RACIONALISMO DE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA


A principios del siglo XVI, los países europeos que adoptaron la Reforma protestante sustituyeron la tradicional Inquisición católica por un terrorífico sistema de represión religioso-político. La Inquisición española actuó mediante un Racionalismo basado en la negación de la brujería como herejía, método del que carecía el Fundamentalismo de los países protestantes.

Además, elaboró una profunda reglamentación y metodología en los procesos judiciales que derivó por extensión en garantías procesales para los inculpados. Hablar de garantías en procesos inquisitoriales es cuanto menos arriesgado, pero mucho más justa y menos violenta que cualquiera de los sistema represivos protestantes.

El término "inquisición" significa "investigación". De hecho, la función principal de la Inquisición española fue el de investigar el verdadero origen de muchos conflictos sociales de la Edad Moderna, a ponerles remedio aportando soluciones culturales, y a castigar a los verdaderos culpables de los desórdenes.

Este hecho diferenciador hispano y positivo tuvo su explicación en el pensamiento de la Contrarreforma católica.

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RACIONALISMO DE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, en muchos lugares de Europa y Norteamérica se produjeron las "cazas de brujas" que acabaron con miles de mujeres (los brujos fueron minoría) quemadas en hogueras o degolladas, siendo especialmente diligentes en este aspecto los calvinistas y los luteranos.

En España, en ninguno de los territorios que conformaban la Monarquía hispánica, se dio este fenómeno con la virulencia que tuvieron en estos lugares, donde algunos autores hablaron de centenares de miles de condenados a muerte. Esta realidad parece desilusionar a algunos autores y eruditos que hubieran preferidos procesos escandalosos para aumentar la venta de libros, artículos, documentales, etc. Pero como lo que se sabe es que en España se actuó "racionalmente" en comparación con las atrocidades que se dieron más allá de los Pirineos.

Este hecho diferenciador hispano, y positivo en este caso, tuvo su explicación en el pensamiento de la Contrarreforma católica. Los teólogos españoles habían sido los principales artífices intelectuales de la Contrarreforma que culminó en el Concilio de Trento y, por lo tanto, centraron sus esfuerzos en parar las herejías que podían derivar en el Protestantismo, aparte de su acoso a los criptojudíos. Por otro lado, la Inquisición española alcanzó tal grado de eficacia que le llevó a desarrollar una profunda reglamentación y metodología en los procesos judiciales que se tradujo por extensión en garantías procesales para los inculpados.

Hablar de garantías en procesos que admitían la tortura como sistema probatorio es cuanto menos arriesgado, pero en comparación con otros tribunales europeos de la época (tanto eclesiásticos como civiles) sí puede realizarse tal afirmación. Hay que indicar que este fenómeno se produjo en todos los reinos y provincias de la Monarquía hispánica a pesar de que cada uno de ellos contaba con tribunales propios y cuerpos legislativos diferentes. Y esto se debe a que el Consejo de la Suprema Inquisición era el único tribunal que tenía jurisdicción en todos los territorios hispánicos, de ahí que los procesos fueran muy similares en todos los territorios. Esto fue así al entrar esta práctica dentro de sus atribuciones desde que las Cortes de 1598 acordaran que los delitos de maleficios eran casos privativos de la Inquisición y que las demás autoridades judiciales se debían abstener de intervenir en ellos.

Esta peculiaridad ha derivado en atribuir a la sociedad intelectual española de la Edad Moderna una característica denominada Racionalismo hispano, en la que se basaría su actuación y que se fundamentaba en la negación de la brujería como herejía. De todas formas, los procesos judiciales contra la brujería se sucedieron durante todo el siglo XVII; siendo la gravedad de las penas el verdadero elemento diferenciador, pues estas fueron casi siempre de rango menor y orientadas más a reconducir conductas morales y sociales que a la erradicación de actividades heréticas (que hubieran sido mucho más graves).

