Entonces, la expedición se separó en dos grupos, cada uno en sentido contrario, con el objetivo de comprobar la exactitud. En un grupo marcharon Bouguer con Ulloa, y en el otro Goudin con La Condamine y Juan, los cuales alcanzando la máxima extensión el 5 de noviembre.
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MEDICIÓN TOPOGRÁFICA DEL SIGLO XVIII |
A continuación, dio comienzo el proceso de medición física formando una serie de triángulos. Pero estas observaciones físicas debían ser contrastadas con las astronómicas. Después de dos años de mediciones, Goudin descubrió diferencias en la situación de las estrellas que habían servido para calcular tanto la longitud como la latitud del emplazamiento, por lo que tuvieron que repetir todas las observaciones. Para mejorar la exactitud de las mediciones, Godín, Juan y el relojero Hugot, tuvieron que construir un instrumento de 20 pies de largo.
Completadas las triangulaciones con éxito, era necesario reducir las mediciones al nivel del mar. El astrónomo Pierre Bouguer se encargó de unir los triángulos con el océano Pacífico, mientras que Jorge Juan, situando una señal en la cima del Pichincha, fue descendiendo después hasta el encuentro con el nivel del mar.
Las tareas de medición se vieron obstaculizadas por las continuas disputas surgidas entre La Condamine, Godin y Bouguer, que separaron sus estudios en tres grupos independientes para abordar diferentes áreas. Sus estudios científicos generaron recelos entre la población rural, a los que confundían con brujos que dominaban la magia negra, así como una animadversión en las autoridades locales, que pensaban que realizaban actividades ilegales como el contrabando y la búsqueda de metales preciosos. Por si este fuera poco, los trabajadores locales que contrataban abandonaban la expedición, estando más acostumbrados al terreno y al clima.
La prolongación de la expedición en el tiempo, desde 1736 a 1744, hizo que se agotara la tesorería, y esto obligó a La Condamine a solicitar un préstamos de 70.000 libras a unos banqueros franceses establecidos en Lima.
Además de las mediciones triangulares, los estudios científicos fueron ampliados a mediciones de la velocidad del sonido y de la reflexión de la luz, la observación de eclipses y de oscilaciones del péndulo, y la cartografía de planos de la región.
Con el conocimiento exacto de la forma y la magnitud de la Tierra, se podía realizar planos cartográficos más perfectos, situando correctamente longitud y latitud. De hecho, ambos científicos españoles realizaron cuarenta de las cien cartas modernas del mundo. Juan estableció como valor del grado de Meridiano contiguo al Ecuador, 56.767.788 toesas, en un cálculo que fue el más aproximado de todos. La unidad de medida pasó a ser el metro, y con ello un sistema métrico decimal adoptado universalmente.
En 1740, Ulloa se reunió en Quito con integrantes de la expedición francesa y juntos participaron en la observación de un cometa. Junto con Bouguer, Ulloa realizó la descripción de un arco iris originado por la niebla.
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CARTA ESCENOGRÁFICA DE LIMA |
En 1739, había comenzado la Guerra de la Oreja de Jenkins (Guerra del Asiento), entre Inglaterra y España, conflicto que se prologaría hasta 1748. Entonces, una potente armada al mando de Edward Vernon había saqueado y tomado las ciudades de Portobelo y Panamá desde el Caribe. Por el Pacífico, tras doblar el cabo de Hornos, el comodoro inglés George Anson había saqueado el puerto de Paita, en noviembre de 1741.
Juan y Ulloa tuvieron que interrumpir sus observaciones geodésicas en Cuenca para presentarse con urgencia en Lima ante el virrey, el marqués de Villagarcía. En calidad de oficiales marinos les fue encargada la organización de la defensa de las costas y plazas del océano Pacífico sur americano, principalmente de Guayaquil y de El Callao. Organizaron la defensa del puerto de Guayaquil, especialmente mala era la situación del puerto de El Callao, principal enclave estratégico hacia Lima. Visitaron ciudades como Chancay, Trujillo y Oiura, describiendo la realidad económica y administrativa, y su desarrollo científico y técnico, y participando en la construcción los navíos Nuestra Señora de Belén y Rosa del Comercio.
En diciembre de 1742, Juan y Ulloa iniciaron una expedición marítima en corso con el objetivo de recorrer las costas del Pacífico sur, al mando de los dos navíos. Navegaron hacia la Capitanía General de Chile, avistaron las islas del archipiélago Juan Fernández, y se aprovisionaron en la bahía de la Concepción en febrero de 1743. Después de divisar Valparaíso, regresaron rumbo norte hasta el puerto de El Callao, en julio del mismo año.
