QUIETISMO DE MIGUEL DE MOLINOS


Miguel de Molinos fue un teólogo y místico del Barroco español que ha pasado a la historia del pensamiento por innovar una corriente filosófica y espiritual heterodoxa denominada Quietismo, también llamada Molinismo. Su Guía espiritual tuvo 
mucha repercusión en Europa, especialmente en Italia.

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MIGUEL DE MOLINOS

Miguel de Molinos Zuxia nació en Muniesa, provincia de Teruel, en 1628. A los 18 años comenzó a estudiar teología en el Colegio de San Pablo de la Compañía de Jesús, en Valencia. Tras ordenarse sacerdote el 21 de diciembre de 1652, fue confesor de monjas, perteneciendo al Colegio del Corpus Christi y a la Cofradía Escuela de Cristo, que fomentaba la reflexión espiritual.

En 1663, la Diputación valenciana le nombró postulador en Roma para promover un proceso de beatificación de Francisco Jerónimo Simón de Rojas. En esta ciudad transcurrió el resto de su vida, asentado en la iglesia agustina de San Alfonso, destacó como predicador, confesor, director espiritual y gran ascético iluminado. Llegó a convertirse en una de las figuras centrales de los círculos eclesiásticos e intelectuales de Roma. Aunque consiguió destacados adeptos, finalmente se hundió en el descrédito.

Fue figura eminente de un movimiento ligado con el Jansenismo, Carmelismo y Jesuitismo, pero al que Miguel de Molinos aportó originalidad, y lo llamó Quietismo. Escribió en prosa anterior a la decadencia de la época barroca, e incluso a la de Quevedo o Gracián, que recuerda la de fray Luis de León o San Juan de la Cruz. La doctrina Quietista está muy relacionada con el Budismo y su búsqueda del nirvana, existían ya antecedentes en las religiones orientales y en el Neoplatonismo, pero también estuvo influenciada por la obra de San Agustín.

CASA NATAL DE MIGUEL DE MOLINOS

Su Guía espiritual representó el último ejemplar de la tradición mística española, un auténtico "best-seller" de la época que se tradujo al latín, francés, holandés, alemán e inglés y del que se hicieron veinte ediciones en quince años. Fue publicada en italiano en Roma en 1675 con el significativo subtítulo de Que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz.

Para el Quietismo molinista, existen dos vías para llegar a Dios: a través del discurso y la meditación; y mediante el recogimiento interior y la contemplación. Se trataba de una concepción dualista esotérico-elitista. Consideraba su modelo de fe era superior, el otro inferior; por ello lazó críticas contra el método escolástico y los padres espirituales, que defendían un tipo de fe conceptual y externa.

La doctrina molinista representa la autonegación del Yo llevada a su máximo extremo: la aniquilación personal como espacio de relación con Dios. Para llegar a la paz interior, es necesario renunciar a la propia voluntad y someterse sin condiciones a la voluntad divina, eliminando todo vestigio de amor propio y de autoestima: "Esta hidra de siete cabezas del amor propio se ha de degollar para llegar a la cumbre del alto monte de la paz". Quien ama a Dios no puede amarse a sí mismo: "No está la dicha en gozar sino en padecer con quietud y resignación."

Molinos definía como perfecta aniquilación a "tenerse en baja estima a sí mismo y a todas las cosas del mundo". El camino para llegar a la fusión con Dios es la nada: "Vístete de esa nada y de esa miseria, y procura que esa miseria y esa nada sea tu continuo sustento y morada." La elección voluntaria del no-ser o del no-yo es la culminación del verdadero ser: "Por el camino de la nada has de llegarte a perderte en Dios, que es el último grado de la perfección."

En definitiva, el mejor camino para llegar a Dios y encontrar la felicidad es no hacer nada: el alma tiene que estar pura y sin pecado, aligerada de toda preocupación o meditación, y para ello debe estar quieta. Este vacío del espíritu es el camino más corto para llegar a Dios, y este se encargará de hacer lo demás.

GUÍA ESPIRITUAL DE MIGUEL DE MOLINOS

La influencia del Quietismo se extendió por naciones católicas y protestantes. Tan curiosa doctrina sobre la oración mental ganó numerosos adeptos, y no sólo en los conventos. Fue recibido por personalidades de su época, como el general de la Compañía de Jesús, Paolo Oliva, se hizo amigo del papa Inocencio XI, y mantuvo correspondencia con la reina Cristina de Suecia. 

El Quietismo repercutió sobre todo en Italia, donde Molinos consiguió ganarse la amistad de los cardenales Casanata, Carpegna, Azzolini y D'Estress, siendo este último más tarde su enemigo, y tuvo como seguidores a Leandro Coloredi, Cíceri y Petrucci, obispo de Jesi. En Francia difundieron el Quietismo el padre François Lacombe, madame Jeanne-Marie Guyon y el escritor Fénelon, que apoyó las doctrinas de Molinos sobre el amor divino. En Inglaterra la Guía espiritual ejerció una notable influencia sobre el movimiento cuáquero, y en Alemania sobre el místico August Hermann Francke.

A pesar de que en el extranjero lograse bastante notoriedad, Molinos no tuvo la misma reputación en España. El historiador Marcelino Menéndez Pelayo lo llamó "clérigo oscuro" en su Historia de los heterodoxos españoles. Siglos más tarde, el Quietismo influyó en José Ángel Valente, que inspiró su poesía del silencio en algunos postulados de Molinos, y en el escritor portugués Miguel Torga.

GUÍA ESPIRITUAL DE MIGUEL DE MOLINOS

Fuera del contexto teológico, en su Dictionnaire Historique et Critique de 1697, Pierre Bayle lo consideró un antecedente de la Ilustración, efectuando una descalificación del pensamiento oriental sobre la base de homologarlo al Quietismo. La filosofía de Schopenhauer y su crítica a la voluntad como la encarnación del mal están muy cerca del Quietismo molinista. También existe una relación entre la sublimación molinista de la nada y la ontología existencial de Heidegger, aunque éste designe lo realmente auténtico no en ser-nada, sino como ser-para-la muerte.

Los miembros de la Compañía de Jesús, cada vez más reacios a aceptar la experiencia mística como vía legítima del conocimiento de Dios, establecieron una campaña difamatoria contra Molinos. Fue el método de unión mística basado en la aniquilación, el recogimiento, la muerte mística, la oración de quietud y la suspensión de palabra y entendimiento, lo que cayó bajo sospecha teológica. Se estaban enfrentando dos conceptos de espiritualidad: el contemplativo molinista y el discusivo jesuita.

