EXPEDICIÓN NATURALISTA A NUEVA ESPAÑA POR FRANCISCO HERNÁNDEZ DE TOLEDO


La expedición naturalista que emprendió Francisco Hernández en 1570 en el Virreinato de la Nueva España fue una hazaña científica excepcional: la primera gran investigación sobre la naturaleza en AméricaEl proyecto, ideado por orden de Felipe II, está considerada la primera expedición científica de la Edad Moderna

Su resultado final quedó expresado en los Cuatro libros de la naturaleza y virtudes de las plantas, la enciclopedia de materia médica más importante del mundo en su tiempo. Ejerció una enorme influencia en Europa entre cuyos naturalistas estuvieron Ray, Jussieu, Tournefort o Linneo.

EXPEDICIÓN NATURALISTA A NUEVA ESPAÑA POR FRANCISCO HERNÁNDEZ

La conquista de América fue una hazaña que requería gran competencia política y religiosa, pero también un enorme interés por la cultura amerindia y curiosidad científica.

A partir de los siglos XV y XVI, las ciencias conocen un fuerte desarrollo en toda Europa, jugando España un papel esencial. Entonces, las ciencias mejor desarrolladas fueron la náutica y la cartografía, como corresponde a las necesidades de la época, y también las ramas de la física relacionadas con la construcción y con el arte militar. Las ciencias naturales, la botánica o la zoología, eran las parientes pobres de este desarrollo científico debido a la falta de clasificación.

Para que una ciencia se desarrolle es necesario el estudio de sus elementos, el orden según criterios o sus propiedades y la clasificación por géneros, especies y familias. Así lo hizo el romano Plinio el Viejo en su Historia Natural, y así lo hará en el siglo XVIII, el sueco Carlos Linneo, el primer naturalista moderno. Pero en el siglo XVI, la botánica y la zoología no disponían de clasificaciones científicas, encargándose un médico castellano, Francisco Hernández, de estudiar y clasificar la naturaleza americana.

La expedición de Francisco Hernández de 1570 fue una hazaña científica excepcional: la primera gran investigación sobre la naturaleza en América fue el primer estudio científico moderno.

FRANCISCO HERNÁNDEZ

Francisco Hernández había nacido en Puebla de Montalbán (Toledo), en 1514. Emprendió una carrera brillante; fue bachiller en Artes y Filosofía, estudiante de Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares, llegando a ejercer su vocación en Toledo y Sevilla.

Se relacionó profesionalmente con las más ilustres personalidades de la época que estaban relacionados con la ciencia, la técnica y el arte: Andrés Vesalio, médico belga de Carlos V y luego de Felipe II; Juanelo Turriano, matemático e ingeniero italiano que construyó un ingenio hidráulico para subir agua desde el Tajo hasta el alcázar de Toledo o las campanas de El Escorial; Juan Herrera, el arquitecto más importante del Renacimiento español que construyó el Monasterio de El Escorial; o Benito Arias Montano, reputado teólogo, biblista y hebraísta que compuso la Biblia Políglota Regia, consejero de Felipe II y primer bibliotecario de El Escorial.

En Sevilla, siguió los pasos del médico Nicolás Monardes, que fue el primero en informar sobre los productos naturales procedentes de América y sus propiedades curativas. Esta era la gran novedad científica del momento: los españoles estaban descubriendo los secretos de la Medicina natural amerindia, sus plantas y sus fórmulas.

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MONASTERIO DE GUADALUPE Y FELIPE II

En 1560, Hernández ingresó en la Escuela médica del Monasterio de Guadalupe, donde los frailes jerónimos hacían disecciones anatómicas o practicaban la cirugía. Se trata de la antesala en la formación de los grandes médicos del reino, era llamado el Protomedicato. Y en 1567, fue nombrado médico de cámara del rey Felipe II.

Su dedicación más importante fue la de naturalista, donde realizó sus grandes aportaciones científicas. Se ocupó del jardín botánico de los hospitales de Guadalupe, estudió la flora y fauna de varias comarcas de Andalucía y Extremadura, realizó experimentos con animales disecados, y tradujo y realizó unos amplios comentarios científicos en castellano de la Historia natural de Plinio, una de las fuentes de conocimiento de la naturaleza más importantes de su tiempo.

Hernández se convirtió en un auténtico sabio renacentista, conocedor de materias científicas como la Medicina, la Botánica, la Mineralogía, la Geología y Cosmografía o las lenguas clásicas.

