Destacado representante del Erasmismo científico, Miguel de Servet está considerado un genio como teólogo y como científico, pero a su vez fue un enorme humanista que aplicó en sus trabajos la tolerancia con los demás por pensar diferente de él. Sus ideas y trabajos recibieron una destacada crítica en las controversias religiosas de la Europa de su tiempo, debido a la dura confrontación que ejerció contra las reformas calvinista y luterana y la ortodoxia católico-romana.
En el ámbito científico de la biología destacó por el descubrimiento de la circulación pulmonar de la sangre, pasando a ser una de las personalidades más ilustres de la Humanidad.
CIRCULACIÓN PULMONAR DE LA SANGRE POR MIGUEL DE SERVET |
Durante un viaje con Juan de Quintana por Italia, Alemania, Suiza y Francia, entabló debates con teólogos católicos y protestantes, e incluso conoció a Calvino, quien más tarde se convertiría en su enemigo mortal. Conoció a los principales líderes de la Reforma, entre ellos a Philipp Melanchthom y a Martin Brucer.
En 1531 y 1532, publicó sus primeras obras De Trinitatis errobus libri septem (De los errores acerca de la Trinidad), Dialogorum de Trinitate libri duo (Diálogos sobre la Trinidad) y De iustitia regni Christi capitula quattour (De la Justicia del reino de Dios), en las que exponía sus ideas anti-trinitarias.
En De Trinitatis, argumentaba que eran falsas las enseñanzas cristianas sobre las tres personas en un solo Dios, y que no tenían ningún fundamento bíblico. La Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) no tiene ninguna base bíblica y que el concepto trinitario se incorporó posteriormente por subjetividades filosóficas. Negaba que el Hijo sea eterno y postuló que el Espíritu Santo sólo sea una manifestación del propio Dios. Aquella hipótesis constituyó un escándalo internacional que desencadenó su acusación por hereje. El libro fue prohibido incluso en algunas ciudades que se encontraban bajo el influjo reformista.
Servet pudo esquivar su detención
adoptando el seudónimo de Michel de
Villeneuve, mientras trabajaba como corrector en una casa editorial de Lyon,
propiedad de los hermanos Trechsel. Entre sus trabajos, destacó una revisión de
la Geografía de Ptolomeo, que contenía cincuenta mapas, con un resumen estadístico y
un comentario sobre los pueblos, el clima y los productos de cada zona. En este
libro, Servet hizo observaciones sobre los diferentes pueblos de Europa y
comentarios comparando a los españoles con los franceses. Siglos más tarde, el
gran geógrafo Eliseo Reclús quedó tan impresionado por el resultado de esta Geografía que consideró a Servet como
el verdadero fundador de la Etnografía y la Geografía Comparada.
En esta ciudad francesa, Lyon, estudió Medicina bajo la supervisión del médico y humanista Symphorien Champier, pero tuvo que matricularse en la Facultad de Medicina de París, en 1537. Allí publicó su primer trabajo médico, un ensayo sobre el valor medicinal de los jarabes, basados en los escritos de Galeno, la auctoritas clásica.
Al año siguiente, por la publicación de su obra Syruparum universa ratio, en la que atacaba con dureza a la medicina tradicional, las autoridades eclesiásticas de la facultad se querellaron contra él.
En 1541, se instaló en la ciudad de Vienne, protegido por el obispo Paulmier. Allí vivió durante 12 años ejerciendo como médico y escribiendo su pensamiento teológico. Desde 1545, comenzó una correspondencia con el líder de la Reforma en Ginebra, Juan Calvino, con la intención de confrontar opiniones, evolucionando desde un respetuoso intercambio de puntos de vista hacia una actitud más agresiva. Cuando Calvino le envió un ejemplar de su famosa obra, Institutio (Instituciones), Servet se lo devolvió junto con algunas anotaciones críticas y comentarios sobre la doctrina de la Santísima Trinidad. Calvino se enfadó enormemente y, de hecho, le amenazó que de venir a Ginebra no saldría vivo.
