La vinculación entre los reinos cristianos medievales de la península Ibérica con los reinos europeos permitió la circulación de corrientes de pensamiento y de movimientos literarios y artísticos. Dos estilos arquitectónicos destacaron en la construcción de templos religiosos: el Románico y el Gótico.
La comunicación se dio también a la inversa y, gracias al Camino de Santiago, la Europa cristiana pudo enriquecerse con la aportación cultural hispánica. Durante los siglos de la Alta Edad Media, los peregrinos llegados de todas partes de Europa convierten al Camino de Santiago en un catalizador para el desarrollo artístico, social y económico.
ARTE Y CULTURA DEL CAMINO DE SANTIAGO |
1. ROMÁNICO: PRIMER ESTILO PANEUROPEO
Por otra parte, la Corte Carolingia incluyó en su Renacimiento el culto a Santiago, sentando las bases de la Europa Medieval. La literatura y las representaciones iconográficas medievales de la Corte de Aquisgrán conceden al emperador Carlomagno un importante papel en el descubrimiento del santo sepulcro.
La consolidación del Camino durante los siglos XI y XII coincide con el máximo desarrollo del arte románico, primer estilo artístico internacional de la Edad Media, acorde con la unificación de la liturgia que entonces demanda la Iglesia. Los intercambios culturales surgidos de la peregrinación provocaron que este movimiento artístico, con sus variantes regionales, se extendiera por toda Europa.
Los dos focos difusores del románico fueron la abadía y Orden del Cluny, en el centro de Francia, y la iglesia de Lombardía, en el norte de Italia. El arte cluniacense se difundió por los territorios del Camino Francés, mientras que el románico lombardo tuvo una gran implantación en el reino de Aragón y en los valles pirenaicos de los condados catalanes. La liturgia romana se fue imponiendo sobre la hispánica, y el estilo mozárabe es vencido por las nuevas corrientes europeas.
También, la llegada de nuevos colonos a los núcleos poblacionales del Camino, la repoblación de villas en el territorio reconquistado a los moros por los reinos cristianos y el nacimiento de una burguesía comercial y artesana ayudaron a la extensión del románico por todo el norte peninsular.
Tanto en Francia como en España se construyó una arquitectura civil gracias a la donación de los peregrinos y a la acción de los nuevos colonos y mercaderes, compuesta por barrios, castillos, puentes, hospederías y hospitales, que desarrollaron los burgos medievales. Esta arquitectura civil fue complementaria a la religiosa, compuestas de santuarios, monasterios, abadías, ermitas, iglesias y catedrales. Francia y España se influenciaron mutuamente, el románico hispánico recibió la influencia mudéjar, por ello, el románico europeo conoció elementos musulmanes que se transmitieron desde la península Ibérica.
Los motivos andalusíes se extendieron por las iglesias de Aquitania, Auvernia o Borgoña mientras el mozárabe de los beatos se refleja en las iluminaciones de los monasterios del suroeste de Francia, y muchos de los cantares de gesta (ciclo de Carlomagno y de Roldán) reprodujeron el ambiente exaltado de las peregrinaciones y las cruzadas peninsulares del siglo XII.
Grupos y escuelas de canteros, maestros de obras, pintores y escultores, maestros de obras, todos caminaban la Vía Láctea en ambos sentidos; solicitados por obispos y reyes, tomaban de ambos lados del Pirineo nuevos hallazgos técnicos y decorativos.
Como ha descrito el historiador francés Marcel Durliat:
En 1927, otro erudito francés, Emile Mâle, sostuvo que el modelo de iglesia de peregrinación, citado a la de San Martín de Tours, pasó los Pirineos desde Francia, pero fue inmediatamente sustituido por su acuñación en Santiago. Además subrayó la influencia en Francia de algunos elementos decorativos islámicos a través del Camino.
"El camino no se limitó a transmitir a España fuentes de inspiración procedentes del exterior, sino que llevó a su vez, a Francia, influencia del arte musulmán, bien sea directamente o por la mediación del arte mozárabe."
En 1927, otro erudito francés, Emile Mâle, sostuvo que el modelo de iglesia de peregrinación, citado a la de San Martín de Tours, pasó los Pirineos desde Francia, pero fue inmediatamente sustituido por su acuñación en Santiago. Además subrayó la influencia en Francia de algunos elementos decorativos islámicos a través del Camino.
Cuatro años antes, el norteamericano Kingsley Porter había destacado el papel decisivo de la arquitectura de Santiago en el románico francés, contribuyendo a ello los peregrinos lombardos.
Las antiguas construcciones cristianas de techumbre de madera y reducidas dimensiones se transformaron en otras más resistentes y monumentales. En la Hispania cristiana desaparece el eclecticismo imperante hasta ese momento, que mezclaba detalles bizantinos con influencias locales, paleocristianas o godas. Aunque sí se siguió cultivando algún componente local como los arcos fajones.
El templo románico llegó a comienzos del siglo XI y se caracterizó por la utilización de la planta de cruz latina, provista de cimborrios y ábsides redondos y fortificados, arcos de medio punto, bóvedas de cañón repletas de santos, ángeles y estrellas, y torres. En las columnas y paredes aparecen figurillas policromadas representando escenas religiosas y paganas, vírgenes, divinidades, leones, serpientes, demonios y arpías. Su característica fundamental es la sencillez, el purismo en sus líneas y formas, que sirven como afirmación del poder político y espiritual.
El románico de peregrinación se materializó brillantemente en lugares como Leyre, Jaca, Frómista, León y Santiago.
La catedral es la gran creación del arte románico. Tomando sus fundamentos arquitectónicos de las basílicas romanas y bizantinas, ingenia un edifico de gruesos muros y potentes columnas. Está hecha de piedra: caliza, granito, mármol o escoria volcánica. Es espaciosa y está orientada hacia levante, mirando hacia Jerusalén, la Tierra Santa, y de esta forma, aprovechando los primeros rayos de sol que penetran por las abocinadas ventanas del ábside, permiten celebrar los ritos de la madrugada.
La nave transversal o cruceiro se crea para sujetar la estructura, equilibrar la planta y simbolizar la cruz de la Redención. Tras el altar mayor, se abre el deambulatorio o girola, que facilita los rituales. Las altivas torres surgen en las fachadas o en el centro, terminadas en un chapitel de pizarra o alcuza.
En el otro extremo del edificio románico, contrapesando el Oriente religioso, se encuentra el Occidente pagano: el mundo, las tentaciones, la carne… Es la gran fachada de piedra, generalmente con dos recias torres y tres entradas, especie de muro que aísla bajorrelieves de la Divinidad, esculturas de santos, de reyes, de vírgenes, de peregrinos, escenificación de anécdotas morales y de milagros, representaciones del Infierno y del Juicio Final.
El románico de peregrinación se materializó brillantemente en lugares como Leyre, Jaca, Frómista, León y Santiago.
En el siglo XIII, la ruta jacobea se convertía en una vía de recepción de un arte mucho más impresionante: el Gótico. Surgido del románico, y con los mismos planteamientos y símbolos, crea un nuevo espacio arquitectónico, un nuevo lenguaje plástico de espectacular belleza. El peso del edificio ya no radica en los recios muros de carga, ni en las pilastras, ni en las columnas; mediante arbotantes y contrafuerzas, las columnas se vuelven tan estilizadas como troncos de palmeras, las naves se levantan más altas aún, las gruesas paredes de piedra se convierten en vitrales multicolores, en muros resplandecientes.
2. LA ARQUITECTURA
Durante la Edad Media, para que una población ostentase el título de ciudad debía de contar con murallas que la protegiesen y delimitasen su ámbito fiscal, y con una catedral que la señalizase como cabeza de un obispado y, por ello, de un territorio. La catedral no era sólo un templo, sino la sede del gobierno de la diócesis, receptora de los impuestos que se recaudaban a través de parroquias y arciprestazgos y en cuya sala capitular se decidían las funciones y obras públicas a las que iría a parar una parte de lo recaudado.
Durante la Edad Media, para que una población ostentase el título de ciudad debía de contar con murallas que la protegiesen y delimitasen su ámbito fiscal, y con una catedral que la señalizase como cabeza de un obispado y, por ello, de un territorio. La catedral no era sólo un templo, sino la sede del gobierno de la diócesis, receptora de los impuestos que se recaudaban a través de parroquias y arciprestazgos y en cuya sala capitular se decidían las funciones y obras públicas a las que iría a parar una parte de lo recaudado.
Las necesidades de peregrinación crearon un tipo peculiar de arquitectura que se repite a través de todo el Camino. Estas "iglesias de peregrinación" presentan, en su conjunto, una eficaz solución al problema de dar cabida a grandes multitudes y facilitar su circulación para venerar las diversas reliquias en ellas depositadas.