El monarca, sabedor de los grandes conocimientos que atesoraba Hernández, en 1570 le nombró protomédico de todas las Indias, y propuso su partida a América para estudiar la naturaleza. Su misión era retratar la tierra, los minerales, los animales y las plantas del extenso Virreinato de la Nueva España. Con respecto a las plantas debía efectuar una relación de los vegetales de uso medicinal, tenía que informar sobre su método de cultivo y enviar a España aquellas plantas descubiertas. Por último, debía escribir una historia sobre la naturaleza del territorio.

Felipe II quiso conocer qué había allí y qué utilidad podía tener para los europeos, poniendo a disposición de Hernández los recursos materiales y humanos considerables. Entre sus colaboradores se encontraban un asistente, su hijo Juan Hernández, un "técnico", el cosmógrafo Francisco Domínguez, y amplio equipo de médicos, botánicos, herborizadores, dibujantes o amanuenses. El proyecto, ideado por orden de Felipe II, está considerada la primera expedición científica de la Edad Moderna. 

La expedici
ón partió de Sevilla en agosto de 1570, y tras seis meses de viaje, llegó a Veracruz en febrero del año siguiente. Allí recogía muestras y material botánico, los estudiaba y los clasificaba, siempre con especial interés por las plantas medicinales, durante ocho años de intenso trabajo de campo por la altiplanicie central, el mar del Sur (Pacífico), Oaxaca, Michoacán, Panuco (Somolinos), etc. 
Residió en la ciudad de México, ocupado en ordenar los materiales recopilados, realizar experimentos sobre las propiedades terapéuticas de los vegetales y redactar una historia natural de la Nueva España.

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ATLAS HISTORIA NATURAL

El método de investigación científica de Hernández es un perfecto ejemplo pionero en ciencia experimental que determinaría su desarrollo durante los próximos siglos. Consistente en un sistema de fichas normalizadas sobre cada especie animal, vegetal y mineral, basado en un cuestionario escrito de tipo descriptivo y acompañado de dibujos. Sus innumerables dibujos y grabados siempre fueron realizados a partir "del natural", es decir, en presencia del objeto representado, y que los colores estaban perfectamente reproducidos.

Con este sistema Hernández pudo recabar información por correo desde los lugares más remotos de la Nueva España. Tras disponer de la información, el equipo científico viajaba, confrontaba los datos con las realidades, recogía materiales y los analizaba. Así hubo por aquellos años, por todo el virreinato, un equipo de expertos buscando hierbas y piedras, estudiando animales, analizando plantas y frutos. Hernández se concentró en la clasificación de aquellas especies que llegaban.

El resultado de años de trabajo fue una espléndida recopilación de una gran cantidad de información científica, no solo botánica y medicinal sino sobre la historia natural de esos territorios. Los logros de Hernández fueron espectaculares: 22 volúmenes escritos en latín, escrito en este idioma para garantizar la universalidad de la obra, que se convirtieron en la enciclopedia natural más importante del mundo. Describió 3.000 especies vegetales incluyendo árboles, arbustos, frutos y yerbas. Introdujo plantas exóticas como el cacao, el tomate, el tabaco, el estramonio, el maíz, la papaya, el peyote, el chili, o el ají. También describió plantas que venían de Filipinas o el área del Índico, como la canela o el clavo. Recogió más de 400 animales de la fauna mejicana incluyendo mamíferos, ovíparos, reptiles e insectos, y treinta y cinco minerales utilizados en medicina.

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LIBROS DE HISTORIA NATURAL DE FRANCISCO HERNÁNDEZ

Por la amplitud de sus informaciones y por lo avanzado de su método de investigación, Hernández se convirtió en la principal referencia de los naturalistas europeos de su tiempo. Su trabajo, aunque muy anterior, es el antecedente más importante de las Reales Expediciones Botánicas del siglo XVIII.

Tras siete años de trabajo, Hernández regresó a España, y en Madrid comenzó la traducción de su obra al nahuatl, la principal lengua de los aztecas, muriendo en 1587. A Felipe II le fueron entregados minerales, plantas vivas, simientes, raíces, herbarios, pieles, plumas, animales disecados, y pinturas de animales y vegetales.

Uno de sus logros más importantes fue el hecho de haber sido el pionero en la utilización de algunos remedios vegetales para la medicina farmacológica europea.


Hernández dejó sus volúmenes en la Biblioteca de El Escorial: cuatro volúmenes escritos en latín, once libros de láminas coloreadas, varios libros de herbarios y un índice. De los cuatro libros escritos, tres estaban dedicados al reino vegetal y uno a vegetales y animales.