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EL AQUELARRE

El proceso de brujas de Zagarramurdi de 1610 afianzó esta tendencia intelectual a partir de aquel suceso. Y es que tuvo como consecuencia más inmediata que a partir de entonces jamás se produjeran en España juicios multitudinarios y masivos por brujería como los que se efectuaron en Europa (en algunos lugares de centro Europa hasta incluso entrado el siglo XIX).

Después de este proceso la absolución fue frecuente. Como bien afirman algunos historiadores, entre ellos Caro Baroja o K. Baschwitz, se trató de un hecho infrecuente y por eso muy destacable de la "victoria de la razón" frente a la habitual barbarie religiosa de estos siglos. Por esta razón, el proceso de Logroño a las brujas de Zagarramurdi tuvo una gran repercusión posterior, pues gracias al trabajo de Salazar, entre otros, se llegaría a la Constitución Omnipotentis del papa Gregorio XV, publicada en 1623. Mediante esta ley se suavizan los procesos contra la brujería, y en particular en la parte en que se decreta que los brujos y hechiceros sólo serán entregados a los tribunales civiles para que fueran estos quienes ejecutaran la pena de muerte, en los supuestos de que hubiera pacto con el diablo seguido de asesinato.

Con la confesión del brujo, la Inquisición advertía:
"Que no procede en estos casos por solo la forma de ser brujos y hacer los dichos daños, si no testifican de haberlos visto hacer algunos daños, porque muchas veces lo que dicen han visto y hecho les sucede en sueños y juzgan se hallaron en cuerpo y lo vieron e hicieron con los que testifican y les figura el demonio cuerpos fantasiosos de aquellos que dicen vieron sin haberlos visto ni hallándose allí para que hagan esos daños de inflamar en peligro a los que no tienen culpa."

Julio Caro Baroja afirmó en El señor Inquisidor y otras vidas por oficio:
"Los inquisidores eran más juristas que humanistas y teólogos. La jurisprudencia más o menos secreta que podían estudiar era grande, casi tan grande como el escepticismo de muchos de ellos, acostumbrados a ver imposturas y engaños en cantidad de actos hechiceriles. En el siglo XVII los españoles, por otra parte, no tenían mucha fama como magos y hechiceros. Alguien sostuvo —con clara animadversión hacia el país— que el diablo no se fiaba de sus habitantes."
La Inquisición española, tan deleznable en otros casos, actuó en este de modo ejemplar y tras estos sucesos de Zagarramurdi y su proceso de Logroño pocos juicios de brujería figuran en los archivos inquisitoriales peninsulares con condenas capitales. Así, cabe resaltar un hecho indiscutible: si en España y sus provincias ultramarinas no se llegaron a quemar brujas al nivel de otros lugares de Europa fue básicamente gracias al Santo Oficio, que en multitud de ocasiones frenó iniciativas de tribunales civiles (señoriales, municipales, o reales) que hubieran acabado fatalmente en la quema de mujeres inocentes y en su gran mayoría incautas y simples. Pues la ignorancia y la necedad unidas a la picaresca eran en verdad lo que se escondía tras el mundo del "sabbat" con sus fiestas nocturnas convocadas al son de un cuerno soplado por el diablo a las que acudían volando los brujos y brujas sobre el palo de la escoba.

El término "inquisición" significa "investigación". De hecho, la función principal de la Inquisición española fue el de investigar el verdadero origen de muchos conflictos sociales de la Edad Moderna, a ponerles remedio aportando soluciones culturales, y a castigar a los verdaderos culpables de los desórdenes. 

Fiel a la legalista tradición romana y católica, la España de la Inquisición dejó anotadas y registradas a través de las actas y sentencias de sus jueces, magistrados, notarios y escribanos cada una de las ejecuciones que llevó a cabo la Inquisición. Sin embargo, los países protestantes, en la más pura línea nórdica, nunca precisaron de una sola firma o un solo papel para enviar al verdugo en una jornada a más condenados de los que pudiese ejecutar la Inquisición española en más de tres siglos y medio. Y como quiera que parte de la cultura que hemos heredado del Puritanismo anglosajón y protestante consiste en que una gran mentira oculta equivale, si así conviene, a una gran verdad.

