EXPLORACIÓN DE LAS COSTAS DE VENEZUELA POR ALONSO DE OJEDA


El marino, explorador y gobernador Alonso de Ojeda realizó la primera exploración de las costas de los actuales estados de Colombia, Venezuela, Guyana, Trinidad, Tobago, Curazao y Aruba.

Pasó a la historia de América por dar nombre a Venezuela, junto a Américo Vespucio, y por haber descubierto el lago Maracaibo, fundando a su vez Santa Cruz (La Guajira) en la actual Colombia. En sus dos primeros viajes, Juan de la Cosa pudo representar gran parte de las costas atlánticas de América en un Mapamundi, quedando expuesto que el Nuevo Mundo era un continente diferente.

EXPLORACIÓN DE LAS COSTAS DE NUEVA ANDALUCÍA

Alonso de Ojeda nació en Torrejoncillo del Rey, en Cuenca, en 1468. Pertenecía a una familia hidalga sin apenas recursos, por eso trabajó como paje y criado para Luis de la Cerda, duque de Medinaceli. Participó en la toma de Granada, donde dejó constancia de sus habilidades militares.

El hecho de ser pariente de un compañero de oficio de Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Badajoz, fue aprovechado por Ojeda para conseguir su protección y promoción. Fonseca llegaría a ser presidente de la Junta de Indias, y como rival que era de Cristóbal Colón, vio en Ojeda un militar con valentía y experiencia, capacitado para hacer frente al almirante genovés en sus aspiraciones de dominación colonial. Por este motivo, Fonseca permitió a Ojeda embarcarse en el segundo de los Viajes Colombinos, rumbo al recién descubierto Nuevo Mundo, en septiembre de 1493.

EXPEDICIONES DE ALONSO DE OJEDA

En enero de 1494, tras llegar a la isla
La Española (Santo Domingo), el almirante Colón encargaba a Ojeda la búsqueda de españoles perdidos o supervivientes que aún quedasen de la primera expedición colombina de 1492. Al mando de quince hombres, Ojeda partió desde el asentamiento llamado La Isabela con el objetivo de explorar la peligrosa región de Cibao, donde se asentaban los indios cigüayos del cacique local Caonabó. La exploración no encontró supervivientes, pero si supo de riquezas minerales. Esta noticia hizo que Colón ordenase la construcción del fuerte Santo Tomás en esa región de Cibao, nombrando alcaide a Ojeda.

El cacique Caonabó emprendió varios ataques al fuerte Santo Tomás y a la villa La Isabela, sin llegar a someter o poner en huida a los colonizadores. Incluso, el líder cigüayo fue apresado en un contrataque que dirigió Ojeda al campamento indígena.

La reacción de los indígenas de Cibao generó la batalla de la Vega Real, también llamada Jáquimo. Por la fuerza de las cargas a caballo que aterrorizaron a los guerreros cigüayos, Ojeda recibió el apodo de Centauro de Jáquimo.

La noticia de la captura de Caonabó en toda la isla supuso que se estableciese una alianza militar de todas las tribus indias de la isla, y lanzasen un ataque contra la villa La Isabela. El nuevo cacique cigúayo era Maniocatex, hermano del anterior, reunió a más de diez mil guerreros que se enfrentaron a unos cuatrocientos soldados españoles. Lo que parecía el fin de estos en La Española, se convirtió en una breve batalla. Años después, Bartolomé de las Casas escribió en su crónica de las Indias de forma exagerada que Ojeda había abatido a los diez mil gurreros indios con tan solo media docena de soldados españoles. Tras aquella gesta, en 1496, Ojeda regresaba a España.

Alonso Ojeda Caonabo taino cacique indios
ALONSO DE OJEDA CAPTURA A CAONABO

Los llamados Viajes Andaluces o Viajes Menores dieron un nuevo impulso al descubrimiento, colonización y conquista de América, consiguiendo reconocer, en tan solo cuatro años, casi toda la costa atlántica de América central y sur. Estos viajes fueron comandados en diferentes expediciones por los hermanos Cristóbal y Luis Guerra, Rodrigo de Bastidas, Pedro Alonso Niño, Vicente Yáñez Pinzón, Diego de Lepe y otros.

