CÓDICE CALIXTINO DEL CAMINO DE SANTIAGO


A mediados del siglo XII, un monje francés llamado Aymeric Picaud escribió la primera "Guía Turística" de la Historia de Occidente, el Códice Calixtino. Una obra etnográfica que relata la geografía de las regiones y ciudades, así como las costumbres y características de los pueblos del norte de España por donde discurre el Camino de Santiago.

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CÓDICE CALIXTINO DEL CAMINO DE SANTIAGO

La primera Guía del peregrino de Santiago de Compostela fue escrita a mediados del siglo XII por el abate francés Aymeric Picaud, uno de los peregrinos más ilustres. Esta obra está considerada como la primera guía turística de la Cristiandad Occidental, y contenida en el Libro V del Codex Calixtinus (Códice Calixtino).

El título fue atribuido por los "monjes negros" de la Orden de Cluny al papa Calixto II (Guido de Borgoña), quien propuso a Picaud seguir el camino y redactar la obra. Desde principios del siglo XX, por influencia del erudito francés Bédier, se empezó a denominar Liber Sancti Jacobi (Libro de Santiago).

Aymeric Picaud era un cura poitevino de Parthenay-leVieux, que hizo personalmente el trayecto en 1109, en compañía de su hermano Martín y de su amigo Gilles, y anotando en su diario las experiencias de sus jornadas viajeras. Al regresar a su villa natal, escribe un minucioso tratado sobre el viaje basándose además en sus apuntes. Este libro serviría de gran valor para los sucesivos caminantes pues incluye un pormenorizado y exacto estudio de la Ruta Jacobea; en él se advierten de los peligros, se informa de los accidentes geográficos y de las costumbres de los diversos pueblos, de las mejores rutas y alojamientos, así como de las distancias entre las principales ciudades.

El libro fue escrito hacia 1123 y publicado en 1139, tuvo un amplio conocimiento y por ello se gestaron varios manuscritos, el más notable de los cuales es un manuscrito de 225 folios, conservado en la catedral de Santiago.

El contenido es misceláneo, una recopilación variada y dividida en cinco partes que se fueron redactando en diversas épocas y en forma independiente. El conjunto comienza con la supuesta carta que envió el Papa Calixto II en 1119 solicitando la elaboración del mismo, y termina con otra de su sucesor Inocencio II, fallecido en 1143.

CÓDICE CALIXTINO

La primera parte del códice es el Libro de las Liturgias, que contiene textos litúrgicos y de predicación para el culto al Apóstol, siendo el núcleo principal del códice.

La segunda, el Libro de los Milagros, relata veintidós milagros de este, acaecidos en distintos países de Europa, gracias al poder curativo del Apóstol Santiago, procedente del divino don que Dios otorgó a los apóstoles, así como la historia de la evangelización por tierras hispánicas. El relato de estos milagros pretende promocionar la peregrinación al Santuario.

La tercera es la narración legendaria de la Traslación de su cuerpo a Santiago. No sólo del traslado desde Jerusalén, sino también la historia del descubrimiento de su cuerpo en Iria Flavia el año 813, bajo el reinado de Alfonso II. Además comenta la costumbre de los primeros peregrinos de recoger conchas marinas en las costas gallegas. En este libro se inserta otra carta pontificia falsificada, atribuida a León III, un texto del siglo IX o del X, añadido en letra visigótica a un manuscrito del monasterio francés de San Marcial de Limoges.

La cuarta parte, Conquistas de Carlomagno, fue escrita por Turpín, el arzobispo benedictino de Reims, por eso es conocida como el Seudo Turpín. Pertenece a la literatura épica, es la Historia de Carlomagno y Rolando en la batalla de Roncesvalles, por lo tanto tiene el mismo argumento de la obra más emblemática de la epopeya francesa, la Chanson de Roland. Su inclusión se debe a considerar a los caídos en Roncesvalles en mártires y al emperador franco en un santo que vino a España en una cruzada para liberarla de los musulmanes siguiendo el camino de estrellas. Ante esta consideración mitológica, en 1610 esta parte fue separada del resto para formar otro volumen con el título Historia Turpini. Se atribuye al Arzobispo de Reims, Turpín, aunque en realidad es obra de un escritor anónimo del siglo XI.


HISTORIA TURPINI DEL CÓDICE CALIXTINO

La parte última, Libro V, se titula Libro de la Peregrinación (Liber Peregrinationis), también llamado Guía del peregrino de Santiago de Compostela, es una guía del viaje para los peregrinosPor lo tanto, el libro primero es de carácter litúrgico, el segundo hagiográfico, el tercero y cuarto de naturaleza histórica y el quinto, que alcanzó una mayor celebridad, de carácter turístico, se convierte en una guía para el peregrino.

Cuando Aymerc Picaud escribió la Guía del peregrino imperaba en el reino de León Alfonso VII el único Emperador castellano de Romanos, siendo rey de Aragón Alfonso I el Batallador y arzobispo de Compostela Diego Gelmírez. Un guía sensacional que vio la luz en Cluny hace más de 850 años, antes de que apareciese el Cantar del Mío Cid.

Aymerch dividió el Camino Francés en siete etapas a caballo que son trece etapas a pié, oscilando entre los veintiséis y los noventa y un kilómetros. Son las de Monreal-Puente la Reina, veintiséis; Saint Michel-Viscarret, treinta y cinco; Viscarret-Pamplona, cuarenta; Borce-Jaca, cuarenta y cinco; Estella-Nájera, setenta y cuatro; Nájera-Burgos, ochenta y nueve; y Jaca-Monreal, noventa y uno, estas dos últimas para hacerlas a caballo. El resto, según el autor al alcance de los peones, varía de los cincuenta a los setenta, debía hacerse en vario días.

El texto del cronista cluniacense señala distancias entre pueblos, describe paisajes, santuarios y monumentos, e incluyó observaciones sobre gastronomía, potabilidad de las aguas, carácter de las gentes y costumbres de los pueblos, y transmite un asombro especial por la masiva afluencia y variedad de romeros, conviviendo durante su viaje con "francos, normandos, escoceses, íberos, georgianos, libios, cirenenses y pánfilos de Cilicia, de Judea y otras tribus y naciones". Está mezclado con un relato de viaje en el que se incluyen reflexiones moralizantes.