Sabbat brujas Hans Baldung Grien
EL SABBAT DE LAS BRUJAS

En Sicilia, se fundó el primer tribunal de la Inquisición, en 1220. Estaba integrado por teólogos de las órdenes franciscana y dominica, con dependencia directa de Roma.

En Roma, siguiendo los pasos de Sicilia, se fundó otro tribunal de la Inquisición, en 1233. Aunque su intención primigenia era la de acabar con la herejía albigense que tantos daños y desórdenes habían causado, a los tres años, en 1236, aplicó competencias a todo tipo de cuestiones religiosas con implicaciones sociales.

En Francia la expulsión de los judíos se efectuó entre los siglos XII y XIV y las persecuciones a los cátaros en los XII y XIII, donde 20.000 de ellos fueron ejecutados. El siglo XIV continuó con el exterminio de los templarios, donde fueron quemados cerca de 500 caballeros de esta orden religiosa. Durante los reinados de Carlos IX, Enrique III y Luis XIV, en los siglos XVI y XVII la represión contra los hugonotes costó la vida a 10.000 personas. Esta cifra aumenta considerablemente a 117.000 campesinos ejecutados en la población católica de La Vendée. Y durante la Revolución francesa, los jacobinos represaliaron a unos 40.000 sacerdotes y religiosos.

En Alemania la persecución y expulsión de judíos se llevó a cabo entre los siglos XII y XIV. Ya en la Modernidad y con la llegada de la Reforma protestante liderada por Martín Lutero, la quema de brujas en los siglos XVI y XVII llegó hasta 100.000 personas. Cifra que superó la persecución contra los católicos, que llegó a 150.000 personas. El Malleus Maleficarum (Martillo de las brujas) era el libro de cabecera para inquisidores. Según Lutero "las magas deben ser ajusticiadas, porque son ladronas, rompedoras de matrimonios, bandidas, asesinas,..."

En Inglaterra, la matanza y expulsión de los judíos en el siglo XIII costó la vida a 16.000 personas. Durante el reinado de Enrique VIII, entre los años 1532 y 1547, fundador del Anglicanismo, unas 72.000 católicos fueron ejecutados por no someterse a la ortodoxia de su protestantismo. En 1542, aprobó la pena de muerte contra la brujería. Por contra, María Tudor, de confesión católica, ejecutó a 300 anglicanos.

En Irlanda, Cromwell aniquiló a 60.000 católicos en el siglo XVII, prohibió el Catolicismo y confiscó numerosas tierras. En 1652, el Parlamento inglés aprobó una ley para que los sacerdotes católicos sean colgados, decapitados, descuartizados y quemados, y después sus cabezas sean expuestas en público.

En Escocia, John Knox prohibió el Catolicismo en 1559 y 1.000 mujeres fueron quemadas al ser acusadas de brujería.

En DinamarcaSuecia y Noruega, de confesión luterana, la pena de muerte para los sacerdotes católicos se aplicó mediante una ley desde 1624 hasta 1815.

En Holanda, de confesión calvinista, se realizó una dura persecución contra los católicos desde 1573 hasta 1795. Durante los siglos XVI y XVII, la quema de brujas provocó la ejecución de 60.000 personas.

En Suiza, el líder protestante Juan Calvino es responsable directo de 569 ejecuciones en la hoguera. Una de estas fue la de Miguel Servet, científico español que descubrió la circulación pulmonar de la sangre, quemado en una hoguera de Ginebra en 1553. En el siglo XVII, 10.000 personas fueron quemadas en la hoguera por brujería.

En Bohemia, actual República Checa, tuvieron lugar las Guerras husitas de carácter religioso. El líder Juan Huss fue condenado a la hoguera en 1415.