Efectivamente, las catedrales solían disponer de altares y reliquias de especial valor, que atraían a los fieles y a sus dádivas y limosnas; a cambio, el templo disponía también de una infraestructura de asistencia al peregrino, a quien se recibía en hospitales-albergues, gestionados, muchas veces, por las respectivas catedrales. Son famosas las fundaciones hospitalarias que acogían a los viajeros en Pamplona, Santo Domingo, Astorga o Santiago.
Las catedrales de peregrinación del Camino francés fueron siete: Jaca, Pamplona, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, León, Astorga y Santiago de Compostela. Originalmente fueron construidas en estilo románico. De estas siete, las de Pamplona, Logroño, Burgos y León, fueron reconvertidas en templos de estilo gótico y renacentista.
Aunque no existen rasgos homogéneos entre todas ellas que determinen un tipo de catedral peregrina, si existen paralelos entre algunas de ellas:
1. el Camino empieza y termina en España con construcciones románicas: Jaca y Santiago
2. las catedrales góticas de Burgos y León siempre pugnaron por destacar la una sobre la otra
1. el Camino empieza y termina en España con construcciones románicas: Jaca y Santiago
2. las catedrales góticas de Burgos y León siempre pugnaron por destacar la una sobre la otra
La arquitectura y los objetos de arte dotan a las catedrales de una apariencia monumental, pero también fueron utilizados como lugares de oración, como centros de reunión y de asistencia a los oficios, y hasta de usos administrativos. Su interior podría ser definido como la gran plaza mayor cubierta de la ciudad medieval, equivalente al ágora o el foro de las ciudades de la Antigüedad.
Junto a estas grandes construcciones religiosas, se desarrollaron otras menores compuestas de santuarios, monasterios, abadías, ermitas, iglesias y catedrales. Su número de hace interminable: Jaca, La Serós, San Juan de la Peña, Leyre, Sangüesa, Pamplona, Estella, Torres del Río, Logroño, Nájera, Santo Domingo, San Juan de Ortega, Frómista, Carrión, Sahagún, León, Villafranca, Puertomarín, Melide, etc.
3. LA ESCULTURA
En el arte románico, la escultura tiene primordialmente un sentido didáctico, de enseñanza religiosa, directamente o a través de simbolismos. El arte románico es un arte mucho más profundo de lo que generalmente se cree; pero es necesario penetrar en el significado de sus símbolos para poder comprender y gustar plenamente su belleza y su hondura de expresión. La figura humana predomina en ella.
Esta escultura se explaya y ofrece sus mejores creaciones en las iglesias (portales y capiteles) y en los claustros (capiteles y machones angulares), sin que menosprecien la variedad y fino sentido humorístico que se reflejan en canecillos e impostas.
Destaca el asombroso pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago culmina la historia de la plástica románica, el maestro Mateo esculpe su propia Biblia de piedra.
4. LA PINTURA
La pintura románica, como la escultura, se orienta fundamentalmente a la instrucción religiosa. La fundición decorativa prevalece sobre el naturalismo de la figuras y tiende hacia la esquematización y el hieratismo mayestático. España ha producido los ejemplares más valiosos de pintura románica, heredada de nuestras famosas escuelas de códices miniados y de marfiles.
La pintura románica, como la escultura, se orienta fundamentalmente a la instrucción religiosa. La fundición decorativa prevalece sobre el naturalismo de la figuras y tiende hacia la esquematización y el hieratismo mayestático. España ha producido los ejemplares más valiosos de pintura románica, heredada de nuestras famosas escuelas de códices miniados y de marfiles.
Dentro del Camino de Santiago destacan los frescos del Panteón Real de San Isidoro de León, llamado con justicia "la Capilla Sixtina del románico", o los muros, bóvedas y ábsides de las dos iglesias catalanas de Tahull.
Durante los siglos XVII y XVIII hubo un renacimiento del Camino en Francia, que contribuyó a la inspiración de literatos modernos. El inglés Robert Southey escribió El peregrino a Compostela, escéptico y romántico; los dibujos de peregrinos del pintor del XVIII Watteau, en especial su grabado Mademoiselle Desmares interpretando el papel de peregrina, y su obra emblemática El embarque para Citerea, la isla de amor en la cual disfrazaba a los enamorados con la plena indumentaria jacobea, capa, sombrero, veneras y bordón; o el pintor Oudry quien retrató en Nancy al rey de Polonia, Stanislas Laczynski, vestido de lo propio.
5. LA MÚSICA
El canto de la multitud y la armonía o polifonía, llevan en sus mismas entrañas un mensaje de unión y de concordia. El Códice Calixtino constituyó el primer elenco de cantos de la peregrinación y uno de los monumentos musicales más importantes. Destacan entre ellos, el canto de peregrinos Dum Paterfamilias, más conocido por Ultreia; y el Congaudeant catholici, que es la composición, para 3 voces reales, más científica entre las conocidas de la Europa medieval según Higinio Anglés, y desde luego la más antigua.
Alfonso X el Sabio dedicó varias de sus Cántigas a temas jacobeos, ensalzando los milagros que la Virgen obraba con los peregrinos en dos de los santuarios marinos ubicados en plena ruta jacobea: Villasirga y Virgen del Manzano.
En Moissac se hizo una colección de cantos peregrinos que recogía los más usados y preferidos como la Gran Canción, conocidísima composición itinerante que va señalando las etapas del Camino y dando consejos útiles para el viaje.
Los peregrinos se proveían de libros de cantos, de cancioneros y hojas volantes con los textos literarios que les servían de guías, de alimento espiritual y de solaz en la interminable marcha.
En Francia se imprimieron varios cancioneros compostelanos, gozó de gran popularidad la Canción de los peregrinos, escrito por el abate Dandichon en el siglo XVIII, autor de villancicos navideños. Muy famosa fue la recopilación de las Canciones de los peregrinos a Santiago, impresa en Troyes en 1718.
Algunas piezas del Calixtinus son precursoras de la polifonía de la liturgia, que pronto se acuño en Notre-Dame de París. La música litúrgica jacobea se proveía tanto del canto llano como del uso de tropos; estos eran interpolaciones en los textos obligados de la liturgia o adiciones a los mismos. La utilización de estos tropos y la polifonía contribuyeron a la decadencia de los cantos gregorianos.
Se han escrito refranes como: "Por Santiago y Santa Ana pintan las uvas, por la Virgen de Agosto ya están maduras."
Cursaba una canción de peregrinos, una "canción de ciego", grito típico celta, horadó los aires de España y se postró de rodillas ante un Papa, sucesor de San Pedro, invitándole al Jubileo en lengua gallega de la época:
O alalá foi a Romao
alalá foi e veu,
foi decirle o Padre Santo
que viñese o xubileu.
En tierras gallegas la gaita celta es un símbolo musical. Sobre el bordón de su tensa alma, la melodía desgrana su morriña y estremece el corazón de Galicia:
Miña gaitiña gallega
sinte como una persoa
unas veces canta e ríe
e otras veces xime o chora.
El Canto al Hospital de Roncesvalles elogia la caridad sin límites terrestres ni fronteras ideológicas o religiosas, porque si así fuera, dejaría de ser caridad:
Abre sus cancelas a enfermos y santos
así a los católicos como a los paganos,
judíos, herejes, mendigos y vanos,
y a todos abraza como a sus hermanos.
Abre sus cancelas a enfermos y santos
así a los católicos como a los paganos,
judíos, herejes, mendigos y vanos,
y a todos abraza como a sus hermanos.
La representación de músicos alcanza al tímpano del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago. En él se encuentran los 24 ancianos del Apocalipsis que forman el Senado de Cristo, dispuestos en parejas dialogan mientras afinan sus instrumentos musicales: cítaras, arpas, salterios, violas, y en un lugar preferente, la zanfona, tradicional instrumento de juglares gallegos y que Faustino Santalices describe como:
Cinco cordas que cantan,
que suspiran, rin ou choran;
son a i-alma de Galicia
morriñente e soñadora.
PINTURA RELIGIOSA DE LA CATEDRAL DE BRUGOS |
6. LITERATURA DEDICADA AL CAMINO
¿En qué consistía la peregrinación? ¿Cuáles fueron los motivos que movían las gentes? Se preguntaron los literatos que escribieron sobre esta calle mayor de Europa.
Álvaro Cunqueiro describió el Camino entre la realidad histórica y la ficción literaria:
La peregrinación es como un río lento y oscuro, que viene de muy lejos. No hay cosa que le sea más fácil a mi imaginación que figurar peregrinos a Compostela. Los voy poniendo por las posadas, en Tours o en Puente la Reina, en Sahagún quizás, o simplemente les veo hacer camino, sentado ya cabe una fuente, a la sombra de una castaño, y converso con ellos, curioso de lenguas y de países, y también del hermano corazón: en esto, cada peregrino es un vasto secreto.Para los peregrinos, la posesión de la tumba del Apóstol era una compensación a la invasión islámica y a la pérdida de la cristiandad hispana. Así lo expresaba el Poema de Fernán González:
Quiso Dios fuertemente a España honrar
cuando el Apóstol Santo quiso allí enviar,
frente a Inglaterra y Francia quísola mejorar,
sabed, no yace apóstol en todo aquel lugar.