CÓDICE CALIXTINO

Esta guía de Aymerich es una obra original y muy personal, a veces caprichosa, con una visión muy particular y nada favorable de los pueblos hispánicos que atravesaba el Camino. Esta "mala prensa" que realiza el francés es considerada como antecesora de la leyenda negra de España. Denota en su escrito un amargo recuerdo de la derrota carolingia en Roncesvalles a manos de los vascones, destilando peste de los navarros. Se nota su preferencia por su patria francesa.

Describe con precisión a los barqueros con cobran un abusivo precio por cruzar el río en su barca, a los aduaneros que se excedían en el precio de sus visados, a los venteros, y a los salteadores y forajidos, poniendo de relieve el peligro de perderse en aquellos barrios de las ciudades que rodeaban a la catedral poblados por mercante, abundantes en mesones y tabernas, donde el vino, la música y las bailarinas hacían olvidar al peregrino el motivo espiritual de su viaje y la promesa a la que se encomendó.

El capítulo segundo de su Guía, Aymeric Picaud informa de los cuatro caminos que por Tours, Vézelay, Le Puy y Saint Gilles atraviesan Francia. Los tres primeros, reunidos en Ostabat, al pie de los Pirineos, entran en España por Saint Jean Pied de Port, Valcarlos y Roncesvalles. El segundo, tras llegar a Aragón por el puerto seco de Somport, se une al itinerario anterior en la hermosa y transitada ciudad de Puente la Reina, desde donde "todos los caminos se hacen uno solo hasta Compostela". La ruta fue conocida como el "Camino Francés", pues el mayor contingente de peregrinos pertenecía a esta nación.

CÓDICE CALIXTINO

Las descripciones viajeras de Aymeric, presentadas en secuencias de una gran fuerza plástica, resultan casi siempre poéticas y llenas de rudo encanto; aunque, a veces, la literatura deja paso a acusaciones furibundas, plagadas de denuestos y anatemas. Pero la Guía es documento impresionante por el que transcurren montes y llanuras, villas y ciudades, ríos de aguas buenas y malas, hombres malvados y almas benditas inundadas de la Gracias de Dios. Refleja en su potente prosa su condición áspera de hombre románico, su emocionante testimonio de ser el primer cronista del Camino.

Por ejemplo, en su llegada a la Catedral compostelana elogió su perfección y expresó la impresión que le produjo a los peregrinos:
"En esta iglesia no hay grieta, ni defecto alguno". Describió las tres puertas de entrada al templo, las vidrieras, y el sepulcro, con una belleza no superada por ningún palacio real conocido."
Su Orden de Cluny organizó técnicamente la peregrinación desde Francia, convirtiéndose en realidad en la primera agencia de propaganda en Europa.

El profesor Díaz y Díaz ha dicho que la Guía de Peregrinos tiene su verdadera razón de ser en "el afán de encandilar y deslumbrar al lector, tan típico de la lectura culta de la época" pero, en cualquier caso, sigue siendo un documento esencial para conocer cómo se hizo el prodigio de la peregrinación a la ciudad de Compostela.

CÓDICE CALIXTINO

CONSTITUCIÓN DE LAS CORTES DE CÁDIZ DE 1812


El 19 de marzo de 1812, las Cortes Generales de España promulgaron la Constitución de 1812en la ciudad de Cádiz. Se fundaba la España moderna, como Nación soberana y Estado liberal.

España se convertía en el tercer país del mundo en romper con un Régimen Absolutista y proclamar un Estado liberal. Aquella Carta Magna fue uno de los grandes textos liberales de la historia de la humanidad que tuvo una gran repercusión exterior, pues sus principios moderados tenían valor de modelo para otros países europeos. El documento constitucional fue traducido en su época al inglés, francés, alemán, portugués e italiano. Algunos de los más célebres eruditos europeos dedicaron especial atención en la elaboración de sus contenidos.

Por primera vez en la historia de la humanidad aquel texto propuso que los derechos y libertades de ciudadanía alcanzaran a todos los seres humanos (peninsulares, criollos, mestizos e indígenas), sin tener en cuenta el territorio, la condición social y el color de la piel. Por eso, fue el mejor modelo de aplicación de los principios liberales de la época y el primer atisbo real de democracia tanto en España como en la mayoría de países Hispanoamericanos.

También sirvió de guía ideológica para los movimientos independentistas de Hispanoamérica y las constituciones de algunos países europeos.

CONSTITUCIÓN DE LAS CORTES DE CÁDIZ

ESCUELA DE SALAMANCA, LA FUNDACIÓN DE LA CIENCIA ECONÓMICA Y MONETARIA


Los escolásticos españoles del siglo XVI, pertenecientes a la Escuela de Salamanca, desarrollaron las bases de la Ciencia Económica Moderna. Entre sus principales aportes se encuentran la aceptación de la ley de la oferta y de la demanda como agentes en la determinación de precios de un mercado libre, la exposición de una teoría subjetiva del valor de los bienes, y el establecimiento del valor del dinero en función, no sólo de su abundancia o escasez, sino de su capacidad de compra, la doctrina general del interés y el análisis del sistema tributario.

Su gran hallazgo para la macroeconomía moderna fue la formulación de la teoría cuantitativa del dinero, tratándose de una relación entre la abundancia de moneda y el aumento del nivel de precios y, por influencia de esa teoría, la del intercambio de divisas.

Los principales escolásticos fundadores de la economía moderna fueron Martín de Azpilcueta, Francisco de Vitoria, Diego de Covarrubias y Leiva, Domingo de Soto, Luis de Molina y Juan de Mariana.

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ESCUELA DE SALAMANCA

Los primeros autores que analizaron los hechos económicos lo hicieron desde una perspectiva ética o moral. Hay una base común a todos los comentarios de Aristóteles, de los tratadistas romanos, y de los escolásticos. Trataron de juzgar moralmente cuestiones tales como el tipo de interés, el justo precio de un bien o las relaciones laborales entre amo y esclavo. Ese enfoque se mantuvo durante toda la Edad Media.

