoras que se imponían en los centros de enseñanza y una práctica excesivamente anclada en el pasado, cuestión que puede comprobarse con cierta facilidad en el plan de estudios que Winthuysen propuso a finales del siglo para las escuelas de náuticas existentes en España.

Donde hubo un panorama relativamente aceptable fue en los instrumentos para la observación astronómica. En general, los marinos españoles instalados en la América y el Observatorio de Cádiz estuvieron al día en adelantos tecnológicos tales como el cronómetro marino. En realidad, en la segunda mitad del siglo XVIII, se produjo un definitivo acercamiento entre la navegación y la astronomía. Para esta puesta al día de los nuevos conocimientos que se conseguían en Europa se utilizaron sistemáticamente los viajes de pensionados a Londres o París con el objetivo de aprender técnicas y conocer nuevos instrumentos científicos, que algunas veces fueron importados.

Así ocurrió, entre otros casos, con Cayetano Sánchez, que a su regreso de la capital francesa fue encargado por la Armada de gestionar un taller de construcción y reparación de instrumentos relacionados con la astronomía aplicada a la navegación. La experiencia no tuvo mucha continuidad por los azares de la peste amarilla, que en 1801 acabó con el personal cualificado del taller.

NOCIONES DE NAVEGACIÓN POR DIONISIO MACARTE

SAN FRANCISCO JAVIER MODELO DE MISIONERO MODERNO


San Francisco de Javier se convirtió en el siglo XVI en el modelo de misionero moderno. El llamado Apóstol de las Indias pasó a la historia del humanitarismo por la organización de varios proyectos misioneros por el sureste asiático. Su vida fue una formidable aventura entre tierras exóticas y peligrosas, desde la India hasta Japón, entre piratas malayos y samurais.

SAN FRANCISCO JAVIER MODELO DE MISIONERO MODERNO

El navarro Francisco de Jaso y Azpilicueta, patrón de Navarra, fue uno de los fundadores de la Compañía de Jesús junto a San Ignacio de Loyola. Había nacido en Javier, en 1506, y pertenecía a un linaje navarro de alta alcurnia, con fortaleza propia en esta villa al noreste de Navarra: el Castillo de Javier.

Su vida religiosa comenzó en París, a donde llegó en 1525 para estudiar filosofía en la Universidad de la Sorbona a la edad de 19 años. En el colegio de Santa Bárbara de esta ciudad estudió bajo la protección de la corona portuguesas. En 1528 obtuvo el grado de licenciado. Según las fuentes de la época, le retrataron como un tipo bien plantado, muy activo e inteligente. 

Durante su estancia en el colegio conoció a dos personalidades importantes del siglo XVI: uno es un estudiante suizo con fama de arrogante, Juan Calvino; el otro es un guipuzcoano algo mayor y un poco extravagante, vestido con harapos, medio cojo, que vivía de las limosnas, sumergido en el fervor religioso, San Ignacio de Loyola, autor de los Ejercicios Espirituales.

El encuentro fue determinante en la vida de Javier. Ignacio había sido militar y había combatido, bajo las banderas de Castilla, en el bando de los beaumonteses contra la familia de Javier, del bando de los agramonteses, satélites de Francia. En el sitio de Pamplona, Ignacio quedó herido de una pierna y casi le costó la vida.

CASTILLO DE JAVIER

Después de un camino de discernimiento mutuo, Ignacio se fue ganando la amistad del navarro, Francisco fue tocado muy profundamente por una frase que determinaría el rumbo de su vida: "¿de qué sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?". Francisco prefirió ganar su alma y la de muchos.


En torno al guipuzcoano se fue creando una pequeña comunidad: el saboyano Pedro Fabro, el portugués Simón Rodríguez, los castellanos Diego Laínez, Nicolás Bobadilla y Alonso Salmerón y el propio navarro Franco Javier.

Una idea les obsesionaba, viajar a Tierra Santa y conquistar las almas, en una nueva cruzada, pero esta vez de carácter apostólica. El 15 de agosto de 1534, esta pequeña comunidad se recogió en la cripta de Montmartre. Bajo la dirección de Ignacio, pronunciaron votos de pobreza y castidad, y se comprometieron a peregrinar a Jerusalén. Y decidieron que, caso de no haber podido viajar antes de un año, se pondrían a disposición del Papa, y de esta manera se fundó la Compañía de Jesús.

SAN IGNACIO DE LOYOLA Y SAN FRANCISCO JAVIER

El viaje a Tierra Santa fue extremadamente peligroso, porque entre piratas berberiscos y galeotas otomanas, el Mediterráneo había dejado de ser europeo. El único puerto relativamente seguro era Venecia, pero para llegar había que atravesar Francia e Italia, que estaban en guerra. La comunidad lo intentaba a través de Alemania y Suiza, y en penosas condiciones, viviendo de limosnas y cuidando enfermos para sufragar gastos.