Rafael Dieste:
Y no os diré todo lo que vieron los peregrinos porque en aquellas almas nacientes, ante aquellos ojos con miles de años de mocedad, era nunca visto.Dante: "Sólo el que va a Compostela puede llamarse peregrino."
Uno de los motivos de la peregrinación era el de cumplir una promesa de agradecimiento a Dios. Cervantes lo explicó en Las dos doncellas, un caso entre tantos ordinarios y cotidianos:
Es de saber que, en el tiempo que Marco Antonio estuvo en el lecho, hizo voto, si Dios le sacase, de ir en romería a pie a Santiago de Galicia, en cuya promesa le acompañaría don Rafael, Leocadia y Teodosia, y aun Galvete, el mozo de mulas.En el Siglo de Oro de la literatura española, una de las llamadas comedias de santos de Agustín Moreto, llamada San Franco de Sesa o el lego del Carmen, tiene de protagonistas a un pecador arrepentido que hace la peregrinación.
Tirso de Molina escribió La romera de Santiago, una comedia de honor nobiliario, parte de la cual se desarrolla en el Camino.
ESCULTURAS DE SANTIAGO MATAMOROS |
Quevedo dedicó unos versos:
A Santiago de Galicia
se parece tu aposento,
donde acude todo el mundo
en figura de romero.
A Santiago de Galicia
se parece tu aposento,
donde acude todo el mundo
en figura de romero.
Hasta don Quijote se planteó peregrinar a Santiago por dos motivos, el dicho de que toda alma cristiana, si no lo hace en vida lo hará después de la muerte, y el deseo de emplear su brazo justiciero al servicio de peregrinos, para evitar los crímenes sin nombre que acontecían la ruta trillada tanto por santos como por ladrones. Otro camino más para el Quijote:
Y así, subiendo de la Mancha al reino de León, pasando Astorga, por el camino de Villafranca a la frontera gallega, se dirigió a Triacastela a la ciudad del Apóstol.El poeta boliviano Ricardo Jaime Freyre evocó la peregrinación de esta manera:
Bajo la luminosa, nocturna estela,
entre la polvareda de los caminos,
en busca de Santiago de Compostela
pasan, cantando, los peregrinos.
Y Federico García Lorca de esta otra manera:
Esta noche ha pasado Santiago,
su camino de luz en el cielo.
¡Niños chicos, pensad en Santiago
por los turbios caminos del sueño!
El arcipreste de Hita inmortalizó a un peregrino en un castellano severo, altivo, grave y sonoro del siglo XIV:
El viernes de indulgencia visitó una esclavina,
gran sombrero redondo, mucha concha marina,
bordón lleno de imágenes, en él la palma fina,
esportilla e cuentas para rezar aína.
Los zapatos redondos e bien sobresolados,
echó un gran doble sobre sus costados,
gallofas e bodigos lleva allí condensados:
de estas cosas romeros andan aparejados.
Para León Felipe, el romero es símbolo de ese anhelo que bulle en lo hondo de toda gran alma y acertó a expresarlo así:
Ser en la vida romero,
romero solo que cruza
siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre
y sin pueblo;
ser en la vida romero
romero, solo romero.
El dramaturgo Mira de Amescua escribió en su Pedro Telonario que los franceses pidieron piedad al protagonista:
Toda la Francia confía
que la nuestra pena aplaques.
Por Dios e Sancta María
e por el señor San Jacques.
POESÍA JACOBEA ESCRITA EN MURAL DE NÁJERA |
Las ciudades y villas por las que pasaba el Camino también despertaron una fascinación en los viajeros y literatos.
Gonzalo de Berceo escribió en el monasterio de Yuso de la Alta Rioja y en una recién nacida lengua castellana los Milagros de Nuestra Señora para adoctrinar y consolar a las gentes devotas de la Ruta Jacobea, aunque también para atraerlas a San Millán de la Cogolla.
Sergio Fernández, en su poema Calle de la rúa, escrito en 1963, evocó su paso por León:
León por ti se llena de llamadas,
León por ti se llena de caminos,
León por ti se llena de posadas.
León por ti se llena de llamadas,
León por ti se llena de caminos,
León por ti se llena de posadas.
La peregrinación a San Salvador de Oviedo estuvo siempre unida a la compostelana. Conocidos son los versos antiguas canciones:
Quien va a Santiago
y no al Salvador,
visita al criado
y deja al Señor
Quien va a Santiago
y no al Salvador,
visita al criado
y deja al Señor
Una ventana a la carretera es el título de una novela de Antonio Pereira, el escritor de Villafranca, quien dedicó estos versos a la patrona de El Bierzo:
Dulce señora de mi amor berciano,
cansado estoy de andar por el camino,
contempla mi bordón de peregrino,
aun con el polvo de un país lejano.
Dulce señora de mi amor berciano,
cansado estoy de andar por el camino,
contempla mi bordón de peregrino,
aun con el polvo de un país lejano.
Francisco López de Zárate cantó a Logroño y sus torres:
Esa ciudad que superior preside
a estas amenidades,
y con sus torres las estrellas mide,
gloria de España honor de las ciudades.
Esa ciudad que superior preside
a estas amenidades,
y con sus torres las estrellas mide,
gloria de España honor de las ciudades.
El Crucero de Lameiros, pequeña aldea de la ruta, contempla el caminar jadeante de miles de peregrinos:
¿A dond´irá meu romeiro,
meu romeiro a dons´irá?
Camino de Compostela
non sei s´alí chegará...
¿A dond´irá meu romeiro,
meu romeiro a dons´irá?
Camino de Compostela
non sei s´alí chegará...
Continuando la marcha esforzada y con la mirada fija en cruceros como el de Lameiros, exclamaba el peregrino en el mismo romance:
S´agora non teño forzas... meu espíritu m´as dara...
PLAZA DEL OBRADOIRO DE SANTIAGO DE COMPOSTELA |
A esa imagen espléndida de la plaza del Obradoiro, símbolo y meta de la peregrinación dedicó un bello contrapunto poético Gerardo Diego:
También la piedra, si hay estrellas, vuela.
Sobre la noche biselada y fría,
creced, mellizos lirios de osadía,
creced, pujad torres de Compostela.
El pórtico de la Gloria, esa Biblia románica de piedra que dejó esculpida el maestro Mateo, fue objeto de entusiasmo por el escrito bilbaíno Miguel de Unamuno:
¡Ciudad extraña, hermosa y fea a un tiempo,
a un tiempo apetecida y detestada,
cual ser que nos atrae y nos desdeña!
Algo hay en ti que apaga el entusiasmo,
y del mundo feliz de los ensueños
a la aridez de la verdad nos lleva.
Hacia el 700, el obispo de Sherborn, Adhelmo, dedica a Santiago el siguiente poema, uno de los primeros textos literarios en recobrar la evangelización del apóstol por tierras de la Hispania romana aún pagana:
Aquí Santiago, nacido de padre anciano,
defiende su excelso altar con su santa guarda.
Éste, llamado piadosamente por Cristo a la orilla del mar,
dejaba su propio padre y la curva nave:
lo primero convirtió con su enseñanza a las gentes hispanas,
convirtiendo con palabras divinas bárbaras multitudes,
que antes viejos ritos y apestosos santuarios
celebraban, ofuscados por las artes del horrendo demonio.
El himno litúrgico O Dei Verbum patris, es un escrito de finales del siglo VIII probablemente por Beato de Liébana, quien señala ya a Santiago como evangelizador de España y le invoca como cabeza áurea refulgente de territorio peninsular, el verdadero patrono protector de un Estado; le pide que proteja al rey, al clero y al pueblo, que los preserve de daños y enfermedades, de suerte que con su ayuda puedan alcanzar la gloria final:
Oh muy digno y muy santo Apóstol,
dorada cabeza refulgente de Hispania,
sé nuestro protector y natural patrono
evitando la peste, sé nuestra salud celeste.
Según cuenta la tradición Carlomagno sufrió un sueño en el que se le apareció Santiago y encomendó una misión y un camino a seguir: el manto blanco de estrellas de Oriente a Occidente le llevaría a las tierras que liberar del islam al frente de sus soberbios nobles:
También la piedra, si hay estrellas, vuela.
Sobre la noche biselada y fría,
creced, mellizos lirios de osadía,
creced, pujad torres de Compostela.