En 1580, los manuscritos fueron entregados al doctor Nardo Antonio Recchi, médico de cámara de Felipe II, quien resumió los textos hernandianos en 516 capítulos agrupados en cuatro libros: Cuatro libros sobre temas médicos de la Nueva España. Esta sinopsis no fue publicada en la vida del autor, pero tuvo una gran influencia en los ambientes científicos de la época y ser conocida antes de finalizar el siglo por científicos de categoría como José Acosta, Della Porta o Aldrovandi y Clusio.

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CUATRO LIBROS DE LA NATURALEZA

En 1615, apareció en México la primera edición de Hernández: Cuatro libros de la naturaleza y virtudes de las plantas, la enciclopedia de materia médica más importante del mundo.

Entre 1630 y 1651, la obra de Hernández fue redactada de nuevo por un gran mecenas de la cultura, el príncipe Cesi, uno de los pioneros de la utilización de la sistemática vegetal y destacado de la Academia dei Lincei. Se trata del Rerum Medicarum Novae Hispaniae Thesaurus (Tesoro de las cosas medicinales de Nueva España), conocido como El Hernández.

Otra versión de la obra de Hernández fue Historia natural de la Indias, compuesta por diecinueve volúmenes que además de textos contenía innumerables grabados, dibujos, muestras de animales, minerales plantas, etc. y fueron pasto de las llamas durante el incendio que se produjo en la Biblioteca de El Escorial, 1671. Sobre aquel extenso trabajo, el bibliotecario y cronista escurialense José de Sigüenza escribió en su libro Historia primitiva:
"Esta es la historia de todos los animales y plantas que se han podido ver en las Indias Orientales, con sus mismo nativos colores, el mismo color que el árbol y la yerba tiene en raíz, ramas, hojas, flores y frutos: el que tiene el caimán, la araña, la culebra, la serpiente, el conejo, el perro y el pez con sus escamas; las hermosísimas plumas de tantas diferencias de aves: los pies y el pico y aun los mismos tallos; colores y vestidos de los hombres, y los ornatos de sus galas y sus fiestas y la manera de sus corros y bailes y sacrificios, cosa que tiene sumo deleite y variedad en mirarse y no pequeño fruto para los que tienen por oficio considerar la naturaleza. Encomendó el rey esta empresa y trabajo al doctor Francisco Hernández, natural de Toledo, hombre docto…"
La modernidad e importancia de los descubrimientos científicos de Hernández ejercieron una enorme influencia en Europa. Científicos de tiempos posteriores citarían su legado y reprodujeron en sus textos muchos de los fragmentos del naturalista español, algunos de los cueles fueron: Ray, Jussieu, Tournefort o Linneo.

Otros científicos españoles siguieron la labor emprendida por Hernández, retratando la naturaleza del nuevo mundo con grandes aportaciones para la ciencia del momento:

Cristóbal de Acosta, médico burgalés, que viajó por África y Asia, publicó en 1578 su Tratado de la drogas y medicinas de las Indias Orientales, y también un volumen sobre Remedios específicos de la India Oriental y de la América.

El sabio jesuita José de Acosta, natural de Medina del Campo, recorre México y Perú entre 1571 y 1587, estudiando gentes y plantas, animales y tierras, narrándolo en su Historia natural y moral de las Indias.

Benito Arias Montano acumuló las mejores investigaciones de su tiempo en una Historia natural que circula intensamente en Europa.

El jesuita jienense Bernabé Cobo recorre durante más de 30 años México, las Antillas y Perú, y en 1653 publica su Historia del Nuevo Mundo.

La ciencia española de los siglos XVI y XVII estaba a la cabeza de Europa.


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CUATRO LIBROS DE LA NATURALEZA

EXPEDICIÓN FILANTRÓPICA DE LA VACUNA POR FRANCISCO JAVIER BALMIS


La Expedición Balmis fue la primera campaña médica internacional que se ha efectuada en la historia de la humanidad. Dirigida por el médico alicantino Francisco Javier Balmis, fue una expedición de carácter filantrópico que dio la vuelta al mundo desde 1803 hasta 1810, con el objetivo de llevar la vacuna de la viruela a todas las provincias ultramarinas del Imperio español, desde los Virreinatos de la Nueva España y el Perú hasta Filipinas.

Fue una hazaña científica jamás antes realizada y que salvó la vida a millones de personas de América y Asia. La viruela es una enfermedad eruptiva, infecciosa, contagiosa y epidémica.

