Antonio de Zulueta fue el biólogo introductor de la disciplina científica de la Genética en España, a principios del siglo XX. El primer genetista experimental español obtuvo importante reconocimiento internacional por sus trabajos sobre el escarabajo, descubriendo que la herencia biológica estaba determinada por la existencia de información genética en el cromosoma Y. Este gran hallazgo fue expuesto en el artículo La herencia ligada al sexo en el coleóptero Phytodecta variabilis, en 1925.
Además, dirigió el Laboratorio de Biología del Museo Nacional de Ciencias Naturales desde 1913 hasta 1971, y la primera cátedra de Genética en una universidad española, en 1933.
Antonio de Zulueta y Escolano nació en Barcelona, en 1885. Era el menor de seis hermanos. El primogénito Carlos y Margarita murieron muy jóvenes; Nieves y Rosario tomaron los hábitos; y Luis Zulueta llegó a ser diputado durante la Restauración, y ministro durante la II República.
Tras cursar primaros en el colegio Sagrado Corazón de la Compañía de Jesús, obtuvo el título de bachiller en el Instituto General y Técnico de Gerona a los diecinueve años. Inició estudios mayores de Ciencias en la Universidad de Barcelona. Su traslado a Madrid, en 1905, determinó que la acabara con premio extraordinario en la Universidad Central de Madrid, en 1909.
Siendo joven tuvo interés por las Ciencias Naturales. En 1802, con solo diecisiete años fue miembro de la Institución Catalana de Historia Natural. Al año siguiente, publicó su primer estudio en el Bulletí en esta institución, que trataba de una relación de 170 especies de moluscos hallados en la costa de Vilasar de Mar, cerca de su ciudad. En 1805, también fue admitido de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Su pertenencia a ambas sociedades fue un hecho determinante para su desarrollo como naturalista, en ellas publicó diversos artículos a lo largo de su carrera y en otras revistas especializadas.
Un día de invierno de 1906, Antonio de Zulueta y su compañero de clase Eduardo Amoedo descubrieron unos restos fósiles de gran tamaño en una excursión que hicieron por Vallecas. Correspondían a una tortuga gigante que se conserva en la colección de Paleontología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Sobre los estudiantes, el Boletín de la Sociedad Española de Historia natural de ese año informaba que era "evidente testimonio del entusiasmo con que estos jóvenes siguieron sus estudios, y que de ellos puede legítimamente esperarse una notable generación de naturalistas e investigadores".
Desde 1906, la Junta para Ampliación de Estudios le pensionó para realizar trabajos de campo en la Estación de Biología Marítima de Santander, que entonces estaba adscrita al Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Completó su formación combinando sus estudios universitarios en España con prácticas en laboratorios y centros de investigación de Europa, entre los años 1907 y 1910. Este mismo año, se licenció en Ciencias en la Universidad de La Sorbona, en París, donde estudió zoología, embriología y botánica. En el Laboratorio Arago de Banyuls-sur-Mer comenzó sus primeras investigaciones con copépodos. Obtuvo una beca de formación en el Institut für Infecktionskrankheiten de Berlín (Instituto Koch de Enfermedades Infecciosas), bajo la tutela de Max Hartmann, donde investigó la reproducción de los protozoos, en especial del protozoo ciliado Nytothemus baltarum. También realizó prácticas en la Station Zoologique de Cette, en el Laboratoire de Biologie Marine de Wimereux, en el Institut Pasteur de París.
En 1910, volvió a la Universidad Central para obtener su doctorado y presentar una tesis de Zoología bajo el título Los copépodos parásitos de los celenterados.
Ese curso generó la apertura del Laboratorio de Biología del Museo de Ciencias Naturales, en 1913. La jefatura de este laboratorio estuvo al mando de Zulueta desde su fundación hasta su muerte, en 1971, salvo un paréntesis durante la Guerra Civil.