En 1678, movidos en parte por la envidia, los jesuitas Gotardo Bell'Uomo y Paolo Segneri criticaron las teorías molinistas, incluyeron sus obras en el Índice de libros prohibidos de 1681 y pusieron sobre aviso a la Inquisición. Para hacer frente a las acusaciones, en 1680, Molinos escribió Defensa de la contemplación, que no pudo ser editada. Escribió además La devoción de la buena muerte (Valencia, 1662) y Cartas a un caballero español desengañado para animarle a tener oración mental (Roma, 1676).

La Guía espiritual fue también denunciada por el cardenal d'Estrées, embajador en Roma del rey Luis XIV, que consideraba a los quietistas partidarios de la Casa de Austria y enemigos de Francia. Molinos fue detenido por la Inquisición el 18 de julio de 1685 y su proceso se prolongó dos años ante la dificultad de hallar pruebas incriminatorias sobre las supuestas desviaciones doctrinales de su Guía espiritual.

El 13 de septiembre de 1687, tuvo lugar el acto de abjuración solemne en la iglesia de Santa María Sopra Minerva. Bajo tortura y ante 23 cardenales, pidió perdón y confesó cualquier cosa que le imputaban. Fue condenado por "inmoralidad y heterodoxia" a prisión perpetua. Conducido de la mazmorra a un monasterio en Roma, Molinos moría el 28 de diciembre de 1696.

GUÍA ESPIRITUAL DE MIGUEL DE MOLINOS

El 20 de noviembre de 1687, Inocencio XI publicó la bula Coelestis Pastor condenando 68 proposiciones molinosistas de la Guía Espiritual por heréticas, blasfemas, subversivas, inmorales e incitar al pecado sexual.

El argumento teológico más reiterado es el de la inmoralidad y la incitación al pecado, es decir, al deseo sexual. Acusaba a Molinos de promover una espiritualidad que dejaría en suspenso, en virtud de la apelación a la quietud, la responsabilidad moral, que derivaría hacia la irresponsabilidad moral del pecado sexual. En síntesis, los tres principales argumentos serían los siguientes:

1. encarnar la tendencia natural a evitar esfuerzos y práctica de virtudes.

2. exagerar la gracia divina y la pasividad espiritual, hasta el punto de eliminar la voluntad, el esfuerzo y la responsabilidad, lo que conduciría a la ociosidad espiritual.

3. modificar el carácter de la unión mística, derivando hacia una especie de panteísmo donde no queda definido el límite entre el hombre y Dios.

En 1695, una ola de anti-misticismo, encabezada por Boussuet, condenaba en Francia la doctrina del Quietismo y perseguía a todos sus fieles.

LITERATURA SATÍRICA DEL ARBITRISMO ECONÓMICO


A finales del siglo XVI, surgió en España un género literario especializado en la burla y parodia al denominado Arbitrismo político y económico. Aquellos arbitristas que ofrecieron supuestas soluciones ilógicas y consejos partidistas para revertir la decadencia de la Monarquía hispánica fueron el objetivo a ridiculizar por de los literatos del Siglo de OroMiguel de Cervantes, Félix Lope de Vega, Alonso de Salas Barbadillo, Francisco de Quevedo o Tirso de Molina, entro otros, originaron una abundante literatura memorialista de carácter satírico.

LITERATURA SATÍRICA DEL ARBITRISMO ECONÓMICO

El relativo éxito obtenido por los arbitristas de la segunda mitad del siglo XVI, y otros tantos que les siguieron más tarde, animó a algunos neo-solucionadores a probar fortuna, analizando causas y proponiendo remedios, la mayoría sin preparación alguna. El error más típico entre ellos fue el de creer que un remedio sencillo o una solución parcial podría resolver el complejo problema que en su conjunto representaba la calamitosa decadencia del gran Imperio español.

Además de la ignorancia y el desconocimiento surgidos en el movimiento arbitrista, en 1586 aparecía también la picaresca y la mala fe gracias a un proyecto que expuso un italiano, Esteban de Lezcaro, llamado Arbitrio del vino. Consistía en adquirir el monopolio de la venta del vino en todos los territorios de la Corona de Castilla, incluidos los americanos durante doce años. A cambio, el distribuidor pagaría a la Real Hacienda pública un montante de 100.000 ducados al año. Este arbitrio se llevó a Cortes en 1588 y 1590. La proposición fue rechazada, pero supuso el comienzo de una oleada de peticiones arbitrales ingeniosas para conseguir negocios monopolísticos de menor calibre. El capellán de Felipe III, Sebastián de Covarrubias, advirtió 
que los arbitrios con tintes de picaresca trataban de "dar trazas de cómo sacar dinero, siendo muy perjudiciales para el Reino".

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EL COLOQUIO DE LOS PERROS, POR MIGUEL DE CERVANTES

Estos personajes fueron el objetivo a ridiculizar por de los literatos del Siglo de Oro, originándose una abundante literatura memorialista de carácter satírico.

La primera obra fue El coloquio de los perros, una de las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes, escrita en 1613. Supuso la primera caracterización literaria de un arbitrista. La obra se centra en cuatro pacientes del hospital de Valladolid: un alquimista, un poeta, un matemático y "un de los que llaman arbitrista, contraste entre la altura quimérica de sus preocupaciones y la miseria de su situación". Según Jean Vilar, eran "cuatro pobres diablos, cuatro pensamientos en ebullición".

La caricatura del arbitrista era la de un "pobre diablo" junto a un nostálgico de los tiempos caballerescos, un buscador de la piedra filosofal y un especulador de la cuadratura del círculo, todos ellos encamados. Tres colgados a los que se suma "el nuevo despropósito del remedio único de los males del Estado". El propio arbitrista se encarga de explicar sus intenciones:
"Yo, señores, soy arbitrista y he dado a Su Majestad en diferentes tiempos muchos y diferentes arbitrios, todos en provecho suyo y sin daño del reino; y ahora tengo hecho un memorial donde le suplico me señale persona con quien comunique un nuevo arbitrio que tengo, tal que ha de ser la total restauración de sus empeños."
El mismo tono indulgente que con el que Cervantes dedicó a su arbitrista se repetía en la segunda parte del Quijote, cuando el cura y el barbero trataban de constatar la supuesta recuperación mental del hidalgo y para ello charlan sobre las noticias que viene de la Corte. Hasta don Quijote les confiesa que tiene la intención de dar al rey una serie de consejos. El pobre señor se despacha así "de la cumbre de la locura hasta el profundo abismo de la simplicidad", que es el Arbitrismo.

DIBUJO DE DON QUIJOTE, EL CURA Y EL BARBERO

Pero el Arbitrismo literario empezó a adquirir importancia a partir de 1620, y el movimiento arbitrista fue adoptando un carácter despectivo en la época, que terminó denominando a los arbitristas como "locos razonadores" y "locos repúblicos y de gobierno", y considerando sus dictámenes como disparatados e imposibles.