Expedición filantrópica Balmis vacuna viruela Virreinatos
EXPEDICIÓN FILANTRÓPICA DE LA VACUNA POR BALMIS

En la Edad Moderna, la enfermedad de la viruela era la causante de miles de víctimas en el mundo. En 1518, llegó a América, concretamente a la isla La Española (Haití y Santo Domingo), a través de negros africanos en calidad de esclavos traídos en un barco portugués. En 1520, la enfermedad causó estragos en Nueva España (México) y, en 1558, en la Nueva Granada (Colombia) diezmó al 30% de la población.

La vacuna antivariólica fue descubierta por Edward Jenner en 1796, resultando la primera vacuna de la historia. El médico rural inglés se basó en los estudios realizados en el campo, extrayendo de las ubres de las vacas una pústula o costra, útil para formar un virus que previene la viruela, de allí la denominación de vacuna. Tras las primeras pruebas en poco tiempo llegaron a vacunar a cien mil niños de Inglaterra.

Edward Jenner origen vacuna
ORIGEN DE LA VACUNA Y EDWARD JENNER

El rey Carlos IV había perdido a un hijo a causa de la viruela, por eso tuvo siempre en cuenta el contagio. En Navidades de 1802, la Corte conoció la noticia de que una epidemia de viruela afectaba a Nueva Granada. Preocupado por los niños de la América española y Filipinas, el monarca consultó a sus cirujanos de la Real Cámara. Conociendo que la vacuna había llegado a España en 1800, emitió un edicto el 1 de septiembre de 1803 por el cual ordenaba la organización de una Real Expedición con el objetivo de propagar y perpetuar la vacuna contra la enfermedad por todos los territorios de ultramar. Esta misión sanitaria internacional fue la primera campaña médica a gran escala geográfica de la historia de la humanidad.


A tal fin ordenó a su médico de cabecera Francisco Javier Balmis y Berenguer liderar la aventura. Era un médico militar, natural de Alicante, donde nació en 1753. Había vivido diez años en América y conocía las técnicas de la inoculación y la vacunación. A sus amplios conocimientos científicos se unieron sus cualidades humanas, convirtiéndose en el candidato perfecto para encabezar el proyecto, completamente financiado por la Corona española. Además se aprobó un cuerpo de leyes que posibilitaba tal fin.

vacuna inoculación viruela balmis grabado
APLICACIÓN DE LA VACUNA POR BALMIS

Los objetivos de la expedición sanitaria fueron la vacunación de la mayor población infantil, la enseñanza a los médicos locales de la técnica antivariólica, la organización de juntas de vacunaciones y el mantenimiento del suero para continuar las inmunizaciones.


Uno de los principales problemas que se presentaron a la hora de idear la expedición fue el método para conservar la vacuna en perfectas condiciones durante todo el trayecto, en una época donde no existía dispositivo para su refrigeración o congelación. La solución fue utilizar a un determinado número de niños como porteadores de la vacuna. No servía cualquiera, ya que para prender con eficacia la vacuna los niños no debían haber sufrido previamente la enfermedad.

El método de transmisión consistía en realizar en sus brazos una pequeña incisión con un bisturí, colocándose en la herida el virus sanador; se iba transmitiendo la vacuna de brazo a brazo de un niño a otro, mediante el contacto de las heridas, operación que se hacía cada diez días para mantener en forma activa el virus.

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CICATRICES DE LA VIRUELA EN UN BRAZO

Balmis contrató los servicios de diez médicos entre los que se encontraban algunos cirujanos recién graduados por el Real Colegio de San Carlos de Madrid: Manuel Julián Grajales, Antonio Gutiérrez Robredo, Rafael Lozano Pérez, Pedro Ortega y Basilio Bolaños. También contó con la participación de sus sobrinos Francisco y Antonio Pastor Balmis, y de la rectora del Hospicio de Santiago de Compostela de La Coruña, Isabel López Gondalla, con la tarea de cuidar a los veintidós niños que conformaban el convoy sanitario, con edades comprendidas entre los 6 y 8 años.

Llevaron cientos de ejemplares de la obra Tratado Histórico y Práctico de la Vacuna de Luís Jacobo Moreau de la Sarthe, que Balmis tradujo del francés al español, sobre las inmunizaciones y unos dos mil pares de vidrios.

La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna partió el 30 de noviembre de 1803, desde La Coruña a bordo de la corbeta militar María Pita.

navío María Pita Coruña grabado Francisco Pérez
PARTIDA DE LA EXPEDICIÓN BALMIS

La primera escala se realizó en Tenerife (islas Canarias), donde vacunaron a cientos de niños; desembarcaron en Puerto Rico en febrero de 1804 con idéntica misión sanitaria.