En 1537, llegaron a Venecia, donde navarro y guipuzcoano se ordenaron sacerdotes. Al año siguiente viajaron a Roma para recibir la bendición del Papa, Pablo III.

El proyecto de viaje a Tierra Santa resultaba muy difícil ya que el pirata Barbarroja causaba el temor en los mares Adriático y Mediterráneo debido a la guerra entre venecianos y otomanos. La Compañía se dedicó a realizar obras de caridad en varias ciudades italianas, mientras que Francisco Javier se quedaba en Roma junto a Ignacio trabajando como secretario y ayudándole en la redacción de las Constituciones de la Compañía de Jesús.

Mártires Manar Predicación San Francisco Godofredo Maes Museo
PREDICACIÓN DE SAN FRANCISCO

En 1540, se les presentó el embajador de Portugal, Mascareñas, que pedía a Ignacio misioneros para evangelizar las Indias Orientales a raíz de una petición de Juan de Portugal. El Imperio luso había establecido numerosas factorías desde África hasta la India y el mar de China. Esa fue el destino de Javier: la gran expedición misionera en el Imperio marítimo portugués

Zarpó desde Lisboa el 7 de abril de 1541, cuando tenía 35 años. El itinerario hacia las Indias Orientales fue el portugués, es decir, doblando África por el sur en dirección Este y atravesando el océano Índico, en lugar de la ruta española, doblando el estrecho de Magallanes y atravesando el Pacífico. Con él, partieron el italiano fray Pablo de Camerino y el portugués Francisco Mansilhas. Otros cuatro navíos completaban la flota. En el barco viaja el gobernador de la India, Martín Alfonso Sousa y, además de la tripulación, hay pasajeros, soldados, esclavos y convictos; gente de toda clase entre los que Javier tuvo que mediar en reyertas, combatir la blasfemia, el juego y otros desórdenes, y catequizarlos a todos.

Durante el viaje sufrió las grandes marejadas del Atlántico, después el intenso calor de la zona ecuatorial pudre el agua y los alimentos, y por último las grandes calmas del océano que provocan un parón en el golfo de Guinea. Con el barco inmóvil, se declara la peste y el escorbuto a bordo. Javier convierte su camarote en enfermería, dedicándose a cuidar a los enfermos y arrojar los cadáveres al mar.

Tras doblar el cabo de Buena Esperanza, realiza su primera parada en Mozambique. Durante su estancia de un año, ayuda en el hospital y percibe la realidad del trato que se da a los negros, lo cual le lleva a tener los primeros enfrentamientos. Después sigue por la costa este del África oriental y efectúa escalas en Melinde y Socotora, pequeños puertos entregados a su propia suerte, donde marinos árabes comparten soledad con mercaderes portugueses, misioneros de vida precaria y nativos africanos.

escultura estatuilla san Francisco Javier museo castillo
SAN FRANCISCO JAVIER

Por fin, la expedición llegó a Goa, en la costa occidental de la India, el 7 de mayo de 1542. Era una brillante ciudad hindú capturada por los árabes y, después conquistada por Alfonso de Alburquerque para la corona portuguesa. Capital del Imperio portugués de oriente, contaba con más de 225.000 habitantes y más de un centenar de iglesias y conventos de dominicos y franciscanos. Desde Goa organizó sus expediciones evangelizadoras y misionales. 

Javier residió en Goa y alrededores durante cinco años como delegado del Papa, reorganizó la catequesis y el sistema de evangelización basándose en el catecismo de Juan Barros, tradujo los textos sagrados a las lenguas vernáculas, asistía a moribundos y cura enfermos, visitaba a presos y socorría a pobres, abrió escuelas, colegios y dispensarios, bautizaba y catequizaba a miles, y descubrió a todos el amor de Dios.

Goa se convirtió en la base de operaciones de todas las misiones en Asia. Allí se instaló el Seminario de San Pablo y desde allí partió la misión jesuita al Tíbet con el sacerdote portugués Andrade: el primer europeo que entró en la ciudad de los lamas. 