Allí, Zulueta iniciaba sus trabajos genéticos y proseguía sus estudios sobre la reproducción de protozoos, concretamente en la especie Dinenympha gracilis Leidy y en las amebas del Grupo Limax. La genética era una especialidad totalmente novedosa en el panorama científico español a principios del siglo XX, por tanto, Zulueta tuvo que ser autodidacta para desarrollar esta disciplina.
Al final de la década de los años veinte, formando parte de los trabajos editados por la Sociedad Española de Historia Natural en homenaje a Ignacio Bolívar, apareció su trabajo La mutación "jaspeado" del coleóptero Phytodecta variabilis. Su aparición y herencia.
En 1920, el Laboratorio de Biología en el que trabajaba había cambiado su sede, trasladándose desde el Museo a un pequeño edificio situado en los jardines de la Residencia de Estudiantes. Su compañero y discípulo Fernando Galán denominaba a esta nueva instalación "la chabola".
El motivo de su investigación era la presencia de estos colores con diferente frecuencia tanto en hembras como en machos. Sorprendentemente, el dibujo rayado lo presentaban las hembras casi en exclusiva. El factor genético que provocaba esta disfunción fue presentado en el artículo La herencia ligada al sexo en el coleóptero Phytodecta variabilis, publicado en 1925 en el primer volumen de EOS, Revista Española de Entomología. El color de los élitros estaba vinculado a los cromosomas sexuales X e Y. El descubrimiento implicaba que ambos cromosomas poseían genes. Hecho contrario a la teoría oficial, que negaba el valor génico de Y.
Explicaba su gran hallazgo: el cromosoma sexual Y propio de los machos tenía genes dominantes con capacidad para la transmisión de información a su descendencia. Anteriormente, se había considerado que el cromosoma Y no aportaba información ya que solo tenía genes recesivos que no llegaban a manifestarse.
Este descubrimiento fue el más importante de genética española de la primera mitad del siglo XX, que le generó un amplio reconocimiento internacional, ya que hasta el momento se consideraba que el cromosoma Y estaba vacío.
Al año siguiente, la máxima autoridad en la disciplina de la genética, Thomas H. Morgan, autor de la teoría cromosómica de la herencia, reconoció la aportación de Zulueta. Publicó el artículo Recent results relating to chromosomes and genetics en la prestigiosa revista Quarterly Review of Biology que resumía el resultado del español en Phytodecta. El hallazgo fue descrito como "A remarkable case of transmissions throung the Y" (Un considerable caso de transmisión a través del cromosoma Y).
En el periodo de 1926 a 1938, el artículo fue replicándose en las más importantes publicaciones científicas internacionales como Annals of Human Genetics, The American Naturalist, Science, Heredity, Genética, Journal of genetics, The Scientific Monthly, Naturwissenschaften, Zeitschrift für Induktive Abstammungs-und Vererbungslehre y el mencionado The Quarterly Review of Biology, entre otros. Fue un referente en las investigaciones genéticas y muchos científicos reconocieron la importancia de su aportación.
El planteamiento de Zulueta no era nuevo. Los ictiólogos daneses Johannes Schmidt y Öjvind Winge, junto al japonés Tatuo Aida, seguían la misma pista. Investigaban los cambios de pigmentación entre machos y hembras de las especies Lebístes retículatus y Aplocheilus latipes, que son peces de agua dulce. Igualmente, atribuían las diferencias a la presencia de genes en la unidad Y. Sin embargo, no demostraron la existencia de este cromosoma en las especies estudiadas. La interpretación carecía de justificación empírica. La especie Phytodecta sí lo tenía y así de demostró en el laboratorio de Zulueta.
En 1928, escribió Estado actual de la teoría de la evolución, su segundo artículo, que fue publicado por Revista de Pedagogía, en Madrid.
Estaba alcanzando cada vez más renombre internacional. Era solicitado en Estados Unidos para que aprendiese nuevas técnicas de identificación genética, tomando parte de congresos y reuniones científicas.