Al llegar a Puerto Cabello el 8 de mayo de 1804, en la Capitanía General de Venezuela, la expedición se dividió en dos grandes grupos: un grupo de médicos y niños dirigido por el doctor Balmis y el otro dirigido por el cirujano militar barcelonés José Salvany y Lleopart.

El grupo de Balmis se dirigió a Cuba, continuó al Virreinato de Nueva España, teniendo que atravesar el territorio desde Veracruz hasta Acapulco, para embarcar hacia Filipinas, donde actuaron en Manila el 14 de septiembre de 1806, y ya en China en Macao. Desde allí el grupo expeditivo regresó a España, el 10 de agosto de 1808, en dirección oeste atravesando los océanos Índico y Atlántico.

La sub-expedición dirigida por José Salvany se encargó de vacunar en el Virreinato de Nueva Granada, empezando por Caracas, luego Margarita, Cumaná, Maracaibo, Cartagena y Bogotá, continuó por el Virreinato del Perú hasta Cochabamba. En esta ciudad, el 21 de julio de 1810, Salvany perdía la vida a los treinta y tres años de edad, cumpliendo la noble misión. A la muerte del líder había que sumar la aparición de los primeros enfrentamientos bélicos surgidos en vísperas de los primeros procesos de emancipación americanos. Ante estos problemas, el grupo suspendió la labor que estaba realizando y, doblando el estrecho de Magallanes, puso rumbo a Cádiz.

Retrato Carlos Borbón busto Francisco Javier Balmis vacuna
CARLOS IV Y BALMIS

La labor efectuada por esta expedición contó con la colaboración de las autoridades sanitarias, políticas y eclesiásticas locales de cada región para fundar las Juntas de Vacuna. Fueron instituciones formadas para perpetuar la vacuna contra la viruela, para mantenerla fresca cuando la expedición continuase su itinerario y propagar su medicación.

En Venezuela, por ejemplo, el doctor caraqueño Felipe Tamariz apoyó la labor del doctor Salvany organizando la comisión vacunadora; el sabio José María Vargas describió el procedimiento de inoculación en su trabajo Epítome sobre la vacuna, y Andrés Bello elogió esa grandiosa jornada dedicándole su Oda a la Vacuna.

La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna inoculó a más de medio millón de personas en los dos hemisferios, desde América hasta Asia, desde los 40º de latitud norte hasta los 48º de latitud sur. Como consecuencia de esta gesta sanitaria, se articuló una ley preventiva de la salud pública que tuvo una impresionante efectividad. El propio descubridor de la vacuna de la viruela, Edward Jenner, escribió sobre la expedición:
"No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este."
Estos héroes benefactores de la humanidad, incluyendo a los niños, tuvieron que soportar las inclemencias del tiempo, las agotadoras travesías por tierra, el extenuante clima tropical del mar Caribe, los fríos intensos de la cordillera de los Andes, las fuertes corrientes de aguas, atravesar llanuras y montañas para proporcionar la vacuna a cuantas personas pudiesen.

La Organización Mundial de la Salud declaró el 8 de mayo de 1980 la erradicación de la viruela, un gran avance en la salud pública. La humanidad estará siempre agradecida de la iniciativa de los profesionales de la medicina y los niños que formaron parte de esta misión, verdaderos héroes anónimos salvadores de vida.

ITINERARIOS DE LA EXPEDICIÓN

RECUPERACIÓN DE LA CULTURA CLÁSICA OCCIDENTAL POR LA ESPAÑA MEDIEVAL


Una de las grandes contribuciones que España ha realizado para el desarrollo del pensamiento Occidental fue la recuperación de la Cultura clásica durante la Edad Media. Los momentos de mayor esplendor de este movimiento se efectuaron mediante las aportaciones de san Isidoro de Sevilla o Alfonso X el Sabio, la Córdoba de Abderramán III y Al-Hakam II, la cultura hispano-judía, y las escuelas de traductores de textos clásicos, especialmente la de Toledo.

RECUPERACIÓN DE LA CULTURA CLÁSICA POR LA ESPAÑA MEDIEVAL

Hubo un momento en la Historia de Occidente en el cual la Cultura Clásica corrió peligro de desaparecer. Durante la caída del Imperio romano, buena parte de esa sabiduría grecolatina fue llevada a Siria por monofisitas y nestorianos (herejes) y traducida al siríaco. Siglos más tarde se convertiría al árabe, siendo extendida a los territorios por los que se expandía el islamismo.

