El
diplomático, escritor, sinólogo
y arqueólogo Eduardo Toda y Güell
está considerado como el padre de la Egiptología y primer antropólogo español de la antigua Civilización de Egipto. A finales del siglo XIX realizó una expedición arqueológica por el río Nilo describiendo la etnografía y arqueología del Antiguo Egipto, que dejó escrito en su obra A través del Egipto, publicado en 1889.
Su hallazgo más destacado fue la tumba de Sennedyem, en la necrópolis de Tebas del pueblo de Deir el-Bahari, en colaboración con los Servicios Francés de Antigüedades Egipcias junto al antropólogo Gastón Maspero.
Eduardo
Toda y Güell, en catalán Eduard Toda i Güell, nació en Reus, Tarragona, en 1855. Estudió el
bachillerato en las Escuelas Pías de su villa natal y, en 1869, se
graduó en Artes. Durante su adolescencia tuvo una vocación por los
monasterios medievales de Cataluña, y se relacionó con el futuro
arquitecto Antonio Gaudí y el médico José Ribera y Sans. Los tres
juntos desarrollaron un proyecto para restaurar el Monasterio de
Poblet que quedó patente en la obra Poblet. Datos y apuntes, en
1870. Gracias a esta publicación, consiguió trabajo en la redacción
de su ciudad El Eco del Centro de Lectura. En 1873, se licenció en
Derecho Civil y Canónico en Madrid.
Mediante
la protección de su tío, el político y periodista republicano
Josep Güell i Mercader, relacionado con el presidente de la Primera
República Emilio Castelar, pudo comenzar un dilatada carrera
diplomática como agregado del Ministerio de Estado. Su primer cargo
fue el de vicecónsul en Macao, obtenido a inicios de 1876. Tras
llegar a China, obtuvo sucesivos viceconsulados: Hong Kong, entre
1876 y 1878; Cantón y Whampoa, entre 1878 y 1880; y Shanghái, entre
1880 y 1882. En esta última ciudad publicó el libro Annam and its
minor currency, en 1882.
Durante
su estancia, pudo visitar otras regiones de China como Suzhou, Hunan,
Jiangsu, Zhejiang, etc.; y viajar a Filipinas en 1878 y a Japón en
1882. Desde allí, se fue interesando por la cultura y antropología
de estos países del sudeste asiático, pero más específicamente
por la sinología, que es la disciplina que estudia la cultura, el
idioma y la literatura de China.
Una
de las disciplinas a las que se dedicó Eduardo Toda fue la
numismática asiática, reuniendo una colección de 13.00 monedas,
entre ellas 5.000 chinas de la época imperial. La mayoría de las
piezas de su colección particular se exponen en el Museo
Arqueológico Nacional de Madrid, también en el Museo Víctor
Balaguer de Villanueva y la Geltrú y en el Museo de Poblet, como el
manuscrito Qinding Qianlu (Los anales de monedas aprobados por la
Corte).
En
1882, retornó a España después de haber servido al Cuerpo
Diplomático en China durante seis años, descansando en su Reus
Natal durante dos años.
En
1884, Eduardo Toda recibió el cargo de cónsul general de España en
El Cairo. Fue Egipto el país que le cautivo y en donde tuvo la
oportunidad de realizar viajes por su interior e investigar la
cultura y antropología de su pueblo con perseverancia durante dos
años en ciudades como Meidum, Telel Amaru, Asiut, Ajmin, Abidos y
Dendera, Luxor y Karnak.
En
aquel tiempo, el denominado Jedivato de Egipto era un estado autónomo
pero dependiente y tributario del Imperio otomano, formado y
gobernado por la dinastía Mehmet Alí tras la expulsión del
Ejército francés de Napoleón Bonaparte a inicios del siglo XIX.
Más
reciente era la
construcción
del
canal de Suez para el tráfico marítimo entre los mares Rojo y
Mediterráneo.
Mantuvo
amistad y colaboración con el gran egiptólogo francés Gastón
Maspero, director del Servicio Francés de Antigüedades Egipcias,
también
con Auguste Mariette, y
participó activamente en proyectos
de investigación
sobre el Antiguo Egipto.
Sus
primeras incursiones fueron en las dos principales ciudades:
Alejandría y El Cairo. Visitó el Museo de Bulaq, el que conserva
la mayor colección de restos arqueológicos del Antiguo Egipto con
más de 136.000 objetos de todas la épocas.
Su
gran
expedición arqueológica
recorrió
los alrededores del delta del río Nilo. Visitó las ciudades de
Sais, Tanis, Mendes, Baubastis y Atribis. En el yacimiento
arqueológico de Heliópolis, cerca de El Cairo, pudo estudiar el
obelisco de Sesostris.