El pórtico de la Gloria, esa Biblia románica de piedra que dejó esculpida el maestro Mateo, fue objeto de entusiasmo por el escrito bilbaíno Miguel de Unamuno:
Cuanto se diga del pórtico de la Gloria, ese poema en piedra en que se respira el arte y la piedra medievales, será poco. La eterna juventud de la piedra nos habla aquí de una fe juvenil, Virgen madre de las más consoladoras visiones.No podía faltar Rosalía de Castro, cuyos románticos versos caminan despacio bajo la llovizna entre plazas, estrechas rúas y conventos:
¡Ciudad extraña, hermosa y fea a un tiempo,
a un tiempo apetecida y detestada,
cual ser que nos atrae y nos desdeña!
Algo hay en ti que apaga el entusiasmo,
y del mundo feliz de los ensueños
a la aridez de la verdad nos lleva.
Y por supuesto, la Guía del peregrino del Códice calixtino escrito por el monje francés Aymeric Picaud hacia el 1135 sobre la meta final, la catedral de Santiago:
En la referida y venerable catedral yace honoríficamente, según se dice, el verdadero cuerpo de Santiago, guardado en un arca de mármol, en un excelente sepulcro abovedado, trabajada admirablemente y de conveniente amplitud, bajo el altar mayor, que se levanta en su honor. Y también se considera que este cuerpo es inamovible, según testimonio de san Teodomiro, obispo de la misma ciudad, quien en otro tiempo lo descubrió y en modo alguno pudo moverlo.Uno de los textos hagiográficos de la Edad Media es la Vida de Tiebalo, un monje peregrino que va a Compostela, escrita por el benedictino Riniero. La actriz Shirley Mac Laine ha escrito El camino. Un viaje espiritual; Toni Bennássar, Un viaje a Occidente; y Valentín Redín, Viaje a Occidente. Un relato esotérico para el Camino de Santiago.
El Peregrino (1993) de Jesús Torbado; El sueño y la herida (1987) es el relato dedicado por el novelista Luis Mateo Díez; un astorgano, Esteban Carro Celada, ha titulado un libro Picaresca, milagrerías y malandanzas en el Camino de Santiago.
La Guía para perezosos de carácter histórico está dedicada al noble salteador del Camino, Álvaro Sánchez de Ulloa, con su base en Felpas, cerca de Palas del Rey. Peregrino de la herejía es una novela de Trancy Saunder, que vuelve sobre la fantasía de ser el sepulcro venerado el de Prisciliano.
La Guía para perezosos de carácter histórico está dedicada al noble salteador del Camino, Álvaro Sánchez de Ulloa, con su base en Felpas, cerca de Palas del Rey. Peregrino de la herejía es una novela de Trancy Saunder, que vuelve sobre la fantasía de ser el sepulcro venerado el de Prisciliano.
La "calle de Europa" era considerada por Salvador de Madariaga quien dedicó su Bosquejo de Europa; Estrada de Santiago, novela del portugués Aquilino Ribeiro.
Y películas como Saint Jacques...La Mecque, de Coline Serrau, en español la han llamado Peregrinos; Al final del Camino es de Roberto de Santiago.
"Cuando el viaje llegue a su fin
saldrá la estrella de la tarde
y las armonías del crepúsculo
se abrirán ante el portón de rey."
7. LITERATURA DEDICADA A SANTIAGO
No podía faltar entre la literatura referente al Camino la exclusivamente dedicada a la figura de Santiago en sus diferentes manifestaciones: Apóstol, Peregrino, Caballero, etc.
La Historia de la vida y obra del apóstol como del desarrollo del Camino y su influencia en los reinos cristianos hispánicos quedó documentada en las grandes crónicas de la época: la Historia Compostelana, el Libro de Santiago, las Cántigas de Santa María del rey Alfonso X, la Epístola del Papa León del siglo IX, etc. Santiago llegó a ser perseverante en la predicación, actividad esta seguida con interés y admiración por la sociedad medieval.
Jacobo de la Vorágine, historiador y hagiógrafo genovés del siglo XIII, escribió sobre la vida y obra del apóstol en la Leyenda Aúrea:
Llámasele Bonaerges o hijo del trueno por la conmoción que su predicación producía; en efecto, cuando ejercía su ministerio hacía temblar de espanto a los malos, sacaba de su tibieza a los perezosos, y despertaba a todos con la profundidad de sus palabras. Su voz resonaba tan fuertemente que llegaba a los últimos confines; de haber levantado un poco más el tono, el mundo hubiese sido incapaz de contener la resonancia dentro de sus propios límites.Otras personalidades, como el papa Gregorio el Grande, del siglo XI, aluden a su virtud de la paciencia, acaso como consecuencia de las numerosas leyendas en que aparece el apóstol obteniendo escaso éxito en su papel evangelizador. Por su parte, el Códice Calixtino le califica de "santo de admirable poder, bienaventurado por su vida, asombroso por sus virtudes, de ingenio esclarecido, de brillante facundia".
Según Jacobo de la Vorágine:
Ya en Palestina, Santiago se convirtió en el primero de los apóstoles en sufrir martirio. El rey de Judea Herodes Agripa lo condenó a muerte por decapitación en el año 44. Así narró los hechos Eusebio de Cesarea: "El apóstol Santiago, después de la Ascensión del Señor, predicó durante algún tiempo por las regiones de Judea y de Samaria, trasladándose luego a España y sembrando en sus tierras la palabra de Dios; pero viendo que el fruto que obtenía era escaso y que a pesar de haber predicado mucho en dicho país no había logrado reclutar en él más que nueve discípulos dejó allí a dos de ellos para que siguieran predicando, tomó consigo a los otros siete y regresó a Judea. El maestro Juan Beleth dice que el apóstol Santiago convirtió en España solamente a una persona."
En aquel tiempo, el rey Herodes se puso a maltratar a algunos de la Iglesia. Y mató a Santiago, el hermano de Juan, con la espada.
Aquí Santiago, nacido de padre anciano,
defiende su excelso altar con su santa guarda.
Éste, llamado piadosamente por Cristo a la orilla del mar,
dejaba su propio padre y la curva nave:
lo primero convirtió con su enseñanza a las gentes hispanas,
convirtiendo con palabras divinas bárbaras multitudes,
que antes viejos ritos y apestosos santuarios
celebraban, ofuscados por las artes del horrendo demonio.
El himno litúrgico O Dei Verbum patris, es un escrito de finales del siglo VIII probablemente por Beato de Liébana, quien señala ya a Santiago como evangelizador de España y le invoca como cabeza áurea refulgente de territorio peninsular, el verdadero patrono protector de un Estado; le pide que proteja al rey, al clero y al pueblo, que los preserve de daños y enfermedades, de suerte que con su ayuda puedan alcanzar la gloria final:
Oh muy digno y muy santo Apóstol,
dorada cabeza refulgente de Hispania,
sé nuestro protector y natural patrono
evitando la peste, sé nuestra salud celeste.
Yo soy Santiago, discípulo de Cristo, hijo de Zebedeo… El camino de estrellas que viste en el cielo significa que desde estas tierras hasta Galicia has de ir con un ejército a combatir las pérfidas gentes paganas, y a liberar mi camino y mi tierra, y a visitar mi basílica y mi sarcófago. Y después de ti irán peregrinando todos los pueblos, de mar a mar, pidiendo el perdón de sus pecados y pregonando las alabanzas del Señor.En uno de los cinco tomos que conforman en Códice Calixtino, concretamente el Libro de los Milagros, fue el primer testimonio escrito que explica una heroica acción militar de Santiago en beneficio de los cristianos; narró cómo el apóstol liberó a veinte vasallos del conde Armengol de la prisión musulmana de Zaragoza y cómo posteriormente les condujo sanos y salvos hasta un castillo cristiano.
De nuevo, el Codex Calixtinus representó a Santiago como caballero combatiendo contra el Islam. Su legendaria intervención permitió a las tropas de Fernando I la conquista de Coimbra en el año 1064. De esta manera se narra la victoria cristiana contra los musulmanes:
Cuando el templo del Señor en Jerusalén asediaban los enemigos
en el cielo aparece por los aires un ejército maravilloso:
con sus caballos blancos, doradas armas, vestes refulgentes,
caballeros en defensa de la justa fe.
Así el poder del Señor y todo un ejército del cielo
prosiguen una batalla contra los enemigos de la fe.
Allí fue, donde muchos, los fieles que lo merecían,
vieron al gran Santiago llevando su bandera.
La trascendencia del suceso debió de ser tan grande que, a partir de esa fecha, quedó vinculada definitivamente la imagen de Santiago a la Guerra Santa que significaba la Reconquista. Desde entonces, sus apariciones en los campos de batalla se multiplicaron hasta convertirse en un mito que llegó a penetrar en la historia oficial y en sus crónicas.
Este suceso legendario consolidó definitivamente la imagen del Santiago Matamoros participando junto al ejército cristiano en la lucha contra los infieles dentro del imaginario y mentalidad de la sociedad cristiana de la época. Fue una falsa victoria moral más que real.