En esta ciudad francesa, Lyon, estudió Medicina bajo la supervisión del médico y humanista Symphorien Champier, pero tuvo que matricularse en la Facultad de Medicina de París, en 1537. Allí publicó su primer trabajo médico, un ensayo sobre el valor medicinal de los jarabes, basados en los escritos de Galeno, la auctoritas clásica.
Al año siguiente, por la publicación de su obra Syruparum universa ratio, en la que atacaba con dureza a la medicina tradicional, las autoridades eclesiásticas de la facultad se querellaron contra él.
En 1541, se instaló en la ciudad de Vienne, protegido por el obispo Paulmier. Allí vivió durante 12 años ejerciendo como médico y escribiendo su pensamiento teológico. Desde 1545, comenzó una correspondencia con el líder de la Reforma en Ginebra, Juan Calvino, con la intención de confrontar opiniones, evolucionando desde un respetuoso intercambio de puntos de vista hacia una actitud más agresiva. Cuando Calvino le envió un ejemplar de su famosa obra, Institutio (Instituciones), Servet se lo devolvió junto con algunas anotaciones críticas y comentarios sobre la doctrina de la Santísima Trinidad. Calvino se enfadó enormemente y, de hecho, le amenazó que de venir a Ginebra no saldría vivo.
CHRISTIANISMI RESTITUTIO |
Finalmente, en 1553, Servet publicó en
Vienne su obra principal Christianismi Restitutio (La
restauración de la Cristiandad). Era un grueso volumen de más de setecientas
páginas en octavo. En la actualidad, los eruditos recuerdan esta obra porque
contiene, entre las páginas 169 y 171, en el libro V, el primer discurso
publicado en Europa modificando las viejas opiniones sobre la circulación pulmonar en la sangre.
Previamente los médicos habían mantenido las creencias del mítico médico Galeno, del siglo II, según el cual la oxigenación de la sangre tenía lugar en el corazón. Galeno sostenía que la sangre llegaba a la parte derecha del corazón y, a través de unos poros invisibles que había en el septum cardiaco, pasaba a la parte izquierda del corazón, donde se mezclaba con el aire para generar el espíritu que luego se distribuía por todo el cuerpo. Ibn Nafis, un médico árabe de Egipto, en el siglo XIII, fue el primero en sugerir que esta opinión era errónea, pero sus escritos no se conocían en Occidente. En el mismo sentido, nadie prestó atención a las opiniones de Servet sobre la circulación pulmonar de la sangre hasta cien años después.
Servet defendía que la circulación de la sangre, realizada mediante la eliminación de gases nocivos y la infusión de aire, acontecía en los pulmones. Sugería que la sangre fluye desde una parte del corazón a la otra a través de los pulmones, y no a través de la pared que separaba los ventrículos.
El espíritu vital se genera en los pulmones de una mezcla de aire inspirado y de sangre sutil elaborada que el ventrículo derecho del corazón transmite al izquierdo. Sin embargo, esa comunicación no se hace a través de la pared media del corazón, como se cree corrientemente, sino que por medio de un magno artificio la sangre sutil es impulsada hacia delante desde el ventrículo derecho por un largo circuito a través de los pulmones. Por ellos es elaborada, se convierte en roja y clara y es conducida desde la arteria pulmonar hasta la vena pulmonar.
Después, en la vena pulmonar se mezcla con el aire inspirado y a través de la expiración se purifica de los vapores contaminados. Del mismo modo se envía desde los pulmones al corazón no solo aire, sino aire mezclado con sangre a través de la vena pulmonar. Por tanto, la mezcla tiene lugar en los pulmones. El color rojo le es dado a la sangre en los pulmones, y no en el corazón.
Así es como explicó su teoría de la doble circulación de la sangre. Aunque no tuvo ninguna consecuencia práctica en su momento, ya que era una obra más teológica que científica, disfruta el honor de ser el primer europeo en descubrir este hallazgo. La fama se la llevó su contemporáneo Realdo Colombo, médico nacido en Cremona y profesor en la Universidad de Padua, cuyas investigaciones de anatomía allanaron el camino directamente para una demostración práctica realizada en el siglo XVII por el médico inglés William Harvey.
