OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS DE JOSÉ JOAQUÍN FERRER Y CAFRANGA


Uno de los más grandes científicos europeos del Siglo de la Ilustración fue José Joaquín Ferrer Cafranga, cuyas investigaciones en astronomía, geodesia y meteorología le valieron el calificativo de "sabio astrónomo español".

Realizó investigaciones astronómicas y meteorológicas muy originales, conjuntamente con sus trabajos geográficos, obteniendo una gran cantidad posiciones geográficas de varias puntos en la España peninsular, en el Virreinato de la Nueva España, en islas del Caribe y los Estados Unidos, con elevada exactitud de las coordenadas.

Su obra sentó las bases fundamentales de la meteorología planetaria que surgió en el siglo XX, de modo que su obra en conjunto puede ser considerada patrimonio de la memoria histórica de la astronomía, la geografía astronómica y la meteorología.

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OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS DE JOSÉ JOAQUÍN FERRER Y CAFRANGA

Entre España y América vivió José Joaquín Ferrer y Cafranga, un extraordinario científico, notable empresario e incansable viajero natural de Pasajes, donde nación en 1763. Criado desde pequeño en el entorno del comercio virreinal y tránsito marino que se desarrollaba en el puerto de su villa y más directamente por su familia. Fue su padre, contador de la Real Armada española, quien le introdujo en las ciencias matemáticas, en la navegación y en la cosmografía.

Su vocación siempre fueron su vocación, pero siguiendo los consejos de su familia, aceptó un empleo que le había ofrecido un pariente suyo en la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas. En 1780, en viaje de negocios de su compañía mercante, partió desde Pasajes a Caracas, pero el barco fue apresado por la flota inglesa del almirante Rodney durante la travesía.

Con apenas 17 años de edad, Ferrer fue llevado a Inglaterra, donde permaneció encerrado en una de las cárceles mas crueles, donde sufrió malos tratos, estuvo a punto de morir en dos ocasiones y pudo escapar de una epidemia que acabó con la vida de muchos compañeros de la tripulación.

Años más tarde, las influencias de su padre consiguieron su rescate de aquella hostil prisión y se incorporase a un colegio de su preferencia en Inglaterra logrando notables conocimiento en las matemáticas aplicadas al cálculo astronómico, en el arte de la navegación y en la astronomía náutica, además del idioma inglés, un dominio que le permitiría más tarde publicar en EEUU e Inglaterra.

JOSÉ MARÍA FERRER Y CAFRAGA

Cuando regresó a España en 1786, su padre lo convenció para que tomara parte de la expedición de la marina española que partiría al año siguiente desde Cádiz en la fragata Pájaro, con el objetivo de realizar tareas geográficas en el Virreinato del Perú. Aquel proyecto le proporcionó una reputación como científico, además en América consiguió una considerable fortuna gracias a sus negocios sobre análisis y estudios geográficos, cartográficos y astronómicos. Todo esto le sirvió para que una importante compañía mercante se hiciera con sus servicios.

Tuvo que viajar de nuevo a Cádiz y desde allí partió otra vez a América, esta vez con rumbo a Veracruz, en el Virreinato de Nueva España, al mando de una expedición financiada por la Compañía Torres y Hermanos, alrededor del año 1790.

Durante su segunda expedición y con solo 27 años de edad, el joven científico guipuzcoano fue designado al frente de este proyecto mercantil, compaginando las misiones náuticas con las actividades comerciales.

Se ocupó de la determinación de la posición geográfica y altura absoluta de principales ciudades y montes a través de observaciones astronómicas. Mediante a esta técnica, averiguó la posición y la altura de las cotas de Orizaba, Perote, Xalapa y Encero, elevaciones obtenidas a partir de varias mediciones de sus alturas angulares desde posiciones en la mar, lo que le permitió registrar valores promedios muy exactos.