Cuando el templo del Señor en Jerusalén asediaban los enemigos
en el cielo aparece por los aires un ejército maravilloso:
con sus caballos blancos, doradas armas, vestes refulgentes,
caballeros en defensa de la justa fe.
Así el poder del Señor y todo un ejército del cielo
prosiguen una batalla contra los enemigos de la fe.
Allí fue, donde muchos, los fieles que lo merecían,
vieron al gran Santiago llevando su bandera.
La trascendencia del suceso debió de ser tan grande que, a partir de esa fecha, quedó vinculada definitivamente la imagen de Santiago a la Guerra Santa que significaba la Reconquista. Desde entonces, sus apariciones en los campos de batalla se multiplicaron hasta convertirse en un mito que llegó a penetrar en la historia oficial y en sus crónicas.
Ese tópico se encuentra en la Historia de los hechos sucedidos en España donde la imaginación del arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada incluyó como un hecho histórico la legendaria batalla de Clavijo. Se trata de una visión de apóstol comprometido activamente en la lucha contra los infieles. Del latín de este arzobispo de Toledo pasaría más tarde al castellano de Alfonso X el la Primera crónica de España, reflejando que en los inicios de la historiografía española se funde lo pasado y lo presente, lo maravilloso y los cotidiano, lo real y lo irreal la Biblia y los cantares de gesta:
También el apóstol Santiago fue con ellos, tal como les prometiera, y esforzábalos a la batalla, y hería él mismo muy de recio a los moros, de modo que a ellos semejaba… Los moros fueron vencidos; y murieron allí bien setenta mil veces mil de ellos, como cuenta la historia. Y de los otros que escaparon, huyeron todos los que pudieron huir.Una nueva intervención militar del apóstol se produjo en el siglo IX. Esta vez el ejército cristiano de Ramiro I se enfrentó a los de Abderramán II para no cumplir el denominado "Tributo de las cien doncellas". Un impuesto, de dudosa verificación, que consistía en entregar anualmente cien jóvenes mujeres a cambio de mantener la paz. Pero fueron derrotados en la ciudad riojana de Albelda, retirándose a las rocas de Clavijo. En este lugar, por la noche, mientras esperaban una probable derrota, se apareció el apóstol al monarca y le recordó que él era su patrono y protector. Según la Crónica General, el apóstol se dirigió al rey Ramiro I en estos términos:
N. S. Jhesu Cristo partió a todos los otros apóstoles, mios hermanos et a mí, todas las otras provincias de la tierra, et a mí solo dio a España que la guardasse et la amparasse de manos de los enemigos de la fe... Et porque non dubdes nada en esto que yo te digo, veerm'edes cras ('mañana') andar y en la lid, en un cavallo blanco, con una seña blanca et grand espada reluzient en la mano.Efectivamente, según cuenta la historia de la batalla legendaria, al amanecer el bando cristiano apareció liderado por el apóstol Santiago que acudía a la batalla montado sobre un caballo blanco portando en la mano izquierda el estandarte del alférez de la milicia de la fe y en la derecha una espada. El resultado fue terrible: él solo llegó a decapitar a más de setenta mil musulmanes, decayendo la victoria para el ejército cristiano.
Este suceso legendario consolidó definitivamente la imagen del Santiago Matamoros participando junto al ejército cristiano en la lucha contra los infieles dentro del imaginario y mentalidad de la sociedad cristiana de la época. Fue una falsa victoria moral más que real.
Aquellas batallas imaginarias como la de Clavijo y la invocación al apóstol Santiago caballero calaron en las arengas militares y en la conciencia colectiva como talismán de la victoria, refulgente en las páginas de Gonzalo de Berceo, en los relatos de los cronistas de Indias, y por supuesto, en las hazañas del Poema de Mío Cid que presenta a Santiago ya totalmente popularizado:
Vierais allí tanta lanza hundir y alzar
traspasar y romper tantas adargas
quebrantar y desmallar tantas lorigas
salir tintos en sangre tantos pendones blancos,
ya tantos caballos espléndidos trotar sin sus dueños.
Los moros gritan "¡Mahoma!", y los cristianos "¡Santiago!
"en muy poco espacio cayeron muertos al menos mil trescientos.
Vierais allí tanta lanza hundir y alzar
traspasar y romper tantas adargas
quebrantar y desmallar tantas lorigas
salir tintos en sangre tantos pendones blancos,
ya tantos caballos espléndidos trotar sin sus dueños.
Los moros gritan "¡Mahoma!", y los cristianos "¡Santiago!
"en muy poco espacio cayeron muertos al menos mil trescientos.
El poeta riojano Gonzalo de Berceo, que quizá siga el contenido de la Crónica Silense, cuenta en la vida de San Millán cómo el conde castellano Fernán González y el rey leonés Ramiro II vencieron al califa Abderramán III en la batalla de Simancas, en el 939, gracias a la intervención conjugada del apóstol y del santo Emiliano. El poeta narra la batalla como si la estuviese viendo:
Mientre en esta dubda sedién las buenas yentes,
asuso contra 'I cielo fueron parando mientes,
vidieron dues personas fermosas e luzientes,
mucho eran más blancas que las nieves rezientes.
Vinién en dos cavallos plus blancos que cristal,
armas quales non vió nunqa omne mortal,
el uno tenié crorna, mitra pontifical,
el otro una cruz, onme non vió tal.
Quando cerca de tierra fueron los cavalleros,
dieron entre los moros dando colpes certeros,
fizieron tal domage en los más delanteros,
qe plegó el espanto a los más postremeros.
Gonzalo de Berceo terminó explicando que no fue un sólo patriarca divino el que lideró las tropas cristianas sino que fueron dos: Santiago y San Millán. De esta manera, los castellanos tuvieron por patrón al santo Emiliano y, en la monarquía común con León, desde 1230, estuvo igualado por un tiempo con Santiago.
El qe tenié la mitrae la croça en mano,
éssi fue el apóstolde sant Jüán ermano,
el que la cruz teniée el capiello plano,
éssifue sant Millánel varón cogollano.
8. CODEX CALIXTINUS, LA PRIMERA GUÍA TURÍSTICA DEL MUNDO
La primera Guía del peregrino de Santiago de Compostela fue escrita a mediados del siglo XII por el abate francés Aymeric Picaud, uno de los peregrinos más ilustres. Esta obra está considerada la primera guía turística de la Cristiandad Occidental, y contenida en el Libro V del Codex Calixtinus, (Códice Calixtino). El título fue atribuido por los "monjes negros" de la Orden de Cluny al Papa Calixto II, Guido de Borgoña, quien propuso a Aymerch Picaud seguir el camino y redactar la obra.
Desde principios del siglo XX, por influencia del erudito francés Bédier, se empezó a denominar Liber Sancti Jacobi (Libro de Santiago).
Desde principios del siglo XX, por influencia del erudito francés Bédier, se empezó a denominar Liber Sancti Jacobi (Libro de Santiago).
Aymeric Picaud era un cura poitevino de Parthenay-leVieux, que hizo personalmente el trayecto en 1109, en compañía de su hermano Martín y de su amigo Gilles, y anotando en su diario las experiencias de sus jornadas viajeras. Al regresar a su villa natal, escribe un minucioso tratado sobre el viaje basándose además en sus apuntes. Este libro serviría de gran valor para los sucesivos caminantes pues incluye un pormenorizado y exacto estudio de la Ruta Jacobea; en él se advierten de los peligros, se informa de los accidentes geográficos y de las costumbres de los diversos pueblos, de las mejores rutas y alojamientos, así como de las distancias entre las principales ciudades.
La primera parte del códice es el Libro de las Liturgias, contiene textos litúrgicos y de predicación para el culto al Apóstol, siendo el núcleo principal del códice.
La segunda, el Libro de los Milagros, relata veintidós milagros de este, acaecidos en distintos países de Europa, gracias al poder curativo del Apóstol Santiago, procedente del divino don que Dios otorgó a los apóstoles, así como la historia de la evangelización por tierras hispánicas. El relato de estos milagros pretende promocionar la peregrinación al Santuario.
La tercera es la narración legendaria de la Traslación de su cuerpo a Santiago. No sólo del traslado desde Jerusalén, sino también la historia del descubrimiento de su cuerpo en Iria Falvia el año 813, bajo el reinado de Alfonso II. Además comenta la costumbre de los primeros peregrinos de recoger conchas marinas en las costas gallegas. En este libro se inserta otra carta pontificia falsificada, atribuida a León III, un texto del siglo IX o del X, añadido en letra visigótica a un manuscrito del monasterio francés de San Marcial de Limoges.