En España, la Inquisición español actuó desde finales del siglo XV hasta el siglo XIX. En total se contabilizan a 4.333 personas ejecutadas, de las cuales: 3.748 fueron condenadas por judaizantes, 280 por moriscos, 150 por protestantes, 130 por sodomía o bestialismo, y 25 por superstición o brujería.

Galileo Santo Oficio pintura Robert-Fleury
GALILEO ANTE EL SANTO OFICIO

A principios del siglo XVI, los países que adoptaron la Reforma protestante sustituyeron la tradicional Inquisición católica por un terrorífico sistema de represión religioso-político. Pocos, años antes, había aparecido la Inquisición española, mucho más justa y menos violenta que cualquiera de los sistema represivos protestantes.

Un ejemplo comparativo podría hacerse entre España e Inglaterra. En los 350 años que duró la Inquisición española, fueron condenados a muerte poco más de 4.000 personas (descontado algunos casos donde el procesado estaba fugado o en rebeldía y se quemaba una efigie o monigote en forma simbólica). En diez veces menos espacio de tiempo, en 35 años, el sistema represivo inglés ejecutó a unas 200.000 personas, es decir 50 veces superior.

Según la ortodoxia protestantes, la libertad religiosa que propugnó Lutero consistía en que el pueblo entero tenía que someterse a la religión del rey, convirtiendo a la Iglesia en una herramienta al servicio del gobernante. En Inglaterra, Enrique VIII de Tudor se desmarcaba de la Iglesia católica para fundar la suya propia, la anglicana, con el propósito de que avalaran los divorcios y matrimonios que le convenían. Así, se modificó la naturaleza de la Carta Magna y del Parlamento, y se obligó a creer en la nueva Iglesia a todo el pueblo. Su sucesora, María Tudor, católica, hizo al pueblo volver a la obediencia de Roma. Después, Isabel, que era anglicana, obligó a los ingleses a convertirse a al anglicanismo de nuevo. Por último, Cromwell, puritano, obligó al pueblo inglés a hacerse puritano. Cada una de las conversiones de la Monarquía inglesa hacia un nuevo orden cristiano, fue seguido de una oleada de terror, persecución y ajusticiamiento a todo aquel inglés que no se sometiera a la religión oficial del su rey de turno.

Esto en los que provocó que decenas e incluso centenares de miles de "infieles" católicos fuesen ejecutados por un sistema religioso represor dependiente del político.

Aunque España fue el último país en abandonar la Inquisición, ya hacía mucho tiempo que no ejecutaba a muerte a supuestas brujas. La última fue la adolescente catalana Magdalena Duer, ejecuta en 1611; mientras que en Suiza la última ejecución con Anna Göldin en Glaris fue en 1782, en Europa occidental, y en Polonia en 1793, en Europa oriental.

Santo Domingo albigenses Pedro Berruguete
SANTO DOMINGO PRESIDIENDO UN AUTO DE FE

Anónimo, sobre la Inquisición española:
"merced a la puntuosa burocracia de la monarquía austríaca, todos y cada uno de los chicharrones que hubo, muchos pero no tantos, figuran debidamente registrados los procesos, nombres y apellidos. Cosa de que no pueden presumir, por cierto, los gabachos del cristianísimo rey de Francia, los malditos herejes de más arriba o la Inglaterra siempre falsa, miserable y pirata; que cuando quemaban ellos lo hacían alegremente y a montón, sin orden ni concierto y según les venía en ganas o en intereses, condenando atajo de hipócritas."

EXPEDICIÓN DE HECETA Y BODEGA A ALASKA Y LA COSTA NOROCCIDENTAL DE AMÉRICA


La expedición marítima de Bruno de Heceta y Francisco de la Bodega a la costa noroccidental de América de 1775 tuvo como objetivo llegar hasta los 65 grados de latitud norte (Actual estado de Canadá), descubrir los asentamientos rusos y tomar posesión de las tierras descubiertas para la corona española. Una serie de accidentes geográfico a la largo de la costa fueron descubiertos por primera vez por una expedición marítima: el estrecho de Heceta, el cabo de Heceta, la isla de Nutka (Vancouver) o la rada de Bucareli.