Pasajes puerto marítimo José Joaquín Ferrer
VISTA DE PASAJES Y SU PUERTO MARÍTIMO

De nuevo en Cádiz, Ferrer realizó estrechas colaboraciones con el Real Observatorio Astronómico de San Fernando. Allí, entabló relaciones no solo de trabajo sino también de amistad con marinos científicos de su generación como Cosme Damián Churruca y Elorza y José de Mazarredo y Salazar, ambos vascos como él, con los que compartió conocimientos y experiencias en astronomía y náutica. Relación especial fue la que mantuvo con Dionisio Alcalá Galiano, quien escribiría una obra póstuma llamada Biografía del astrónomo español don José Joaquín de Ferre y Cafranga.

A finales del siglo XIX, rechazó el ofrecimiento del teniente general José de Mazarredo y Salazar, figura de gran prestigio y autoridad en ese cuerpo, para pertenecer a la Real Armada española, lo que da una medida de la admiración y el respeto que este sentía por el astrónomo. Su vocación siempre fue la investigación científica, pero enrolado en expediciones mercantiles, no navales.

Retratos Dionisio Alcalá Galiano Mazarredo Churruca marinos científicos armada
DIONISIO ALCALÁ GALIANO, JOSÉ DE MAZARREDO Y COSME DAMIÁN CHURRUCA

En 1799, viajó a Estados Unidos, a cargo de varias misiones mercantiles de la Compañía Torres y Hermanos. Estableció su residencia en Nueva York durante una década, desde donde viajó a diversos territorios de la América Septentrional, a Cuba y a otras islas del Caribe, tanto para realizar observaciones astronómicas y meteorológicas como para entablar negocios mercantiles de su compañía. Allí desarrolló la etapa más productiva y extraordinaria de su vida como hombre de ciencia, realizando importantes observaciones astronómicas y de terminar posiciones geográficas de interés para la navegación y el comercio.

Ferrer determinó la posición geográfica de varias ciudades de Estados Unidos, demostrando que muchas habían sido determinadas de manera errónea, en base a coordenadas inexactas, y efectuando las correspondientes rectificaciones. Además, obtuvo nuevas coordenadas de interés cartográfico que nunca antes habían sido medidas.

Su investigación concluyó, tras seguir desde Kinderhook un eclipse total del sol ocurrido el 16 de junio de 1806, que la aureola visible alrededor de la Luna no correspondía como se creía a la atmósfera del satélite, sino que se debía a un efecto solar. Aquella investigación fue seguida mediante un cronómetro de Arnold, un círculo de reflexión y un telescopio que había sido diseñado y construido por Edward Troughton.

JOSÉ JOAQUÍN FERRER Y CAFRAGA

Todos estos resultados fueron expuestos en el Volumen VI de la importante obra Transactions of the American Philosophical Society, publicada por la Sociedad Filosófica Americana de Filadelfia de 1809, en reconocimiento a su labor de rectificación de las coordenadas geográficas erróneas. Fue miembro de esta institución desde el 17 de abril de 1801, aportándole un notable prestigio como uno de los astrónomos más importantes de su tiempo.

Los informes de las mediciones geográfico-astronómicas que realizó en sus primeras expediciones a América de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX fueron publicados en Astronomical observations... for determining the geographical positions of various places in the United States, en 1809. Esta obra está considerada como un clásico en el establecimiento de las posiciones geográficas de la moderna Norteamérica, en la que se subraya el valor de las observaciones astronómicas, las matemáticas y la geodesia. La geografía americana había dado un salto cualitativo.

Su biógrafo Dionisio Alcalá Galiano destacó que, gracias a esta publicación, su prestigio alcanzó una notable nivel en Francia, Alemania, Inglaterra e Italia, siendo elogiado por figuras como Joseph Lalande, Jean Baptiste Delambre, François Arago y Charles François Dupuis, en Francia, o Alexander von Humboldt, en Prusia, quien le definicó como el "hábil navegante". Estos científicos se interesaron por las determinaciones geográficas y reconocieron lo adecuado de las conclusiones que Ferrer había extraído de sus estudios en los EEUU y en las islas caribeñas.

