El cronista, geógrafo, cartógrafo y cosmógrafo de la Casa de Contratación de Sevilla Alonso de Santa Cruz pasó a la historia de la cartografía y geografía por hallar un modo de trazar los intervalos entre los paralelos de las proyecciones esféricas, evitando los errores que se producían en las cartas planas. Por ello, es considerado el gran precursor de los mapas de variaciones magnéticas, a mediados del siglo XVI.
Su gran obra cartográfica fue el Islario General de todas las islas del Mundo, escrita en 1560, que representan todas las islas y penínsulas del mundo, y muestran todos los descubrimientos realizados por los exploradores europeos desde 1400 hasta mediados del siglo XVI. Es el primer atlas realizado sobre papel, en lugar de pergamino, y posee un diseño más funcional, menos estético que los portulanos del siglo XV.
Además, pudo hacer novedosas aportaciones a la náutica y cosmografía en el Libro de las Longitudines, primera recopilación del conjunto de planeamientos y soluciones en la determinación de la longitud marítima. Además, inventó instrumentos náuticos para la determinación de las longitudes en la técnica de marear.
Alonso de Santa Cruz nació en Sevilla, en 1505. Su familia se dedicaba a los negocios de la Casa de Contratación de Indias y vivían en el Real Alcázar de Sevilla, centro administrativo de las expediciones descubridoras y mercantiles que España enviaba al Nuevo Mundo. Su padre era el como funcionario y comerciante Francisco de Santa Cruz, tomó parte de la expedición que Fernando el Católico envío sobre el norte de África, en 1510.
La residencia en el Real Alcázar y la profesión de su padre, le sirvió a Alonso para adquirir conocimientos en cosmografía y astronomía. Su formación en Cosmografía y Cartografía fue adquirida de la lectura de libros y alguna formación que recibiera de Hernando de Colón y otros pilotos de la Casa de Contratación. Según reconoció en su obra Islario, aprendió de hasta 46 científicos entre los que destacan Plinio, Ptolomeo y Estrabón, entre los clásicos, o Mártir de Anglería, Vespucio, Fernández de Oviedo, entre los más renacentistas.
Durante sus años de juventud, vivió el ambiente sevillano de las expediciones hacia las tierras descubiertas y por descubrir, los nuevos negocios emprendidos por comerciantes, funcionarios y administradores de la Casa de Contratación, y las novedosas técnicas sobre náutica, cosmografía, astronomía y geografía desarrolladas por marinos y científicos renacentistas.
La residencia en el Real Alcázar y la profesión de su padre, le sirvió a Alonso para adquirir conocimientos en cosmografía y astronomía. Su formación en Cosmografía y Cartografía fue adquirida de la lectura de libros y alguna formación que recibiera de Hernando de Colón y otros pilotos de la Casa de Contratación. Según reconoció en su obra Islario, aprendió de hasta 46 científicos entre los que destacan Plinio, Ptolomeo y Estrabón, entre los clásicos, o Mártir de Anglería, Vespucio, Fernández de Oviedo, entre los más renacentistas.
Durante sus años de juventud, vivió el ambiente sevillano de las expediciones hacia las tierras descubiertas y por descubrir, los nuevos negocios emprendidos por comerciantes, funcionarios y administradores de la Casa de Contratación, y las novedosas técnicas sobre náutica, cosmografía, astronomía y geografía desarrolladas por marinos y científicos renacentistas.
En abril de 1526, la escuadra partió desde Sanlúcar de Barrameda, llegando a Pernambuco, en el actual Brasil, en junio. Después, avanzó por el litoral sur hasta arribar al puerto de los Patos en busca de los náufragos de la expedición de Díaz de Solís. El viaje de cabotaje continuó pasando por los accidentes litorales del cabo de San Agustín, el río San Miguel, representado por vez primera en la cartografía de Santa Cruz, la isla de Buen Abrigo, donde se resguardó de un temporal, y el cabo de Santa María. En febrero de 1527, se produjo "el descubrimiento del río de la Plata y en toda aquella tierra hasta la provincia de Charcas, en la tierra del Perú".