Hacia octubre de 1542, viajó por los pueblos de los pescadores de la costa del sur de la península, con intención de revitalizar el cristianismo, casi perdido por falta de sacerdotes. Para lograr un acercamiento más intenso, se dedicó a aprender la lengua del país. Evangelizó a los indios Paravas y recorrió las ciudades de Tuticorrín, Trichendur, Manapar y Combuture. Encontró la oposición de los brahmanes, que habitaban las pagodas de la región. Aprendió tamil y tradujo a esa lengua parte de los textos cristianos y una plática sobre el cielo y el infierno.

milagros Francisco Javier pintura Rubens
LOS MILAGROS DE SAN FRANCISCO DE JAVIER

Pasó casi tres años desempeñando la labor misionera en el oeste de la India. En sus andanzas llegó hasta Sri Lanka. En noviembre de 1543 se encontró con sus compañeros Micer Paulo y Mansilla en Goa y se entrevistó con el obispo de la ciudad, Juan de Alburquerque, para pedirle misioneros. El obispo destinó a 6 sacerdotes para esa labor.

Con los nuevos colaboradores marchó de nuevo a la Pesquería, donde estableció un sistema de asignación de territorios a un responsable, el cual debía de mantenerle informado del devenir de la misión. Una vez organizado ese territorio, partió hacia Manapar y el distrito sur, donde permaneció un mes con los makuas, bautizando a más de 10.000.

En 1544 estuvo realizando más de veinte viajes de evangelización. El rey de los hindúes de Ceilán del norte, Jaffna, ordenó la ejecución de seiscientos cristianos en Manar. Ante estas noticias, Francisco volvió a Goa y habló con el gobernador, Martín de Sousa, para acompañar a la expedición punitiva para castigar las acciones contra los cristianos. Por diferentes causas dicha acción nunca se llevó a cabo. 

Durante tres meses Francisco Javier estuvo aprendiendo una base del idioma y se familiarizó con la cultura local; también tradujo, con ayuda de gentes entendidas, la parte básica de los textos de la doctrina católica. Ese mismo año escribió al rey de Portugal Sobre las injusticias y vejaciones que les imponen los propios oficiales de Vuestra Majestad.

VIAJE DE ESPAÑA A JAPÓN

En 1545, continuó su misión de predicación en las islas Molucas en compañía de Juan Eiro, llegando a Malaca poco después y terminando en la isla de Mindanao, siendo San Francisco Javier el primer apóstol de Filipinas.

Desde 1546 hasta 1548, no paró de viajar. Salió hacia las islas de Amborio y Ternate, después de escribir las Instrucciones para los catequistas de la Compañía de Jesús. Recorrió diferentes islas de la región y en Baranula (Ceran), continuando por Ternate, rico centro comercial de especias y última posesión portuguesa, las islas del Moro, y terminando de vuelta en Cochín.

Después de seis años en Asia, realizando labores de reordenación y supervisión de las misiones establecidas en India y Molucas, donde se sintió decepcionado con el deterioro sufrido, recibió la noticia de que un rey de Japón desea convertirse. Japón estaba muy lejos; hasta allá el mar estaba lleno de piratas; no había tropas portuguesas para cubrir el camino, pero Javier resolvió acudir a la llamada. Terminó siendo otro viaje portentoso y terrible, como de antigua leyenda. Para empezar, no había barcos disponibles, pero el viaje urgía, porque la estación de los vientos favorables se acercaba. El capitán de Malaca, Pedro de Silva, hijo del gran marino Vasco de Gama, no pudo ofrecer a Javier otra cosa que el junco del pirata chino Aván. Como Silva no se fía del chino, apresó a su mujer, confiscó sus bienes y le hizo jurar que irá directamente al Japón en cuanto soplase el viento.

Fue el 24 de Junio de 1549 cuando en el junco de bambú se apelotonaron doscientos hombres y trescientos sacos de pimienta, tan valiosa como el oro. Viajaban con Javier el valenciano Cosme de Torres y el cordobés Juan Fernández. Después de mil peripecias, donde no faltaron los piratas, los tifones, las triquiñuelas de Aván y hasta un encuentro con la escuadra imperial china, con el último viento del sur lograban arribar un 15 de agosto a Kagoshima, entonces capital del reino Sur del Japón.

EVANGELIZAIÓN DE FRANCISCO DE JAVIER EN INDIA Y JAPÓN

En esta ciudad permaneció durante un año, aprendió el idioma japonés, e hizo traducir la obra Declaración de los artículos de la Fe. Para responder a las preguntas que los transeúntes realizaban se valió de un intérprete. Se ganó la confianza del señor feudal de la provincia, Shimazu Takahisha, pero también sufrió las hostilidades de los bonzos.