El Descubrimiento del Nuevo Mundo y el desarrollo del mercantilismo introdujeron nuevos cambios en la economía europea de los siglos XVI y XVII. España colonizaba América en estado de primitiva economía agrícola, generando para ella cierto auge económico y estímulo al desarrollo, pues junto a la emigración humana se produjo un gran envío de semillas, víveres, útiles agrícolas, animales domésticos y toda clase de mercaderías. Esto exigió la explotación de los recursos españoles, que se vio recompensada por la contrapartida que suponía la masiva afluencia de metales preciosos, principalmente oro y plata, y otros productos originarios del Nuevo Mundo.

El Reino de España se convirtió en el centro comercial y financiero de Occidente, desequilibrando el orden económico internacional que había imperado durante la Edad Media. Lisboa, las ferias castellanasSevilla desplazaron el epicentro mercantil y financiero situado hasta entonces en los Países Bajos y en las ciudades italianas.

UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

La Casa de Contratación sevillana fue el centro de intercambio de todos los mercados y ferias, llegando a ella gran cantidad de banqueros y comerciantes extranjeros, sobre todo flamencos, genoveses y alemanes, incluso exportadores turcos que controlaron parte de la economía de la Monarquía hispánica, todos ellos obteniendo grandes beneficios, y llevándose parte del oro y la plata que entraba por el puerto hispalense.

Antes de la llegada de los metales preciosos americanos en el siglo XVI, el comercio europeo se nutría fundamentalmente del oro procedente del Sudán. El control comercial que efectuaron los otomanos en el este del Mediterráneo bloqueó la ruta del oro sudanés provocando una gran escasez de dicho metal en Europa.

Esta situación se erradicó en parte con la plata procedente de las minas alemanas, que conocieron un período de prosperidad relativa entre 1470 y 1530, que coincidió con la escasez de metales preciosos.

A partir de 1530, el problema de la escasez quedó solucionado por la llegada en masa de metales americanos sustituyendo las fuentes antiguas de aprovisionamiento, haciendo afluir hacia Europa inmensas cantidades de dinero, que originaron graves alteraciones de los precios, especialmente en España, país convertido en el punto de distribución.

Las remesas procedentes de América eran casi exclusivamente de plata. Es cierto que hasta 1550 también se enviaba oro, pero nunca fue suficiente, ni siquiera en los mejores años, para producir un efecto apreciable sobre los precios y desde 1550 fue relativamente insignificante. En cambio, las remesas de plata aumentaron lentamente desde 1530 hasta 1550, año en el cual los galeones comenzaron a importar plata en grandes cantidades, con un auge mayor desde 1580 hasta 1630, la época dorada del imperialismo español.


PUERTO COMERCIAL DE SEVILLA EN EL SIGLO XVI

El nuevo método de amalgama que consistía en el tratamiento de la plata con mercurio, fue introducido en las minas de Nueva España por Bartolomé de Medina en 1551 y desde 1571 se aplicó también a los yacimientos de Potosí en el Alto Perú. Este proceso permitió que se multiplicaran por diez las exportaciones de metales preciosos, fenómeno que provocó una profunda revolución de precios.

Aquel monopolio y los intentos de conservar aquellas remesas de metal no fueron perfectos, ya que por diferentes motivos los metales preciosos salieron de España y circularon por el extranjero. En ese sentido, las Cortes se quejaron con frecuencia de que la salida constante de metales preciosos "como si fuéramos indios" estaba empobreciendo el país y solía decirse que España era "las Indias de otros países".

Por si fuera poco, España tenía una balanza comercial negativa fundamentalmente porque exportaba materias primas a un precio barato e importaba productos elaborados a un precio mucho más alto. Esta situación propiciaba la salida hacia los grandes centros productores europeos de grandes cantidades de moneda por parte de comerciantes españoles o extranjeros afincados en España. Pero el gran error de los Austrias fue malgastar el dinero de los metales preciosos en la defensa del Imperio español y sus territorios en Europa, en lugar de invertir en empresas nacionales productivas.

Todas las rutas a través de la cuales salía el dinero de España convergían en el norte de Europa, ya directamente desde los puertos del Cantábrico o a través de Francia e Italia, desde Amberes era enviado a Alemania e Inglaterra, a este último país era llevado por los barcos españoles en los que transportaban la lana.

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ACUÑACIÓN DE MONEDA Y EXTRACCIÓN DE METAL

El tesoro americano tuvo importantes consecuencias no sólo para España sino también para sus vecinos europeos. El ritmo y volumen de metales preciosos que llegaban a Sevilla, especialmente a partir de 1750, condicionó las tendencias económicas de Europa y las pautas que siguieron esos envíos se convirtieron en indicadores de realización económica.

La plata americana alimentaba los mercados financieros de Italia, el sur de Alemania y los Países Bajos, alivió la escasez crónica de dinero circulante que había obstaculizado la actividad económica de la Europa occidental, estimuló la producción y los flujos comerciales y se convirtió en un agente de crecimiento hasta que la suspensión de las importaciones de plata entre 1619 y 1622 provocó un desajuste financiero y comercial.

Otros indicadores confirman estas tendencias: las tasas de interés descendieron en el período 1570-1620 al aumentar la masa monetaria, lo que impulsó el comercio y la industria; los precios tendieron al alza desde mediados del siglo XVI hasta los primeros años del XVII, siendo el aumento del triple en España y de más del doble en Francia e Inglaterra.

Aunque no se tratase de una "revolución de precios" según los parámetros modernos, el alza de precios fue lo bastante importante como para afectar a las economías de la Europa de comienzos de la Edad Moderna. Mientras tanto, los salarios se rezagaron con respecto a los precios, lo que permitió beneficios que luego eran invertidos en nuevas empresas productivas.