El regreso de la expedición fue lago y problemático. En marzo de 1528, pasaron por cabo de San Vicente (Brasil), donde quedó arribada la nao Santa María del Espinar, isla La Española (Santo Domingo), Nombre de Dios (Panamá), Veracruz (México) y canal de Bahamas, del cual escribió "que fuimos los primeros que vieron a pasar la dicha canal para venir a España". En julio de 1530, llegó a Sevilla.
Aquel viaje de cinco años "con muchas guerras y hambres y demasiados trabajos" resultó una escuela práctica de náutica y cosmografía para Santa Cruz, pues había podido observar el mar, la costa y el medio terrestre, anotar datos, describir accidentes geográficos e incrementar sus conocimientos náuticos.
Y tras aquella experiencia práctica, comenzó una etapa de proyección especulativa basada en el estudio de la cartografía, astronomía y cosmografía. Insatisfecho por los sistemas de proyección cilíndrica, para Santa Cruz era muy necesaria la exactitud de todos los datos obtenidos en sus expediciones, así como las variaciones de la aguja de marear para poder regresar por el mismo itinerario. Los marinos debían por al detalle los accidentes geográficos y límites territoriales por los que pasaba, incluyendo aspectos antropológicos, culturales y toponímicos.
Para tal fin, redactó libros de carácter didáctico y construyó instrumentos que permitiesen mejoras en la determinación del rumbo y la ejecución de cartografías.
En 1533, se celebró una comisión de expertos del Consejo de Indias con Francisco Falero, Sebastián Caboto, Hernando Colón y Alonso de Santa Cruz. El objetivo era examinar los instrumentos náuticos que presentara Gaspar Revello. Además, Santa Cruz puso a prueba sus cartas e instrumentos náuticos relacionados con la expedición a la Especiería. Entre estos inventos había un aparato para determinar la longitud por distancias entre la luna y los planetas. Un año después, innovó un instrumento para hallar la longitud por las desviaciones de la brújula.
Entre esos mapas destacó la Carta abierta por los meridianos desde la Equinocial a los Polos..., que fue considerada por Fernández de Navarrete como principio teórico para la construcción de cartas esféricas, sistema cartográfico que fue perfeccionándose.
En otra carta, reflejó el resultado de una medición sobre un grado terrestre por distancia de 17 leguas y media, criterio que defendió en las Juntas de Badajoz-Elvas, en 1524. También realizó su primera carta de carácter magnético con indicaciones de las desviaciones de la aguja.
En 1535, inició su carrera en la Casa de Contratación de Sevilla con el cargo de "cosmógrafo de hacer cartas y fabricar instrumentos para la navegación", y contino de la Casa Real. A petición de la Junta de Pilotos, elaboró instrumentos náuticos para determinar la longitud magnética y la trazada, y realizó el perfeccionamiento del Padrón Real.
Fue requerido por el emperador Carlos V para que residiera en la Corte, donde debía formarle en sus conocimientos científicos, y así escribió en su Memorial que en Valladolid:
"… he estado más de siete años, donde traje muchas cartas de Geografía y libros de Astrología y Cosmografía y Filosofía, que había hecho estando en Sevilla …"Aquellas cartas eran planisferios con diversas proyecciones "de toda España y de todas las provincias de las Indias Occidentales, de punto muy grande que, cuando vuestra señoría fuere servido, las podrá ver, con los instrumentos para el tomar de la longitud".
La obra geográfica más importante de Santa Cruz fue Islario general de todas las islas del mundo, iniciada en 1560 por encargo de Felipe II. Probablemente fue ideada para formar parte de una futura obra mayor llamada Geografía Universal, que pretendía ser histórica, descriptiva y humana, y que a su vez debía englobarse en la Historia Universal, y que no pudo dejar terminada.
Es el primer atlas geográfico impreso en papel en lugar del tradicional pergamino. En cuanto a su diseño es más funcional, y menos estético y ornamentado que los portulanos del siglo XV estaban ornamentados con rosas de los vientos y personajes mitológicos. Desde el punto de vista técnico, fue el gran avance desde las cartas planas (portulanos) a las novedosas cartas esféricas (mapas de latitudes aumentadas) de mediados del siglo XVI, evitado en buena medida la deformación que experimentaba la esfericidad de la Tierra llevada al plano.