Creyó en la posibilidad de que si el rey se convirtiera al catolicismo, el pueblo también los haría, por ello, en 1550 se dirigió a Miyako, principal ciudad de Japón, situada en la parte central. Fundó una pequeña colectividad cristiana en Hirado. Llegó a Yamaguchi, luego a Sakai y finalmente a Miyako. Aquella ciudad sufría las penalidades de una guerra, por eso se instaló en Yamaguchi, obteniendo del príncipe la garantía de respeto a los conversos al cristianismo. Ante esa perspectiva estuvo realizando, junto con sus dos compañeros, una intensa labor de predicación y la creación de una pequeña comunidad católica. Muchos de los convertidos eran samuráis. La oposición del clero local, los bonzos, fue siempre fuerte.

Tras dos años de misión, Javier logró difundir el Evangelio en algunas ciudades del sur suscitando interés y fundando comunidades cristianas que más tarde crecerían muy rápidamente. Llegó a la conclusión de que la cultura japonesa dependía de la cultura china, y que si lograba sembrar el evangelio en China, entonces el Japón lo abrazaría. Ideó un plan para misionar en China.

Utilizando su título de embajador de Portugal, fue recibido en septiembre de 1551 por el príncipe de Bungo. Aquel gobernador quedó tan encantado con el sacerdote que otorgó su permiso para predicar, su protección oficial y le cedió un antiguo templo budista para que se alojase mientras estuviese ahí.

Un mes después y dejando algunos conversos, Francisco Javier regresó a la India aprovechando la llegada de un navío portugués a Funai. Quedó alertado por las noticias que le llegaron sobre las crecientes dificultades y abusos que se cometían en la India tanto entre los misioneros como entre las autoridades portuguesas.

El viaje de vuelta fue a bordo de la nao Santa Cruz, que capitaneaba Diego de Pereira, quien le ofreció la idea de organizar una embajada a China en nombre del rey de Portugal para entablar negociaciones de paz. Cuando llegó a Malaca se enteró de que la India había sido nombrada provincia jesuítica independiente de Portugal y que él es su provincial.

En 1552 llegó a Cochín y a Goa. Después de solucionar algunos problemas de las misiones, comenzó a preparar la expedición a China. Él mismo lo explicaba así:
"La China es una tierra grandísima, pacífica y gobernada con grandes leyes, hay un sólo rey, y es en gran manera obedecido. Es un riquísimo reino y abundantísimo. Estos chinos son muy ingeniosos y dados al estudio, principalmente a las leyes humanas sobre la gobernación de la república; son muy deseosos de saber. Si acá en la India no hubiere algunos impedimentos que me estorben la partida, este año espero ir a la China por el gran servicio de Dios nuestro Señor que se puede seguir, así en la China como en Japón; porque sabiendo los japoneses que la ley de Dios la reciben los chinos, han de perder más presto la fe que tienen a sus sectas. Grande esperanza tengo que así los chinos como los japoneses, por la Compañía del nombre de Jesús, han de salir de sus idolatrías y adorar a Dios y a Jesucristo, salvador de todas las gentes."

Partió hacia China en abril de 1552 acompañado de otros evangelizadores. El viaje se retrasó, llegando a la isla de Sanshoan a finales de agosto. Esta isla era el lugar de encuentro entre los mercaderes chinos y portugueses y punto de embarque hasta el continente, dista unos veinte kilómetros de la costa y está situada a cien kilómetros al sur de Hong Kong. Nunca llegaría a China. El 3 de diciembre de ese año moría Francisco de Javier cuando contaba 46 años de edad, víctima de unas fiebres. Su cuerpo fue conducido a Goa, donde llegó en la primavera de 1554, siendo enterrado en esa ciudad.

Francisco Javier evangelización pinturas Japón
EVANGELIZAIÓN DE FRANCISCO DE JAVIER EN JAPÓN

Aquí terminó la expedición evangelizadora y misionera de Francisco de Javier que fue el precedente de futuras misiones cristianas en Asia. 

Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 por Gregorio XV, con el nombre de San Francisco Javier, al mismo tiempo que Ignacio de Loyola, Teresa de Ávila, Felipe Neri e Isidro el Labrador.

Por su inestimable empresa en las Indias, Benedicto XIV le concedió el título de Patrono Universal de las Misiones de Oriente en 1749. Se conservaron algunas de las cartas que San Francisco escribió a San Ignacio. También hay pequeños escritos catequísticos conocidos, como el pequeño catecismo (1542), y el gran catecismo (1546). Con motivo del V Centenario de su nacimiento se multiplicaron los estudios y ediciones en la red y en papel.

En 1949, en el monte del castillo de Kagoshima, aquella ciudad japonesa, se elevó una piedra con la siguiente inscripción:
"Este es el lugar donde el príncipe Shimazu Takahisa se encontró con el misionero Zabiel."
MONUMENTO EN KAGOSHIMA