El filántropo Gregorio del Amo, estadounidense de origen español, le propuso financiar una estancia como investigador en algún centro de Norteamérica. Zulueta escogió el Instituto Tecnológico de California, ubicado en Pasadena y que dirigía Thomas H. Morgan. En 1930, se incorporó a esta institución colaborando con Clavin Bridges para realizar mapas cromosómicos que determinasen una localización más exacta del gen "light". Este era el responsable del color de los ojos en la mosca Drosophila melanogaster. Dicho insecto, la mosca de la fruta, fue elegido por los genetistas debido a su rápida reproducción y facilidad de cría, pudiendo trabajar con varias generaciones en un corto espacio de tiempo. No ocurría lo mismo con Phytotecta, el escarabajo elegido por Zulueta, que se reproduce mucho más lentamente y se alimenta solo de retama fresca que había que recoger cada día.
Sin embargo, el prestigioso genetista alemán Goldschmidt afirmó sobre el descubrimiento de Zulueta: "es que allí todo el mundo piensa con el cerebro de Morgan, mientras que aquí Zulueta piensa con el suyo". Se estaba refiriendo al Departamento de Zoología de la Universidad de Columbia donde anteriormente había trabajado Morgan.
En 1932, Zulueta regresó a Estados Unidos para participar en el VI Congreso de Genética en Ithaca, del que fue nombrado vicepresidente honorario. A él llevó las cajas en los que guardaba los ejemplares de Phytodecta de las diferentes generaciones que había utilizado en sus investigaciones y los dibujos en que se representaban los distintos colores de sus élitros realizados por Serapio Martínez.
En 1921, realizó experimentos con gusanos de seda Bombyx mori para acelerar su proceso reproductivo, consiguiendo hasta tres generaciones anuales al sumergirlos en agua caliente. Lo hizo en colaboración con distintas compañías dedicadas a la reproducción de seda.
En 1926, publicó en la Revista de Pedagogía un artículo basado en el cruzamiento entre conejos albinos de pelo largo y conejas pardas de pelo corto. El resultado fue ejemplares que sirvieron para ilustrar las Leyes de Mendel. También estudió el caso de los conejos con una sola oreja.
Investigó el insecto palo (Carausius morosus) para determinar el origen de sus distintas colaboraciones, entre los años 1926 y 1930.
En la Real Sociedad Española de Historia Natural fue desempeñando los cargos de vicepresidente 2º, vicepresidente 1º y presidente sucesivamente en los años 1931, 1932 y 1933.
Por encargo del Instituto Zootécnico de Berlín, realizó un completo estudio de las distintas razas de asnos españolas entre 1933 y 1935, Die Spanischen Eselrassen.
También se ocupó de investigar casos de enfermedades hereditarias (herencia patológica) en humanos, por ejemplo, la ectrodactilia (ausencia de parte de dedos o de dedos completos).
En 1935, se construyó en el patio del ala sur del Museo un nuevo local para albergar el Laboratorio de Biología. Contó con el apoyo de la Fundación Rockefeller, conocedora de los trabajos sobre genética de Zulueta.
Al año siguiente, esta fundación le concedió una beca para volver a trabajar con Morgan, en el Instituto Tecnológico de California. Esta vez renunció porque, al comenzar ese año la Guerra Civil, consideró que "su deber era quedarse en España por si su país le necesitaba".
Ese mismo año de 1936, obtuvo la cátedra de Biología de la Universidad de Salamanca, donde siguió estudiando el mecanismo genético para la determinación del sexo en Ecballium elaterium.
Por encargo del Instituto Zootécnico de Berlín, realizó un completo estudio de las distintas razas de asnos españolas entre 1933 y 1935, Die Spanischen Eselrassen.
También se ocupó de investigar casos de enfermedades hereditarias (herencia patológica) en humanos, por ejemplo, la ectrodactilia (ausencia de parte de dedos o de dedos completos).