Pero el mérito del descubrimiento de la circulación menor de la sangre fue reconocida por el inglés W. Wotton en su libro Reflexions upon ancien and modern learning (1694) y por Benito Feijóo medio siglo después en sus Cartas eruditas.
Previamente los médicos habían mantenido las creencias del mítico médico Galeno, del siglo II, según el cual la oxigenación de la sangre tenía lugar en el corazón. Galeno sostenía que la sangre llegaba a la parte derecha del corazón y, a través de unos poros invisibles que había en el septum cardiaco, pasaba a la parte izquierda del corazón, donde se mezclaba con el aire para generar el espíritu que luego se distribuía por todo el cuerpo. Ibn Nafis, un médico árabe de Egipto, en el siglo XIII, fue el primero en sugerir que esta opinión era errónea, pero sus escritos no se conocían en Occidente. En el mismo sentido, nadie prestó atención a las opiniones de Servet sobre la circulación pulmonar de la sangre hasta cien años después.
Servet defendía que la circulación de la sangre, realizada mediante la eliminación de gases nocivos y la infusión de aire, acontecía en los pulmones. Sugería que la sangre fluye desde una parte del corazón a la otra a través de los pulmones, y no a través de la pared que separaba los ventrículos.
El espíritu vital se genera en los pulmones de una mezcla de aire inspirado y de sangre sutil elaborada que el ventrículo derecho del corazón transmite al izquierdo. Sin embargo, esa comunicación no se hace a través de la pared media del corazón, como se cree corrientemente, sino que por medio de un magno artificio la sangre sutil es impulsada hacia delante desde el ventrículo derecho por un largo circuito a través de los pulmones. Por ellos es elaborada, se convierte en roja y clara y es conducida desde la arteria pulmonar hasta la vena pulmonar.
Después, en la vena pulmonar se mezcla con el aire inspirado y a través de la expiración se purifica de los vapores contaminados. Del mismo modo se envía desde los pulmones al corazón no solo aire, sino aire mezclado con sangre a través de la vena pulmonar. Por tanto, la mezcla tiene lugar en los pulmones. El color rojo le es dado a la sangre en los pulmones, y no en el corazón.
Así es como explicó su teoría de la doble circulación de la sangre. Aunque no tuvo ninguna consecuencia práctica en su momento, ya que era una obra más teológica que científica, disfruta el honor de ser el primer europeo en descubrir este hallazgo. La fama se la llevó su contemporáneo Realdo Colombo, médico nacido en Cremona y profesor en la Universidad de Padua, cuyas investigaciones de anatomía allanaron el camino directamente para una demostración práctica realizada en el siglo XVII por el médico inglés William Harvey.
Pero el mérito del descubrimiento de la circulación menor de la sangre fue reconocida por el inglés W. Wotton en su libro Reflexions upon ancien and modern learning (1694) y por Benito Feijóo medio siglo después en sus Cartas eruditas.
REPRESENTACIÓN DE LA VIDA Y OBRA DE MIGUEL DE SERVET |
Las tesis serventianas fueron
denunciadas por teólogos católicos, calvinistas y protestantes, y Calvino
ordenó su detención al inquisidor de Lyon. Fue apresado en Ginebra en agosto de
1553, juzgado por un Pequeño Consejo de la ciudad, y condenado por hereje a
morir en la hoguera en octubre del mismo año.
El aberrante crimen de Calvino
convirtió al humanista español en un mártir por la libertad y levantó una ola
de protestas en toda Europa. Para defenderse las acusaciones, Calvino publicó
en 1554 su Defensio contra "los
prodigiosos errores del español Servet". Pero la ejecución de Servet sirvió
para dar impulso a los partidarios de la libertad de pensamiento y de opinión.