El Islario está compuesto de poco más de cien mapas que representan todas las islas y penínsulas del mundo, y muestran todos los descubrimientos realizados por los exploradores europeos desde 1400 hasta mediados del siglo XVI, incluyendo unos mapas de las ciudades de Cádiz, Venecia y México.
Es el primer atlas geográfico impreso en papel en lugar del tradicional pergamino. En cuanto a su diseño es más funcional, y menos estético y ornamentado que los portulanos del siglo XV estaban ornamentados con rosas de los vientos y personajes mitológicos. Desde el punto de vista técnico, fue el gran avance desde las cartas planas (portulanos) a las novedosas cartas esféricas (mapas de latitudes aumentadas) de mediados del siglo XVI, evitado en buena medida la deformación que experimentaba la esfericidad de la Tierra llevada al plano.
El Islario está compuesto de poco más de cien mapas que representan todas las islas y penínsulas del mundo, y muestran todos los descubrimientos realizados por los exploradores europeos desde 1400 hasta mediados del siglo XVI, incluyendo unos mapas de las ciudades de Cádiz, Venecia y México.
Los mapas están agrupados según su localización geográfica a través de ocho tablas de doble hojas.
La primera tabla abarca las islas de las Indias Occidentales donde están La Española, Cuba y Jamaica con la península de Yucatán y otras muchas islas junto a ellas. Se trata de la América Central y Antillana con la Nueva España al Norte y el cuadrante noroccidental de América del Sur.
La tabla segunda presenta a costa del Brasil y las islas del río Marañón, de la Plata, del estrecho de Magallanes y de la costa del Perú.
La tabla tercera contiene lo fundamental del Atlántico norte entre Islandia y Canarias por el oriente y las costas del Labrador y las Bermudas por el occidente.
La tabla cuarta contiene las islas del Mediterráneo hasta el mar Negro, incluyendo la península de Azof, toda la península ibérica, islas del Atlántico europeo hasta Bretaña, y la parte septentrional de África e islas próximas.
La tabla quinta refleja la parte meridional de África, incorporando las islas del Índico africano como Madagascar.
La tabla sexta contiene los mares Rojo y Pérsico y las islas contenidas en ellos, la península de Arabia, la costa de la India oriental y las islas que están junto a ella con Sri Lanka.
La tabla séptima representa al resto del Índico, la península de Indochina y Sumatra, las islas del Extremo Oriente, escasamente conocidas, y por tanto, dibujadas sin definir el contorno de sus costas como las islas de Java, Filipinas y las famosas Molucas.
La tabla octava hace énfasis en el espacio Mediterráneo oriental, con especial atención al escenario greco-céntrico, a las islas que se hallan entre Italia y Turquía, y los archipiélagos del Egeo y su entorno inmediato.
Los mapas incluyen escalas en latitud y algunas en longitud, y cuerpos de agua con escalas variadas y orientadas con rosas de los vientos. A pensar de elaborar esta enorme obra cartográfica, Santa Cruz realizó un escaso trabajo de campo. Se basó en documentos y planos que llegaban a la Casa de Contratación procedentes de los diversos orígenes. En 1545, se trasladó a Lisboa de forma momentánea para recoger una valiosa información cartográfica, después de haber vivido en la Corte vallisoletana y regresar a su Sevilla natal para completar los proyectos científicos y literarios.
La Biblioteca Nacional de Madrid, de Viena y de Besançon conserva un ejemplar. Nunca fue publicado por su alto valor estratégico para el Imperio español.
Las Instrucciones a los descubridores, que presentó al rey Felipe II en 1556, tenía por objetivo era la formación a los españoles destinados en los virreinatos de América.
Defendía la dirección de los proyectos mercantiles por parte de la Monarquía por motivos económicos y estratégicos; que las autoridades virreinales debían realizar un detallado estudio de campo por los capitanes y científicos, mediante una buena formación y útiles básicos de cartografía. Este conjunto de instrucciones imponía la exploración de la toponimia, la fisiografía y la hidrografía, complementados con estudios sobre etnografía, zoología, minería, agricultura, religión, etc., tanto de los territorios como de sus habitantes.