En 1935, se construyó en el patio del ala sur del Museo un nuevo local para albergar el Laboratorio de Biología. Contó con el apoyo de la Fundación Rockefeller, conocedora de los trabajos sobre genética de Zulueta.
Al año siguiente, esta fundación le concedió una beca para volver a trabajar con Morgan, en el Instituto Tecnológico de California. Esta vez renunció porque, al comenzar ese año la Guerra Civil, consideró que "su deber era quedarse en España por si su país le necesitaba".
Ese mismo año de 1936, obtuvo la cátedra de Biología de la Universidad de Salamanca, donde siguió estudiando el mecanismo genético para la determinación del sexo en Ecballium elaterium.
Debido a su enorme actividad como investigador y como docente, Antonio de Zulueta tuvo diversos discípulos y colaboradores en el Laboratorio de Biología. Fueron destacables José Fernández Nonídez, Fernando Galán y Käte Pariser.
José Fernández Nonídez estudió en el Laboratorio de Bilogía los cromosomas en las espermatogénesis del tenebroso coleóptero Blaps lusitánica bajo la dirección de Zulueta. En 1915, obtuvo una pensión anual de la Junta para Ampliación de Estudios en la Universidad de Cambridge. Posteriormente, fue catedrático de Zoología en la Universidad de Murcia. Desde allí, en 1918, la Junta renovó la beca para asistir al Departamento de Zoología de la Universidad de Columbia, donde trabajó con Thomas H. Morgan, en la prestigiosa "fly room", desarrollando estudios histológicos y anatómicos sobre los animales desde un punto de vita genético.
En 1920, Nonídez impartió un ciclo de conferencias sobre genética en el Museo de Ciencias Naturales. A raíz del mismo, en 1922, publicó el libro La herencia mendeliana. Introducción al estudio de la Genética, la primera obra de esta disciplina en España, por lo que a Nonídez se le ha considerado su introductor nacional. En 1921, volvió a Estados Unidos, donde fue profesor de Anatomía en la Universidad de Cornell.
Käte Pariser, de origen alemán, se formó junto a Richard Goldschmidt en el Kaiser Willhelm Institut für Biologie donde se especializó en temas de herencia, genética y filosofía del desarrollo. Estudió cómo en el cruzamiento de tritones se producía la formación de intersexos en los híbridos. También trabajó como becaria en el Institut für Vererbungsforschung de la Escuela Superior de Agricultura de Berlin-Dahlem. Había conocido a Zulueta cuando acudió con Goldschmidt al Congreso de Genética de 1927 en Berlín. Interesada en el estudio de la hibridación de nuevas especies de tritones, solicitó una beca para trabajar en Madrid y le fue concedida, aunque antes había tenido que huir de Alemania porque era judía.
Entre 1933 y 1936, estuvo trabajando en el Laboratorio de Biología, pero con el comienzo de la Guerra Civil tuvo que marcharse primero a Tel Aviv y después a Australia. Siempre conservó un buen recuerdo de si paso por el laboratorio. A pesar de haberse habilitado para ella un espacio en los sótanos del Museo por lo que Zulueta se disculpaba, Katë se refería al laboratorio como un "Klein Dahlem", un pequeño Dahlem por haber encontrado en ambos el mismo ambiente innovador y espíritu científico que en Alemania. Publicó sus trabajos en España en la Revista Española de Biología y en Investigación y Progreso.