La cuarta parte, Conquistas de Carlomagno, fue escrita por Turpín, el arzobispo benedictino de Reims, por eso es conocida como el Seudo Turpín. Pertenece a la literatura épica, es la Historia de Carlomagno y Rolando en la batalla de Roncesvalles, por lo tanto tiene el mismo argumento de la obra más emblemática de la epopeya francesa, la Chanson de Roland. Su inclusión se debe a considerar a los caídos en Roncesvalles en mártires y al emperador franco en un santo que vino a España en una cruzada para liberarla de los musulmanes siguiendo el camino de estrellas. Ante esta consideración mitológica, en 1610 esta parte fue separada del resto para formar otro volumen con el título Historia Turpini. Se atribuye al Arzobispo de Reims, Turpín, aunque en realidad es obra de un escritor anónimo del siglo XI.
La parte última, Libro V, se titula Libro de la Peregrinación (Liber Peregrinationis), también llamado Guía del peregrino de Santiago de Compostela, es una guía del viaje para los peregrinos. Por lo tanto, el libro primero es de carácter litúrgico, el segundo hagiográfico, el tercero y cuarto de naturaleza histórica y el quinto, que alcanzó una mayor celebridad, de carácter turístico, se convierte en una guía para el peregrino.
Cuando Aymerc Picaud escribió la Guía del peregrino imperaba en el reino de León Alfonso VII el único Emperador castellano de Romanos, siendo rey de Aragón Alfonso I el Batallador y arzobispo de Compostela Diego Gelmírez. Un guía sensacional que vio laluz en Cluny hace más de 850 años, antes de que apareciese el Cantar del Mío Cid.
Cuando Aymerc Picaud escribió la Guía del peregrino imperaba en el reino de León Alfonso VII el único Emperador castellano de Romanos, siendo rey de Aragón Alfonso I el Batallador y arzobispo de Compostela Diego Gelmírez. Un guía sensacional que vio laluz en Cluny hace más de 850 años, antes de que apareciese el Cantar del Mío Cid.
Aymerch dividió el Camino Francés en siete etapas a caballo que son trece etapas a pié, oscilando entre los veintiséis y los noventa y un kilómetros. Son las de Monreal-Puente la Reina, veintiséis; Saint Michel-Viscarret, treinta y cinco; Viscarret-Pamplona, cuarenta; Borce-Jaca, cuarenta y cinco; Estella-Nájera, setenta y cuatro; Nájera-Burgos, ochenta y nueve; y Jaca-Monreal, noventa y uno, estas dos últimas para hacerlas a caballo. El resto, según el autor al alcance de los peones, varía de los cincuenta a los setenta, debía hacerse en vario días.
El texto del cronista cluniacense señala distancias entre pueblos, describe paisajes, santuarios y monumentos, e incluyó observaciones sobre gastronomía, potabilidad de las aguas, carácter de las gentes y costumbres de los pueblos, y transmite un asombro especial por la masiva afluencia y variedad de romeros, conviviendo durante su viaje con "francos, normandos, escoceses, íberos, georgianos, libios, cirenenses y pánfilos de Cilicia, de Judea y otras tribus y naciones". Está mezclado con un relato de viaje en el que se incluyen reflexiones moralizantes.
Esta guía de Aymerich es una obra original y muy personal, a veces caprichosa, con una visión muy particular y nada favorable de los pueblos hispánicos que atravesaba el Camino. Esta "mala prensa" que realiza el francés es considerada como antecesora de la leyenda negra de España. Denota en su escrito un amargo recuerdo de la derrota carolingia en Roncesvalles a manos de los vascones, destilando peste de los navarros. Se nota su preferencia por su patria francesa.
Describió con precisión a los barqueros que cobraban un abusivo precio por cruzar el río en su barca, a los aduaneros que se excedían en el precio de sus visados, a los venteros, y a los salteadores y forajidos, poniendo de relieve el peligro de perderse en aquellos barrios de las ciudades que rodeaban a la catedral poblados por mercante, abundantes en mesones y tabernas, donde el vino, la música y las bailarinas hacían olvidar al peregrino el motivo espiritual de su viaje y la promesa a la que se encomendó.
El capítulo segundo de su Guía, Aymeric Picaud informa de los cuatro caminos que por Tours, Vézelay, Le Puy y Saint Gilles atraviesan Francia. Los tres primeros, reunidos en Ostabat, al pie de los Pirineos, entran en España por Saint Jean Pied de Port, Valcarlos y Roncesvalles. El segundo, tras llegar a Aragón por el puerto seco de Somport, se une al itinerario anterior en la hermosa y transitada ciudad de Puente la Reina, desde donde "todos los caminos se hacen uno solo hasta Compostela". La ruta será conocida como el Camino Francés, pues el mayor contingente de peregrinos pertenecía a esta nación.
Las descripciones viajeras del poitevino Aymeric, presentadas en secuencias de una gran fuerza plástica, resultan casi siempre poéticas y llenas de rudo encanto; aunque, a veces, la literatura deja paso a acusaciones furibundas, plagadas de denuestos y anatemas. Pero la Guía es documento impresionante por el que transcurren montes y llanuras, villas y ciudades, ríos de aguas buenas y malas, hombres malvados y almas benditas inundadas de la Gracias de Dios. Refleja en su potente prosa su condición áspera de hombre románico, su emocionante testimonio de ser el primer cronista del Camino.
Por ejemplo, en su llegada a la Catedral compostelana, elogió su perfección y describió la impresión que producía a los peregrinos: "En esta iglesia no hay grieta, ni defecto alguno." Describió las tres puertas de entrada al templo, las vidrieras, y el sepulcro, "con una belleza no superada por ningún palacio real conocido".
Su Orden de Cluny organizó técnicamente la peregrinación desde Francia, convirtiéndose en realidad en la primera agencia de propaganda en Europa.
El profesor Díaz y Díaz ha dicho que la Guía de Peregrinos tiene su verdadera razón de ser en "el afán de encandilar y deslumbrar al lector, tan típico de la lectura culta de la época" pero, en cualquier caso, sigue siendo un documento esencial para conocer cómo se hizo el prodigio de la peregrinación a la ciudad de Compostela.
Después de la guía de Aymeric Picaud hubo otros peregrinos que dejaron constancia de su viaje relatando su experiencia personal, los monumentos y santuarios visitados, y las características geográficas y humanas de las comarcas.
Empezaron a aparecer muchas guíos y relatos medievales desde el siglo XV, un ejemplo es la Relación de la peregrinación de Sebastián Ilsung, de la segunda mitad de siglo. Es una especie de crónica del viaje por España hizo Sebastián Ilsung, de Augsburgo, llegando también a Santiago, en la que dejó constancia del esplendor de las ceremonias catedralicias. Otro relato es el de Jean de Tournay, llamado Récits de Pélgrime, de la misma época.
Nompar de Caumont fija en su libro, publicado en 1417, las etapas y el número de leguas que las separan. Afamado por ser el primero en contar el milagro del ahorcado en Santo Domingo de la Calzada.
Otro inglés, William Mey, vino a Santiago por mar en 1456 y contó la cantilena con la que los niños de la ciudad pedían a los peregrinos la propina y que acompañaban de un baile elemental.
En 1466 llegó a Santiago el barón de Rosmithal, en un viaje cortesano por Europa, del que se escribieron dos relatos, uno en latín por una persona de su servicio y otro en alemán por el noble bohemio Gabriel Tetzel.
Un noble polaco germanizado nacido en Wroclaw, Nicolás Popplan, llegó a Compostela en 1484 desde Portugal, adonde había llegado en barco desde Inglaterra. También un polaco de Silesia fue autor de otro relato de su viaje, Erich Lassota de Steblau, venido con las tropas alemanas en socorro de Felipe II, en 1581.
Juan de Tournai, comerciante flamenco, sale de Valenciennes el 25 de febreo de 1488, "con su hermano abad y varios compañeros".
Un monje alemán procedente de la región de Fulda, Herman Künig von Vach, hizo el camino en 1495. Partió desde Einsiedeln, siguiendo la Ruta de Suiza, cruzando los Alpes y el valle del Ródano, pasando por Nimes, Montepellier y Toulouse, y penetrando en la península por el paso aragonés de Somport. A su regreso alternó varios ramales del Camino, desde Burgos hasta el País Vasco, por donde pasa a Francia; después París y, por último Aquisgrán, donde termina la guía y la sugestiva información. Escribió una pequeña guía rimada en su idioma, publicada en Estrasburgo y de la que existe actualmente una versión francesa del año 1989: Un guide du Pelerin vers Saint Jacques de Compostelle. El itinerario de ida recibió el nombre de Obertrasse (vía alta), mientras que el de vuelta el de Niedertrasse (vía alta).
Un año más tarde, en 1496, siguiendo en gran parte el itinerario de Künig, otro alemán llamado Arnold von Harff emprendió su viaje. De noble familia renana, marchó primero a Egipto donde visitó el Monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí. A su vuelta, desde Venecia, se dirige a Santiago:
Fue un valioso testimonio del estado de los caminos, alojamientos, costumbres y mentalidad social de la España de finales del siglo XV.