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EXPEDICIÓN A ALASKA Y LA COSTA NOROCCIDENTAL DE AMÉRICA

La reivindicación de la soberanía española sobre Alaska y la costa noroeste del Pacífico se remonta a la bula papal Inter caetera de 1493 y los derechos contenidos en el Tratado de Tordesillas de 1494. Estos dos actos formales dieron a España los derechos exclusivos para colonizar todo el hemisferio occidental (excluyendo a Brasil), incluida toda la costa oeste de América del norte. La primera expedición europea que realmente alcanzó la costa oeste de América del norte fue dirigida por Vasco Núñez de Balboa, que llegó a la costa del Pacífico de Panamá en 1513. Balboa reclamó el océano Pacífico para la Corona española, así como las tierras que tocase, incluyendo todas las de la costa oeste de América del norte. Esta acción de Balboa consolidó aún más la demanda española de control exclusivo de toda la costa occidental de América del norte.

Confiado en sus pretensiones, el Imperio español no exploró ni realizó asentamientos en la costa noroeste de América en los siguientes 250 años después de la reclamación de Balboa. Sin embargo, a finales del siglo XVIII, el Imperio ruso tenía intención de establecer asentamientos a lo largo de la costa del Pacífico. Por otra parte, los británicos ya habían establecidos amplios territorios coloniales en el noreste de la costa atlántica. En España surgía una creciente preocupación acerca de sus reclamaciones en la costa noroeste del Pacífico y se dispuso a conocer el alcance de las invasiones de Rusia y Gran Bretaña.
Para afirmar la soberanía española, en respuesta a los rumores sobre la presencia de asentamientos rusos en la costa norteamericana del océano Pacífico (actualmente Estados Unidos y Canadá), el virrey de Nueva España, Antonio María Bucareli y Ursúa, ordenó una expedición para extender hacia el norte las posesiones españolas.

JUAN FRANCISCO DE LA BODEGA Y BRUNO DE HECETA

Una primera expedición española a la costa noroeste del Pacífico, liderada por Juan José Pérez Hernández en 1774, no llegó tan al norte con el barco Santiago como se había planeado, a pesar de haber recorrido diversos parajes costeros de Alaska y Canadá, y se decidió organizar una segunda expedición. Por esas fechas, un grupo de oficiales había llegado a la base naval de San Blas de Nayarit (México), recién titulados en las mejores academias navales de España, expresamente contratados con el fin de ayudar a completar esta importante expedición. El virrey puso al mando de esta expedición a Bruno de Heceta, siendo Juan Pérez Hernández el segundo al mando. También contó con la colaboración de Juan Francisco de la Bodega.

Bruno de Heceta y Dudagoitia era bilbaíno, nació en la capital vizcaína en 1744. Llegó a México a finales de 1774. Según el cartógrafo Vicente Tofiño, miembro de la Vascongada, tenía mucha experiencia en la determinación de la latitud y la longitud en la mar. Esta última determinación revestía particular dificultad con los medios disponibles en el siglo XVIII, motivo de frecuentes y graves errores, pues no se había generalizado todavía la utilización de los primeros cronómetros de longitud y se recurría a complejos métodos astronómicos como el del cálculo de las distancias lunares, ensayado por primera vez en la marina española por José Mazarredo y Juan de Lángara, en 1772, durante su viaje en la fragata Venus.