El 18 de mayo de 1499, partía desde el gaditano Puerto de Santa María la primera de las expediciones andaluzas no comandada por Cristóbal Colón. Estaba promovido por el obispo Fonseca, rival de Colón, al que le había despojado de sus derechos de exclusividad en la colonización. Ojeda tenía el objetivo de comprobar la veracidad de los informes de Colón sobre las riquezas y extensiones territoriales de sus hallazgos, por petición de los Reyes Católicos. Estaba acompañado del cartógrafo Juan de la Cosa y el navegante Américo Vespucio.

Durante el trayecto bordeando la costa occidental africana hasta Cabo Verda, la flota se separó. Mientras que Vespucio lo hizo en dirección al actual estado de Brasil, Ojeda puso rumbo hacia el mar Caribe, hasta que alcanzó las desembocaduras de los ríos Esequibo y Orinoco, así como el golfo de Paria, las penínsulas de Paria y Araya, y las islas de Trinidad y Margarita.

Después siguió a lo largo de tierra firme por costas cumanesas, pasando luego por el cabo Codera, la Vela de Coro, el cabo de San Román y la isla de Curazao, que fue llamada isla de los Gigantes. También hizo la visita a la isla de Aruba y el archipiélago de los Frailes, siempre con el objetivo de encontrar un pasaje que le llevase al otro lado del territorio, en aguas inexploradas y de ahí poner rumbo a la Asia.

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DESEMBARCO DE ALONSO DE OJEDA EN UNA PLAYA DE GUAJIRA

En agosto de 1499, la exploración conjunta pasó a reconocer parte de la península de Paraguaná y el golfo de Venezuela. Este nombre, que significa Pequeña Venecia, fue dado por Américo Vespucio debido a que junto a la orilla vivían indígenas en casas sobre el agua, sostenidas con troncos, de igual parecido que ocurría en la Venecia renacentista. Después, la expedición encontró la entrada del lago Maracaibo, bautizada con el nombre de San Bartolomé. Y, por último, llegó hasta el cabo de la Vela, en la península de la Guajira, que fue llamada Coquibacoa.

Desde el punto de vista científico, esta expedición supuso la primera exploración geográfica de la costa venezolana. Además, el cartógrafo Juan de la Cosa realizó el primer mapamundi donde aparecen representadas gran parte las costas americanas del Atlántico, como si fuera un nuevo continente.

Pero sería su compañero Américo Vespucio quien consiguió más repercusión en la historia. Fue el encargado de informar en la Corte española y en la Junta de Indias que las tierras descubiertas por Cristóbal Colón no pertenecían a Asia, sino que formaban parte de una cuarta parte del mundo a la que daría nombre de forma involuntaria.

Aquellas novedosas revelaciones fascinaron al cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller, quien incluyó en su Cosmographiae Introductio las cartas de Vespucio, en 1507. Esta obra contenía los retratos de Ptolomeo y Vespucio, y en su prefacio escribió:
"Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no la llamemos América, es decir, tierra de América, su descubridor, así como Europa, África y Asia recibieron nombres de mujeres."
De esta manera, el nombre de América se popularizó en toda Europa, quedando así bautizado el Nuevo Mundo. Un hecho algo incomprensible, cómo un protagonista secundario de origen italiano puede dar nombre al continente gracias a un alemán que jamás visitó América.

Según el historiador estadounidense Charles F. Lummis en su obra Exploradores españoles en el siglo XVI:
"Vespucio no tuvo la menor participación en los verdaderos descubrimientos del Nuevo Mundo. La historia está llena de injusticias; pero nunca se ha cometido otra mayor que ese bautismo de América. El primer mapa del Nuevo Mundo lo hizo el español Juan de la Cosa, en 1500, y ese mapa le parecía hoy raro a cualquier chico de escuela. La primera geografía de América, que data de 1517, se debe a Enciso, un español."