"Para consolar y salvar mi alma yo, Arnold von Harff, he decidido cumplir un beneficioso peregrinaje, pero también para conocer las ciudades y países y las costumbres de los pueblos."
Fue un valioso testimonio del estado de los caminos, alojamientos, costumbres y mentalidad social de la España de finales del siglo XV.
Von Harff critica el cobro desmesurado en varios pasos del Camino, la mala comida de las posadas, y el espectáculo de los ahorcados a la entrada de las poblaciones. Ya en su ciudad se mostró más complaciente con la ciudad, a la que definió como pequeña, bonita y alegre, sometida al rey de Castilla. Destaca su Catedral, comentando el ritual que dentro de ella efectuaban los peregrinos alemanes:
"Encima del altar mayor hay un gran santo de madera representando a Santiago, rematado con una corona de plata y los peregrinos, subiendo por detrás del altar, se tocan la corona, lo que provoca las burlas de los habitantes de la ciudad hacia nosotros, los alemanes."
También alemán de Feldkirch, en Tirol, es el geógrafo, médico y coleccionista de libros de Jerónimo Münzer, del que se sabe que entró en España por Perpiñán en septiembre de 1494 y salió en febrero del año siguiente por Roncesvalles, tras haber recorrido toda la costa de la península a caballo, acompañado por tres amigos. Desde Coimbra inició su peregrinación por el Camino Portugués, que pasa por Oporto, Barcelos, Ponto de Lima, Valença do Minho y Tuy, por donde entra a España, para llegar a Santiago en diciembre.
En el siglo XVI hay ya numerosas guías. Destacan las guías breves publicadas en Francia, de itinerarios variados, como por ejemplo la conocida De París a Compostela. Antoine Lalaing, hizo su viaje en 1501, acompañado de Felipe el Hermoso.
En Italia destacaron las publicaciones de Francesco Piccardi escrito en verso en 1472; la de Bartolomeo Fontana en 1550, desde Venecia pasando por Roma; la de Cosme III de Médicis en 1666, redactada por Lorenzo Magalotti y pintada por Pier-María Baldi; siete años después el del clérigo boloñés Doménico Laffi, que había estado dos veces, en 1666 y 1670, y admirado la reciente escalera del Obradoiro y la abundancia del mercado de abastos; la de Nicola Albani, titulado La historia verídica del viaje de Nápoles a Santiago, en 1743; y por último la de Giacomo-Antonio Naia, uno de los que prolongaron la peregrinación hasta Padrón.
10. REPRESENTACIONES DE SANTIAGO
Su guía, publicada en castellano con el nombre de Viaje por España y Portugal es, según algunos autores, el relato más interesante de un viaje por España en la Edad Media, debido en gran parte a cuestiones que se alejan de las meramente peregrinas. En concreto, algunos autores han señalado tanto lo sorprendente del itinerario como la proximidad de Münzer a los intereses de los comerciantes de Nuremberg y al emperador Maximiliano, todo ello en un momento en que Colón volvía de su descubrimiento y se firma el Tratado de Tordesillas entre ambos países hispánicos. También han llamado la atención sus importantes contactos, tanto con España como en Portugal, donde es recibido por Juan II.
Más pintoresca, por lo lejano de su procedencia, es la peregrinación que efectuó el obispo Mártir de la ciudad armenia de Arzedjan, en Armenia, de donde salió en 1489. El documento fue publicado en castellano en 1898, con el título de Relación de un viaje por Europa con la peregrinación a Santiago de Compostela, verificado a fines del siglo XV por Mátir, obispo de Arzendjan. La originalidad del relato consiste en la elección de una ruta no muy transitada ya en aquella época: la Ruta del Cantábrico. Entró por Bayona, siguió por San Sebastián, Santander, Oviedo y Betanzos. Después de permanecer en Santiago ochenta y cuatro días se dirigió a Finisterre, desde allí hasta Guetaria, y en barco hasta Andalucía.
En el siglo XVI hay ya numerosas guías. Destacan las guías breves publicadas en Francia, de itinerarios variados, como por ejemplo la conocida De París a Compostela. Antoine Lalaing, hizo su viaje en 1501, acompañado de Felipe el Hermoso.
En Italia destacaron las publicaciones de Francesco Piccardi escrito en verso en 1472; la de Bartolomeo Fontana en 1550, desde Venecia pasando por Roma; la de Cosme III de Médicis en 1666, redactada por Lorenzo Magalotti y pintada por Pier-María Baldi; siete años después el del clérigo boloñés Doménico Laffi, que había estado dos veces, en 1666 y 1670, y admirado la reciente escalera del Obradoiro y la abundancia del mercado de abastos; la de Nicola Albani, titulado La historia verídica del viaje de Nápoles a Santiago, en 1743; y por último la de Giacomo-Antonio Naia, uno de los que prolongaron la peregrinación hasta Padrón.
Samuel de Purchas publicó en 1625 un texto titulado Purchas his Pilgrimes que se remonta a fines del siglo XIV, escrito anónimo en un inglés versificado, confuso, pero lleno de encanto. El manuscrito fue hallado, según señala el profesor Vázquez de Parga, en la biblioteca de sir Roberto Cottons y reúne el itinerario de respectivas peregrinaciones a los lugares sagrados del cristianismo: Jerusalén, Roma y Santiago. Aporta valiosa información sobre los valores monetarios, sobre comida y bebida, y sobre las reliquias e indulgencias que se podían ganar en las iglesias de Camino.
El anónimo peregrino partió de Plymouth, cruzó el Canal de la Mancha, siguió por Burdeos, Bayona y Sant Jean de Pied de Port, hasta entrar por Roncesvalles. Hace mención del monte Gozo y de la ciudad compostelana, pero su viaje continuó hasta Padrón (Patrovum), Pontevedra y Camposantos, cerca de la actual población de La Guardia, donde terminó su recorrido.
Juan de Sobieski, padre de Juan III de Polonia, estuvo en Santiago durante un viaje de seis años por Europa, algo habitual para la formación de la nobleza polaca y publicó su relato en 1636.
En 1726 un joven viajero de Carlepont llamado Guillaume Manier describió los remedios de la medicina popular, contando sus propias experiencias en los hospitales.
Uno de los escritores españoles más pintorescos y versátiles, Diego de Torres Villaroel, conocido como El gran piscator de Salamanca, catedrático la universidad, peregrinó en 1763 como cumplimiento a una promesa estando preso en Portugal.
Manuel C. Díaz y Díaz publicó su estudio Código Lógico en 1988.
En el año 2011, el Códice Calixtino es robado de sus dependencias de la Catedral de Santiago. La ausencia del códice, que se guardaba en una caja fuerte del archivo, se detectó el 5 de julio por la tarde. De nada sirvieron las potentes medidas de seguridad. La Policía Nacional sospecha que una banda organizada habría ejecutado el hurto por encargo de algún coleccionista extranjero.
SANTIAGO MATAMOROS |
Los artes románico, gótico, renacentista y barroco nos ofrece una particularidad esencialmente jacobea: la iconografía del Apóstol, representada en multitud de cuadros, esculturas, miniaturas y relieves durante todo el Camino.
Las primeras representaciones no lo presentan sin atributo especial que lo distinga de los demás Apóstoles: así, en la Portada de las Platerías, en el Códice Calixtino, etc.
El primer Santiago peregrino, con escarcela, concha y bordón, es el de Sta. Marta de Tera (Zamora), abadía muy famosa ya en el siglo XII. Uno de los más interesantes es el Santiago Peregrino de Puente la Reina, llamado familiarmente "Beltza" (el Negro). El del parteluz, en el Pórtico de la Gloria, no parece que sea representación de Santiago como peregrino que camina, sino más bien como el gran Patrón que recibe a sus devotos.
Existen contados ejemplos de Santiago peregrino a caballo (distinto del Matamoros) de gran ingenuidad: el del Museo de los Caminos, en Astorga, otro en Vitoria, etc.
A veces aparece Santiago como Peregrino arrodillado, como por ejemplo en la tabla del Coro en la Catedral de Burgos, postrado a los pies ante la Virgen.
También ha sido representado como Santiago Doctor o Evangelizador que ensaña la doctrina recibida de Cristo, como en la estatua del Museo de San Marcos en León.
De Evangelizador pasó a ser Santiago Mantenedor de la fe contra los enemigos, es el Santiago Matamoros. Un icono ecuestre que portando el estandarte de la cruz sobre un caballo enjalbegado de poderes milagrosos se apareció en la batalla de Clavijo hacia el año 844 para conducir a los cristianos hacia su triunfo sobre las huestes musulmanas. El guerrero in equo albo encarnaba el triunfo del color blanco intrínseco al bien sobre el color negro que manchaba el mal. La estampa del caudillo triunfante que, picando espuelas a su caballo blanco, capitanea la carga contra sus enemigos infieles, quedaría grabada en el imaginario de los pueblos cristianos hispánicos que protagonizaron la lucha contra el islam.
