Uno de nuestros mejores marinos ilustrados del siglo XVIII fue Antonio Barceló. Siendo teniente general de la Real Armada española colaboró en el asedio de Gibraltar, durante los años de la Guerra contra Inglaterra de 1779 y 1783, mediante la aportación de unas lanchas cañoneras de su invención que supondrían el comienzo de hacer la guerra marítima de una manera muy efectiva.
La lancha cañonera y bombardera fue una aportación más de la Ilustración española a la ciencia marítima y militar. Estaba blindada con planchas de acero, con formas redondeadas que hacían rebotar los proyectiles enemigos, y montaba un potente cañón de artillera en su centro de 24 libras sobre una base giratoria que permitían apuntar el cañón sin modificar el rumbo de la embarcación.
LANCHA CAÑONERA |
Finalmente,
el rey ilustrado Carlos III eligió como arma principal para el asedio de
Gibraltar las baterías flotantes inventadas por el
ingeniero francés D'Arçon que se mostraron absolutamente sobredimensionadas e
incapaces para una acción de este tipo y que fueron destruidas por el enemigo
británico, siendo uno de los principales motivos del fracaso final del asedio
de Gibraltar que finalizó en 31 de enero de 1.783.
Se construyeron 10 plataformas cañoneras tipo D'Arçon. Montaban en total 140 cañones de grueso calibre, munición para el asedio y una dotación de 5.300 hombres. Cuatro de las baterías flotantes del modelo D'Arçon fueron destruidas por el enemigo porque presentaban un blanco fácil y explosionaron fácilmente al estar sobrecargadas. El gran Federico Gravina, héroe español de la batalla de Trafalgar, mandó una de ellas en esa jornada de Gibraltar, la San Cristóbal de 17 cañones que también fue destruida por el enemigo.
La Armada española fue precursora en el uso de la lancha cañonera, que prestó grandes servicios y victorias frente a escuadras convencionales desde el último cuarto del siglo XVIII hasta el primer cuarto del XIX. Gracias a ellas se repelieron eficazmente los diversos ataques a Cádiz en la Guerra contra Inglaterra de 1797 a 1799 y durante la Guerra de la Independencia española de 1808 a 1812, constituyendo una auténtica "guerrilla naval". Incluso se llegaron a utilizar lanchas cañoneras operando en el río Ebro, en los sitios heroicos de Zaragoza, contra la invasión napoleónica.
Posteriormente la Armada española siguió utilizando las lanchas cañoneras en su doble función artillera y como patrullera. Su uso fue muy frecuente en las guerras coloniales en Cuba y Filipinas a finales del XIX. El cañón Tigre que fue el que arrancó el brazo al almirante Nelson en su frustrado intento de tomar de Santa Cruz de Tenerife, el 24 de Julio de 1.797, acabando en derrota y rendición de la Royal Navy ante las fuerzas españolas.
Se construyeron 10 plataformas cañoneras tipo D'Arçon. Montaban en total 140 cañones de grueso calibre, munición para el asedio y una dotación de 5.300 hombres. Cuatro de las baterías flotantes del modelo D'Arçon fueron destruidas por el enemigo porque presentaban un blanco fácil y explosionaron fácilmente al estar sobrecargadas. El gran Federico Gravina, héroe español de la batalla de Trafalgar, mandó una de ellas en esa jornada de Gibraltar, la San Cristóbal de 17 cañones que también fue destruida por el enemigo.
La Armada española fue precursora en el uso de la lancha cañonera, que prestó grandes servicios y victorias frente a escuadras convencionales desde el último cuarto del siglo XVIII hasta el primer cuarto del XIX. Gracias a ellas se repelieron eficazmente los diversos ataques a Cádiz en la Guerra contra Inglaterra de 1797 a 1799 y durante la Guerra de la Independencia española de 1808 a 1812, constituyendo una auténtica "guerrilla naval". Incluso se llegaron a utilizar lanchas cañoneras operando en el río Ebro, en los sitios heroicos de Zaragoza, contra la invasión napoleónica.
Posteriormente la Armada española siguió utilizando las lanchas cañoneras en su doble función artillera y como patrullera. Su uso fue muy frecuente en las guerras coloniales en Cuba y Filipinas a finales del XIX. El cañón Tigre que fue el que arrancó el brazo al almirante Nelson en su frustrado intento de tomar de Santa Cruz de Tenerife, el 24 de Julio de 1.797, acabando en derrota y rendición de la Royal Navy ante las fuerzas españolas.
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