En el siglo XII llega a Occidente y en este retorno tendrán gran importancia Sicilia, y los reinos Hispánicos. Así llegó toda la cultura grecolatina a las grandes bibliotecas califales de Córdoba, y de las principales ciudades de Al-Ándalus, en especial la de Toledo. En estas ciudades se reunieron los más grandes sabios intérpretes y traductores de las obras fundamentales, griegas y latinas, que sentó las bases de la cultura de Occidente.

Durante el Reino Hispano-visigodo comenzó a aparecer un resurgimiento cultural dirigido por la figura erudita de san Isidoro de Sevilla y de su hermano san Leandro. Isidoro de Sevilla se convirtió en el principal promotor de la recuperación de la cultura clásica que se estaba perdiendo en Europa, fomentando el desarrollo de las artes liberales, del derecho y de las ciencias.

Fue reconocido como el hombre más sabio de su época que transcurrió entre finales del siglo VI y principios del VII, un puente entre la Edad Antigua que terminaba y la Edad Media que comenzaba. De gran influencia en Europa, fue muy leído durante la Edad Media y el Renacimiento, hasta el punto de ser llamado el Maestro de la Europa Medieval.

La principal contribución de Isidoro para la recuperación de la cultura clásica fueron sus Etimologías, escritas hacia el año 634. Fueron la mejor recopilación del saber de su tiempo, que reunía los principales resultados de la ciencia de la época, siendo uno de los textos clásicos hasta mediados del siglo XVI. La pretensión universal de sus Etimologías las convierte en la gran enciclopedia de la época y el gran precedente cristiano y medieval de la anticristiana y moderna enciclopedia que surgió en la Ilustración por D'Alambert y Diderot.

ETIMOLOGÍAS DE SAN ISIDORO DE SEVILLA

Otra de las grandes contribuciones para salvar en lo posible el patrimonio de la cultura helénica y romana fue el desarrollo de una Biblioteca y de una Escuela, que serán más adelante enraizadas en la obra imperial de Carlomagno.


Su sistema educativo era abierto y progresista, propuso un sistema que abarca todas las ramas del saber humano. La Escuela dividía todo el saber humano en las siete artes liberales: el Trivium (gramática, retórica y dialéctica), y el Quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música). También se ocupó de otras disciplinas como medicina, derecho, lingüística, geografía, agricultura, tradiciones, etc. El método de enseñanza consistía en dar lectura a un texto para comentarlo después; de ahí viene la costumbre que aún se practica de llamar lección al método de enseñanza.


La primera Biblioteca no es más que un armario para guardar Biblias. En la de Isidoro de Sevilla, figuraban abundantes ejemplares de autores romanos así como de los padres de la Iglesia.

Isidoro previó que la unidad religiosa y un sistema educativo amplio, podían unificar los elementos heterogéneos que amenazaba desintegrar el reino Hispano-visigodo, por lo que gran parte del país se convirtió en un centro de cultura, mientras que el resto de Europa se hundía en la barbarie.

El Renacimiento cultural que efectuó la Corte de Carlomagno estuvo fuertemente influenciado por las escuelas visigóticas isidorianas a través de los hispano-godos que huyeron al norte de los Pirineos tras la invasión islámica. Entre aquellos isidorianos estaban Teodulfo, poeta y obispo de Orleans, Agobardo, obispo de Lyon, Claudio de Turín, el mejor intérprete de las Sagradas Escrituras y Prudencio Galindo, filósofo y obispo de Troyes.

CATEDRAL-MEZQUITA DE CÓRDOBA Y ABDERRAMÁN III

La enorme labor científica efectuada por los orientales pudo haber llegado al Occidente europeo gracias a España, y también a Italia, que hicieron de puentes culturales entre Oriente y Occidente. En contraste con la decadencia por la que pasaban la cultura de Europa con los últimos carolingios, en la España islámica Abderramán III fomentó las ciencias, las letras y las artes, creando el ambiente propicio para los estudiosos. Su sucesor, Al-Hakam II, organizó una biblioteca de más de cuatrocientos mil volúmenes, trayendo a sus dependencias todas las novedades literarias de Oriente. Este ejemplo sería seguido por muchos reyes de Taifas.

En Córdoba convivían mozárabes (cristianos en dominios islámicos) que seguían manteniendo su fe y su culto. En esta ciudad había entonces seis iglesias, dos monasterios a las afueras y seis pequeños conventos en la sierra. En cada iglesia había una escuela y en cada escuela una biblioteca, donde se mantenía la cultura salvada siglos antes por san Isidoro de Sevilla. Aquellos cordobeses no sólo iban a transmitir a las generaciones futuras la herencia de san Isidoro de Sevilla, sino a descubrir y canalizar las culturas orientales clásicas, en trances de desaparecer.