Esta navegación de seis meses fue aprovechada por los dos guardiamarinas españoles, al igual que desde su salida de Cádiz, para anotar rumbos, derroteros, corrientes y vientos, y fenómenos marinos. Realizaron observaciones astronómicas, barométricas, de latitud y del péndulo, y cartografiaron las costas, bahías, puertos y ciudades por las que pasaban, y describieron flora y fauna de los lugares que pasaron.
A inicios de 1744, se incorporaron a los trabajos que realizaba la expedición geodésica, que fueron concluidos en mayo del mismo año.
Después de nueve durísimos años, de intenso trabajo científico, Jorge Juan y Antonio de Ulloa demostraron su solvencia en la resolución de problemas, contribuyeron a realizar trabajos científicos a la altura de sus compañeros y se habían convertido en grandes observadores de los paisajes, los conflictos sociales y las debilidades del amplio Imperio español. El resultado final fue impresionante, superó cualquier expectativa, incluso el de los franceses.
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RESULTADO GEODÉSICO DE LA FORMA DE LA TIERRA |
Concluidas todas sus comisiones, los dos españoles embarcaron por separado, guardando cada uno un archivo completo de los trabajos e informes realizados. Desde el puerto de El Callao, doblaron el cabo Hornos en dos barcos franceses hasta llegar a Santo Domingo, y desde allí regresaron a Europa, pero con desigual final. Mientras que el navío Lis en el que viajaba Juan llegó a Brest sin incidencias, el navío Nuestra señora de la Deliberanza de Ulloa fue detenido por los ingleses en Lousbourg, enclave portuario francés al norte de América (actual Canadá). Antes de esto, arrojó al mar los documentos más comprometedores. Desde allí fue enviado a Portsmouth, y finalmente Londres, donde permaneció durante un tiempo.
En la capital británica se integró como miembro de la Royal Society, desde 1746. Gozaba de gran reputación dentro de los círculos ilustrados de Europa, y aunque siguió prisionero, se le otorgó algunos privilegios por ser una autoridad científica. Conoció a Martin Folkes, presidente de la Real Sociedad de Londres, quien permitió la devolución de los papeles donde Ulloa escribió el resultado de sus investigaciones. Aquella valiosísima información completaría más tarde, junto a la aportada por Jorge Juan, la Relación histórica del viaje a la América meridional. Y tras ser liberado, regresó a España.
Cuando Ulloa pudo reunirse con Juan en Madrid, en verano de 1746, había fallecido el rey Felipe V, unos meses antes, y reinaba Fernando VI. Patiño había caído, y el nuevo secretario de Hacienda, Guerra, Marina e Indias era el marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla y Bengoechea.
Fueron recibidos con indiferencia en el despacho de Marina y en la secretaría de Estado. Pero el general de la Armada, Pizarro, viejo amigo en Chile, les presentó al secretario Ensenada, quien vio en ellos a las personas ideales para desarrollar su política naval y de armamentos, apreciando su valía. A partir de entonces se inició una etapa de trabajo fecunda y una relación de amistad con Ensenada que duraría varios años, incluso después de su caída política. Este reconoció la importancia de las investigaciones que habían efectuado, les ascendió a capitanes de fragata, y ordenó la publicación oficial de los resultados de la expedición adelantándose a los franceses.
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ETNOGRAFÍA ANDINA DEL VIRREINATO DEL PERÚ |
Tras recopilar toda la información basa en informes, memoras y planos, dividieron sus tareas. Juan se ocupó de los aspectos científicos, mientras que Ulloa se ocupó de la historia, política, geografía, etnografía y otras cuestiones del virreinato. El resultado final fue una obra con el extenso título Relación histórica del viaje a la América Meridional hecho de orden de S. Mag. para medir algunos grados de meridiano terrestre, y venir por ellos en conocimiento de la verdadera Figura y Magnitud de la Tierra, con otras varias Observaciones Astronómicas, y Phísicas. Fue publicada de forma conjunta en Madrid, en 1748, tres años antes que la edición francesa de La Condamine, aparecida en 1751, y tuvo una tirada inicial de 1.500 ejemplares.
Está dividida en dos partes y compuesta de cuatro volúmenes. El primer volumen trata desde lo referente al viaje desde la salida en Cádiz hasta la conclusión de la medida de los grados de meridiano terrestre situados junto al ecuador. El segundo es una descripción de la provincia de Quito. El tercero es contiene las expediciones de ambos por el Virreinato del Perú y el Reino de Chile. El cuarto y último volumen es una cronología de los hechos y autoridades desde la etapa prehispánica hasta la actualidad del momento que gobernaban en el Perú.