En 1811, se trasladó a Cuba, en donde determinó la posición geográfica de la isla, así como la del canal de Bahamas, Puerto Rico, Santo Domingo y las islas de Barlovento.

REAL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE GREENWICH

El mundo académico europeo comenzó a advertir la talla científica de Ferrer, por eso viajó a Inglaterra en 1813. Se instaló en Londres y colaboró en los progresos del Real Observatorio Astronómico de Greenwich, donde concluyó algunas mediciones y contactó con astrónomos que le suministraron instrumentos de precisión.

Tras el final de la Guerra de la Independencia española en 1814, llegó a Francia y se instaló en París, ciudad en la que continuó ejerciendo su actividad astronómica. Allí mantuvo contactos con ilustres astrónomos a través de los cuales sería nombrado socio del Instituto Nacional de Francia y de la Junta de Longitudes. Pierre-Simon Laplace le llamaba el "sabio astrónomo español".

A finales de 1814, regresó a España y se instaló, de nuevo, en Cádiz. Consiguió ser miembro de la Real Academia de la Historia, y de la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País y de la Real Sociedad Económica de Cádiz. Pero rechazó la dirección del Real Observatorio Astronómico de San Fernando, que hubiese sido su más importante cargo académico. Sin embargo, mantuvo alguna colaboración con este centro, como fue la redacción de un informe detallado con recomendaciones concretas de gran valor para la mejora del observatorio.

Durante este tiempo, realizó estudios en diversas provincias españolas y mantuvo contactos y correspondencias con los científicos extranjeros Joseph Jerome de Lalande, Jean Baptiste Delambre, Dominique François Jean Arago, Alexander von Humboldt, Franz Xaver Zach y Pierre Simon de Laplace, entre otros, o con el español Felipe Bauzá.

REAL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE SAN FERNANDO

Según la publicación Connaisances des temps, publicada por la Junta de Longitudes de París en 1815, Ferrer concretó la situación geográfica de la isla de Barlovento, Cuba, Puerto Rico, del canal de Bahamas y de Ohio, entre otros lugares. También determinó el diámetro de la luna y el del paralelaje solar.

Dominique François Arago reconoció al astrónomo guipuzcoano como una autoridad en la determinación de posiciones geográficas, que obtenía mediante rigurosas observaciones astronómicas de eclipses y ocultaciones de estrellas, todas ellas dadas a conocer en sus informes.

Vivió en Madrid en 1815 y, finalmente, fijó su residencia en Bilbao en 1817. Falleció al año siguiente, de una enfermedad repentina, cuando apenas contaba 54 años de edad. A su muerte, toda la obra de Cafranga estaba dispersa en diversas publicaciones, siendo las más prestigiosas de la época Connaissance des Temps, del Bureau de Longitudes, de Francia, y Transactions of the American Philosophical Society de Philadelphia, de Estados Unidos, entre otras. También existen informes de Cafranga en diferentes registros oficiales, como las Memorias del Tomo 3 del Depósito Hidrográfico de la Marina. Pero la inesperada muerte impidió poder reunir todo el trabajo desarrollado en décadas en un compendio.

Transactions Connaisances astronómicas geodésicas geográficas José Joaquín Ferrer Canfraga
TRANSACTIONS OF THE AMERICAN SOCIETY Y CONNAISANCES DES TEMPS

Las principales aportaciones científicas de José Joaquín Ferrer y Cafranga son las siguientes:

1. Determinación de las coordenadas geográficas de numerosas posiciones en territorios del continente Americano, el mar Caribe y España. Ello favoreció el desarrollo cartográfico para una amplia porción del Nuevo Mundo y un incremento de las posibilidades de navegación con destino mas seguro.