EXPEDICIONES DE OJEDA EN LA COSTA DEL CARIBE

Ojeda decidió emprender otra nueva expedición a América. Por los resultados conseguidos en el primer viaje, fue nombrado gobernador de Coquibacoa, el 8 de junio de 1501, mediante capitulaciones por los Reyes Católicos. Obtuvo licencia para fundar un asentamiento en el territorio explorado dos años antes. Para este proyecto se asoció con los mercaderes sevillanos Juan de Vergara y García de Campos.

En enero de 1502, zarpaba la expedición formaba por cuatro carabelas, realizando el mismo itinerario que el anterior. Esta vez no hizo escala en el golfo de Paria y finalizó en isla Margarita. Después, recorrió las costas venezolanas desde Curiana hasta la península de Paraguaná. El 3 de mayo, fundó un asentamiento en la península de la Guajira, exactamente en bahía Honda, a la que llamó Santa Cruz, que se convirtió en el primer poblado español en territorio colombiano y, por tanto, el primero en tierra firme. Esta villa se convirtió en el primer poblado español en contar con cabildo y fortaleza en territorio firme continental, pero la segunda de la región de Sudamérica después de la actual ciudad sumergida Nueva Cádiz de Isla Cubagua, en el estado venezolano de Nueva España.

Sin embargo, Ojeda iba a sufrir una serie de problemas. Primero, los expedicionarios debían defenderse de continuos ataques que las tribus indias de la zona les lanzaban. Además, Ojeda mantenía disputas personales con sus hombres, hasta que sus socios Vergara y Campos decidieron apresarle, poco después de haber fundado Santa Cruz.

Esta segunda expedición resultó un fracaso, ya que no se habían descubierto nuevas tierras y no obtuvieron prácticamente riquezas. Además, el asentamiento Santa Cruz fue abandonado, y la gobernación de Coquibacoa fue abolida.

FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ POR ALONSO DE OJEDA

Desde mayo de 1502 hasta 1504, Ojeda estuvo preso en La Española. Mediante una apelación del obispo Rodríguez de Fonseca, pudo ser liberado, aunque pagando una cuantiosa indemnización que lo dejó bastante empobrecido. Durante los cuatro años siguiente permaneció en la isla.

En 1508, Ojeda se ofreció voluntario a la llamada del rey Fernando el Católico. Había promovido a concurso la gobernación y colonización de tierra firme, un espacio que abarcaba las tierras entre el cabo Gracias a Dios, situado entre los actuales estados de Honduras y Nicaragua, y el cabo de la Vela, situado en Colombia. Juan de la Cosa marchó a la Corte en representación de Ojeda. También apareció a concurso Diego de Nicuesa, en clara rivalidad por las aspiraciones de Ojeda. Como ambos candidatos tenían una buena reputación, la Corona decidió dividir el territorio en dos gobernaciones: Veragua al oeste y Nueva Andalucía al este, con límites en el golfo de Urabá.

Mediante la capitulación de 6 de junio de 1508, Ojeda recibía la gobernación de Nueva Andalucía; y Nicuesa la de Castilla de Oro (Veragua). Juan de la Cosa concretó que el límite exacto entre ambas gobernaciones sería el río Atrato, que desemboca en dicho golfo de Urabá.

El 10 de noviembre de 1509, Ojeda partía desde el puerto de Santo Domingo al mando de una expedición formada por trescientos hombres en dos bergantines y otros dos barcos pequeños.

Se sumaría al proyecto colonizador el geógrafo y abogado Martín Fernández de Enciso, quien llegaría en un viaje posterior con más provisiones y hombres para reforzar la colonización en las ciudades que se iban a fundar. A cambio esta ayuda, Ojera le permitió ocupar el cargo de alcalde mayor de la nueva gobernación. Antes de salir, el abogado hizo redactar al escribano Juan López de Palacios Rubios una meticulosa proclamación por la que persuadía a los indígenas a formar parte del Imperio español y guardar fidelidad a la Corona de forma voluntaria, y cuya negación conllevaría represalias por la fuerza.