Si durante algún tiempo, el arbitrio de medidas simples y sencillas resultó efectivo para el pueblo y el Estado, con el tiempo aquellas cayeron en desprestigio porque parecían descabelladas y fantásticas, en un caso, simplonas e infantiles, en otro. Una de las medidas arbitristas que movieron a la hilaridad fue aquella de "queda prohibido a los piratas abordar a los barcos españoles".

La mala fama que alcanzaron los arbitrista fue debido en la mayor parte a que más que ayudar perjudicaron los intereses del Estado, siendo gravosos para la Hacienda pública. Así es como lo consideraron literatos como Cervantes, Lope de Vega, Salas Barbadillo o Quevedo. Porque si Cervantes y otros escritores de menor renombre atribuyeron a los arbitristas vicios derivados de su nulidad mental, otros como Caxa de Leruela los despreciaban por su idealismo. Muchos, como Covarrubias, los acusaron de usar malas formas, y los hubo, como Pedro de Valencia, que consideraron que sus arbitrios eran un "un veneno lisongero y engañoso" enfermando al Estado.

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EL PARNASSO ESPAÑOL, POR FRANCISCO DE QUEVEDO

Quien con mayor dureza criticó a los arbitristas fue Francisco de Quevedo. Aseguraba que Judas y el demonio eran arbitristas, lo situaba a medio camino entre aventureros y charlatanes, y los definía en lengua latina con epítetos tales como arcigogolantes, alkemistas, arbitristas inicuos, etc. En varios pasajes de sus obras los acusa de ser la causa de toda clase de catástrofes. Según el literato, uno de ellos está tan enfrascado en escribir sus teorías que no se da cuenta de que se ha sacado a sí mismo un ojo con la pluma. El arbitrista ridiculizado por Quevedo es el que "quita a todos cuanto tienen, convenciéndole de que le enriquece con quitárselo" y el que persuade al expoliado de que, en lugar de quitarle, le dan.

La primera obra en la que Quevedo hizo referencia al Arbitrismo fue Sueños, escrita en 1605. en ella 
reflejó magistralmente la percepción de fracaso económico, como parte de la más general decadencia española en su célebre poema:
"Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España,
y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero."
Décadas más tarde, en 1636, publicaba La hora de todos y la fortuna con seso, donde hizo la más dura crítica contra los arbitristas a quienes llegó a considerarles fuego y Anticristos.

SUEÑO DEL INFIERNO, POR FRANCISCO SANS CABOT

Uno de los pioneros en este género literario fue el mayor satírico italiano del momento, Boccalini. Una de sus sátiras parte de una embarcación llena de estos embaucadores, "dedicados al lucrativo negocio de las gabelas"; esta es enviada por el dios Apolo desde el Parnaso con destino al Imperio otomano con la intención de que, a base de insistir en descomunales sugerencias, consigan hundir al Gran Turco. Esta sátira enlazó con otra receta, escrita en italiano, llamada Avisos del Parnaso. En él, Júpiter se propuso reformar el Universo asistido por un arbitrio que le permitía reorganizar el mundo con sólo fijar en los mercados un precio justo para las coles y las sardinas.

La estrategia militar fue un capítulo predilecto para los arbitristas. Un arbitrista que se asoma a la Vida del Buscón no ofrece una bizarra ocurrencia que, según él, permitirá a los españoles culminar el sitio de Ostende de 1601. La ciudad estaba defendida por el general inglés Francis Vere, quien había protegido el entorno de la fortaleza abriendo las esclusas de los canales. El arbitrista tenía la solución: esponjar los canales y así desecar los cauces y permitir a los españoles el asalto definitivo. 

Bernardino de Escalante presentó a Felipe II una propuesta de ocupación de Inglaterra con 30.000 infantes embarcados en Lisboa con rumbo a Escocia, aprovechando que los ingleses luchaban en los Países Bajos. La clave del operativo trazado por Escalante sería la toma de la Torre de Londres, que reproduce en su memorial.

La mayor parte de los memoriales relacionados con la estrategia militar pretendía sacar consecuencias de la guerra de los Países Bajos y apoyar remedios y soluciones para, según dijo Diego de Villalobos en 1594, "evitar el manifiesto agravio que algunos escritores extranjeros han hecho a la nación española atribuyendo sus hechos famosos a sus propias naciones".

En la Vida del Buscón de Francisco de Quevedo, el arbitrista aparece ensimismado mientras le explica a Pablillos, el personaje del buscón, un plan que tiene para reconquistar Tierra Santa y Argel.

OBRAS DE FRANCISCO DE QUEVEDO

También fueron frecuentes los arbitrios relacionados con la ingeniería como la canalización de los ríos, el regadío de tierras de secano o la construcción de molinos que no necesitaran de la acción del viento o el agua para desarrollar trabajo. Uno de aquellos ingenieros fue Juanelo Turriano, que había construido una máquina para trasvasar el agua del río Tajo hasta el alcázar de Toledo, pero sufrió el desprecio de aquellos que desconfiaban de quienes subvertían el orden natural de las cosas.

Los escritores del Siglo de Oro observaron con especial inquietud a aquellos arbitristas inventores. Antonio de Liñán, por ejemplo, los llamó "ingenieros-arbitrarios" en Guía y avisos de forasteros, escrito en 1620. Un personaje de obra de teatro de Tirso de Molina propuso un arbitrio científico para que el río Manzanares compita en caudal y salida al mar con el río Nilo.

En la única obra teatral dedicada al Arbitrismo, El arbitrista y el órgano de los gatos, plantea la construcción de un puente desde América hasta España para transportar los metales preciosos. Parecida reflexión mantiene un arbitrista de la obra El casamentero, de Castillo Solórzano, que propone la instalación de otro puente desde Ibiza hasta Valencia con el objetivo de alejar a los corsarios.

Terminado el Siglo de Oro y entrando en el de la Ilustración, la figura del arbitrista superó la mofa e ironía de los estudiosos y pasaron a ser considerados como reformadores. Las ideas de muchos arbitristas políticos e inventores empezaron a tener lógica en su intuición, y a ser posibles en su ejecución. Con el impulso científico y reformador que se generó en el Siglo de las Luces, muchas de aquellas ridículas ideas imposibles de cumplir empezaron a analizarse y tomar forma.

Se ejemplarizó la figura de Cristóbal Colón, un extraordinario arbitrista de los Reyes Católicos, que creyó en su intuición y convirtió un ideal utópico en un grandísimo hallazgo.

Con el tiempo, atores como Earl J. Hamilton, José Larraz, José Antonio Maravall, Fabián Estapé o Pierre y Jean Vilar consideraron a los arbitristas representantes del pensamiento económico, analizadores de precios y cambios, técnicos en la contabilidad nacional, denunciantes de la mayor parte de los problemas que arruinaron a España, apasionados estudiosos de la decadencia nacional, que buscaron medios de detenerla.