GALEÓN ANDALUCÍA, UN MERCANTE ARTILLADO DE LA CARRERA DE INDIAS

En cuanto a España, dos fueron los motivos principales del alza de precios de los bienes: por un lado, la demanda de productos desde el Nuevo Mundo; por el otro, la llegada masiva de las remesas de metales preciosos al puerto comercial de Sevilla, desde donde se propagó por toda España, especialmente por Andalucía, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, León y Valencia.

El gobierno español, al igual que sus vecinos en el resto de Europa, no entendieron la conexión causal entre la afluencia de metales y el alza de precios, lo cual impidió la resolución de una política económica y financiera adecuada.

De la necesidad de analizar e interpretar estos nuevos fenómenos económicos de la Modernidad y sus efectos sobre la economía española y de la búsqueda por aportar soluciones a problemas básicos e inéditos surgió el análisis y la resolución de un grupo de teólogos y juristas de la Universidad de Salamanca, pertenecientes a la denominada Escuela de Salamanca. Estos generaron novedosas leyes y teorías de carácter macroeconómico, y en definitiva, fundando las bases de la Ciencia Economía Moderna.

Los escolásticos españoles del siglo XVI abordaron cuestiones referentes al dinero, valor y precio. Estudiaron el dinero, al que por primera vez consideraron como una mercancía más cuyo valor viene dado por su escasez o abundancia relativa. Los máximos exponentes que elaboraron las teorías del valor fueron Martín de Azpilcueta y Luis de Molina.


CASA DE MERCADERES CASTELLANO EN BRUJAS

Martín de Azpilcueta fue el pionero en el análisis de los efectos que producía en la economía española la masiva llegada de metales preciosos americanos; su conclusión fue que generaba inflación, por lo tanto un incrementos de bienes y carestía. Era una gran paradoja: la posesión de abundante oro y plata generaba pobreza.
El Doctor Navarrus pasaría a la historia por ser el primer economista en relacionar la cantidad de Dinero en una economía con su nivel de Precios, y concluiría con que cuanto mayor sea la cantidad de Dinero en circulación de una economía, mayor sería el incremento de los precios de los bienes, generando un nuevo concepto: la inflación.

Azpilcueta se convirtió en el precursor de la Teoría Cuantitativa del Dinero, según la cual el incremento de la masa monetaria en circulación ocasiona un incremento proporcional en el nivel de los precios. Su ecuación fue desarrollada en el siglo XX por Irving Fisher mediante la fórmula M x \/=P x Y, es decir, que la masa monetaria por la velocidad de circulación es igual al producto nacional por el nivel de Precios. Esta ecuación se convirtió en uno de las bases de la economía moderna.

Constató el hecho de que en los países en los que los metales preciosos oro y plata eran escasos los precios de los bienes eran inferiores a los países con abundancia de los mismos. El metal precioso, como una mercancía más, tiene menos valor adquisitivo cuanto más abundante sea.

Desarrolló así una Teoría del Valor-Escasez precursora de la teoría cuantitativa del dinero, adelantándose en más de una década a Jean Bodin.

Otros españoles de la Escuela de Salamanca de economistas fueron también conscientes de este fenómeno. El dominico fray Tomás de Mercado publicó su obra Tratos y contratos de mercaderes y tratantes en 1569 (que terminó el año anterior y que no debía nada a Bodin) y, aunque contiene numerosos análisis de tipo ético en la forma tradicional, el autor hace también algunas agudas observaciones de carácter económico, incluyendo la teoría cuantitativa del dinero y la relación entre el tesoro americano y la inflación.

Sin embargo, la teoría cuantitativa del dinero es demasiado simplista para explicar todos los factores implicados en la evolución inflacionista. ¿Cómo se puede explicar que aunque los precios alcanzasen su punto más alto en la segunda mitad de siglo, el alza fue proporcionalmente mayor en la primera mitad de la centuria, cuando las remesas fueron mucho menores? En efecto, entre 1501 y 1550 el incremento fue del 107, 61%, mientras que entre 1501 y 1600 el incremento fue del 97,74%.

Los hechos fueron analizados por la Escuela de Salamanca, afirmando que los precios se vieron afectados también por las condiciones de la oferta y la demanda. Hasta el siglo XVI, según el pensamiento europeo medieval el precio justo de un bien estaba determinado por su coste de producción.

DIEGO DE COVARRUBIAS Y MARTÍN DE AZPILCUETA

Diego de Covarrubias y Luis de Molina desarrollaron una teoría subjetiva del valor y del precio que consiste en que, puesto que la utilidad de un bien varía de persona a persona, su precio justo será el que se alcance de mutuo acuerdo en un comercio libre sin monopolio, engaños o intervención del gobierno, es decir, en un mercado de competencia perfecta. Expresándolo en términos actuales, los integrantes de la escuela defendieron el libre mercado, donde el precio justo venía dado por la oferta y la demanda, constituyendo un precedente de la Ley de la Oferta y la Demanda. Partiendo de esta ley, la Escuela analizó sus causas tanto para la demanda de bienes como para la oferta de dinero, y estas fueron sus consecuencias:
1. Un incremento de la cantidad de dinero en circulación sin un aumento paralelo de la producción de bienes significaba que la misma cantidad de bienes absorbe cada vez más dinero, lo que produce un incremento de los precios.

El error estuvo motivado porque mientras la Monarquía española acuñaba en moneda el metal americano, en lugar de invertirlo en empresas nacionales productivas, lo empleaban en la compra a países extranjeros de pertrechos de guerra y arsenales navales y en la contratación de tropas para el mantenimiento de sus territorios.

Este desajuste hubiese sido corregido si a una mayor oferta de dinero en circulación hubiese estado compensada por una mayor producción nacional. Por ello, los escolásticos tuvieron en consideración también por la producción industrial y agrícola.

2. Una creciente actividad de la agricultura, ganadería e industria en los territorios de la América española perjudicó la exportación de los productos procedentes de España.

Una reducción en la demanda de productos nacionales por parte de los americanos llevó consigo un disminución de la cantidad de oferta y del nivel de precios.

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TORRE DEL ORO

Otra cuestión económica a estudiar fue el concepto de interés bancario o usura, que era como se denominaba en aquella época, muy mal vista por la Iglesia.