2. Perfeccionamiento en la determinación de las coordenadas geográficas a partir de la observación de la ocultación de las lunas jovianas por Júpiter y por la luna. Este último tipo de ocultación, como referencia para la determinación de longitudes geográficas, no contaba con antecedentes en su época.

3. Corrección del valor vigente en la época para el semidiámetro lunar 15'31,69'' y de la corrección por inflexión 2,07''.

4. Rectificación del valor vigente en la época para la paralaje solar 8,593'' y, con ello, nueva confirmación de la Ley de Gravitación Universal formulada por Newton 82 años antes.

5. Actualización de las declinaciones de Sirio y Canopus. Estrellas de primera magnitud, usadas como referencia en la navegación de altura de la época, calculadas por Lacaille 58 años antes.

6. Nacimiento de la astronomía cometaria en Cuba. Primer cálculo astronómico de la trayectoria de un cometa y su comparación con el cálculo teórico.

Posiciones geográficas América astronomía José Joaquín Ferrer Cafranga
POSICIONES GEOGRÁFICAS DE AMÉRICA SEPTENTRIONAL

7. Primera caracterización del clima de La Habana. Patrón de comportamiento promedio de la temperatura y la presión atmosféricas en La Habana, primera caracterización climatológica de su tipo en Cuba.

8. Primeras mediciones de la temperatura bajo la superficie de la tierra en Cuba.

9. Primeras observaciones meteorológicas instrumentales al paso de un huracán por la isla de Cuba en el siglo XIX (Tormenta de Escarcha Salitrosa de 26 de octubre de 1810). Confirmación del descenso del barómetro como anuncio de la proximidad de un huracán o ciclón tropical, probablemente entre las primeras conclusiones metereológicas de este tipo en el mundo.

10. Definición de Corona Solar y caracterización física de la atmósfera lunar. Definición de la corona solar como consecuencia de la atmósfera solar y caracterización de la densidad y extensión de la atmósfera lunar.

11. Meteorología planetaria. Sus conclusiones acerca de la corona solar y la atmósfera de la luna constituyen la simiente de esta nueva especialidad del siglo XX.

12. Primera descripción de las hoy denominadas Sombras Volantes. Cafranga se adelanta en la descripción de este fenómeno atmosférico, visible durante los eclipses totales de sol.

INFLUENCIA CULTURAL DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL EN FRANCIA


Al poder militar, la expansión territorial, la influencia diplomática y la hegemonía monetaria que acaparaba durante el siglo XVI, España añadió la influencia en la producción cultural del Siglo de Oro. La hegemonía cultural es siempre consecuencia de la hegemonía política. Uno de los países que más recibió la influencia de la literatura española fue, paradójicamente, uno de sus principales rivales: Francia. Así fue reconocido por Voltaire o Braudel.

Brantôme o Charpentier tomaron préstamos de la lengua española al francés o tradujeron la Gramática de Nebrija. Literatos como Chateaubriand, Montaigne o Sorel debieron mucho a la literatura española de comienzos del siglo XVI. El Don Juan de Moliére y El Cid de Pierre Corneille son dos ejemplos de adaptación del teatro hispano al galo. Y Jean Bodin y René Descartes fueron influenciados por el pensamiento de los humanistas y teólogos españoles.

INFLUENCIA CULTURAL DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL EN FRANCIA 

En 1492, año del descubrimiento del Nuevo Mundo y del final de la Reconquista, el humanista Antonio de Nebrija tuvo la idea de aplicar el modelo de estudio de una lengua culta (latín y griego) a una lengua romance y escribió la primera Gramática de la lengua española. Fue un acontecimiento cultural de primer orden, pues nunca antes en Europa se había publicado una gramática de una lengua vulgar, sentando el precedente a las demás lenguas romances, germánicas, eslavas, etc. El italiano fijó su primera gramática en 1529, el portugués en 1536 y el francés en 1550.