Aunque Miguel de Servet estuvo
fascinado por la medicina, su objetivo principal fue religioso y teológico: realizar
una nueva y radical Reforma del
Cristianismo, llegando más allá de lo que pretendían Lutero y Calvino.
Aunque tuvo un pensamiento original y particular, también estuvo influenciando
por el panteísmo místico y neoplatónico, muy típicos del Renacimiento.
Su atención a la cuestión de la sangre
partió de la idea, muy común en su tiempo, de que el alma humana residía en la
sangre, pues solo la sangre confería la vida. Pero su interés radicaba en el
movimiento del alma más que el movimiento de la sangre.
Su concepción
de Dios es monista y anti-trinitaria, cuyo atributo es la potencia, que a
la vez es causa de su energía creadora, un concepto que volvería a definirse
siglos después por Henri Bergson. Para Servet, todo lo creado es una
manifestación de lo divino, nada existente está fuera de Dios, y como escribió
en una de sus cartas a Calvino: "Dios está en todo, obra en todo y lo alcanza
todo." Lo mismo que el cuerpo y el alma, lo divino y lo humano forman una
unidad indisoluble; de ahí que el hombre contenga en sí la esencia de la deitas.
La cosmovisión
serventiana constituye una divinización del hombre. Pero matizaba que
aunque Dios se manifieste en todo, no deja de tener una trascendencia infinita,
y por ello, es ininteligible a la razón y la experiencia humana. Servet rechazó
el dogma de la Trinidad de Dios, postulando que se manifestó a través de
Jesucristo como mediador entre Dios y sus seres creados. Sobre el Jesucristo histórico
pensaba que tan solo fue un hombre, y no un Dios, ya que Dios no podía ser tres
personas, tal y como la doctrina ortodoxa de la Trinidad mantenía. En este
aspecto, citaba fuentes islámicas como judías, lo cual provocó acusaciones de
que era pro-judío o de origen judío.
La propuesta no era simplemente
herética, sino que atacaba los fundamentos de la cristiandad clásica y todos
los líderes religiosos lo consideraron como una blasfemia.
Servet tenía una concepción igualitaria de la fe y la doctrina cristiana, por esos
en sus obras combatió el orden jerárquico-piramidal instaurado por el Papado a
partir de la transformación del Cristianismo primitivo en poder, pompa y boato.
Calificó al Papa como el Anticristo, producto de Satanás, porque usurpaba la
potestad de Pontífice únicamente atribuible a Jesucristo. Y desde esta visión,
el modelo de fe debía ser exclusivamente personal, en ausencia de cualquier
intermediario entre Dios y el creyente.
La utopía
teológica del serventismo se basa en la negación de cualquier tipo de
organización institucional religiosa, y en la afirmación de que cada persona es
su propio sacerdote.
Era una visión anarquista del hombre cristiano con respecto a la Iglesia,
que fue precedente siglos después de la ideología anarquista del hombre
político con respecto al Estado. En efecto, cuando Bakunin, Proudhon, Max
Stirner, y demás teóricos del anarquismo consideraron que el peor enemigo del
hombre es el Estado, estaban proclamando el mismo principio de
autodeterminación que Servet consideró en el ámbito religioso.
Para Servet, la verdadera fe reside en
el interior de la persona y está fuera de cualquier ceremonia eclesiástica.
Anticipando las "raisons du coeur" evocadas por Pascal, afirmó que "la ley del
corazón es la única ley de la Fe".
Los ritos son considerados como signos
de un Cristianismo judaizado y falsificado, y Roma y Jerusalén como ciudades
malditas. En su obra Restitutio, Servet sostuvo que el hombre debía recibir el
sacramento del bautismo a los 30 años, porque a tal madurez el hombre adquiere
total capacidad para pensar y actuar bajo su responsabilidad.
Al igual que Erasmo y demás humanistas de la época, Servet está a favor del libre albedrío del hombre en todas las facetas de la vida, y en contra del arbitraje del hombre por parte de Dios que defiende Lutero. Para Servet, la ley de la propia conciencia es superior a las leyes positivas vigentes en la sociedad. De este pensamiento surgió su crítica a toda forma de teocracia religiosa y tiranía política.