El tímpano de Clavijo de la Catedral compostelana y el grandioso de la portada de Santiago, en Logroño, son dos ejemplos entre la abundantísima iconografía de Santiago Matamoros. Esta idea del Matamoros se aplicó a dos santos: San Isidoro y San Millán Matamoros que son la competencia, a lo divino, del Apóstol debelador de los enemigos.
Distinto del Santiago Peregrino y del Matamoros, es el Santiago del Espaldarazo, del Monasterio de las Huelgas, que con un brazo articulado daba el espaldarazo a los reyes, armándoles Caballeros para la cruzada contra los musulmanes.
Y como derivación del fervor de la peregrinación es notable la representación de Jesucristo como Peregrino, en la escena de Emaús en Silos, y en un relieve de León, procedente del convento de Agustinas, y la de la Virgen Peregrina, en Pontevedra y en Sahagún: el rostro de la Divina Romera refleja los soles de todos los Caminos; en el extremo de su bordón se balancea la calabaza en una de las fuentes del Paraíso.
Con el tiempo aparece ya fuera del Camino, en multitud de templos, libros, obras de arte y referencias de la vida española. Es comentando por la pluma de Cervantes en El Quijote como "el patrón de las Españas, San Diego Matamoros", al tiempo que había pasado a América como Santiago Mataindios. De peregrino apacible había mudado a cruzado belicoso.
Al imprimirse la imagen del Apóstol en expedientes oficiales, si inició una mecanismo psicológico de propaganda jacobea. Porque los burócratas veían el icono antes de abrir las carpetas de los documentos.
También se puso de moda, sobre todo entre los maestres de la Orden de Santiago, colocar en sus capillas la imagen del santo como compañero de viaje hacia la eternidad. De forma que los enterramientos santiaguistas de la Catedral de Toledo o los del Monasterio de El Parral y los sepulcros de don Álvaro de Luna o del marqués de Villena, aparecen rematados por la figura guerrera del Apóstol. Y lo mismo sucede en la obra, donde la Orden culminó su propaganda publicitaria, como fue el Hospital de San Marcos de León.
Esta metamorfosis obraba en la figura de Santiago, que le hizo pasar de Peregrino a Matamoros, contradecía las cabalgatas místicas de las religiones monoteístas. Pues estaba muy alejada de la galopada que hizo el profeta Mahoma en su ascensión a los cielos. Muy opuesta al viaje ecuestre del Mesías sonando el shofar para anunciar la reconstrucción del Templo. Muy distinta de la entrada de Jesús en Jerusalén, a lomos de un humilde borrico. El mensaje pacífico de las marchas místicas que se dirigieron hacia la morada de Dios se trocó así en una bélica contienda terrenal en la que el santo tomaba partido.
11. ICONOGRAFÍA JACOBEA
El Camino de Santiago es un universo de símbolos relacionados con dicha efeméride religiosa. Se encuentran esculpidos o pintados en los pórticos, los capiteles, las columnas, los claustros, etc. de los edificios de la peregrinación.
La Concha o Vieira es el símbolo más popular, un amuleto obligado para creyentes, ateos, deportistas, jinetes, viajeros indecisos y todo tipo de romeros. Según las crónicas medievales, se adquiría en la ciudad compostelana procedentes de las costas gallegas como recuerdo de vuelta al origen y como demostración garantista del éxito del viaje, como hacían los palmeros que visitaban Jerusalén volviendo con una rama de palma.
Así lo relató en su guía de peregrinos Arnold von Harff cuando al llegar a Santiago "delante de la catedral, encuentras muchísimas conchas de distintos tamaños que tienes que comparar y coser a tu sombrero si quieres demostrar que has llegado allí".
Al final, aquellas conchas eran tomadas posteriormente por quienes iniciaban el camino convirtiéndose en una tradición que además era usada para recoger agua, pedir limosna y cortar comida.
Las Arcadas de los Pórticos románicos y los Canecillos de los Ábsides y Capiteles expresan la vida cotidiana del labriego, del artesano, del pastor, el herrero, y del resto de gremios tradicionales mezclados con escenas bíblicas, adornos vegetales con formas geométricas y escenas de interpretación particular de cada maestro cantero. Destaca la perta del Perdón de la iglesias de Santiago, en Villafranca del Bierzo.
Un Puente une dos naturalezas o sirve como lazo entre la razón y el corazón. Representa la evolución del viaje místico iniciado, puesto que al cruzarlo se enfrenta a las adversidades, pero también a sí mismo y a sus temores. El más emblemático es el de Reina, sobre el río Arga, cuya construcción fue ordenada por doña Mayor, esposa del rey Sancho III de Navarra.
Desde el punto de vista cristiano, el Árbol representa lo sagrado y la unión que hay entre el Cielo (la copa) y la Tierra, donde están las raíces, y donde tronco es el camino evolutivo para transcender.
El Roble era un árbol sagrado para las culturas prerrománicas y simboliza el vínculo de unión entre los pueblos medievales de las montañas del País Vasco, León y Galicia con los árboles, especialmente con el roble, símbolo de solidez, energía y longevidad. En la mitología celta el roble es la divinidad Dagda que representa la Creación. Los pueblos celtas divulgaron el culto al roble en el siglo III a.C., manteniendo una estrecha relación con el árbol en multitud de actos públicos que se celebraban debajo de robles particulares, con debates, sucesiones reales, distribuciones de poderes o reparto de riquezas. Como ejemplos claros son el roble de Rabanal, en León, o el roble de Guernica, en Vizcaya.
Por otra parte, las Palmeras representan los árboles del Paraíso y su representación pretende animar al viajero y recordarle que al final del camino le espera el paraíso terrenal.
Los Millardoiros eran los "humilladeros" utilizados en Galicia donde los peregrinos se arrodillaban a dar gracias, implorar, ofrecer, rendir culto o arrojar piedras sobre la tumba de algún peregrino fallecido durante el viaje. En ocasiones estos milladoiros eran coronados con una cruz, como el de la Cruz de Ferro en los Montes de León, o adquirían formas diversas.
Los Barcos son una alegoría a la Iglesia católica, ya que los pescadores son los sacerdotes que se ocupan de atrapar a los pescadores, mientras que las Anclas representaban la cruz de Cristo.
Los Vasos y Recipientes simbolizan la fertilidad de las ideas y la capacidad de renovación. Metafóricamente el vaso o la tinaja es el cuerpo humano en tanto que el agua o líquido que contiene su alma.
Las Aves conectan al hombre con el Cielo, representan la capacidad de todo ser para deshacer del plano material para elevarse al mundo espiritual. Muchas veces los pájaros aparecen volando o preparándose para hacerlo, pero en ocasiones permanecen en el suelo o picoteando sus patas, como por ejemplo en uno de los capiteles del monasterio de Leyre (Navarra).
HÁBITOS Y ESCULTURA DE PEREGRINO EN EL MONTE O CEBREIRO |
Las Flechas Amarillas aparecen pintadas en las piedras, en los muros de las casas, en los árboles, en el asfalto de las carreteras y en las señales de tráfico. Una iconografía moderna que señaliza la dirección correcta del camino para conseguir una eficiente orientación del peregrino.
Los Hitos kilométricos son símbolos modernos que han sido adquiridos, al igual que las flechas, en la historia reciente. Su finalidad es informar de la distancia hasta el destino final.
Los Azulejos, con la concha de Santiago en amarillo, adosadas en las fachadas de los edificios, y las Señales de Tráfico instaladas en las carreteras, son indicativos modernos del itinerario. Son colocadas por las asociaciones de Amigos del Camino, en el primer caso, y por la D.G.T., en el segundo.
Los Cruceiros de piedra han sido uno de los hitos que guiaban a los peregrinos antes de la aparición de las flechas amarillas. Solían colocarse en cruces de caminos, en cementerios y junto a las iglesias con una finalidad protectora.
El Camino de Santiago pasa siempre por delante de iglesias, catedrales, monasterios y templos parroquiales. Los Edificios Templarios fueron construidos para la protección de los peregrinos por estos monjes guerreros. Destacan el castillo de Ponferrada, en León, o la ermita de Santa María de Eunate y la iglesia de Torres del Río, ambas en Navarra.
El Baño Renovador que el peregrino efectuaba al llegar a Santiago consistía en visitar el "fin del mundo", la Casa de la Muerte, y en ella una de las playas más relevantes: Da Langosteira. El baño en la playa representaba la muerte del humano vulgar que había cumplido el camino y el renacimiento del nuevo ser limpio y puro.
La Credencias del peregrino lo identifica como tal. Debe proveerse de ella antes de iniciar el viaje en alguna asociación de Amigos del Camino. En ella irá estampado el sello de los albergues, iglesias y otras enclaves por los que vaya pasando. Una vez en Santiago debe mostrarla para obtener la Compostelana, que certifica que ha completado la peregrinación.
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