ARTIFICIO DEL ARBITRISTA JUANELO TURRIANO EN TOLEDO

VIAJES DE JOSÉ MARÍA DE MURGA AL MARRUECOS ESPAÑOL


El comandante y africanista José María de Murga realizó una expedición por el Marruecos imperial con el objetivo de conocer, aprender y divulgar su organización política, costumbres y usos sociales desde 1863 hasta 1866. Al regresar a España, publicó en Bilbao en 1868 sus Recuerdos Marroquíes del Moro Vizcaíno: un compendio de datos geográficos, históricos, sociales y económicos, así como de experiencias personales, resultando una guía etnográfica con un marcado carácter romántico. Junto al alavés Manuel Iradier, está considerado el mayor africanista vasco del siglo XIX.

José María de Murga expedición Marruecos imperial
VIAJES DE JOSÉ MARÍA DE MURGA AL MARRUECOS ESPAÑOL

José María de Murga y Murgátegui fue un romántico disfrazado en el Marruecos profundo, un escritor y militar, un viajero y aventurero natural de Bilbao, donde nació el 21 de junio de 1817, cuya fama le hizo ganarse el apelativo de el "moro vizcaíno".

Pertenecía a la familia de Murga, del poderoso linaje de Ayala, señores de la Torre de Vidarte, de Xemein. Fue esta una larga saga de diputados de Vizcaya.

A los ocho años leía el Quijote con devoción. Estudió en Madrid y Loyola, antes de comenzar la carrera militar. Adquirió nociones de medicina. Durante su vida llegó a conocer varios idiomas: euskera, castellano, francés, latín, griego, inglés y árabe.

Fue oficial del Ejército español en el cuerpo de Húsares de Pavía y de Montesa. Más tarde participó como voluntario en la comisión española que tomó parte en la Guerra de Crimea de 1854-1856, con los aliados (Francia, Gran Bretaña y el Imperio Otomano). Coincidió con un soldado vasco que luchaba con los rusos. Murga fue nombrado comandante militar de caballería.

Allí conoció las costumbres orientales y algunos jefes de las cabilas del norte de Marruecos. Incluso visitó Estambul. Fue durante su estancia en Crimea cuando se le despertó con fuerza la pasión por el misterioso Oriente. Tanto es así que nada más regresar a España comenzó el aprendizaje del arábigo en París. Pasó más tarde a Madrid y se doctoró en cirugía menor por la Universidad de San Carlos de Madrid, lo que le permitió, más tarde durante su aventura africana, ejercer de curandero y dentista.

No pudo tomar parte en la Guerra de África de 1859-1860, después de haberse preparado para la ocasión, eso le supuso una terrible frustración, por lo que decidió abandonar el ejército tras casi veinte años de servicio activo.

José María Murga Húsar Liberal
JOSÉ MARÍA DE MURGA

Inició entonces los preparativos del que sería el viaje de su vida: una expedición por el Imperio de Marruecos, que efectuó con el objetivo de conocer, aprender y divulgar su organización política, costumbres y usos sociales.

El 27 de febrero de 1863, Murga llegó a Tánger. Allí se desvistió de español y se vistió de peregrino, cubierto su cuerpo con una chilaba corta y amplio turbante, apoyado en un palo, sin más compañía que la de un burro. En Tánger tomó contacto por primera vez con la realidad del territorio de sus sueños. Se dirigió a Larache y desde allí comenzó su apasionante inmersión en el Marruecos profundo y oculto, relacionándose con el pueblo llano. Su idea básica era la de "conocer el alma del pueblo vecino". Fue en aquel momento cuando decidió camuflar también su identidad, haciéndose pasar por un renegado y darse a conocer bajo el nombre de Mohamed el Bagády.

Durante su estancia, ejerció de sacamuelas, partero, exorcista, buhonero, mercader, cuenta cuentos, peregrino, mendigo e incluso santón. Mientras ponía en juego sus habilidades curativas, conoció la vida cotidiana de los magrebies y sus mezquitas, tomando notas y más notas, siempre secretamente para no ser reconocido como europeo y cristiano, pues según afirmó el historiador Federico Verastegui: "Hubiera puesto en riesgo su vida."

José María Murga moro vizcaíno
JOSÉ MARÍA DE MURGA

Tres años, de 1863 a 1866, duró su peregrinaje por el Magreb. En el transcurso de ese lustro de andanzas y aventuras, llegó a admitir que se había convertido en un verdadero moro, lo que le originó que le denominasen el "moro vizcaíno". En aquel primer viaje recorrió la distancia entre Tánger y Tetuán para proseguir después hacia Larache y luego a Alcazarquivir, Mequinez, Fez, Salé, Rabat y Fedala.


A la muerte de su madre en Markina, en 1865, regresó a España y tres años después, en 1868, publicó en Bilbao su hermoso Recuerdos Marroquíes del Moro Vizcaíno. Un compendio de impresiones, datos geográficos, históricos y económicos, observaciones etnográficas, radiografía social y reflexiones personales, producto de sus vivencias. Se trata de un texto de marcado carácter romántico, fruto del tiempo que le tocó vivir. Encargó doscientos ejemplares y se los regaló a sus amigos tanto de España como de Marruecos.

RECUERDOS MARROQUÍES DEL MORO VIZCAÍNO

En 1870, ocupó un cargo político como diputado foral del Señorío de Vizcaya por el bando gamboíno y estuvo a punto de ser secuestrado por una partida de carlistas. Esta labor fue desempeñada tan solo durante dos años, el mínimo permitido por las ordenanzas de la Diputación. En cuanto pudo se desvinculó de esta actividad para preparar su segunda expedición a Marruecos.

Así, en 1873, estaba ya de nuevo de expedición en Marruecos. Partió en abril y regresó en agosto. Esta vez estuvo poco tiempo, ya que unas fiebres le obligaron a regresar a Tánger a los pocos meses de su llegada. Sin embargo, visitó lugares desconocidos para él, pasó por Azemur, Marrakech, Mogador, Mazagán, Casablanca, Rabat y Tánger, llegando incluso a las islas Canarias.

Durante su rehabilitación en Tanger, Murga conoció el estallido de la Tercera Guerra Carlista de 1873-1876. La defensa de sus ideales liberales le hicieron regresar a España, para alistarse como voluntario del Ejército liberal, defendiendo su ciudad natal, Bilbao, del asedio de los carlistas.

En 1876, intentó de nuevo un asalto a Marruecos desde Cádiz. Previamente, estudió la técnica fotográfica y adquirió una máquina importada desde París. Cuando se dispuso a comenzar su tercera aventura, un grave problema hepático con complicaciones irremediables puso fin a sus días el 30 de noviembre de 1876.