En su opinión, toda la Iglesia había
caído en manos de Satanás tras el Concilio de Nicea del año 325 d.C. Escribió
que "dos feroces plagas nos privaron de Jesucristo: la influencia de
Aristóteles y la ignorancia de la lengua hebrea".
La teoría
servetiana estaba basada en el testimonio de la Biblia y en la Patrística,
pero también en el Corán y en la Tora. En cambio, su pensamiento es contrario
al gnosticismo, al esoterismo, al Talmud y a la Cábala.
Aunque tenía una concepción cristiana Cristo-céntrica y anti-judía, sus enemigos le
acusaron de judeizar e islamizar el Cristianismo, infundios que utilizaron los
jueces contra él para condenarle a ser quemado vivo.
Como también hizo Ramón Llull, trazaba
una relación entre Razón y Fe, y lo
explicaba en frases como estas:
"No puede haber verdadera Fe sin comprensión y conocimiento."
"No cree bien el que entiende mal, aunque diga que cree."
Servet poseía amplios conocimientos de la cultura clásica griega, algo típico de los humanistas cultos. Estaba muy influenciado por Platón, Plotino, Porfirio, Proclo y especialmente por Filón de Alejandría. Su utopía cristiana pretendía ser una síntesis entre el Neoplatonismo y el Cristianismo Patrístico. Pero en realidad, Servet rechazaba todos y cada uno de los principios de la cristiandad clásica, tal y como los defendieron los católicos y los protestantes.
HOMENAJES SIMBÓLICOS A MIGUEL DE SERVET |
Tenía una visión religiosa, cosmogónica y antropológica de carácter afirmativo
y ascendente, que trataba de destacar las fortalezas regenerativas del
Cristianismo por encima de las debilidades del hombre, y por tanto, muy alejada
del pesimismo de San Agustín en el que se basaban Lutero y Calvino.
Siguiendo el pensamiento clásico heleno y la filosofía renacentista, Servet interpreta el cosmos como una unidad armónica y como la encarnación concreta y real de la Razón. Para este ilustre español, el hombre es un microcosmos dentro del macrocosmos, una tesis opuesta a la imagen oscura de la teología medieval.
Anticipando a Spinoza, subraya la
unidad entre materia y espíritu, razón por la cual rechaza la separación
platónico-cristiana entre alma y cuerpo, uno de los motivos de su condena en
Ginebra. De la misma manera, no vio contradicción alguna entre el todo y las
partes, que lejos de constituir categorías antinómicas, son inconcebibles uno
sin el otro. Lo singular y lo múltiple son inconcebibles uno sin el otro.
También en el aspecto del conocimiento
se postula a favor de la unidad entre Razón y Fe, rechazando por ello la "doble
verdad" que Averroes establece entre Filosofía y Teología, o Paltón entre lo
inteligible y lo sensible.
La concepción
antropológica de Servet es radicalmente positiva y difiere, por ello, del
dogma del pecado original. Todo hombre, sea cristiano o no, está siempre en
condiciones de hacer el Bien, que consiste en amar al prójimo y en realizar
obras de caridad.
Anticipándose a la teoría moderna del
progreso y de la filosofía de Hegel sobre la historia, Servet concibe el
universo como una totalidad dinámica e inconclusa. En ese aspecto es un
precursor de la Ilustración, como describió Francisco Sánchez-Blanco en su
documental obra Michael Servets Kritik an der Trinitätslehre, publicada en
1977. El ejemplo y fin de la utopía humana es Jesucristo.
Su pensamiento estuvo en el centro de
las discusiones de su tiempo, pero su persona permaneció siempre en la
clandestinidad y sin respaldo social. Fue una especie de guerrillero español
luchando en tierra enemiga, encarnando el espíritu rebelde que Cervantes supo
hacer universal en la figura de Don Quijote.