En el siglo XVI, Castilla, obligada a cargar a solas con el peso de la política imperial de la Monarquía hispánica, logró alzarse hasta el primer puesto en la esfera de la cultura occidental. Desde ese punto de vista, los resultados fueron espectaculares y Voltaire no ocultó su admiración hacia España en su Ensayo sobre las costumbres:
"Los españoles tuvieron una clara superioridad sobre los demás pueblos: su lengua se hablaba en París, en Viena, en Milán, en Turín; sus modas, sus formas de pensar y de escribir, subyugaron a las inteligencias italianas y desde Carlos V hasta el comienzo del reinado de Felipe III España tuvo una consideración de la que carecían los demás pueblos."
El llamado Siglo de Oro español se sitúa entre 1580 y 1680, pero fue durante el reinado de Felipe II cuando se establecieron los primeros focos de la irradiación cultural. Por mucho que los franceses criticasen a la España imperialista, no por ello dejaron de sufrir la influencia "de un pueblo fuerte, de un imperio inmenso (…), de una civilización más refinada que la nuestra", como así escribió el historiador Fernand Braudel.

Desembarco Francisco Francia Pavia Ignacio Pinazo
DESEMBARCO DE FRANCISCO I DE FRANCIA EN VALENCIA

Dicha influencia fue apreciable sobre todo durante el reinado de Luis XIII. Entonces la moda procedía de Madrid: blanco de España, bermellón de España, artículos de cuero (guantes, botas, zapatos, etc.). La moda que en la actualidad puede asignarse a París, era España la que suministraba a Francia, del mismo modo que, un poco más tarde, la etiqueta de la Corte de Versalles se inspiró en la de Madrid. Antonio Pérez, exministro de Felipe II, exiliado político en Francia, lo sabía perfectamente, pues mandó traer de España guantes y artículos de lujo para ofrecérselos a sus anfitriones parisinos.

Lo mismo ocurrió con la
lengua y la literatura. En ese entorno, España recogió los resultados de un siglo de progresos continuos. El historiador y biógrafo Pierre de Brantôme apreciaba mucho la lengua castellana hasta el punto de calcar palabra a palabra su vocabulario. Tras él, los hispanismos florecieron en la lengua francesa como en la actualidad los anglicismos en la española, señal indiscutible de su influencia cultural. Algunos de esos préstamos que se incorporaron definitivamente al vocabulario francés fueron: bizarre, camarade, casque, escamoter, fanfaron...

Había tratados para facilitar la enseñanza del castellano a los extranjeros. En 1596, apareció en Francia una Parfaite méthode pour entendre, escrire et parler la langue espagnole, obra de Nicolas Charpentier, apaleado en París por haber participado en una conspiración a favor de España.

Pierre Brantome Ambrosio Salaza
PIERRE DE BRANTOME Y AMABROSIO DE SALAZAR

A principios del siglo XVI, tres hombres destacaron en las traducciones y enseñanzas de la lengua española en Francia: Juan de Luna, Ambrosio de Salazar y Cestar Oudin.


Juan de Luna escribió Arte breve y compendiosa para aprender a leer, pronunciar, escrevir y hablar la lengua española, impresa en París en 1616, unos Diálogos familiares escritos en París en 1619, y una antología de poesías llamada Ramillete de flores poéticas, seguida de un corto método para aprender a pronunciar, escribir y leer correctamente el español, publicado también en París en 1620, algo así como un "español sin esfuerzo".

Ambrosio de Salazar fue un murciano que había servido en Francia. En 1612. publicó en París un manual que reunía todo lo necesario para conocer España: historia, geografía, hombres ilustres, producciones, situación administrativa, estado de las carreteras, etc. En 1614, publicó en Ruán, donde se había establecido como maestro de escuela, un Moroir général, manual de gramática y pronunciación que tuvo dos ediciones, una en francés y otra en español. El rey Luis XIII lo contrató como su profesor particular de español.