Alonso Ojeda retrato Historia Colombia Academia
ALONSO DE OJEDA

Ojeda llegó a la bahía de Calamar, en la actual ciudad colombiana de Cartagena. Pretendía tomar posesión de las tierras aledañas enviando a unos misioneros religiosos para que realizaran la proclamación frente a un grupo de indígenas, acompañados de intérpretes nativos. Después, ofreció un intercambio comercial. Y el resultado final fue un enfrentamiento con huida de los indios.

Tras llegar a la aldea de Turbaco, los indios lanzaron de nuevo otra ofensiva en la que murieron gran número de expedicionarios. Entre los caídos estaba Juan de la Cosa, quien sacrificó su vida para que Ojeda escapara. El gobernador consiguió llegar a la playa y ser rescatado por la flotilla anclada en la bahía. Pocos días después, fueron alcanzados por la flota de Diego de Nicuesa, mucho más numerosa en cuanto efectivos. Tras olvidar las diferencias entre ambos gobernadores, se unieron para emprender un ataque conjunto a Turbaco, que fue arrasada.

Con una pequeña flota sobreviviente reforzada con algunos hombres y armadas comprados a Nicuesa, Ojeda continuó su proyecto colonizador de la gobernación de Nueva Andalucía hacia el suroeste.

VILLAS FUNDADAS POR OJEDA EN NUEVA ANDALUCÍA

El 20 de enero de 1510, fundó el enclave llamado San Sebastián de Urabá, en el golfo de Urabá. Tras ocho meses y medio de exploración, el fuerte allí construido sufrió un durísimo ataque de los indios urabaes de la zona. Ojeda fue herido en una pierna por una flecha envenenada, y la situación de los resistentes era insostenible por la falta de alimentos y el ambiente insalubre. Esperaba que llegara la flota de Enciso que prometió enviar. Ante la tardanza, Ojeda decidió ir a por ellos a Cartagena de Indias.

En sustitución, dejó a un joven soldado extremeño llamado Francisco Pizarro, quien años más tarde conquistaría el Reino incaico del Perú. Se le encomendó defender el fuerte de San Sebastián junto a unos setenta soldados y colonos durante cincuenta días hasta su posterior regreso. Si esta condición no se cumplía, todos los supervivientes tenían licencia para regresar a Santo Domingo a bordo de los dos bergantines.

Por fin llegaron los refuerzos de Fernández de Enciso al fuerte de San Sebastián, al mando de una carabela y un bergantín. Estaba acompañado de un polizón llamado Vasco Núñez de Balboa, quien poco más tarde descubriría el océano Pacífico atravesando el istmo de Panamá. Ambos encontraron un lamentable fuerte y a unos defensores desesperados por el hostil cerco efectuado por los urabaes.

Tras socorrer a los pocos supervivientes de Pizarro, fueron embarcarlos y trasladados al otro lado del golfo, por orden de Balboa. Allí los indios eran más dóciles, y pudieron fundar Santa María la Antigua del Darién, excluida de la gobernación de Diego de Nicusia. Estaban incumpliendo la división entre gobernaciones establecida por De la Cosa, pues la nueva villa estaba justo en la orilla oeste del río Atrato, que era territorio de Castilla de Oro. 

Desde Cartagena, Ojeda había huido en el bergantín de un pirata español llamado Bernardino de Talavera, que trató de refugiarse ante la orden en su búsqueda y captura por las autoridades virreinales de La Española. Durante el trayecto, la embarcación naufragó en Jagua, Sancti Spíritus, al sur de Cuba, debido al arrastre que ejerció un temporal. Desde allí, recorrieron la costa sur de la isla caminando hasta punta Maisí. Allí fueron recogidos por Pánfilo de Narváez, desde donde navegaron hasta Jamaica. Entonces, Talavera fue detenido por practicar la piratería y Ojeda se enteró de la llegada de la flota de Enciso.

Tras este fracaso, Ojeda renunció a su cargo de gobernador de Nueva Andalucía y no volvió a dirigir ninguna otra expedición. Pasó los últimos cinco años de su vida en Santo Domingo, hasta que se retiró al Monasterio de San Francisco, donde murió, en 1515.

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NOVELAS DEDICADAS A ALONSO DE OJEDA

En 1936, el presidente de la República de Venezuela, Eleazar López Contreras, puso el nombra a Ciudad Ojeda en reconocimiento al explorador español por haber descubierto el lago de Maracaibo y dar nombra a Venezuela.