Fernando Galán Gutiérrez fue doctor en Ciencias Naturales por la Universidad en 1931, durante 1928 siguió el curso práctico de Biología que impartía Zulueta en el Museo de Ciencias Naturales. En su laboratorio, también inició sus trabajos de investigación que duraron hasta 1939. En 1933, obtuvo la plaza de catedrático de Biología de la Sección de Ciencias de Cádiz, que dependía de la Universidad de Sevilla, pero renunció a la cátedra para seguir investigando en Madrid. Junto a Zulueta, trabajó en el estudio citológico de los cromosomas sexuales del escarabajo Phytodecta variabilis en el que Zulueta determinó que el color de los élitros estaba ligado al sexo. Pero su trabajo más relevante estuvo dedicado a la determinación del sexo en las plantas. Utilizó para ello el llamado "pepinillo del diablo". Su nombre científico Ecballium elaterium, que cultivaba en un terreno ubicado entre la Residencia de Estudiantes y el Museo.
Galán estuvo trabajando junto a Zulueta hasta 1939, dedicado a estudios en citología y genética: la mosca Drosophila, el dondiego de noche (Mirabilis jalapa), la boca del dragón (Antirrhinum majus), la icónica herbácea pajarillos (Linaría triornithophora) y el pepinillo del diablo (Ecballium elaterium).
José Fernández Nonídez estudió en el Laboratorio de Bilogía los cromosomas en las espermatogénesis del tenebroso coleóptero Blaps lusitánica bajo la dirección de Zulueta. En 1915, obtuvo una pensión anual de la Junta para Ampliación de Estudios en la Universidad de Cambridge. Posteriormente, fue catedrático de Zoología en la Universidad de Murcia. Desde allí, en 1918, la Junta renovó la beca para asistir al Departamento de Zoología de la Universidad de Columbia, donde trabajó con Thomas H. Morgan, en la prestigiosa "fly room", desarrollando estudios histológicos y anatómicos sobre los animales desde un punto de vita genético.
En 1920, Nonídez impartió un ciclo de conferencias sobre genética en el Museo de Ciencias Naturales. A raíz del mismo, en 1922, publicó el libro La herencia mendeliana. Introducción al estudio de la Genética, la primera obra de esta disciplina en España, por lo que a Nonídez se le ha considerado su introductor nacional. En 1921, volvió a Estados Unidos, donde fue profesor de Anatomía en la Universidad de Cornell.
Käte Pariser, de origen alemán, se formó junto a Richard Goldschmidt en el Kaiser Willhelm Institut für Biologie donde se especializó en temas de herencia, genética y filosofía del desarrollo. Estudió cómo en el cruzamiento de tritones se producía la formación de intersexos en los híbridos. También trabajó como becaria en el Institut für Vererbungsforschung de la Escuela Superior de Agricultura de Berlin-Dahlem. Había conocido a Zulueta cuando acudió con Goldschmidt al Congreso de Genética de 1927 en Berlín. Interesada en el estudio de la hibridación de nuevas especies de tritones, solicitó una beca para trabajar en Madrid y le fue concedida, aunque antes había tenido que huir de Alemania porque era judía.
Entre 1933 y 1936, estuvo trabajando en el Laboratorio de Biología, pero con el comienzo de la Guerra Civil tuvo que marcharse primero a Tel Aviv y después a Australia. Siempre conservó un buen recuerdo de si paso por el laboratorio. A pesar de haberse habilitado para ella un espacio en los sótanos del Museo por lo que Zulueta se disculpaba, Katë se refería al laboratorio como un "Klein Dahlem", un pequeño Dahlem por haber encontrado en ambos el mismo ambiente innovador y espíritu científico que en Alemania. Publicó sus trabajos en España en la Revista Española de Biología y en Investigación y Progreso.
Fernando Galán Gutiérrez fue doctor en Ciencias Naturales por la Universidad en 1931, durante 1928 siguió el curso práctico de Biología que impartía Zulueta en el Museo de Ciencias Naturales. En su laboratorio, también inició sus trabajos de investigación que duraron hasta 1939. En 1933, obtuvo la plaza de catedrático de Biología de la Sección de Ciencias de Cádiz, que dependía de la Universidad de Sevilla, pero renunció a la cátedra para seguir investigando en Madrid. Junto a Zulueta, trabajó en el estudio citológico de los cromosomas sexuales del escarabajo Phytodecta variabilis en el que Zulueta determinó que el color de los élitros estaba ligado al sexo. Pero su trabajo más relevante estuvo dedicado a la determinación del sexo en las plantas. Utilizó para ello el llamado "pepinillo del diablo". Su nombre científico Ecballium elaterium, que cultivaba en un terreno ubicado entre la Residencia de Estudiantes y el Museo.