Sus obras más logradas sobre geografía son el Islario general y las Instrucciones para descubridores, ambas formarían parte de su Geografía Universal, y que han convertido a Santa Cruz en uno de los más destacados científicos de la historia de la geografía, gracias además al valor de sus aportaciones a la cartografía. La obra cartográfica quedaba englobada dentro de los términos de "geografía y descripción".
El propio Cruz subraya, conforme al estado de la ciencia, los conceptos básicos sobre cosmografía, geografía y corografía (histórica, descriptiva y humana) que también se aprecia en su Libro de las Longitudines, sobre astronomía, donde declaraba brevemente su concepto.
De carácter complementario fue elaborando otros trabajos cartográficos como los mapas de México, de Estocolmo o de El Escorial.
El Atlas de Estocolmo es un mapamundi de 1542, que está coloreado sobre pergamino y presenta una proyección hemisférica polar. Se conserva un ejemplar en la Real Biblioteca de Estocolmo.
El Atlas de El Escorial constituye un conjunto de 21 hojas plegadas, enmarcadas y numeradas en los aparecen mapas de la península Ibérica pintados a pluma, en tinta negra por una sola cara. Iniciado de forma anónima por encargo de Carlos V a mediados del siglo XVI, fue recuperado por Santa Cruz, quien fue añadiendo nuevos documentos y corrigiendo errores. El resultado fue el mapa de España con mayor escala de todos los que se conservan del Renacimiento. La biblioteca de la Real Academia de la Historia posee un ejemplar.
Además de este gran mapa de España, realizó otros de Francia, Inglaterra, Escocia, Irlanda, Alemania, Flandes, Hungría, Grecia, Italia, Córcega, Sicilia, etc.
La Geografía del Perú fue presentada al príncipe Carlos y a los miembros de una Junta de experto durante su estancia en la Corte de Felipe II, en 1554.
Su presencia en la Corte de Valladolid fue debida a que fue requerido por el rey para tomar parte de una Junta de Cosmógrafos y Astrónomos presidida por el jefe del Consejo de Indias, Luis Hurtado de Mendoza. Además de aquella Geografía, expuso un interesante grupo de astrolabios, cuadrantes, relojes y bolas del mundo. Durante su larga permanencia en la Corte, se encargó de la formación del príncipe Carlos, hijo de Felipe II, en sus especialidades. Así escribió en su Memorial:
"… siendo llamado para venir a esta corte por mandado de su majestad parecióme no ser justo presentarme ante vuestra alteza sin traer cosas que le agradasen y diesen algún contento y así traje muchas cartas de geografía en diversas formas hechas y muchos libros de historia y crónicas, así de los reyes católicos … como del Emperador vuestra abuelo y otros libros de filosofía, astrología y cosmografía, todos los cuales yo tengo hechos con mucho trabajo y diligencia después de la partida de su majestad de estos reinos; y no menos traje puestas en árboles las siete artes liberales en romance castellano para mejor se poder entender, y de la propia manera la genealogía de los dieciséis abuelos de vuestra alteza traídos casi desde Noé y de todos los reyes y señores de la Asia, África y Europa, Indias Orientales Occidentales y toda la pintura y geografía de estas dichas partes de tierras de forma muy grande para mejor se poder entender las particularidades de ellas. Traje asimismo muchos instrumentos de astrolabios, cuadrantes, relojes y otros de diversas maneras hechos por los cuales se puede fácilmente saber la distancia o apartamiento de cualesquier dos lugares, así en longitud como latitud, por muy apartados que sean, muy provechos a los que navegan y no menos a vuestra alteza otras muchas cosas gustosas y provechosas."
El Libro de las longitudes aportaba un sistema para calcular la longitud en el mar, también llamada altura "este-oeste". Fue la primera síntesis que recogía de manera sistematizada todos los conocimientos sobre la longitud, desde la antigüedad hasta mediados del siglo XVI.