Junto al alavés Manuel Iradier, está considerado el mayor africanista vasco del siglo XIX.

RECUERDOS MARROQUÍES DEL MORO VIZCAÍNO

MOVIMIENTO DE LA HISPANIDAD


La expresión Hispanidad apareció en la segunda década del siglo XX para denominar a las personas, países y comunidades que comparten la lengua española y poseen una cultura relacionada con España. Se trata de un movimiento filosófico, histórico y cultural que integra a 29 naciones y algo más de 472 millones de personas, en África, América, Asia, Europa y Oceanía.

En la definición y desarrollo del ideal de la Hispanidad tomaron parte varios intelectuales, literatos y filósofos pertenecientes la Generación del 98: Ramiro de Maeztu, Zacarías Vizcarra, Ramón de Basterra, Miguel Unamuno, Manuel García Morente, Eloy Azorín, Pío Baroja, Antonio Machado, etc.


La fiesta de la Hispanidad se celebra cada 12 de octubre en homenaje al descubrimiento de América por la expedición que lideró Cristóbal Colón en 1492. El primer país en oficializar esta fecha como Día Nacional fue la República de Argentina en 1917.

MOVIMIENTO DE LA HISPANIDAD

La expresión Hispanidad apareció en la segunda década del siglo XX para denominar a las personas, países y comunidades que comparten la lengua española (o castellana) y poseen una cultura relacionada con España. En ella se incluyen 29 naciones y algo más de 472 millones de personas, en África, América, Asia, Europa y Oceanía.

El Día de la Hispanidad es el 12 de octubre de 1492, día del descubrimiento y llegada de los primeros españoles a América. Esta fecha marca el nacimiento de una nueva identidad producto del encuentro y fusión de los pueblos y culturas indígenas existentes en el continente americano y en España.

El concepto de la Hispanidad se fue desarrollando como un movimiento filosófico, histórico y cultural que integra a todas las naciones y etnias de habla hispana a ambos lados del Atlántico. No incluye ninguna nota racial que pueda señalar diferencias poco agradables entre los diversos elementos que integran a las naciones hispánicas. Todas ellas han heredado un patrimonio común, transmitido por antepasados comunes, aunque luego cada una haya aumentado su herencia con nuevos bienes y nuevas glorias, que constituyen el patrimonio intangible y soberano de cada una de las naciones hispánicas.

La Hispanidad reúne a todos los pueblos hispánicos este aspecto agradable y simpático de nuestra gran familia de naciones, aunque con distintos nombres y significaciones.
BANDERA DE LA HISPANIDAD

El primer antecedente de la Hispanidad fue ideado por Ramón de Basterra y Zabala, considerado la voz del futurismo, trabajó como vate oficial de la revista Hermes. A través de su poesía fue manifestando su peculiar arte e  ideología, su deseo de renovación española tras el desastre del 98 y la liquidación de las últimas colonias del Imperio, su ideal de nuestra cultura vinculada a Roma, el concepto de la hispanidad, en suma, de todos los pueblos de la península Ibérica y de América, hermanos en lengua, fe y tradición: la SobreEspaña, antecedente de la Hispanidad que definirían años después Zacarías Vizcarra y Ramiro de Maeztu.

El ideal de vida representado en el siglo XVIII por los ideales ilustrados y iiberales y que Basterra denominó Carlotercismo, refiriéndose al reinado de Carlos III, es el símbolo de la renovación española que el poeta propuso, puesto que para él, el esplendor de la cultura europea se produjo en el siglo XVIII, es decir, en pleno Racionalismo.

La hispanidad que Basterra relataba en sus obras en prosa, como La obra de Trajano escrita en Rumanía, y Los navíos de la Ilustración escrita en Venezuela, hacía referencia a los marinos ilustrados del siglo XVIII, hombres de ciencia y guerra, que llevaron en sus barcos los ideales liberales y progresistas con destino a las Américas. En estas obras, Basterra meditaba sobre la España imperial heredera de los valores de Roma.

En Los Navíos de la Ilustración, Basterra empezó a transformar el panorama cultural. Basterra se encontró en Venezuela con los papeles de la Compañía Naviera Guipuzcoana de Caracas, fundada en 1728, y vio que los barcos del conde Peña Florida y del marqués de Valmediano, de cuya propiedad fueron después partícipes las familias próceres de Venezuela, como los Bolívar, los Toro, Ibarra, La Madrid y Ascanio, llevaban y traían en sus camarotes y bodegas los libros de la Enciclopedia francesa y de la Ilustración española. Por eso, Basterra atribuyó la 
independencia de América al hecho de haberse criado Bolívar bajo las ideas de las Sociedades Económicas Amigos del País de aquel tiempo. Su error fue suponer que acontecía solamente en Venezuela lo que ocurría al mismo tiempo en toda la América española y portuguesa, como consecuencia del cambio de ideas que el siglo XVIII trajo a España.

Juan Ramón Jiménez comentaba de Basterra que:

"Se viste su uniforme diplomático, se echa a la Plaza de San Pedro en Roma, húmedo bloque central, y se pasea allí, columnas y fuente bajo los nublados cárdenos, siempre nostálgico de la palabra mujer española, buscando en los crepúsculos el brazo de Goethe como romano universal."

Eugenio d’Ors lo consideró imprescindible en la biblioteca de todo joven con ambiciones culturales, y Gerardo Diego lo incluyó en la edición de su antología canónica Poesía española contemporánea en 1934.

ESCULTURA DE RAMÓN DE BASTERRA

La decimoquinta edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, publicado en 1925, explicaba que la voz Hispanidad era todavía un sinónimo de Hispanismo, un modo peculiar de hablar español que se aparta de las reglas comunes.

En la llamada Generación del 98, cuyo origen estuvo en la pérdida de los restos ultramarinos del antiguo Imperio español en 1898, la pregunta sobre nuestra identidad fue casi obsesiva. En la definición y desarrollo del ideal de la Hispanidad tomaron parte varios intelectuales, literatos y filósofos pertenecientes a esta Generación: Ramiro de Maeztu, Zacarías Vizcarra, Ramón de Basterra, Miguel Unamuno, Manuel García Morente, Eloy Azorín, Pío Baroja, Antonio Machado, etc.