Tenía un doble objetivo: presentar el estado de las provincias de ultramar por donde pasaron y exponer las mediciones astronómicas y geodésicas. Pero, en ambas partes se describen los territorios y mares por los que pasó la expedición, las costumbres de sus gentes, condiciones meteorológicas y climáticas, la flora, la fauna, los cultivos y otros aspectos de su historia natural.
La Relación histórica del viaje a la América Meridional tuvo gran éxito en los gabinetes científico de Europa. Se tradujo al inglés en 1758, en dos ediciones diferentes, en Londres y en Dublín, y tuvieron varias reediciones en las siguientes décadas. También fue editada en alemán, en 1761; en holandés, en 1772 y en francés, en 1776.
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RELACIÓN HISTÓRICA DEL VIAJE A LA AMÉRICA MERIDIONAL |
Además, Jorge Juan redactó una nueva obra específicamente científica con el amplio título Observaciones astronómicas y phisicas, hechas de orden de S. Mag. en los reynos del Perú. Por D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa. De las quales se deduce la figura y magnitud de la Tierra, y se aplica a la navegación. Fueron impresas por Juan de Zúñiga, teniendo una tirada inicial de 900 ejemplares, coincidiendo el mismo año con la obra conjunta con Antonio de Ulloa.
En nueve libros, Jorge Juan recopilaba todos los trabajos de las observaciones y mediciones y exponía los resultados científicos. Sus conclusiones, puestas en relación con las obtenidas por la expedición francesa enviada a Laponia, confirmaban que, efectivamente, la Tierra no es una esfera perfecta, sino un geoide que está achatado por los polos y con ciertas irregularidades, tal y como preconizaba el científico británico Isaac Newton. Y se consiguió el grado de achatamiento de la Tierra.
Las Observaciones Astronómicas y Phisicas se convirtieron en un gran éxito de la ciencia española y tuvo un amplio reconocimiento internacional. Sus conclusiones fueron vitales para el posterior desarrollo de la navegación, la cartografía y para, siglos más tarde, la rotación de los satélites artificiales alrededor de la Tierra.
Jorge Juan demostró sus grandes conocimientos matemáticos exponiendo el método seguido para realizar las mediciones con las que conseguir el valor de un grado del meridiano en el Ecuador. Pero suscitaron ciertos reparos al aceptar evidente el sistema de Copérnico, que todavía en Roma provocaba un rechazo porque mantenían aún las teorías especulativas de su método escolástico. El jesuita Andrés Marcos Burriel defendió sus escritos y, para evitar la censura, se acordó figurase en la segunda edición de 1773 un prólogo de titulado Estado de la Astronomía en Europa. En él, explicaba que el carácter heliocentrista de la obra tan solo era un hipótesis más y no una teoría aceptada.
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OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y FÍSICAS HECHAS EN PERÚ |
Un año después de haber publicado Relación histórica del viaje a la América Meridional, ambos científicos publicaron otra obra conjunta fruto de la expedición geodésica. La Disertación histórica y geográfica sobre el meridiano de demarcación entre los dominios de España y Portugal y los parages por donde passa en la América meridional conforme a los Tratados y derechos de cada Estado y las más seguras y modernas observaciones, fue publicada en Madrid, en 1749, e impresa por Antonio Marín.
Se trata de un libro de 175 páginas, compuesto por una introducción y cuatro temas. Pero el objeto tenía una intención más política que científica, pues debía establecer la frontera entre los Imperios español y portugués en América del sur. Este serviría para apoyar los intereses españoles en el Tratado de Madrid, acordado por Fernando VI de España y Juan V de Portugal, el 13 de enero de 1750.
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DISERTACIONES HISTÓRICA Y GEOGRÁFICA EN LA AMÉRICA MERIDIONAL |
Otra obra fruto de la expedición geodésica a Quito fue la escritura de un manifiesto que tenía un carácter político y un sentido crítico, redactado con un espíritu liberal sorprendente por su juventud. Ambos marinos denunciaban el lamentable estado de las fortificaciones y puertos y las deficiencias de las tropas militares por las ciudades que pasaron, desde Portobelo y Cartagena hasta Quito, Lima y las costas de Chile. Advertían de la multiplicidad de administraciones y los casos de corrupción.
Estas duras reflexiones políticas generaron que el ministerio de Marina e Indias ordenase la custodia del texto bajo secreto de estado, ya que comprometía la seguridad de los territorios en caso de ataque por una potencia enemiga. El manifiesto fue inédito y desconocido por los españoles hasta un siglo después. En 1826, fue publicado en Londres por David Berry con el título de Noticias secretas de América sobre el estado naval, militar, y político de los reynos del Perú, y provincias de Quito, costas de Nueva Granada y Chile.
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PLACA 250 ANIVERSARIO DE LA EXPEDICIÓN |