Galán estuvo trabajando junto a Zulueta hasta 1939, dedicado a estudios en citología y genética: la mosca Drosophila, el dondiego de noche (Mirabilis jalapa), la boca del dragón (Antirrhinum majus), la icónica herbácea pajarillos (Linaría triornithophora) y el pepinillo del diablo (Ecballium elaterium).
Antonio Menacho completó su memoria doctoral sobre el ojo vestigial de Blanus cinereus, una culebrilla ciega adaptada a la vida subterránea.
Eduard Reichenow fue un protozoólogo alemán que dedicó años a estudiar los parásitos de las lagartijas.
Manuel Bordás analizó la reducción cromosómica de Sagitta bipunctata, un minúsculo gusano flecha, pavoroso visto al microscopio.
Manuel Rubio y Sama fue un histólogo que indagó la relación genética del sexo en los vertebrados.
Además, Zulueta contó con la ayuda de Francisco Javier Vinader. También Diana Scheinkin-Hareven, Carmen Castilla Polo e Ilse Weidner Lucas tomaron parte de las investigaciones mientras aprendían biología. Carmen Simón, Paula Millán y Serapio Martínez trabajaron como dibujantes. Los mozos de laboratorio Rafael Peralta y Santiago del Pozo atendían las tareas corrientes.
Otro de los aspectos profesionales de Zulueta fue su labor como traductor y divulgador de las grandes obras sobre biología. A inicios de la década de los veinte, tradujo las más relevantes publicaciones de la época relativas a la herencia genética y a la evolución biológica entre las que sobresalen:
La teoría de la evolución y las pruebas en que se funda, de William C. Scout, de 1920
El origen de las especies por medio de la selección natural, de Charles Darwin, traducida por él mismo de la sexta edición inglesa y publicada en 1921
Evolución y Mendelismo, crítica de la teoría de la evolución, de Thomas Hunt Morgan, en 1921
La biología de los gemelos, de Horatio Hawckett Newman, en 1922
Biología pedagógica, de William Eikenberry y Ralph Waldron, en 1931
También tradujo los trabajos de genetistas europeos, principalmente alemanes, para las revistas Investigación y Progreso y la Revista Española de Biología.
En cuanto a la divulgación científica, en esa década de los años veinte, también publicó artículos sobre genética y evolución en la Revista de Pedagogía, como por ejemplo Las leyes de Mendel, herencia y ambiente, o Estado actual de la teoría de la evolución.
Expuso sus conocimientos de entomología en la obra El mundo de los insectos, publicada por la editorial Calpe, en 1922. Junto a su colaborador José Fernández Nonídez, introdujo las Leyes de Mendel en el ámbito educativo, cuyo texto fue aprobado por el Consejo Nacional de Cultura como texto para la escuela primaria. Era el sexto volumen de la colección Libros de la Naturaleza. Noventa y cuatro páginas dedicadas a conocer a los insectos por dentro y por fuera y aprender la manera de reproducirse, o cómo se alimentan y se comunican. Ilustra acerca de cómo capturarlos, criarlos, coleccionarlos y estudiarlos.
Sobre su faceta de docente también ha sido amplia. A sus tareas como profesor del Curso Práctico de Biología en el Museo, se unieron la de profesor auxiliar de clases prácticas en la Cátedra de Histología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid, desde 1916. En 1933, Zurita pasó de auxiliar a profesor de esta cátedra de la Universidad Central. Allí impartió la primera Cátedra de Genética creada en España el año antes.