A Salazar le surgió un competidor, Cestar Oudin, quien a diferencia de sus otros dos predecesores era francés. Su Grammaire espagnole expliquee en francois data de 1597. En 1605, publicó una traducción de proverbios españoles. Su gran éxito fue el Tesoro de las dos lenguas, de 1607, tratándose de un léxico español-francés y español-francés. Oudin no se contentó con enseñar las particularidades de la lengua, también deseaba dar a conocer la literatura y comenzando con lo esencial: primero tradujo de Cervantes algunas Novelas Ejemplares, después La Galatea, y finalmente la primera parte de Don Quijote, menos de diez años después de publicarse la primera edición española.

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GRAMÁTICAS ESPAÑOLAS EN LENGUA FRANCESA

A comienzos del siglo XVII, Francia se encaprichó con lo español hasta el punto de que Miguel de Cervantes pudo escribir en el Persiles: "En Francia, ni varón ni mujer deja de aprender la lengua castellana." Sin duda es exagerado, pero sitúa perfectamente un momento excepcional en la historia de las relaciones culturales entre ambos países.

La influencia de la literatura española en Francia comenzó ya desde el siglo XVI, cuando se realizaron las primeras traducciones de autores españoles en los años que siguieron a la cautividad del rey francés Francisco I en Madrid, tras su derrota por las armas españolas en la batalla de Pavía. Durante su presidio, ese rey, primo de Carlos I de España, cogió gusto por ciertas novelas que le habían ofrecido en español, o tal vez traducidas al francés.

Tres géneros consiguieron el aplauso del público francés: el ensayo, la novela, el teatro y, en menor medida, la historia. En ensayo estuvo representado por Pero Mejía (Pierre Messie) y más aún por Antonio de Guevara. De este último las Epístolas familiares, el Marco Aurelio, el Reloj del príncipe y el Aviso de privados y doctrina de cortesanos, traducidos de 1531 a 1540, fueron éxitos de librería. Michel de Montaigne debió mucho a esos dos autores y la fábula de La Fontaine El campesino del Danubio atestiguaba aún, un siglo después, la novela en todas sus formas: relatos psicológicos como la Cárcel de amor de Diego de San Pedro; novelas sobre el tema caballeresco que ponían en escena a caballeros moros y cristianos a cuál más bravo, más generoso y más galante durante la última guerra de la Reconquista, la que acabaría con la toma de Granada; François-René de Chateaubriand lo recodaría al escribir las Aventuras du dernier des Abencérages.

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DON QUIXOTE DE LA MANCHE

Dos géneros novelescos cautivaron más en particular a los franceses: la novela pastoril y la de caballerías. El modelo a seguir de la novela pastoril fue el de la Diada de Montemayor, publicada en 1542 y traducida en 1578, y La Galatea de Cervantes en 1584. En cuanto a novelas de caballerías, el Amadís, sus continuaciones e imitaciones, encantaría a varias generaciones de lectores desde la primera versión francesa, obra de Nicolas D'Herberay des Essarts, en 1540.

Las aventuras heroicas o galantes de los caballeros andantes y los pastores brindarían un pretexto para muchas diversiones a los asiduos del Hôtel de Rambouillet. Aspectos fundamentales del preciosismo o de la novela de análisis franceses, de Honoré d'Urfé a Madame de la Fayette, resultan incomprensibles sin esa influencia española. En menor medida, la vena realista (La Celestina, la novela picaresca, Cervantes,…) inspiraron a Charles Sorel antes de Lestage.

El teatro español, el de Lope de Vega, Guillén de Castro, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, etc., proporcionó a los dramaturgos franceses del reinado de Luis XIII temas, situaciones, adaptaciones, por no hablar de plagios. Ejemplos claros se encuentran en la obra de Hardy, de Rotrou, de Boisrobert, de Scarron, de Thomas Corneille…; ejemplos también son el Don Juan de Moliére y El Cid de Pierre Corneille.