El II Concilio de Letrán de 1139 condenó que el pago de una deuda fuese mayor que el capital prestado; el Concilio de Viena de 1307 prohibió explícitamente la usura y se calificó de herética cualquier legislación que la tolerase; los primeros escolásticos reprobaban el cobro de interés. En la economía medieval los préstamos eran consecuencia de una mala cosecha, un incendio en el taller artesanal, el hundimiento de un barco pesquero o mercante, etc.; en dichas condiciones, no podía menos que ser moralmente reprobable el cobro de un interés.

En el Renacimiento la mayor movilidad de las gentes propició un aumento del comercio y la aparición de condiciones apropiadas para que los emprendedores iniciasen negocios lucrativos. Puesto que el préstamo ya no era para el autoconsumo sino para la producción, no podía contemplarse bajo el mismo punto de vista. La Escuela de Salamanca encontraba diversas razones que justificaban el cobro de un interés. Así, la persona que recibía el préstamo obtenía un beneficio a costa del dinero obtenido. Por otro lado el interés se podía considerar como una prima por el riesgo del prestatario a perder su dinero. También estaba la cuestión del lucro cesante, ya que el prestatario perdía la posibilidad de utilizar el dinero en otra cosa. Por último, y una de las aportaciones más originales, estaba la consideración del dinero como una mercancía por la cual se puede recibir un beneficio que sería el interés.

MERCADERES EN EL PUERTO DE CÁDIZ

Martín de Azpilcueta consideró también la influencia del tiempo en el cobro de intereses. Consideró que a igualdad de condiciones los bienes presentes valen más que los bienes futuros, y por lo tanto, es preferible recibir una cantidad ahora a recibirla en el futuro. Para que una renta en la actualidad sea más atractiva que en el futuro es necesario que sea mayor. En este caso el interés supone el pago del tiempo.

Esta idea está en la base del concepto de Interés de la Escuela Austriaca del siglo XX, y es por eso que los economistas austriacos lo consideran uno de sus precursores.

El origen de la Ciencia Económica no sólo surge de la necesidad de analizar los nuevos fenómenos desde un punto de vista cuantitativo y matemático. Los escolásticos de la Escuela de Salamanca tuvieron en cuenta los problemas jurídicos y morales derivados de la colonización americana.

La fundación de esta ciencia surgía entonces de la necesidad de legitimar desde un punto de vista moral la obtención de beneficios económicos en la actividad mercantil y financiera, y de la consecución de una constante inflación; surge de la necesidad de legitimar desde un punto de vista social la aparición de la valores como la avaricia, la usura, la competitividad y la ambición económica de los agentes económicos; y aparece para dar respuesta a la brecha moral abierta entre la nueva mentalidad de la naciente burguesía mercantilista y el tradicional pensamiento de la Iglesia. Por tanto, los temas de estudio se centraron principalmente en el hombre y su relación con la moral, la economía y la justicia, como no podía ser de otra manera en pleno Renacimiento y Humanismo.

No se trataba ya de juzgar moralmente sino de recomendar a los gobernantes medidas políticas que enriquezcan al país.

FRANCISCO DE VITORIA

El primero en dar respuestas fue Francisco de Vitoria, un dominico asentando desde 1506 en la Universidad de la Sorbona, donde estudió y enseñó hasta 1522. Durante su estancia parisina fue consultado por comerciantes españoles afincados en Amberes sobre la legitimidad moral de comerciar para incrementar la riqueza personal, una simple duda sobre su espíritu emprendedor y ambición empresarial.

Hasta ese momento, la teología consideraba reprobable el negocio monetario. La mentalidad cristiana de la época insistía en la pobreza y la hermandad de los hombres, deplorando la acumulación de riquezas. Las órdenes mendicantes españolas fundadas en el Medievo consideraban la posesión de bienes y la propiedad privada como, al menos, moralmente objetables. Frente a ellas los dominicos en general, y Tomás de Aquino en particular, habían defendido que la propiedad privada es, en sí, una institución humana moralmente neutra.

Vitoria y otros teólogos atendieron los nuevos planteamientos de la Modernidad, y prestaron atención a los asuntos económicos, conscientes de que la riqueza particular contribuye a la riqueza general. Se alejaron del pensamiento tradicional establecido y aportaron nuevos principios extraídos de la ley natural.

Una de las primeras cuestiones fue la acumulación de riqueza y propiedad privada por parte de la nueva burguesía mercantil.

Los escolásticos españoles llegaron a la conclusión de que el orden natural permite la libre circulación de personas, bienes e ideas y que, por ello, la propiedad privada tiene el efecto beneficioso de estimular la actividad económica y, con ello, el bienestar general de la sociedad.

monedas imperio español emperador plata
MONEDA DEL EMPERADOR CARLOS V
MONEDA REAL DE A SEIS

Otro escolástico, Diego de Covarrubias y Leiva afirmaba que los propietarios tenían no sólo derecho de propiedad sobre el bien sino que también, lo que es ya un rasgo moderno, tenían derecho exclusivo a los beneficios que pudieran derivarse del bien, aunque éstos pudiesen beneficiar o no a la comunidad. De todas maneras precisó que en momentos de gran necesidad todas las cosas son comunes.

Domingo de Soto consideraba que si no existía la división y reparto de bienes entonces tampoco existiría la paz social, aunque no lograba eliminar todos los males de la sociedad.

Luis de Molina, apoyando la tesis de Domingo de Soto, afirmaba que la propiedad privada era una institución de efectos prácticos positivos ya que, por ejemplo, los bienes serían mejor administrados por un solo dueño que si fuesen de propiedad comunal.

Por último, Juan de Mariana sostuvo los argumentos de sus compañeros escolásticos resumiéndolo en una sola frase: "Cuando un asno es de muchos, los lobos se lo comen".

La Escuela de Salamanca no llegó a elaborar una doctrina económica completa, pero estableció las primeras teorías económicas modernas para afrontar los nuevos problemas que habían surgido.