La Genética tardo en formar parte de los estudios académicos. En 1926, personal del Museo participó en la elaboración de los nuevos planes de bachillerato que la incluyeron dentro de la asignatura de biología. En 1928, ocurrió lo mismo en las facultades de ciencias donde la genética se impartió incluida en la asignatura de biología, por Real Decreto de 19 de marzo de 1928.
La primera cátedra de Genética impartida en España quedó a cargo de Antonio de Zulueta. Tenía un carácter privado adscrita a la Real Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales, patrocinada por la Fundación Conde de Cartagena. Sus clases se impartieron en el Museo, en la Academia de Ciencias y, desde 1934, en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Sus alumnos eran estudiantes y licenciados en Ciencias, también había ingenieros agrónomos, veterinarios, médicos y abogados. En 1961, se abrió la primera cátedra de Genética en una universidad pública española, concretamente en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos.
Sobre su faceta de docente también ha sido amplia. A sus tareas como profesor del Curso Práctico de Biología en el Museo, se unieron la de profesor auxiliar de clases prácticas en la Cátedra de Histología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid, desde 1916. En 1933, Zurita pasó de auxiliar a profesor de esta cátedra de la Universidad Central. Allí impartió la primera Cátedra de Genética creada en España el año antes.
La Genética tardo en formar parte de los estudios académicos. En 1926, personal del Museo participó en la elaboración de los nuevos planes de bachillerato que la incluyeron dentro de la asignatura de biología. En 1928, ocurrió lo mismo en las facultades de ciencias donde la genética se impartió incluida en la asignatura de biología, por Real Decreto de 19 de marzo de 1928.
La primera cátedra de Genética impartida en España quedó a cargo de Antonio de Zulueta. Tenía un carácter privado adscrita a la Real Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales, patrocinada por la Fundación Conde de Cartagena. Sus clases se impartieron en el Museo, en la Academia de Ciencias y, desde 1934, en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Sus alumnos eran estudiantes y licenciados en Ciencias, también había ingenieros agrónomos, veterinarios, médicos y abogados. En 1961, se abrió la primera cátedra de Genética en una universidad pública española, concretamente en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos.
En 1936, estallaba la Guerra Civil y gran parte de los laboratorios e investigadores del Museo se trasladaron a Valencia, incluido su director Ignacio Bolívar. Zulueta fue nombrado director provisional del centro. Su mayor actividad en ese momento fue poner a salvo las colecciones, trasladándolas en lugares más seguros dentro del mismo edificio para lo que contó con la meritoria ayuda de un reducido grupo de profesionales. También recibió la llegada al Museo de Ciencias de otras colecciones de historia natural procedentes de palacios de aristócratas y colegios religiosos, trasladados por la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico.
En junio de 1937, varios obuses alcanzaron la parte norte, lo que hizo que Zulueta trasladase las colecciones más valiosas al Museo del Prado. Se trataba de más de 20 dioramas y ejemplares relevantes de la institución, junto con otras colecciones como la del duque de Medinaceli o el del conde de Artaza. Al final de la guerra, todas las colecciones fueron salvadas y devueltas a sus centros y propietarios originales.
Pero Zulueta no solo se ocupó de guardar las colecciones, sino también de continuar con sus investigaciones en el laboratorio junto a su colaborador Fernando Galán.
Aquel desastroso año de 1937, recibió la visita del genetista británico John Haldane, que había podido conocer en Estados Unidos. Se quedó asombrado de que continuasen trabajando bajo unos bombardeos que consideraba más destructores que los de Londres en la I Guerra Mundial. Así lo dejó escrito en el artículo Genetics in Madrid, publicado para la revista Nature aquel año, donde les auguraba un brillante futuro como científicos.