En enero de 1913, la Unión Ibero-Americana de Madrid, inspirada por su presidente Fausto Rodríguez San Pedro, propuso 
instaurar el Día de la Raza entendida como Fiesta de la Raza española y refiriéndose a los españoles de ambos continentes. Difundió unas hojas tituladas Fiesta de la Raza, en las que podía leer:
"Es aspiración fomentada por la Unión Ibero-Americana, y para cuya realización se propone efectuar activa propaganda en 1913, la de que se conmemore la fecha del descubrimiento de América, en forma que a la vez de homenaje a la memoria del inmortal Cristóbal Colón, sirva para exteriorizar la intimidad espiritual existente entre la Nación descubridora y civilizadora y las formadas en el suelo americano, hoy prósperos Estados. Ningún acontecimiento, en efecto, más digno de ser ensalzado y festejado en común por los españoles de ambos mundos, porque ninguno más ennoblecedor para España, ni más trascendental en la historia de las Repúblicas hispano-americanas. De no haber sido ineludible el amoldarse a la organización oficial de los agasajos que se celebraron en honor de los Delegados ibero-americanos en las fiestas del Centenario de Cádiz, se hubiera celebrado el té con que les obsequió la Unión el día 12 de octubre en vez del 13, pues tal era el propósito de nuestra Sociedad, el de hacer coincidir con esta fecha el honor de recibir en ella a los emisarios ibero-americanos."

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

En 1917, la República de Argentina tomó la iniciativa y estableció durante la presidencia de Irigoyen la celebración del 12 de octubre como su Día Nacional "en homenaje a España, progenitora de naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua, una herencia inmortal". El Día de la Raza es el nombre que fueron recibiendo en un principio las respectivas fiestas nacionales de la mayoría de los países hispanoamericanos.

Al año siguiente, en 1918, el gobierno de Antonio Maura, durante el reinado de Alfonso XIII, hizo oficial el 12 de octubre el día nacional de España con el mismo término.

El primero en utilizar el término Hispanidad fue el sacerdote, radicado en Argentina, 
Zacarías de Vizcarra y Arana, quien en 1926 propuso en Buenos Aires que se utilizarse el término Hispanidad para sustituir al de Raza, en el sentido de Día de la Raza por el de Día de la Hispanidad, y obtuvo amplia difusión en los ambientes hispanistas. El argumento utilizado fue que:
"Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como ésta de Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los pueblos hispánicos?"

Para Vizcarra era importante definir las dos acepciones análogas de la palabra Hispanidad:
1. significa el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y Oceanía. Era de índole geográfica.
2. expresa el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos católicos de estirpe y cultura hispánica. Tenía un carácter ético.

A Vizcarra se le atribuye la creación de la palabra Hispanidad, descrita en su obra La hispanidad y su Verbo, publicación de 1926 en Buenos Aires:
"... de que no existe palabra que pueda sustituir a Hispanidad... para denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás... significa, en primer, lugar, el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y Oceanía; expresa, en segundo lugar, el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica."

Por esta definición, la inclusión del Imperio portugués en la Hispanidad parece clara, hasta porque no hay presencia española relevante en Oceanía, pero no es bien así. En 1936, el monseñor concretó que:
"...tenemos que España y su estirpe, es decir, toda la Hispanidad, debe cumplir todavía dos brillantes misiones en la Cristiandad, para salvar a la Humanidad en su más terrible crisis..."

ZACARÍAS VIZCARRA

No es extraño que fuese un portugués, Antonio Sardinha, quien pase por ser otro pionero en el uso de la palabra Hispanidad. Portugal nunca renegó de su condición hispana. El concepto de Hispanidad acuñado por Sardinha tendría su influencia en poetas iberoamericanos como Rubén Darío, y en otros hombres de la cultura como Sánchez Chocano y Menéndez Pidal. El vocablo Hispanidad surgía a semejanza de la palabra Cristiandad, para referirse a una comunidad de pueblos extendidos por todo el orbe cuyo origen común está en la península Ibérica.

Sin embargo, mientras que en unos textos Sardinha empleaba la palabra hispanidade, en otros como en su obra Madre-Hispânia, de 1924, se refería con lusitanidade. Y en 1922, en su texto O Pan-Hispanismo, sin fijar la palabra, supo definir muy bien el concepto:

"O pan-hispanismo nos surge daqui, como conclusão lógica, constituído por dois elementos estruturais: o espanholismo e o lusitanismo, "voz clamorosa de la sangre contra el pan-americanismo" - foi como definiu o pan-hispanismo no ano passado, por ocasião da Festa da Raça, no seu famoso discurso no Teatro Real de Madrid, o conde de la Montera, D. Gabriel Maura Camajo, acrescentando em seguida que "los pueblos que no se agrupen en organizaciones más amplias que la sociedad nacional, sucumbirán bajo el imperialismo."

Uno de los pioneros defensores de la Hispanidad fue el filósofo y escritor Miguel de Unamuno y Jugo. Fue catedrático y rector de la Universidad de Salamanca y afiliado al Partido Socialista. En 1927, Unamuno publicó un comentario a la obra La restauración nacionalista, del argentino Ricardo Rojas, en el que con el término Hispanidad definía la comunidad de pueblos de habla española y encerraba en él "aquellas cualidades espirituales, aquella fisonomía moral, mental, ética, estética y religiosa".

Unamuno ya prefería referirse a la Hispanidad en lugar de Españolidad dejándolo escrito en un artículo, en él que afirmaba:
"Digo hispanidad y no españolidad para atenerme al viejo concepto histórico-geográfico de Hispania que abarca toda la Península Ibérica para incluir a todos los linajes, a todas las razas espirituales, a las que han hecho el alma terrena y a la vez, celeste de Hispania”. Unamuno se sentía “doblemente español, por vasco y por español."

Unamuno presentó la creación de una identidad hispana como un proyecto a largo plazo, basado en la relación de diferenciación e integración que existe entre España y las otras naciones del mundo hispánico. Destacó el papel primordial que desempeñó la lengua española en la construcción de esta identidad.


MIGUEL DE UNAMUNO

Mientras que Miguel de Unamuno razonaba el concepto de la Hispanidad de origen puramente español, y concretamente vasco, otro español y vasco llamado Ramiro de Maeztu lo lanzaba en su obra Defensa de la Hispanidad. Mientras Unamuno razonaba su concepto de Hispanidad como exiliado en Hendaya, Maeztu lo defendía como embajador en Buenos Aires.

Ramiro de Maeztu fue un observador de la realidad española, que sufrió el hundimiento de los negocios de su familia en Cuba cuando la isla se emancipó de España en 1898. Vivió el Desastre del 98 en primera persona. Desde la relativa distancia de ser hijo de inglesa, estar casado con una inglesa y haber vivido quince años en Inglaterra, el gobierno del general Primo de Rivera le nombró en 1928 embajador de España en la Argentina.

Allí tuvo ocasión de tratar con Zacarías de Vizcarra, el introductor en 1926 de la idea de la Hispanidad, de quien recibió gran influencia de su filosofía y de este movimiento cultural emergente. Pero es al regresar a España cuando Maeztu comenzó a desarrollar su defensa de la Hispanidad, precisamente el mismo año en el que se proclamó la República.