La influencia de los economistas escolásticos españoles se extendió a Portugal, Italia y los Países Bajos. Aun así, no consiguieron ponerlos en práctica ya que los escolásticos europeos todavía defendían el préstamo sin intereses según las teorías de Tomás de Aquino. Los escolásticos españoles consideraron totalmente moral y legítimo la utilización del crédito bancario como instrumento de fomento del comercio.

A comienzos del siglo XVII el ataque a los escolásticos fue insostenible y sus principios perdieron interés y terminaron desapareciendo. Desgraciadamente, no hubo continuación desde finales del siglo XVII, y muchas de sus aportaciones acabaron olvidadas para ser redescubiertas décadas después.

LUIS DE MOLINA Y JUAN DE MARIANA

Aunque no se ha encontrado una influencia directa, la Escuela de Salamanca se ha comparado muchas veces con la Escuela Austriaca.

El reconocimiento de la contribución de la Escuela de Salamanca no sólo a la fundación de la economía moderna, sino también al desarrollo teológico, político y jurídico ha sido defendido por numerosos especialistas:


Wilhelm Endemann publicó un libro dedicado en 1874. Entre 1927 y 1928, André Sayous recogió las opiniones que sobre los cambios monetarios ya adelantaron varios escritores franceses, italianos y españoles del siglo XVI. Sayous cree que los más sugestivos son los españoles, ocupándose especialmente de Tomás de Mercado. Los demás autores españoles que menciona son de una importancia desigual: Juan Díez Freyle, Cristóbal de Villalón, Luis Saravia de la Calle, Luis de Alcalá y Francisco García.

En opiniones expresadas por Venancio Carro o Beltrán de Heredia, y en el extranjero, por el norteamericano Scott Brown, el francés Ernest Nys, y el sabio alemán Martin Grabmann, la regeneración de la escolástica europea no se limita a Vitoria y los teólogos dominicos, sino también a otras órdenes religiosas, en especial los jesuitas.

Entre 1941 y 1942, el profesor Ullastres publicó dos artículos que analizaban la teoría monetaria de Martín de Azpilcueta.

Bajo la dirección del premio Nobel Friedrich von Hayek, la economista e hispanista británica Marjorie Grice-Hutchinson comenzó a estudiar el pensamiento de los escolásticos españoles de los siglos XVI y XVII, y fruto de ello es su obra sobre la Escuela de Salamanca titulada The School of Salamanca, Readings in Spanish Monetary Theory, 1544-1605, publicado en 1952. Este es un libro destinado a lectores de habla inglesa que explica el mercado monetario español en la segunda mitad del siglo XVI, los predecesores doctrinales de la escuela, sus miembros, y algunas de sus contribuciones a la teoría monetaria: sus doctrinas del origen y funciones del dinero, su teoría del valor, y su teoría de los cambios. Se intenta esbozar la trayectoria de estas teorías en el pensamiento posterior, y se ofrece una breve bibliografía. Está escrito en lengua inglesa y basado en las investigaciones que hicieron a mediados del siglo XX expertos en historia de la economía como Sayous, Ullastres, Carrera y Larraz. El libro no aborda de la enseñanza moral sino más bien del puro análisis monetario, explicando que aunque los miembros de la escuela fueron primariamente teólogos y juristas, emprendieron la difícil tarea de reconciliar la doctrina tomista con el nuevo orden económico. Con el tiempo, fue influyendo en el mundo de los historiadores y economistas extranjeros.

El espaldarazo final a la denominación Escuela de Salamanca de economistas vino dado por Joseph Schumpeter en su Historia del análisis económico publicado en 1954, aunque muchos historiadores económicos ya emplearon el apelativo antes que él. Schumpeter estudió la doctrina escolástica en general y la española en particular, y elogió el alto nivel de la ciencia económica en la España del siglo XVI. Según él esta escuela fue el grupo que más se merece el título de fundador de la Ciencia Económica.

ESCUELA DE SALAMANCA FUNDADORA DEL DERECHO INTERNACIONAL DE GENTES


La Escuela de Salamanca fue la primera corriente de pensamiento de carácter económico, moral y jurídico, basada en el Iusnaturalismo católico que debatió los problemas morales derivados del innovador sistema comercial y de la mentalidad neo-mercantilista generada en Europa durante la Modernidad y el descubrimiento del Nuevo Mundo.

Este movimiento fue llevado a cabo por un grupo de profesores de la Universidad de Salamanca durante los siglos XVI y XVII. Se trató de un grupo de teólogos y juristas que basándose en la teoría del Iusnaturalismo, desarrollaron las primeras leyes en Derecho Internacional de Gentes, precursores de los Derechos Humanos. Relacionando la democracia con la justicia definieron el concepto de la Comunidad Internacional, que Francisco de Vitoria definió con trazos firmes, que Domingo de Soto perfeccionó y que Vázquez de Menchaca ratificó.

Tuvieron una importancia decisiva en el Concilio de Trento, ya que el Pensamiento español estaba a la cabeza intelectual de Europa.

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ESCUELA DE SALAMANCA FUNDADORA DEL DERECHO INTERNACIONAL DE GENTES

Desde comienzos del siglo XVI, las concepciones tradicionales del hombre y su relación con Dios y con el mundo sufrieron una evolución debido al descubrimiento del Nuevo Mundo, y a la aparición del Humanismo y de la Reforma protestante. Estos acontecimientos de la Edad Moderna originaron un importante cambio de pensamiento en el concepto del "hombre en sociedad".

En aquella época, Europa se dividía intelectualmente en posiciones nacionalistas, gibelinas (a favor del Emperador) o güelfas (a favor de la supremacía del Papa). España no podía aceptar el poder jerárquico temporal del papa, pero tampoco el nacionalismo que aspiraba a heredar el Sacro Imperio Romano Germánico.

En España apareció una nueva clase mercantil relacionada con las innovadoras técnicas de financiación que habían generalizado nuevos tipos de contratación y de cambio, siendo Sevilla el núcleo urbano donde esta nueva clase social se hizo más notable. Se convirtió así en el país privilegiado de los nuevos fenómenos económicos que se estaban operando, y fue precisamente en España donde se produjeron las nuevas corrientes del pensamiento económico moderno.