Demuestra la importancia que Santa Cruz tiene en la historiografía náutica española y universal, anticipándose en buena medida al propio Mercator.
Los contenidos del libro se estructuran en una carta de presentación, una primera parte de entidad propia y elaboración personal, y una segunda parte de contenidos muy diversos.
La primera parte explica las doce maneras para calcular la longitud, con todas las medidas conocidas, y su provecho para la navegación. Santa Cruz ideó un procedimiento práctico en el que los rumbos seguían líneas rectas cruzando meridianos (líneas norte-sur) paralelos llegando a obtener trazados de rumbos.
Una de sus conclusiones más interesantes, para la época, es su corolario, apoyado en el tratado de Tordesillas de 1494, por el cual las islas de las Especias (Molucas) pertenecerían a España.
También construyó una carta marina, con las líneas isogónicas, que fue presentada en Corte junto a los instrumentos elaborados por él para el cálculo longitudinal, mediante un proyecto de expedición al estrecho de Magallanes.
La segunda recogió los contenidos del libro primero de la Geografía de Ptolomeo añadiendo sus anotaciones explicativas, comentarios y demostraciones geométricas, según su criterio.
Además del Astronómico Real, otra gran obra cosmográfica fue el Libro de las longitúdines, y en menor medida el Tratado de la Sphera.
El Astronómico Imperial comienza con una breve introducción astrológica e histórica y una explicación del objeto. En una primar parte aborda el mundo y el cielo, composición, movimientos, etc.; en la segunda parte, los planetas, el zodiaco, etc.; y la última parte, las conjunciones de Sol y Luna, el calendario, el cálculo de los días, etc. La Biblioteca de la Universidad de Salamanca conserva un manuscrito cosmográfico de 1550.
La Breve introducción a la Sphera fue calificada de "epítome de astronomía náutica" y en verdad es una síntesis y recopilación del pensamiento astronómico de Santa Cruz, de cómo la Tierra se inscribe en el Universo. Seguía el sistema astronómico ptolemaico: la Tierra está en el centro del Universo y los sucesivos cielos u orbes en el siguiente orden.
Su principal obra literaria fue la dedicada a la geografía y cartografía, la cosmografía y náutica, y en menor medida a la historiográfica y otros géneros de la erudición.
Como historiador, fue continuista de la obra de Hernando de Pulgar, cronista de Isabel y Fernando, desde 1490 hasta el fin de su reinado. Esta Crónica de los Reyes Católicos fue una obra poco elaborada y escasamente original, escrita en 1542.
En 1546, redactó una introducción a la Historia Universal. Entre 1550 y 1552, escribió su personal Crónica del Emperador Carlos V, compuesta de cinco volúmenes. La Real Academia de la Historia conserva un ejemplar de 1920.
En estos años, reunió información para la ejecución de cuadros sinópticos llamados Árboles de los linajes de España, que ofreció a Felipe II, y de Árboles de las Ciencias.
En 1562, hizo una traducción de la Crónica de España de Francisco Tarapha, único documento que pudo ver publicado en vida y considerado el peor de todos; y, en 1563, una crítica a los Anales de Aragón de Jerónimo de Zurita en 1563. También hizo una traducción al castellano del De origine ac rebus gestis regum Hispaniae, de la versión al catalán que publicó Francesc Tarafa en Barcelona, en 1562.
De carácter arbitrista, en 1555, escribió un Abecedario virtuoso para el príncipe Carlos, hijo de Felipe II, para su correcta educación. Fue redactada durante su estancia en la Corte de Valladolid.
Dentro la literatura arbitrista de la época existe una respuesta a las Consultas de Carlos V sobre el impuesto de alcabalas, sobre reformas jurídicas y creación de juzgados de paz, sobre la navegabilidad de los ríos, sobre el desarrollo de la agricultura, sobre el mantenimiento del sistema de encomiendas, sobre la mayor explotación minera y la búsqueda de nuevos recursos como el hierro, etc.
Otra obra arbitrista fue el Memorial sobre la Demarcación del Maluco y Filipinas, una opinión del territorio filipino de 1566.
Sobre filosofía, hizo la Traducción y glosas de Aristóteles, sobre algunos textos, en 1542.