Las aventuras del primer gobernador de Nueva Andalucía se han llevado a la novela por Vicente Blasco Ibáñez, en su obra El caballero de la Virgen, publicada en 1929; y por Alberto Vázquez-Figueroa, en su obra Centauros, en 2007.

GRANDES FILÓSOFOS DE LA HISPANIA ROMANA


La Hispania romana no solo aportaba emperadores a Roma como Trajano, Adriano y Teodosio, además intelectuales de primer nivel como Marco Valerio Marcial, Moderato de Gades, Calcidio, Quintiliano, Lucano y Prisciliano. El más sobresaliente fue Lucio Anneo Séneca.

GRANDES FILÓSOFOS DE LA HISPANIA ROMANA

No puede haber pensamiento español anterior a la existencia de la nación España, pero la España histórica comenzó con iberos y celtas, y por tanto la Hispania romana de la Edad Antigua fue el embrión de la plena España.

El primer filósofo español de rango universal fue sin duda el cordobés Lucio Anneo Séneca, nacido en Córdoba a comienzos del siglo I. Fue la gran figura hispano-romana en el ámbito del pensamiento y representante de una filosofía específicamente hispana. Era hispano de provincia, aunque vivió la mayor parte de su vida en Roma, ocupando altos cargos de su administración. Su filosofía escrita en latín pertenece a la corriente del Estoicismo, una de las principales del pensamiento romano de su época. Además de filósofo, estadista y dramaturgo, destacó por ser un moralista.

Sobrino de Séneca fue Marco Anneo Lucano, también nacido en Córdoba (39d.C.-65d.C.). Pasó a la historia por ser uno de los grandes poetas épicos y dramaturgos de su tiempo, y que su obra siga reeditándose en toda Europa. Su mayor obra fue Farsalia, un poema narrativo muy realista que comenta la guerra civil entre César y Pompeyo, aunque el protagonista es Catón de Utica, un héroe republican que representaba las virtudes del Estoicismo.



BUSTO DE MARCO ANNEO LUCANO EN CÓRDOBA

Lucio Junio Moderato Columela de Gades nació en Cádiz (4d.C.-70d.C.). Aunque sus grandes libros han estado dedicados a la agricultura y la botánica, también escribió obras filosóficas, que fueron Vida de Pitágoras, Vida de Plotino y Lecciones pitagóricas. En ellos atribuía símbolos místicos a los números, y escribía sobre la trascendencia, la inteligencia, las ideas y el alma.


ESTATUA DE COLUMELA EN CÁDIZ

Quintiliano y Marcial no son estrictamente filósofos, pero su obra poética y literaria contiene abundantes elementos de carácter ético-pedagógico, especialmente en los 12 libros que componen las Instituciones del primero y los 15 Epigramas del segundo.

Marco Valerio Marcial, nacido en Calatayud (40d.C.-104d.C.), fue protegido de Séneca en Roma. Compuso 15 libros de versos más un prólogo, que reunían más de 1.500 poemas pertenecientes al género literario Epigrama. 

Los Epigramas de Marcial se caracterizaron por su ingenio satírico y por documentar la sociedad romana de su época, por eso ha sido considerado como el primero de los conceptistas españoles. Toda la comedia humana de la metrópoli romana fue descrita y criticada en sus poemas, extrayendo la miseria oculta de personajes desde su aparente grandeza, combinando la sátira, la lírica y hasta la obscenidad. 

Marcial superó a sus antecesores y modelos, y no tuvo rival en su época. Sus epigramas leían en todo el Imperio romano y su influencia se mantuvo hasta finales de la Edad Media. Tras la invención de la imprenta se multiplicaron las ediciones de su obra en París, Amsterdam, Leipzig y otras capitales europeas. Influenció a Góngora, Quevedo, Boccacio, Voltaire y otros autores extranjeros.