La preocupación por el problema moral de la usura se intensificó debido a un conjunto de factores como el crecimiento de las actividades comerciales, las malas cosechas, la exportación de productos a las provincias de ultramar, el monopolio del mercado americano por parte de unos pocos comerciantes, el aumento de la cantidad de dinero en circulación por los desembarcos de plata procedentes de las minas americanas, etc.

SALAMANCA Y EL RÍO TOMES

Surgía entonces la Escuela de Salamanca como una
corriente de pensamiento de carácter económico, moral y jurídicoque intentaba debatir los problemas derivados del innovador sistema comercial y de la mentalidad neo-mercantilista generada, además de las nuevas relaciones internacionales entre países. Este movimiento fue desarrollado por un grupo de profesores de la Universidad de Salamanca durante los siglos XVI y XVII, con novedosas aportaciones de Francisco de Vitoria, Martín de Azpilcueta, Tomás de Mercado, Domingo de Soto, Luis de Molina, Domingo Báñez, Francisco Suárez y Vázquez de Menchaca. Se trataba de un grupo de escolásticos españoles, teólogos y juristas, seguidores de las corrientes iusnaturalistas y moralistas, que realizó la tarea de reconciliar el Tomismo (doctrina de Santo Tomás) con el nuevo orden social y económico, y abordar los nuevos cambios desde una nueva perspectiva. Tuvieron una importancia decisiva en el Concilio de Trento.

La característica más común a estos juristas españoles fue la defensa del Iusnaturalismo: idea jurídica por la cual las relaciones internacionales deben ser regidas por normas éticas y por principios derivados de la ley natural.

El Iusnaturalismo católico es una corriente de pensamiento que afirma la existencia de unas leyes naturales creadas por Dios y que rigen la vida del hombre y de las sociedades. Unas libertades de los hombres y de los pueblos que son algo inherente a ellos mismos y que, por tanto, les pertenecen por encima de las consideraciones de cualquier príncipe o papa, e independientemente de su religión o vinculación política.

Esta visión del hombre fue novedosa en el contexto socio-político del momento, pero más innovador fue el ambiente de libertad con el que estos intelectuales fueron formulando los principios cuestionaban la presencia española en el Nuevo Mundo, incluso con el apoyo de los monarcas.

Los teólogos españoles de la decimosexta centuria creyeron que la ley natural regulaba no sólo las relaciones individuales, sino las mantenidas por comunidades políticas diferentes. Mientras, Nicolás Maquiavelo edificaba el derecho público interno e internacional sobre el principio de la Razón de Estado, desconocedor de todo ordenamiento ético o iusnaturalista, los españoles crearon una filosofía de la ley, de acuerdo con la razón y sometida a la moral.


CONCILIO DE TRENTO


Los temas de estudio se centraron principalmente en el hombre y su relación con la moral, la economía y la justicia. No se trató de seguir una única doctrina, sino más bien de debatir cuestiones desde diferentes puntos de vista, que ocasionaron una enorme vitalidad intelectual.

Por la amplitud de temas tratados fueron surgiendo dos sub-escuelas o corrientes: la de los Salmanticenses y la de los Conimbricenses:

La Escuela de los Salmanticenses comenzó con Francisco de Vitoria, llegando a su máximo esplendor con Domingo de Soto, todos ellos de la orden de los dominicos.

La Escuela de los Conimbricenses estuvo formada por los jesuitas que desde finales del siglo XVI tomaron el relevo intelectual de los dominicos, entre los que estaban Luis de Molina y Francisco Suárez.

El máximo exponente de esta Escuela y Universidad de Salamanca fue Francisco de Vitoria, quien supo renovar el método de la escolástica y la teología como un renacimiento del Tomismo, frente al pujante Humanismo. Su aporte fundamental a la teología fue el estudio de los problemas más cercanos al ser humano y de otras cuestiones hasta entonces sin abordar. El carácter práctico de su teología positiva influyó en la vida general y en otras universidades europeas, frente a la teología escolástica medieval.

El probabilismo nacía como la doctrina moral más importante de la Modernidad, gracias a las aportaciones de Bartolomé de Medina, Gabriel Vázquez y Francisco Suárez. Surgió de la necesidad de analizar los actos concretos en materia de derecho y economía, y de la repercusión en la sociedad ante las nuevas situaciones de cambio. La Escuela de Salamanca fue obteniendo una casuística de respuestas ante dilemas morales, pero como una casuística nunca podía ser completa, también buscó una regla o principio más general. A partir de entonces comenzó a desarrollar el probabilismo, donde el criterio último ya no era la verdad, sino la seguridad de no elegir mal.

EDIFICIO DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

A finales del siglo XVI, desarrolló la llamada Polémica de Auxiliis entre dominicos y jesuitas sobre la libertad del hombre y la existencia de Dios. Los jesuitas Prudencio Montemayor y Luis de León defendieron el libre albedrío del ser humano frente al pecado original y la gracia de Dios. De la otra parte, el dominico Domingo Báñez consideraba al hombre como ser predestinado y corrupto como consecuencia del pecado original, basándose en las teorías protestantes de Lutero.

La polémica continuó con la Concordia del libre albedrío y gracia de Dios, escrito en 1588 por el jesuita Luis de Molina. El resultado final del debate determinó la idea que era imposible hallar la predestinación o libertad del hombre en sus actos.

La Escuela de Salamanca renovó los conceptos medievales del derecho mediante una reivindicación de la libertad del hombre. Iniciaron una doctrina jurídica que reclamaba los derechos naturales del hombre a la vida, a la dignidad, a la propiedad, a la libertad de pensamiento, etc.

Redefinió el concepto de Derecho natural o doctrina Iusnaturalista, aquella que defiende las leyes de hombre originarias desde la misma naturaleza, y todo aquello que exista según el orden natural comparte ese derecho. Concluyó en que si todos los hombres comparten la misma naturaleza también comparten los mismos derechos.

Estas ideas iusnaturalistas se llevaron a la práctica en América donde reconocieron los derechos de los indígenas, como el derecho a la propiedad de sus tierras o a la prohibición del uso de la fuerza como medio para convertirles al Cristianismo. La justicia era entendida como una ley natural para el individuo que vive en sociedad.