En
Guiza, pudo observar el rescate de la tumba de Kemkaf, datado de la
dinastía IV, y a explorar la Esfinge y la Gran Pirámide de Guiza.
En
la necrópolis de Saqqara, perteneciente a la ciudad de Menfis,
efectuó calcos de los relieves de las mastabas de Ti y Ptah-hotep.
Este tipo de edificio funerario, formado por base rectangular, techo
plano y muros laterales inclinados, fuer el lugar de enterramiento
de muchos caudillos egipcios durante el periodo Arcaico y el Antiguo
Imperio, cuyo ejemplo más representativo en España es el Templo deDebod.
Eduardo
Toda continuó la exploración hacia el sur, llegando a Meidum, donde
visitó la pirámide de Seneferu, se acercó a las de El Lish, pero
no parece que pudiese llegar a las galeras subterráneas de Beni
Hassan. Pero si que pudo visitar los hipogeos de Hapi-Dyefa, príncipe
de Asuit de la Dinastía XII, pasaje excavado de carácter funerario
que recibe el nombre de Stabl Antar, en español El Establo de Antar.
En
las llanuras de la ciudad de Tebas, permaneció durante algunos días
estudiando el desarrollo de las excavaciones del Templo de Luxor y el
descubrimiento del sepulcro de Son Notem, en las cercanías de Deir
el-Medina. Realizó varias fotografías que demuestran el desgastado estado de conservación previo a su definitiva restauración.
Uno
de los aspectos que más llamó la atención de Eduardo Toda en el Templo de Luxor fue la representación del Poema de Pentaur sobre el
portal de acceso al templo de Ramsés II. Se trata de una crónica
épica que relata el triunfo de los ejército del faraón Ramsés II
sobre los del rey hitita Muwatalli II en la batalla de Qadesh.
Posteriormente,
Eduardo Toda tuvo la oportunidad de acompañar a Gastón Maspero en
un viaje de inspección del estado de los monumentos organizado por
el Servicio de Antigüedades. Entonces ocurrió algo extraordinario.
El 1 de febrero de 1886, Salam Abu Duhi, un vecino del pueblo de
Gurnah, informó a los expedicionarios del hallazgo ocurrido horas
antes de un tumba en Deir el-Bahari, en la necrópolis de Tebas,
lugar en el que vivían los obreros y artesanos que habían
participado en las construcciones del Valle de los Reyes. Era tumba
de Sennedyem.
Maspero
encargó a Toda la apertura de la tumba, el vaciado del contenido y
la realización del inventario. Este consiguió llegar hasta la
cámara funeraria, cuya puerta encontró intacta. Una vez abierta,
localizó veinte momias, nueve de ellas en sarcófagos, y una gran
cantidad de material perteneciente al ajuar del caudillo del
sepulcro, llamado Sen-Nedjem, cuyos días transcurrieron durante el
reinado de Ramsés II, y de su familia. Las pinturas estaban también
intactas.
Durante
tres días de trabajo febril, Eduardo Toda extrajo un catálogo
fotográfico y elaboró un inventario arqueológico del material
encontrado, además de traducir y copiar los textos allí escritos
ayudado por Bouriant. El contenido de la tumba está expuesto
mayormente en la Sala 17 del Museo Egipcio de El Cairo, aunque una
pequeña parte del mismo Eduardo Toda pudo traerlo a España,
formando parte del Museo Arqueológico Nacional y del Museo Balaguer.
Todo
aquel descubrimiento quedó descrito en el monográfico dedicado en
los Estudios Egiptólogos y en el capítulo 25 del libro A través del Egipto.
Tras esas agotadoras jornadas, prosiguió su viaje remontando el río Nilo y visitado Armant, Esnah, Kom Ombo y Filé. Este último lugar fue una isla del Nilo que quedaría sumergida por la construcción de la presa de Asuán, en el siglo XX, y todo su patrimonio arqueológico rescatado y trasladado al islote de Agilkia mediante una campaña internacional de la UNESCO en la que participó España. Eduardo Toda pudo conocer su famoso Templo de Philae en su ubicación original.
La expedición terminó en Asuan, la ciudad más septentrional de Egipto, situada en el lado oriental del Nilo y al pie de las primeras cataratas.
Cuando
regresó a España, en 1886, Eduardo Toda publicó diversas obras
sobre toda la documentación y análisis desarrollado durante su
expedición arqueológica a Egipto. La principal fue A través del Egipto, publicada en Madrid, en 1889. Los
textos fueron acompañados de excelentes ilustraciones de José
Riudavets, basadas en las fotografía de
Eduardo Toda.
Se
divide en dos partes: la
primera es una descripción de Egipto a finales del siglo XIX, donde
daba cuenta de la etnografía, geografía y religión del pueblo.
Ofreció
una visión muy crítica con ciertas tradiciones islámicas que le
resultaron horribles e inhumanas, como el sangriento Día de la
Ashura o el Ramadan, o sobre la sociedad cairota.