Juan Francisco de la Bodega y Quadra fue uno de los más brillantes navegantes y exploradores del siglo XVIII. Nació en Lima, aunque de origen vasco, ya que su padre fue un vizcaíno que se trasladó a Perú, donde desarrolló una fructífera actividad económica. Francisco de la Bodega estudió en la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz en 1762. Estuvo navegando por el Mediterráneo y el Atlántico hasta 1768, año en el cual fue destinado a San Blas de Nayarit, puerto fundado en 1768 para impulsar la colonización de California y la exploración del Pacífico norte.

SELLO DEDICADO A FRANCISCO DE BODEGA Y QUADRA

La expedición tenía como objetivo llegar hasta los 65 grados de latitud norte, descubrir los asentamientos rusos y tomar posesión de las tierras descubiertas para la corona. Estaba formada por 160 hombres, en su mayoría por mexicanos, que navegaron en tres barcos: la fragata Santiago, con 90 hombres y capitaneado por el propio Bruno de Heceta; el paquebote San Carlos, capitaneado por Miguel Manrique, que llevaba suministros para la expedición; y la goleta Sonora, un barco de escolta y abastecimiento, oficialmente el Nuestra Señora de Guadalupe, inicialmente al mando de Juan Manuel de Ayala y luego comandada por Francisco de la Bodega y Quadra.

La goleta Sonora había sido expresamente acondicionada para afrontar fuertes olas y vientos implacables en zonas de bancos de arena y arrecifes, y serviría de complemento para llevar a cabo el reconocimiento y la cartografía de la costa, y podría tocar tierra en los lugares en que el Santiago, mucho mayor, había sido incapaz de hacerlo en su viaje anterior. De esta manera, la expedición podía reclamar oficialmente las tierras al norte del Virreinato de Nueva España que visitase.
La misión, planeada para una duración de un año, partió el 16 de marzo de 1775. A los tres días de partir el capitán del San Carlos, Miguel Manrique, supuestamente enloqueció. Heceta transfirió a Juan Pérez al mando y le ordenó regresar a San Blas para que recibiese atención y luego reincorporarse a la expedición. Francisco de la Bodega y Quadra se encargó del mando de la pequeña Sonora con Francisco Maurelle como piloto. Tras regresar a San Blas, el San Carlos repostó en Monterrey (California), no logró alcanzarlos y decidió explorar la zona de la bahía de San Francisco, hasta que a mediados de septiembre regresó a San Blas.

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FRANCISCO DE LA BODEGA Y QUADRA EN VANCOUVER

Los dos barcos, Santiago y Sonora, navegaron juntos hacia el norte, y el Sonora demostró ser peor barco de lo esperado en aguas abiertas, debiendo de ser incluso remolcado en ocasiones por el Santiago. A pesar de una travesía difícil y sinuosa, los barcos avistaron finalmente la costa de California, el 9 de junio de 1775. Anclaron en la bahía durante dos días, comerciaron con los indios, fundaron el puerto de Santísima Trinidad, y reclamaron formalmente lo que hoy es la bahía de Trinidad, California, antes de zarpar de nuevo.
Siguieron navegando y el 11 de julio, volvieron a avistar tierra, esta vez una tierra verde e irregular, la costa del actual estado de Washington. Anclaron en una bahía y el Sonora, más próximo a la costa fue abordado por nueve canoas de quinault; estos indios les recibieron amistosamente, invitándoles a bajar a tierra e intercambiar objetos.