El 15 de diciembre de 1931, Maeztu fundó en Madrid la revista católica y monárquica Acción Española. En su primer número publica un artículo titulado La Hispanidad que comienza:
"La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que en la Argentina reside, D. Zacarías de Vizcarra. Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como ésta de Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los pueblos hispánicos?"
"El 12 de octubre, (día del descubrimiento de América) mal titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad. El concepto Hispanidad debe comprender y caracterizar a la totalidad de los pueblos hispánicos."

A lo largo de 1932 y 1933 Maeztu fue definiendo su idea de la Hispanidad, que quedó materializado en la primavera de 1934, cuando editó su libro Defensa de la Hispanidad. Se trataba de una recopilación de artículos editados en la revista Acción Española. Aquella defensa influyó de manera determinante en la consolidación de una alternativa política hispánica frente a las pretensiones globalizadoras del comunismo soviético.

Para él, la Hispanidad es el resultado del Imperio español, una Monarquía misionera a la que el mundo designaba propiamente con el título de Monarquía católica.

"La Patria es espíritu. Ello dice que el ser de la Patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan."

Maeztu adoptó las dos acepciones geográfica y ética, que había propuesto con anterioridad Vizcarra, en un texto conciso y riguroso: 
"La Hispanidad aparece dividida en veinte Estados lo que no logra destruir lo que hay en ellos de común y que constituye lo que pudiera denominarse la hispanidad de la Hispanidad."

RAMIRO DE MAEZTU

Fernández de la Mora analizó el pensamiento hispanista de Maeztu, quien redujo el ideal hispánico a un pensamiento radical: "la igualdad esencial de todos los pueblos de la tierra". Esta tesis antropológica tiene un corolario ético: "los hombres son iguales en punto a libertad metafísica". Ambas aserciones laicas y racionales tienen una traducción religiosa y dogmática que, además, es católica: "todos los hombres si quieren pueden salvarse". Según Maeztu, lo propio de los mejores hispanos del Siglo de Oro español fue entregarse a la defensa de esa alta concepción del hombre.

Para Maeztu, la Hispanidad se debe emplear para referir también al pueblo portugués y al mundo lusófono, como lo hace con el pueblo español y al mundo hispánico, porque este concepto abarca a dos realidades históricas y culturales distintas: la lusitanidad y la españolidad.
"No veo inconveniente en aceptar la distinción entre hispanidad, lusitanidad y castellanidad. Más aún, creo que será necesario complementarla con otra: la de hispanidad y españolidad, porque hay españoles, como los vascongados, que no nos sentimos incluidos en la castellanidad, pero sí en la españolidad y más aún en la hispanidad..."

Advertía, Ramiro de Maeztu para lo siguiente:

"...estar siempre prevenidos de que hispanidad tiene dos sentidos: el más amplio, que abarca también los pueblos lusitanos, y el más restringido, que los excluye."

El 12 de octubre de 1934, Zacarías de Vizcarra aprovechó el Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires en el teatro Colón para convencer de la consolidación necesaria en la idea de la Hispanidad, su origen, denominación y conceptos, tomando las ideas de Maeztu y que se concretaban en una declaración titulada Apología de la Hispanidad:
"América es la obra de España. Esta obra de España lo es esencialmente de catolicismo. Luego hay relación de igualdad entre hispanidad y catolicismo, y es locura todo intento de hispanización que lo repudie."

A aquel congreso asistió el Arzobispo de Toledo y Primado de España Isidro Gomá Tomás e intervino en el mismo preguntándose qué era la raza hispana:

"Se ha llamado a este día, 12 de Octubre, el día de la raza. ¿De qué raza? ¿Qué es la raza? La raza, la hispanidad, es algo espiritual que trasciende sobre las diferencias biológicas y psicológicas y los conceptos de nación y patria. 
Si la noción de catolicidad pudiese reducirse en su ámbito y aplicarse sin peligro a una institución histórica que no fuera el catolicismo, diríamos que la hispanidad importa cierta catolicidad dentro de los grandes límites de una agrupación de naciones y de razas. Es algo espiritual, de orden divino y humano a la vez, porque comprende el factor religioso, el catolicismo en nuestro caso, y los otros factores meramente humanos, la tradición, la cultura, el temperamento colectivo, la historia,… de donde resulta una civilización específica, con un origen, una forma histórica y unas tendencias que la clasifican dentro de la historia universal. 
La hispanidad es la proyección de la fisonomía de España fuera de sí y sobre los pueblos que integran la hispanidad…, es el temperamento moral e histórico español, que se ha transfundido a otras razas y a otras naciones y a otras tierras y las ha marcado con el sello del alma española…"

DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA, 12 DE OCTUBRE DE 1492

Finalmente, el 12 de octubre de 1935 fue celebrado en Madrid como Fiesta Nacional con el nombre de Día de la Hispanidad. Ramiro de Maeztu pronunció un discurso en la Academia Española de la Lengua sobre el descubrimiento y la colonización de América. Y, con el título El Día de la Hispanidad, publicó un artículo en el número inaugural de Hispanidad, revista quincenal cuyo primer número está fechado precisamente el 12 de octubre de 1935. En el segundo número de esa revista puede leerse:
"La conmemoración de la fiesta de la Hispanidad. Con gran brillantez se ha celebrado este año el día de la Hispanidad. Toda España se ha sumado a su conmemoración. Y no solamente en España. En América, ni qué decir. En cuanto al extranjero, allí donde existe un núcleo de españoles se han reunido y han brindado por la cultura española." (Hispanidad, nº 2, 1 noviembre 1935, pág. 26.)

Ese mismo día de la Hispanidad, en Sevilla, se inauguró el XXVI Congreso Internacional de Americanistas.

El día siguiente, 13 de octubre de 1935, se inauguró una estatua del Cid Campeador en el centro de Buenos Aires con la presencia del presidente de Argentina, del embajador de España y de otras representaciones. Pronunciaron los obligados discursos oficiales dos oradores que no llevaban apellidos de origen español pero que supieron sentir y proclamar el ideal de la Hispanidad.

El historiador argentino Ricardo Levene explicó el significado de la presencia del Cid en América:

"El concepto espiritual de la hispanidad es común a todos los hispánicos, aunque no hayan heredado sangre española. Es una actitud acerca de la fidelidad, acerca de la defensa del desvalido, la dignidad del caballero y el honor del hombre; no sólo el honor exterior, que nace obligadamente en las relaciones con los demás, sino el honor íntimo o profundo, que tiene por juez supremo a la conciencia individual."
"Los héroes españoles e hispanoamericanos son de su noble linaje, que en América transvasó la desbordante vitalidad de la Edad Medía española, corriéndose impetuosamente por el tronco y las ramas la savia de la raíz histórica..."
"La hispanidad no fue nunca la concepción de la raza única e invariable, ni en la Península ni en América, sino, por el contrario, la mezcla de razas de los pueblos diversos que golpeaban en oleadas sobre el depósito subhistórico."
"La hispanidad ha dejado de ser el mito del imperio geográfico, no es forma que cambia, ni materia que muere, sino espíritu que renace, y es valor de eternidad: mundo moral que aumenta de volumen y se extiende con las edades, sector del universo en que sus hombres se sienten unidos por el lado del idioma y de la historia, que es el pasado. Y aspiran a ser solidarios en los ideales comunes a realizar, que es el porvenir."