En el cuadro renacentistas Retrato de Giovanna Tornabuoni, pintado por Domenico Ghirlandaio en 1488, aparece escrito uno de sus epigramas en el fondo de la escena que dice: "ARS VTINAM MORES ANIMVMQUE EFFINGERE POSSES PVLCHRIOR IN TERRIS NVLLA TABELLA FORET" (Arte, ojalá pudieras plasmar la conducta y el espíritu, no habría en la tierra pintura más hermosa).

EPIGRAMA DE MARCIAL EN EL RETRATO DE GIOVANNA TORNABUONI

Marco Fabio Quintiliano, nacido en Calahorra (35d.C.-95d.C.), fue abogado y profesor de retórica de la Roma de Vepasiano, Tito y Domiciano. Junto a Isócrates, está considerado como el mejor profesor de retórica de la Edad Antigua. 

Los 12 libros que componen sus Instituciones oratorias son una enciclopedia para la formación de un orador, tratando la educación elemental y métodos aprendizaje de la retórica, técnicas de oratoria, beneficios de la lectura, cualidades del buen orador, y un estudio de grandes escritores en griego y latín. Basándose en el estilo de Cicerón y con una gran lucidez y originalidad, esta obra defiende la formación integral del orador como ser humano y como hombre público. 

Durante el Renacimiento, ejerció una gran influencia a las teorías pedagógicas que sustentaron la corriente del Humanismo, como por ejemplo al español Luis Vives. 

ESTATUA DE QUINTILIANO EN CALAHORRA

Calcidio nació en Córdoba (siglo IV). Fue filósofo neo-platónico, continuista de la tradición exegética iniciada por el estoico Posidonio. Como comentarista de las obras de Platón consiguió gran relevancia en la posterioridad a su época. Escribió el Timeo, dedicado al obispo de Córdoba Osio, una traducción latina comentada que llegó a ser la más utilizada por la intelectualidad europea de Occidente durante el Medievo y parte de la Modernidad para entender las doctrinas platónicas.

Fue un neo-pitagórico, que cita a Filón y Orígenes. Considera la filosofía el mayor beneficio que ha recibido el ser humano, y la divide en teorética y práctica. Distingue las ideas, las cosas sensibles y la materia.

Sobre cosmología, Calcidio considera que el universo está rodeado de una esfera envolvente, dentro de la cual existen esferas móviles, en las que se ubican los astros; bajo el cielo hay cuatro regiones: la del fuego, la del éter, la del aire y la húmeda, con la Tierra en el centro.

Siguió el modelo aristotélico, visión dual del hombre, adaptándolo al pensamiento cristiano. El hombre está compuesto de alma y cuerpo. Su Dios es Sumo Bien, con proceso descendente y ascendente; creación eterna y mundo de las Ideas, ejemplares eternos de lo sensible.

RESTOS DEL TEMPLO ROMANO DE CÓRDOBA

Como la fuente narrativa más antigua de la Historia de España se puede considerar a la descripción del viaje de circunnavegación de un viajero massaliota, es decir, un griego de la colonia focense de Massalia (Marsella), escrita en el siglo V a.C. y recogida en el poema latino de Ruño Festo Avieno (siglo I a.C.) titulado Ora marítima. Este periplo massaliota describe las costas levantinas y meridionales de la península y con menos precisión las occidentales, y proporciona ya algunos datos sobre sus habitantes. 

En general, hay referencias a España en un gran número de obras de la Antigüedad clásica, y los pasajes relativos a la península, su geografía, etnografía, costumbres e instituciones de los pueblos indígenas y a la historia de las guerras con cartagineses y romanos pueden verse en la colección de Fontes Hispaniae Antiquae, publicadas bajo los auspicios de la Universidad de Barcelona por A. Schulten, P. Bosch Gimpera y L. Pericot.

Los principales historiadores y geógrafos de la Antigüedad que han dedicado en sus obras mayor atención a España son los griegos Polibio (200-120 a.C.), Estrabón (63 a.C.-19 d.C.), Diodoro de Sicilia (siglo I d.C.) y Apiano (siglo I d.C.), y los latinos Cayo Julio César (100-44 a.C.), Tito Livio (59 a.C.-17 d.C.), y Cayo Plinio el Viejo (24-79 d.C.).