Los obispos y sacerdotes cordobeses aprovecharon sus viajes para enriquecer las bibliotecas de sus iglesias y sus conventos de obras famosas de autores profanos. San Eulogio llevó a Córdoba códices antiguos, en los que estaban recogidos los textos de la Eneida de Virgilio, las Sátiras de Horacio y de Juvenal, los opúsculos de Porfirio, las fábulas de Aviceno, la Ciudad de Dios de san Agustín,…

Todas las ciencias religiosas y profanas fueron estudiadas, sus textos recogidos y dispuestos para ser tratados por los sabios cordobeses. Los mozárabes sirvieron de puente entre la civilización musulmana y la cristiana, colaborando con árabes y judíos en la traducción del arábigo al latín de los textos de la cultura, ciencia y filosofía orientales y clásicas.

Esculturas Maimónides Averroes Córdoba
MAIMÓNIDES Y AVERROES

Los judíos también tuvieron un papel importante en el desarrollo cultural hispánico, estableciendo sus academias en Córdoba durante en la primera mitad del siglo X. Aquellas escuelas hicieron de la bella capital del Califato el centro mundial de la cultura rabínica, dando a la historia de la erudición humana nombres de la importancia de Avicebron, Jehudá Haleví y Maimonides, escritores universales, que influyeron en la difusión del pensamiento aristotélico, aunque mezclándolo con ideas de base neoplatónica.

Difusores del pensamiento de Aristóteles fueron los hispano-musulmanes Avicena y, sobre todo, Averroes. Muchas de las tesis de Averroes tuvieron especial incidencia en Occidente, como en el caso de las doctrinas sobre la eternidad del mundo y la doble verdad, que están en la base de la grave polémica que sacudió a la universidad parisina con el nombre de averroísmo latino.

La cultura hispano-hebrea fuertemente influida por la musulmana alcanzó su madurez en los reinos de taifas, que acogen a los judíos como administradores e incluso promueven sus manifestaciones culturales en ciudades como Granada, Zaragoza, Valencia, Denia o Badajoz. Tras la invasión de los almorávides, estos se refugiaron en los reinos cristianos hispánicos.

Los estudios gramaticales y filológicos realizados durante el Califato de Córdoba permitieron conocer las leyes de la gramática y filología hebrea y contribuyeron a la depuración del hebreo literario. Traducidos al latín, fueron la fuente en la que aprendieron el hebreo los hombres del Renacimiento. Entre aquellos traductores judío-hispánicos destacan los nombres de Mose B. Ezra a quien se atribuye una de las reglas de oro de la traducción: fijarse en el sentido y no traducir literalmente, ya que las lenguas no tienen una única sintaxis; Mose Sefardí, convertido al cristianismo y conocido como Pedro Alfonso, fue el primer difusor de la astronomía y matemática árabe, redactó en latín la Disciplina clericalis, colección de apólogos de origen oriental que tendrían una gran difusión en toda Europa y lograría la llegada de numerosos europeos a la Península para ponerse en contacto con estas ciencias; Abraham B. Ezra de Tudela difundió los conocimientos hispanoárabes por varias ciudades de Europa, redactando numerosas obras de tema filosófico, gramatical, matemático y astronómico en hebreo y en latín; Yehudá B. Tibbon es conocido como el Padre de los Traductores gracias a su labor y a la de sus hijos que tradujeron obras filosóficas, gramaticales y religiosas.

MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE RIPOLL

El monasterio de Santa María de Ripoll dejó constancia de las primeras traducciones científicas del árabe al latín a mediados del siglo X. Un célebre manuscrito procedente de allí, el tratado de Al-Khwarizmi, adelantó más de un siglo la aparición de traductores de árabe en la Península. Dicho manuscrito versa, principalmente, sobre matemáticas y astronomía y el correspondiente instrumental, y fue identificado y estudiado por Millás. Su aportación más destacable fue la introducción en Europa del cero, el infinito, y los guarismos que sustituirían a los números romanos. El futuro Papa Calixto II, Gerberto de Aurillac, viajó hasta España para adueñarse del texto y exportarlo a toda Europa.

La ciudad de Toledo, antigua capital de reino Hispano-visigodo, experimentó un floreciente esplendor cultural que comenzó con la conquista de la ciudad en 1085, por Alfonso VI, y culminó en la hermosura intelectual del reinado de Alfonso X el Sabio. En la "Ciudad de las tres Culturas" se reunieron sabios y estudiosos tanto de Europa como de Oriente: moros, judíos y cristianos; y las obras de los grandes filósofos griegos y latinos, árabes y judíos, fueron lanzadas hacia Europa, donde eran desconocidas.