La
segunda parte
es
el
relato
del viaje que hizo Eduardo Toda de norte a sur del río Nilo,
describiendo los yacimientos arqueológicos más
importantes. Algunos
de sus capítulos están dedicados al Templo de Karnak, los Colosos
de Memnon, al Valle de los Reyes, el poblado de Deir el-Medina y su
tumba Sennedjem. Hizo
referencia a un primer intento
de
construcción de canal similar al de Suez en tiempos pretéritos o
la muerte del arqueólogo francés Gordon, durante una expedición
antiesclavista.
También
relató
acontecimientos relativos a la Guerra del Mahdi durante los años
1881 y 1899, que enfrentó a los seguidores del líder religioso
Muhammad Ahmad bin Abd Allah, proclamado mahdi del Islam, contra el
Ejército del Jedivato de Egipto, a las que más tarde se incorporó
el Ejército británico y cuyo resultado fue la fundación del país
Sudán.
Otra
historia muy curiosa fue el ofrecimiento del conde de Esneval,
diplomático
español en Etiopía, al
rey Felipe V de Borbón de la anexión de territorios
del Alto
Egipto para controlar las rutas mercantes
del
mar Rojo. Se trataba de una operación de conquista basada en la
vulneración del derecho internacional y que terminó con la
ejecución de
su promotor acusado de alta traición.
La
otra gran publicación fue la serie Estudios Egiptológicos, de
carácter periódica y permanente, cuya intención formar proyectos
de investigación sobre la cultura y antropología egipcia en España.
Pero solo consiguió lanzar tres tomos, elaborados de forma íntegra por
él mismo y publicados en Madrid, entre 1886 y 1887: Sesostris; La
muerte en el Antiguo Egipto; y Son Notem en Tebas: inventario y
textos de un sepulcro egipcio de la XX dinastía.
Eduardo
Toda pretendió fomentar el estudio de la Egiptología en España y
llevarlo al mismo nivel que otros países de Europa. Por eso, otro de
sus proyectos fue la exhibición de una Colección Egipcia en el
recién fundado Museo Víctor Balaguer, en Vilanova i Geltru, en mayo
de 1886. Al año siguiente se publicó en Madrid el Catálogo de la
Colección Egipcia de esta exposición en el Museo Balaguer.
Completó
su obra arqueológica un monográfico dedicado a Las Momias Reales de
Bilaq, publicado en Madrid, en 1889. En él, Eduardo Toda explicó
con detalle al proceso de rescate de sarcófagos y momias de los
faraones del Imperio Nuevo que fueron descubiertas durante su
expedición en Deir el-Bahari en colaboración con Gastón Maspero y
su Servicio Arqueológico en 1886.
Junto
a su labor de divulgación de la Egiptología, continuó su carrera
diplomática al servicio de España. En 1887, fue destinado a
Caglari, en Italia. En la población de Alghero descubrió la
pervivencia de un legado histórico-cultural catalán, anteriormente
llamada L'Alguer, cuando la isla de Cerdeña pertenecía a la
Corona de Aragón. Al año siguiente, fue cónsul en Helsinki, en
Finlandia, y en 1896, en Le Havre, en Francia.
En
1898, tomó parte de la comisión española establecida en París al
objeto de las negociaciones de paz entre España y Estados Unidos
tras la Guerra de Cuba. En 1901, abandonó la carrera diplomática
para dedicarse a los negocios en Londres, su definitiva profesión.
Pero nunca se olvidó de su aventura por aquel exótico país
africano y mantuvo contactos con egiptólogos europeos.
En
1918, regreso a España, y se instaló en el antiguo Monasterio de
Sant Miquel d'Escornalbou, en Tarragona. Desde allí desarrolló
una actividad filosófica en lengua catalana y escribió su obra más
notable, la Bibliografía
espanyola d'Itália,
publicada en cinco volúmenes, entre 1927 y 1931. También trató de
recuperar el patrimonio histórico cultural de la provincia de
Tarragona, especialmente los Monasterios de Escornalbou, Poblet y
Santes Creus.
En
estos años, repartió su colección arqueológica egipcia entre el
Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el Museo Balaguer de Villanueva
y la Geltrú y el Instituto Municipal de Historia de Barcelona. Además,
la Biblioteca de la Universidad de Barcelona conserva un grupo de
libros pertenecientes a Toda. Quedó sin publicar un manuscrito
titulado El Antiguo Egipto.
Al
estallar la Guerra Civil, en 1936, trabajaba en la Generalitat de
Cataluña, en proyectos de carácter cultural, y protegió el
patrimonio religioso y cultural de las persecuciones. Finalmente, se
retiró a vivir al Monasterio de Poblet, donde murió en 1941.
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