Desarrolló una teoría sobre el moderno Derecho de gentes (ius gentium). Su principal artífice fue Francisco de Vitoria quien basándose en la legitimidad del poder de un soberano en una comunidad particular, la extrapoló a la comunidad mundial. Para Vitoria, la comunidad internacional debía regirse por un conjunto de leyes justas con los derechos de todos los pueblos, ya que la armonía y convivencia de la Humanidad depende de la convivencia de cada uno de los estados que la componen.

Un derecho y una justicia internacionales regularían las relaciones entre estados, en lugar de justificarlas por la fuerza mediante guerras. Francisco de Vitoria se convirtió en el promotor del Derecho internacional de gentes. Contrario a estas ideas estaba Nicolás Maquiavelo, consideraba al Estado como un conjunto moralmente autónomo y que, por tanto, no podía ser juzgado según normas externas o derecho internacional.


ESCULTURA DE FRANCISCO SUÁREZ,
FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD HISPALENSE

Francisco Suárez evolucionó el derecho de gentes diferenciando el Derecho internacional común de la mayoría de estados (ius inter gentes) del Derecho civil específico de cada pueblo (ius intra gentes).

Varios miembros de la Escuela de Salamanca iniciaron una teoría de la separación de potestades: la del derecho divino y la del derecho natural; que hasta la época no se había desarrollado. Defendieron que el origen del poder real tenía su origen en la soberanía del pueblo, el cual la transmite al príncipe gobernante en bases a un pacto o contrato entre ambas partes: los seres humanos son libres por naturaleza e insubordinados a cualquier otro ser humano, aunque gobernados por un rey podían deponerlo si este no era justo.

Por el contrario, la Corona inglesa se mantuvo en la medieval idea por la cual el poder real era originado por designio divino: el rey era receptor de la ley de Dios en la tierra para gobernar a los hombres, por lo tanto, aquellos súbditos que no acataran la ley del rey deslegitimándolo y contraviniendo el mandato de Dios.

Suárez se convirtió en el principal defensor ese pensamiento iusnaturalista. En su obra Defensio Fidei Catholicae adversus Anglicanae sectae errores, escrita en 1613 defiende la soberanía del pueblo frente al poder real por designio divino. Para Suárez la comunidad se forman mediante un pacto entre hombres libres y soberanos, y esta a su vez otorga un poder político a otro hombre para ser gobernados en base a relaciones de contrato. Esta forma de gobierno natural establecido por contrato entre sus miembros es un principio de democracia. Su teoría contractualista considera que la comunidad puede elegir sus instituciones de gobierno, como monarquía, oligarquía o república, si mantienen el acuerdo en plenitud de condiciones.

Surgía a su vez una separación entre iusnaturalistas: de una parte, Luis de Molina sostenía que el origen del poder partía de un conjunto de soberanos individuales; de otra, Francisco Suárez defendía que el receptor del poder era la comunidad como un todo.

ESCUELAS MAYORES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

La Escuela también razonó los motivos por los cuales un colectivo estaba legitimado a hacer la justa guerra contra un enemigo, a pesar de las desastrosas consecuencias que podría ocasionar un conflicto bélico. Sólo estaba justificado hacer la guerra en defensa propia o de carácter preventivo o de castigo contra un enemigo que amenaza. Además, para considerarse una guerra justa, el pueblo debe dar su aprobación, el gobernante debe apurar todas las opciones de negociación con el atacante, efectuar una respuesta en relación al daño recibido, y sin atacar inocentes o tomar represalias desproporcionadas.

Por lo tanto, eran consideradas guerras injustas las dedicadas al robo, a la expansión territorial, de carácter religioso o en busca de gloria.

En la época del colonialismo moderno, España fue la única nación europea en la que un nutrido grupo de intelectuales debatió sobre la legitimidad de una conquista, la de América, en lugar de justificarla por las tradicionales convicciones.

Francisco de Vitoria fue el primero en negar la licitud de la conquista y dominio de las tierras descubiertas mediante las Bulas Alejandrinas, ya que el poder del papa era temporal, ni por el primado universal del emperador, ni por conversión voluntaria de los indios. A los indios les consideraba hombres libres por naturaleza, dueños de sus tierras, y exentos de herejía o pecado ante el desconocimiento del cristianismo.

Ante estas bases, Vitoria investigó bajo que justificaciones puede un estado iniciar el dominio de las tierras descubiertas y desarrolló siete títulos legítimos y otros siete ilegítimos.

Estos siete Justos Títulos fueron:


1. Los españoles tienen el derecho de propagar la religión cristiana en América.

2. La protección de los naturales convertidos al cristianismo cuando sean perseguidos por otros pueblos paganos.

3. Si los indios ya son cristianos, el Papa puede darles como señor cristiano a los Reyes Católicos.

4. Cuando hay delitos contra-natura, los españoles están obligados a intervenir.

5. Los indios libremente toman como rey al rey de España.

6. En las guerras indias, si los españoles actúan como aliados de unos u otros, también participan de los beneficios.

7. No podía ser afirmado con certeza, pero sí traerse a discusión. La consideración de los indios con su atraso, rústicos, discapacitados... deben ser protegidos.


ESTATUA DE FRANCISCO DE VITORIA
FRENTE A LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

El pensamiento de Vitoria tuvo una alta repercusión en la polémica suscitada entre teólogos y juristas españoles por el derecho y legitimidad moral de la conquista del Nuevo Mundo descubierto. Varios de sus discípulos como Domingo de Soto y Bartolomé de Carranza utilizaron sus títulos en el decisivo debate de la Junta de Valladolid de 1550-1551 entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas.

Por último, la Escuela de Salamanca también se dedicó a otras disciplinas: en poesía destacaron fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús; en música Francisco de Salinas, Lucas Fernández y Juan de la Encina; en matemáticas Pedro Chacón, Abraham Zacut y Pedro Sánchez Ciruelo, en astronomía y geografía el mismo Abraham Zacut.


FUNDACIÓN DE SANTIAGO DE CHILE