Para la contemplación artística y enseñanza moral de los habitantes, la figura legendaria del Cid Campeador, hijo de nuestra directa España, duro, recio e indómito como las llanuras de Castilla que le vieron nacer, bravío guerrero de las gestas más mentadas al través de los siglos en los campos de batalla y docto en las Cortes ciudadanas, defensor del débil, paladín de la honra, libertador de pueblos, sostén del derecho y de la justicia, paradigma y síntesis, en fin, de las nobles, de las grandes, de las profundamente humanas virtudes españolas.

DEFENSA DE LA HISPANIDAD, POR RAMIRO DE MAEZTU

Un año después, en octubre de 1936, Ramiro de Maeztu fue asesinado en Aravaca (Madrid) por el bando republicano durante una saca de la cárcel de Las Ventas, tras el estallido de la Guerra Civil. La Defensa de la Hispanidad de Ramiro de Maeztu volvió a publicarse en 1938, y su idea sentó una de las bases ideológicas de la España levantisca y alzada contra quieres pretendían convertirla en una república comunista y subordinada a la Unión Soviética.

Miguel de Unamuno fue desposeído del cargo como rector de la Universidad de Salamanca por el Gobierno de la República al dar su apoyo al bando franquista. El 12 de octubre de 1936, tuvo un grave enfrentamiento con el general Millán Astray, solucionado rápidamente por la intervención de doña Carmen Polo de Franco. El 31 de diciembre de 1936, falleció en Salamanca el polémico, original, desbordante, a veces contradictorio, tanto en su pensamiento como en su actividad política, Miguel de Unamuno.

Durante ese mismo año del estallido de la Guerra Civil, otro gran español llamado Manuel García Morente desarrolló la idea de la Hispanidad también en Buenos Aires. García Morente simbolizó la "índole íntima del hombre hispánico" en la figura del "Caballero Cristiano". Esta figura simbólica fue tomada 
entre el caballero cristiano del vasco universal San Ignacio de Loyola y el hombre de acción que Pío Baroja describió en Memorias.

MANUEL GARCÍA MORENTE

También el escritor, catedrático de literatura española en el Instituto del Cardenal Cisneros de Madrid y académico de la Lengua, Ernesto Jiménez Caballero, dio su personal versión del término:
"Una palabra sacra y milenaria, de origen ibérico (Hispal o Hispan), la primordial Sevilla (desde donde se partiría para América recién descubierta). Hispal o Hispan, vocablo ibérico que garantizaría a Portugal y Brasil su iberismo y el resto del vocablo pura ‘latinidad’: el sufijo ‘latem’. Por consiguiente, sin necesidad de recurrir a la América ‘ibérica’ ni a la ‘latina’, esta última inventada por los celtizados franceses. La palabra Hispanidad es, por tanto, milenaria y sagrada. La empleó ya en el siglo I antes de Cristo -Hispanitatem- el cónsul Polion aplicada al español Quintiliano, y restaurada por los humanistas del renacimiento, como Filelfo y hasta el místico español Alejo de Venegas. 
El designar ‘Hispanidad’ como constelación espiritual superadora de la ‘Región’ y de la ‘Nación’, a base de lengua y literatura fue afirmado en 1909 por Miguel de Unamuno, seguido por el P. Zacarías de Vizcarra en 1926; defendido por Ramiro de Maeztu en 1934. Y consolidado por los Institutos de Cultura Hispánica en todo el mundo."

Tras el final de la guerra, el 12 de octubre de 1939 tuvo lugar en Zaragoza la celebración oficial del día de la Raza con una especial devoción a la Virgen en el día del Pilar, pero sobre todo como Día de la Hispanidad, símbolo de la nueva política interior y exterior. En esta celebración participaron representantes de algunas naciones hermanas.

Germán Vergara, encargado de Negocios de Chile, encabezó el discurso:

"Las fiestas de la Hispanidad han tenido en Zaragoza un escenario incomparable. El significado profundo de las fiestas fue la compenetración íntima del homenaje a la Raza y la devoción de Nuestra Señora del Pilar, es decir, el símbolo de la unión cada vez más estrecha de América y España. Chile participa con fervor en el homenaje que se rinde a la Hispanidad y se enorgullece de su origen y de sus firmes tradiciones hispánicas."

Continuó Juan F. Marcos Aguirre, ministro plenipotenciario de Ecuador:

"En los albores de la España Nueva, de la España Fuerte, de la España Grande, ha tenido lugar con más significación y solemnidad que nunca la Fiesta de la Raza. El Ecuador, ante la significativa solemnidad de este día, no puede menos de sentirse íntima, profundamente unido a España en la ruta hacia el futuro enorme. Hacia la meta grandiosa y clara que expresa: Hispanidad."

En 1943, la celebración oficial en España del Día de la Hispanidad fue objeto de especial atención, por cuanto se vinculó a la reinauguración de la Ciudad Universitaria, destruida durante la guerra:

"Hoy, Día de la Hispanidad. Con la solemne inauguración de la Ciudad Universitaria y el curso académico 1943-44, se celebra el Día de la Hispanidad."

Aunque, legalmente, el Día de la Hispanidad no alcanzó reconocimiento en la España del franquismo hasta 1958, cuando un decreto de la Presidencia del Gobierno de 9 de enero de 1958 estableció:

"Dada la enorme trascendencia que el 12 de Octubre significa para España y todos los pueblos de América Hispana, el 12 de Octubre será fiesta nacional, bajo el nombre de Día de la Hispanidad."

En 1981, tras la instauración borbónica y en vigor la Constitución española de 1978, el Real Decreto 3217/1981, publicado en el primer Boletín Oficial del Estado del año 1982, refrendó el 12 de octubre como Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad.

Pero en 1987, la Ley 18/1987 (BOE 241/1897) ratificaba como festividad nacional de España el día asociado al Descubrimiento, y establecía el Día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre, frente a quienes pretendían elevar de categoría la conmemoración del 6 de diciembre, Día de la Constitución de 1978. Prescinde de la denominación Día de la Hispanidad, término desprestigiado entre una progresía resentida y revanchista que, en el mejor de los casos, estaba preparando las celebraciones del V Centenario sometida al yugo ideológico del Encuentro.


MAPA DE LOS PAÍSES QUE FORMAN LA HISPANIDAD