Además, hay que incluir entre su amplia obra sin publicar: Lo que sucedió en Sevilla en tiempos de las comunidades; De la caballería del Toisón; El libro de blasones; y Nobiliario general.
Sus documentos tuvieron una finalidad eminentemente docente especialmente para pilotos y demás hombres de la mar. A pesar de trabajar en la Corte en dos ocasiones y de ser un auténtico polígrafo, consiguió publicar tan solo una de sus obras, y de menor nivel. Tuvo en contra el carácter secreto y confidencial de su información, ya que si esta llegaba a manos de otras cortes europeas ponía en riesgo el estado de las rutas marítimas y permitiría que estos países alcanzaran el alto nivel tecnológico y científico que tenía España durante el reinado de Felipe II.
En 1563, Felipe II envió una carta al Consejo de Indias advirtiendo en la publicación de los libros de Santa Cruz de esta manera:
Por orden real, se recogieron todos sus mapas y documentos, que pasaron a manos del doctor Francisco Hernández Liébana y fueron entregados al cosmógrafo y cartógrafo Juan López de Velasco. Este publicó como autor las Relaciones topográficas (Geografía de las Indias) y el Atlas de El Escorial.
El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo pudo conocer la ciencia de Santa Cruz de forma oral y llegó la documentación alguna vez. El resultado fue una excelente fuente económica, geográfica y cosmográfica para su obra, donde reconoció su excelente opinión sobre el cartógrafo sevillano a la que "se da entero crédito, porque es hombre de honra".
El cosmógrafo mayor del Consejo de Indias y catedrático de la Academia de Matemáticas Andrés García de Céspedes tuvo en su poder los trabajos de Santa Cruz, a comienzos del siglo XVII. Quiso atribuirse la autoría del Islario General, con dedicatoria a Felipe III, y el Astronómico Real.
La influencia de la obra de Santa Cruz hizo posible que los estatutos de la Universidad de Salamanca de 1561 permitieran estudiar a Nicolás Copérnico en la cátedra de Astronomía, y los de 1594 obligaron su enseñanza.
En 1563, Felipe II envió una carta al Consejo de Indias advirtiendo en la publicación de los libros de Santa Cruz de esta manera:
"Y quanto a lo de los libros que el dicho Alonso de Santa Cruz ha ofrecido que imprimirá tocantes a la declaración de las Indias que dezís serán de provecho para tener noticia más en particular de aquellas partes, aunque esto sea así, havéis de mirar que por esta misma razón podría traer mucho inconveniente en que los dichos libros se imprimiesen por la noticia y claridad que por ellos hallarían extranjeros y otras personas que no fuesen súbditos ni vasallos nuestros de las dichas Indias que es punto de consideración, y por esto os encargo lo miréis y tratéis y me aviséis de vuestro parecer."En 1567, Alonso de Santa Cruz fallecía en Madrid, dejando sin finalizar el Atlas del Escorial y el Islario General.
Por orden real, se recogieron todos sus mapas y documentos, que pasaron a manos del doctor Francisco Hernández Liébana y fueron entregados al cosmógrafo y cartógrafo Juan López de Velasco. Este publicó como autor las Relaciones topográficas (Geografía de las Indias) y el Atlas de El Escorial.
El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo pudo conocer la ciencia de Santa Cruz de forma oral y llegó la documentación alguna vez. El resultado fue una excelente fuente económica, geográfica y cosmográfica para su obra, donde reconoció su excelente opinión sobre el cartógrafo sevillano a la que "se da entero crédito, porque es hombre de honra".
El cosmógrafo mayor del Consejo de Indias y catedrático de la Academia de Matemáticas Andrés García de Céspedes tuvo en su poder los trabajos de Santa Cruz, a comienzos del siglo XVII. Quiso atribuirse la autoría del Islario General, con dedicatoria a Felipe III, y el Astronómico Real.
La influencia de la obra de Santa Cruz hizo posible que los estatutos de la Universidad de Salamanca de 1561 permitieran estudiar a Nicolás Copérnico en la cátedra de Astronomía, y los de 1594 obligaron su enseñanza.