Fue un momento estelar en la Historia de la cultura española, y europea también. Las escuelas traductoras de Toledo alcanzaron fama europea, fueron cuna de la cultura de Occidente y transmisoras de las culturas clásicas y orientales, aunque no se llegó a organizar una auténtica escuela o cuerpo de traductores permanentes.
ESCUELA ALFONSINA

Toledo conservaba un gran número de obras en poder de refugiados mozárabes y judíos cultos que fueron expulsados por almorávides y almohades, mérito al que hay que añadir la voluntad de los reyes castellanos y obispos toledanos en estimular las traducciones. Allí judíos y mozárabes, conocedores de varios idiomas, traducían de originales en árabe o hebreo al latín o al romance castellano vulgar, sin interpretaciones o contextualizaciones. Posteriormente, estas traducciones se fueron poniendo a disposición de otros eruditos más capacitados para corregir el manuscrito, dándole una redacción más elegante y ajustada a la preceptiva literaria. Estos correctores ponían el libro en lo que se llama latín escolástico, es decir, latín culto, un idioma universal, preciso para que la obra fuese conocida en todo Occidente. Por ese procedimiento tradujeron obras de filosofía y científicas (medicina, álgebra, astronomía, astrología y alquimia).

Durante la segunda mitad del siglo XII, Domingo Gundisalvo y su colaborador Juan Hispano dirigieron la Escuela de Traductores de Toledo, que adquirió fama internacional, incorporándose el arabista italiano Gerardo de Cremona, los ingleses Daniel de Morlay, Alejandro Neckham y Alfredo de Sareshel, y otros como Abelardo de Bath o Rétines.

Las traducciones continuaron hasta finales de este siglo y comienzos del XIII gracias a la labor de Marcos de Toledo, Rodolfo de Brujas, el italiano Platón de Tívoli, o el escocés Miguel Scoto.

El filósofo segoviano Domingo Gundisalvo fue discípulo de Juan Hispano y del médico Ibrahim ibn Dawud. Juan Hispano le enseñó árabe, por lo que tradujo la Metafísica de Avicena, De anima de Avicena, Fons vitae de Ibn Gabirol, De intellectu de Alkindi, Liber de scientiis de Alfarabi, Las tendencias o las opiniones de los filósofos de Algaceletc: siempre en colaboración con Juan Hispano, que traducía del árabe al castellano, y Gundisalvo del castellano al latín. Fue el primer pensador occidental que sufrió la influencia de escritos árabes, y agente decisivo en la incorporación de estos escritos al mundo latino. Sus escritos principales son De divisione philosophiae, De inmortalitate animae, De processione mundi, De unitate et uno y De anima.

El maestro Juan Hispano o Hispalense fue un judío converso, de nombre Ibn Däwüd. Fue autor de más de treinta y siete traducciones y obras originales. Compuso un Tractatus de anima, el Liber de causis, el Liber de causis primis et secundis, una física y una metafísica. Las doctrinas de Avicena constituyeron el fondo de su doctrina.

Scriptorio Escuela traducciones
ESCUELA DE TRADUCCIONES

Según Marcelino Menéndez y Pelayo:
"La empresa de transmitir al mundo latino la ciencia oriental fue continuada con mayores bríos y espíritu por nuestro rey Alfonso X el Sabio, a quien se debe la primera aplicación de las lenguas vulgares a asuntos científicos."
Años más tarde, durante el último tercio del siglo XIII el rey Alfonso X el Sabio impulsó una intensa actividad cultural, no había disciplina que no le interesara (las ciencias, la historia, el derecho, la literatura); él mismo dirigió las traducciones y revisaba su trabajo. Toledo había alcanzado uno de los periodos de mayor esplendor, convirtiéndose en la capital europea de la cultura.

Se trasladaron allí los restos de la biblioteca de Al-Hakam II, cuyos fondos fueron traducidos. Para entonces, no sólo se traducía al latín sino de manera definitiva también al castellano y al francés. Y no sólo se recopilaba y se copiaba, sino que también se creaba mucha obra original en todas las materias (medicina, filosofía, cosmografía, etc.). Un ejemplo eminente es el Libro de las Tablas Alfonsíes. Alfonso X había mandado instalar un observatorio astronómico en el castillo toledano de San Salvador; a partir de las observaciones realizadas, se calcularon esas Tablas Alfonsíes, un completo tratado de Astronomía que todavía tres siglos más tarde admiraría Copérnico.

ALFONSO X EL SABIO Y SAN ISIDORO DE SEVILLA