Pierre Cornielle representó la inspiración del teatro español, asimiló sus lecciones de heroísmo y temas novelescos y los transformó en expresión del genio francés. Al parecer, aprendió el español en Ruán para leer el texto de Guillén de Castro y el romancero.

Juan Moliére Corneille Cid novela francesa
DON JUAN DE MOLIÉRE Y EL CID DE CORNEILLE

La espiritualidad francesa del siglo XVII debió mucho también a fuentes españolas. Pierre de Bérulle introdujo en Francia la reforma carmelita. Mandó a llamar a Francia a seis religiosas, dos de las cuales (Ana de Jesús y Ana de San Bartolomé) habían sido discípulas directas de Santa Teresa de Ávila; fueron las que fundaron el primer Carmelo francés, en la Rue Saint-Jaques de París, calle dedicada Santiago, apóstol de España.

En 1622, se tradujo en francés el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz y varios pasajes de los Pensamientos de Blaise Pascal. Estos parecen directamente inspirados en autores españoles: Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, etc.

La influencia española en Francia siguió manifestándose durante algún tiempo con la boga del cortesano de Gracián, cuyo Héroe se tradujo en 1645, pero el clasicismo le debió poco.

En adelante, fue Francia la que tomó el relevo de España como modelo cultural, como también la suplantó en el plano diplomático. La hegemonía cultural de España reflejó una civilización superior que no descansaba solo en la fuerza de las armas, sino también en la de las letras.

BLAISE PASCAL Y PIERRE DE BÉRULLE

Los pensadores españoles del siglo XVI también ejercieron una enorme influencia en la filosofía francesa, especialmente en su máxima figura René Descartes, considerado como el padre de la filosofía moderna y de la geometría analítica. Es evidente que el pensamiento filosófico cartesiano tuvo claros antecedentes en Luis Vives, Antonio Gómez Pereira, Francisco Sánchez el Escéptico, Francisco Vallés, Miguel Sabuco y Sebastián Fox Morcillo, entre otros.

Luis Vives influenció a Descartes en la teoría de las pasiones; Francisco Sánchez en la duda metódica y el primado gnoseológico o repliegue en la propia conciencia; y Antonio Gómez Pereira en el concepto de silogismo o entimema y el automatismo de las bestias. Este último formuló casi de modo idéntico y con anterioridad a Descartes, en 1554, el célebre principio cogito ergo sum ("pienso, luego existo"), idea esencial del Racionalismo occidental, mediante la frase: Nosco me aliquid noscere. At quidquid noscit, est. Ergo ego sum. (Conozco que yo conozco algo. Todo lo que conoce, es. Luego yo soy.)

No porque Descartes copiara o se inspirara en estos autores españoles, sino porque trató desarrollar los mismos objetivos: reformar métodos, combatir sutilezas, abrir nuevos horizontes a la especulación filosófica, etc. Además, el pensamiento español del siglo XVI se había difundió por las imprentas europeas, dejando una marcada herencia en sus círculos intelectuales.

Vives estuvo enseñando en las universidades de Lovaina, París, Oxford y Brujas, publicándose sus obras en estas ciudades. Sánchez vivió también casi siempre fuera de España, enseñando en la universidad de Toulouse. Fox Morcillo residió hasta su muerte en los Países Bajos.

La Sacra Philosophia de Vallés tuvo en poco tiempo ocho ediciones en Francia, Italia y Alemania. La Quod nihil scitur de Sánchez tuvo cuatro, también en poco tiempo. La Nueva Filosofía de Miguel de Sabuco se reimprimió seis veces. Y la Antoniana Margarita de Gómez Pereira se editó en Francfurt am Meim en 1610.

En materia de economía, la teoría cuantitativa del dinero fue enunciada por Martín de Azpilcueta en 1556, en su Comentario resolutorio de usuras, doce años antes que la pronunciada por Jean Bodin en 1568, en la Réponse.

RENÉ DESCARTES Y JEAN BODIN