El 12 de julio, un grupo selecto de hombres del Santiago, formado por el comandante Heceta, el padre Benito de la Sierra, Cristóbal Revilla, el cirujano Juan González y el almirante Juan Pérez, realizaron un desembarco para llevar a cabo el acto formal de la posesión de la tierra conquistada. Llegaron con éxito a la costa y se convirtieron en los primeros europeos que ponían sus pies en lo que hoy es el estado de Washington, tomando formalmente posesión de esa tierra. De ese modo podría ser oficialmente considerada como parte del Virreinato de Nueva España y, por tanto, parte del Imperio español. En una ceremonia, Heceta nombró el lugar de desembarco como Rada de Bucareli (Grenville Bay), en honor del virrey.
Aproximadamente una hora después de tomar posesión, la pequeña lancha regresó rápidamente a la seguridad de los grandes buques. El acto fue un acontecimiento histórico, pero que fue ensombrecido más tarde, ese mismo día.
Cuando regresaron en la pequeña lancha a los dos grandes barcos, la marea había bajado. El Santiago quedó atrapado en una zona de bajíos rocosos y debió de esperar a una nueva marea, a una distancia de una milla. Desde el Sonora, Bodega envió un grupo de desembarco de siete miembros para obtener agua dulce y leña cortada. Cuando la pequeña lancha llegó a tierra, unos 300 guerreros quinault surgieron de la selva y masacraron a los siete tripulantes. Bodega lo vio con horror a través de su catalejo, pero no pudo hacer nada. Varios nativos remaron luego en canoas y trataron de subir a bordo del pequeño Sonora. Bodega entonces ordenó defenderse mediante disparos matando a algunos de los quinault en las canoas, y con una trabajosa maniobra dada la pequeña tripulación restante, y reunirse con el Santiago, que no había advertido la refriega.
Ambos capitanes no tomaron represalias, ya que tenían órdenes de "no ofender a los indios y hacer uso de las armas sólo en defensa propia" y continuar la expedición. Nombraron el lugar como punta de los Mártires y prosiguieron rumbo hacia el norte.

GOLETAS SONORA Y SANTIAGO

Las neblinas y los gruesos mares separaron ambos barcos el 29 de julio de 1775. El Santiago siguió rumbo norte hasta lo que hoy es la frontera entre el estado de Washington y Canadá, que alcanzó el 11 de agosto. En su viaje de vuelta al sur, con sólo el Santiago y una tripulación reducida, Heceta descubrió una gran bahía que penetraba hacia el interior. Trató de navegar en ella, pero las fuertes corrientes lo impidieron, incluso desplegando completamente las velas. Su tripulación era tan reducida que no podían manejar el ancla para esperar mejores condiciones. Escribió que las corrientes turbulentas lo llevaron a creer que era la boca de un gran río o un pasaje hacia otro mar.
Más tarde, encontró el estrecho de Juan de Fuca, llamando a la entrada como bahía de la Asunción, y realizó un mapa de lo que podía distinguir aguas afuera de la barra del río, que más adelante resultará ser el río Columbia. Posteriormente, los mapas españoles a menudo mostraban el estuario del río Columbia, con el nombre de entrada de Hezeta, río de San Roque, y variantes similares.

Tras separase, Bodega y Quadra continuó al mando del Sonora por la costa en dirección norte hasta alcanzar el 15 de agosto las aguas del Sitka Sound cerca de la población actual de Sitka, Alaska. Allí los españoles realizaron numerosos "actos de soberanía", nombrando y reclamando el puerto de Bucareli (Bucareli Sound), puerto de los Remedios y el monte San Jacinto, renombrado como monte Edgecumbe por el explorador británico James Cook, tres años después. Siguieron hacia el norte, reconocieron la ensenada del Susto (Sitka Sound), la isla de San Carlos (Forrester Island) y el cabo de San Agustín (Langara Island). En última instancia llegaron hasta una posición en la latitud 59° norte, casi la estipulada en sus órdenes.

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ENCUENTRO ENTRE BODEGA Y VANCOUVER

Ante la enfermedad del escorbuto que padecían la tripulación y su comandante, por la carencia de alimentos, el 8 de septiembre decidieron reemprender rumbo al sur. Con sólo dos marineros sanos a bordo, el Sonora ancló finalmente en la bahía de Monterey (California) el 7 de octubre 1775, cinco semanas después de que lo hubiese hecho Heceta con el Santiago. Bodega y Quadra y una inexperimentada tripulación nativa de México, lograron sobrevivir a numerosas peligros en su pequeño barco.