Tras la instauración del Régimen del general Francisco Franco en 1939, decidió no exiliarse como lo había hecho su hermano Luis de Zulueta, ministro de Estado con Manuel Azaña durante la II República. Pero fue sometido a un proceso de depuración y expulsado de sus cargos profesionales. Desde Universidad Central se le acusó de pasarse al frente rojo en 1936, por estar afiliado al partido Izquierda Republicana. Lo que había ocurrido es que asistió a un congreso en París, en verano de aquel año, y tras la finalización regresó a Madrid donde estaba su mujer y sus cuatro hijos. La causa más creíble de su depuración fuese el hecho de ser hermano de un exministro republicano exiliado en Colombia.
Zulueta estaba casado con Concha Cebrián y tuvieron cinco hijos. Concha sostuvo la dida familiar haciendo posible que Antonio dedicase su tiempo a la ciencia. Teresa de Zulueta Cebrián, tercera de los hijos del matrimonio, fue ayudante de laboratorio en el Museo Nacional. Colaboró con su padre en los experimentos con el escarabajo Phytodecta variabilis, registrando las generaciones, tomando notas y dibujando estos pequeños insectos.
El matrimonio de Antonio de Zulueta con Concha Cebrián, le vinculó como cuñado con Julián Besteiro. Elegido diputado en 1918, Besteiro sucedió a Pablo Iglesias como líder del PSOE y de la UGT, y más tarde en 1931, fue nombrado presidente de las Cortes Constituyentes.
Aun así, en 1948, un estudio realizado sobre los "perros sin pelo" fue presentado en el VIII Congreso Internacional de Genética en Estocolmo con el título The hairless dogs of Madrid.
En 1950, la prensa española dio gran difusión al caso que se dominó de "la gata con alas". Consultado, el profesor Zulueta determinó que "las expansiones aliformes no corresponden a las verdaderas alas de las aves o de los murciélagos". En realidad, los gatos alados padecen una enfermedad hereditaria denominada astenia cutánea que hace que las células de la piel crezcan sin control.
En 1966, y tras la renuncia de Pablo Martínez Strong, fue nombrado tesorero-contador por la Junta Directiva, cargo para el que fue reelegido los dos años siguientes.
En 1971, tuvo lugar el fallecimiento de Antonio de Zulueta, efeméride que fue silenciada por instituciones y revistas científicas. Al poco tiempo, la Sociedad Española de Ciencias Naturales publicó en su Boletín una necrológica que honrase la memoria del gran investigador barcelonés, escrita por Julio Álvarez.
En 1987, su discípulo Fernando Galán publicó otra necrológica mucho más amplia que la anterior en el Boletín de este centro describiéndole como un español de ciencia "cuyo auténtico mérito sobrepasa muchísimo al reconocimiento público que de él se ha hecho". De hecho, es de los pocos miembros de la Sociedad al que se le han dedicados dos necrológicas.
En 2017, la ciudad de Elche le puso nombre al jardín Palmeral. Fue un acto de reconocimiento por impedir que las autoridades locales talaran el Palmeral de Elche en 1931, al ser un "lugar tan interesante por su vegetación". Aquella iniciativa se formalizó desde la Sociedad Española de Historia Natural cuando él era vicepresidente. Dos años más tarde, el gobierno de la II República española aprobó una ley en defensa del Palmeral en el que se declaraba "de interés social la conservación de los palmerales de la villa de Elche". En 1943, el Régimen franquista lo convirtió en Jardín Artístico. Y, en 2000, la UNESCO le concedía el rango de Patrimonio de la Humanidad.
En 2000, su archivo fue donado por su familia a la Residencia de Estudiantes.
Por ese ostracismo y olvido que le tocó vivir en una época convulsa, la figura y la obra de Antonio de Zulueta ha sido recuperada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales con motivo del 50 Aniversario de su fallecimiento en 2022. Así esta institución organizó la exposición Antonio de Zulueta (1885-1971). Primer genetista de España, y la publicación de un libro biográfico.