Bodega y Mourelle tuvieron que ser llevados a tierra para recuperase. Durante las siguientes semanas los dos comandantes y la tripulación del Sonora se recobraron la salud gracias a los misioneros y a sus compañeros del Santiago. El 1 de noviembre, los dos barcos partieron nuevamente y juntos se dirigieron al sur a San Blas, para informar de sus aventuras y logros al virrey y a Carlos III, rey de España.
Este viaje, aunque costoso en cuanto a vidas de tripulantes, fue históricamente muy importante. Se realizaron tablas y mapas precisos que más tarde sirvieron como prueba de la pretensión de España en el territorio costero de lo que ahora es Monterrey (California), hasta el golfo de Alaska. Disiparon los interrogantes sobre la presencia de comerciantes y asentamientos rusos y tomaron posesión formal de esas tierras de acuerdo al derecho internacional.
Posteriormente Heceta regresó a Europa, luchando en varias batallas navales contra Francia y el Reino Unido. Murió en 1807 con el grado de Teniente General. En su honor, en la costa del estado de Oregón se nombró el cabo de Heceta, donde se sitúa el faro de Heceta.

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CRUZ DE CARLOS III Y CABO HECETA

La segunda expedición a la costa del noroeste americano fue preparada con más cuidado. Esta vez estuvo dirigida por los tenientes Ignacio Arteaga y Francisco de la Bodega y Quadra, a bordo de las fragatas Princesa y Favorita. Con la excusa de su mayor antigüedad se le otorgó el mando a Arteaga aun a pesar de los notables méritos de Bodega, posiblemente por la predisposición en la Marina española a entregar el mando a oficiales peninsulares. Entre los oficiales figuraba el piloto Juan Bautista Aguirre. Su misión era explorar la costa noroeste y no interferir con los navegantes ingleses que asumían que habría en la zona.
La expedición partió el 11 de febrero de 1779, nuevamente de San Blas. Tras completar una gran vuelta en el Pacífico, los marinos se reunieron el 3 de mayo en el puerto de Bucareli, el cual exploraron detenidamente y levantaron varios planos. El 1 de julio, las fragatas se dirigieron hacia el noroeste y divisaron el monte San Elías y la isla Kayak (Alaska), que nombraron como isla de Nuestra Señora del Carmen. A continuación, los barcos recorrieron la costa oriental de la Hinchinbrook Island y descubrieron Port Etches, en donde permanecieron durante una semana.

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ISLA DE QUADRA Y VANCOUVER

Retomando la navegación, tomaron posesión de una bahía situada en el extremo sur de la península Kenai (Alaska), a 59 grados de latitud, que llamaron Nuestra Señora de Regla. Arteaga dio el nombre de Pamplona a un bajo y en la toponimia de la Carta reducida de la costa septentrional de California, trazada por Arteaga y Bodega en 1779, figuran nombres vascos como punta Ureta, punta Eguía, isla de Lángara, etc. En el Plano de la ensenada de Nuestra Señora de la Regla, una de las islas fue bautizada con el nombre de Arriaga.
En general, cartografiaron cada bahía y ensenada en busca del Paso del Noroeste llegando hasta los 59 grados de latitud norte. A causa del mal tiempo, regresaron a San Blas el 21 de noviembre. Este viaje completó el complejo proceso de reclamación del Pacífico noroeste para la Corona de España.
Una tercera expedición partió al año siguiente, en 1780, del puerto de San Blas al mando del capitán Francisco de Eliza a bordo de la fragata Concepción, para explorar la isla de Nutka (Vancouver). Eliza estuvo acompañado por el naturalista Mociño que estudió la flora y la fauna de ese territorio, y por el dibujante Atanasio Echeverría. Trataron con los nativos, fomentando algunos cultivos y realizando el levantamiento cartográfico de diversos puntos de la isla y costas adyacentes.

EXPEDICIONES ESPAÑOLAS EN LA COSTA NOROCCIDENTAL DE AMÉRICA